"Cambien su vida y su corazón, porque el Reino de los Cielos se ha acercado".

AÑO A. DOMINGO TERCERO ORDINARIO. Mateo 4,12-23.


"Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías":

"Oigan, territorios de Zabulón y Neftalí y los de las orillas del Mar y de más allá del Jordán, escúchame, Galilea, tierra de paganos.
A tus habitantes postrados en tinieblas los iluminó una luz grande. Estaban sentados en la región sombría de la muerte, pero apareció para ellos una luz".


El Evangelio de hoy se está refiriendo a Jesús, que una vez encarcelado Juan Bautista, comienza su misión de predicar y Evangelizar.

"Allí, dejando Nazaret, fue a vivir en Cafarnaún, cerca del lago, en los límites de Zabulón y Neftalí".

"Jesús recorría toda la Galilea enseñando en las sinagogas. Predicando la Buena Nueva...".


La Iglesia de estos tiempos ha entendido que es de mucha importancia la Evangelización. Los Obispos Latinoamericanos han insistido bastante al respecto. Nuestro continente necesita urgentemente una misión evangelizadora. Tal vez, porque no se ha evangelizado con prioridad, es que nuestro continente, mayoritariamente católico, está sufriendo una merma en la cantidad de sus fieles.


El Evangelio de este domingo nos ayuda a entender cómo evangelizar.
Siguiendo y contemplando a Jesús podemos comprender que la Evangelización es primordial.

La Evangelización de Jesús no era capillista. Él mismo Jesús es el Evangelio. Y como Él se trasladaba de un lugar a otro, su Evangelización no se encerraba en un templo, por el contrario, el Evangelio nos muestra a un Jesús que recorría toda la Galilea. No se dejaba encerrar por lugares ni por grupos de personas; iba a las fronteras: iba "más allá del Jordán"; iba y se hacía escuchar por los paganos de Galilea: "escúchame Galilea tierra de paganos". Jesús llegaba a los "habitantes postrados en tinieblas".La luz del Evangelio, que no es otra que Cristo mismo,iluminaba a los que estaban "sentados en la región sombría y de muerte".
Jesús era el Misionero. Su Evangelio llegaba allí donde había que salvar aquello que estaba perdido.

Hoy es urgente ir hacia los más alejados, no sólo territorialmente, sino a aquellos cuyo corazón y vida están lejos de Dios. Jesús nos entusiama de ir siempre más allá. Ir hacia las fronteras de lo que ya está conocido (Puebla 363).


La Evangelización de encierro, en un lugar, en una capilla y solamente en un grupo de personas, no coincide con la de Jesús. Ni la Iglesia centrada en si misma es verdaderamente misionera ni tampoco evangelizadora como corresponde.

Se me ocurre que hoy tenemos un Modelo de Iglesia "Arca de Noé". Los católicos, especialmentes sus Agentes Pastorales: sacerdotes, religiosas y laicos están bien organizados interiormente en su lugar de culto, para responder a la gente y a los padres, que de un momento a otro, vienen a pedir el bautismo para su hijo (a) y a prepararse para él sacramento; se recibe el sacramento, y yo diría, que vuelven a su casa sin encontrarse con la persona de Jesús; y no se da, en ellos, un sentido de Iglesia ni de pertenencia a ella; vuelven más tarde, para seguir recibiendo los sucesivos sacramentos, hasta volver nuevamente a la Iglesia, para celebrar el funeral.
Así, tampoco, se puede dar o ver, en ellos, un compromiso en la misión evangelizadora, que Jesús le encomendó a la Iglesia, 'en el mundo todo y hacia todos los hombres'.

Me parece que la razón fundamental de este error está en que se da una pobre Evangelización, o que simplemente no se da.
Hay mucha preocupación por "charlas y entrega de conceptos", y no se anuncia a la persona de Cristo; no hay un encuentro con la persona de Cristo; tampoco se busca que los encuentros de los que se preparan para el sacramento, sean comunitarios, en los cuales los participantes debieran conocerse y hermanarse, entusiasmándose por ser comunidades cristianas misioneras de base de la Iglesia, para salir, en nombre de ella y de Jesús a Evangelizar.

Muchas veces se presta más atención a la cantidad que a la calidad; se busca más bien, "meter gente al interior de la capilla o de la Iglesia", como metiéndose al "Arca de Noé". Ahí está todo estructurado. Y, tal vez, logran que la gente se sienta bien; tal vez, más de alguno, dirá como Pedro: "es bueno estarnos aquí; vamos a hacer tres tiendas... sin saber lo que decía".
Sin encuentro con la persona de Jesús no nace, en la gente, conciencia misionera ni se sienten enviados a Evangelizar en el "diluvio" del mundo temporal y secular.
Hay parroquias que aumentan sus Agentes Pastorales, pero todos para actuar adentro de la Iglesia.
Ahora que se habla de Ministerios Laicales, uno echa de menos Ministros o Agentes Pastorales, para el mundo, encarnados e insertos en la sociedad: de trabajadores, de sindicatos; de organizaciones populares y poblacionales, en fin de "todo el hombre y de todos los hombres".

Creo, que se hace urgente, un nuevo y gran Pentecostés, en la Iglesia de hoy día. Que se abran las puertas y que salgamos "de dos en dos" hacia fuera de la Iglesia, misionando y evangelizando.

Recomiendo leer y estudiar conciensudamente la "Evangellíi Nuntiandi" de Pablo VI. Trata de la Evangelización en el mundo contemporáneo.
Me parece que sin Evangelización no hay adhesión a Cristo ni posibilidad de conversión. Conversión que debe expresarse en más cristianos llenos de Cristo, fortalecidos y ungidos por el Espíritu, que se comprometen en el mundo circundante y fuera de la Iglesia, para evangelizarlo y transformarlo, cada vez más, en Reino de Dios.

"Cambien su vida y su corazón". "Conviértanse".

Convertirse significa tomar otro camino. Porque cuando decimos "cambien su vida y su corazón", estamos exigiendo más: 'dejen sus vicios y pecados'.
La Evangelización de Jesús busca una renovación de toda la vida a partir de un cambio radical e interior. De toda la vida: esto mismo es lo señalado por Pablo VI en el documento indicado anteriormente. Se trata de "todo y de todos". "Nada de la experiencia humana es algo ajeno a la Evangelización". Esto mismo está indicado en el Vaticano II, en Medellín y Puebla y ahora, también en Aparecida.

Pero, hay que denunciar fraternalmente, que todavía, uno se encuentra con gente dentro de la Iglesia: sacerdotes, religiosas, laicos y cierta jerarquía empoderada, que contradicen no sólo de palabra, sino también de hecho, en la práctica, el mandato de Jesús y de la Iglesia y del último Concilio Ecuménico. ¿No se está al borde del pecado contra el Espíritu Santo?


Aquí nos estamos refiriendo al meollo y punto esencial de la Evangelización.
El Evangelio nos indica que, un cambio de vida, nos exige tomar otro camino de vida; el vertirse: volver el rostro a Jesús y seguirlo en consecuencia, se debe a un descubrimiento del Amor y la Misericordia de Dios, y a la obra del Espíritu Santo en nosotros.

"Jesús fue a la provincia de Galilea y empezó a proclamar la Buena Nueva de Dios".Se dice, que en estas circunstancias, Jesús vivía de allegado en casa de Simón Pedro y Andrés.
"Hablaba en esta forma: ’El plazo está vencido, el Reino se ha acercado. Tomen otro camino y crean en la Buena Nueva".

Significa que termina la larga espera del pueblo, y que está llegando el cumplimiento de las promesas de Dios. En la persona de Jesús está el Reino; Jesús es el Evangelio presente, que asegura que hoy comienzan tiempos nuevos. "El Reino está en medio de vosotros". Y los discípulos evangelizan a "todo y a todos", haciendo que su experiencia con Jesús, se repita y se multiplique en más y más,en hombres, mujeres, y "hasta los confines".

Esto es lo que sucedió con "Simón, llamado después Pedro, y Andrés que echaban las redes al agua porque eran pescadores". Se encontraron con Jesús. Y este encuentro debe haber sido de una calidad única, pues el Evangelio narra: "Jesús les dijo: ‘Síganme y los haré pescadores de hombres’. Los dos dejaron inmediatamente las redes y empezaron a seguirlo. Más allá vio a otros dos hermanos: Santiago y Juan, que con Zebedeo, su padre, estaban zurciendo las redes. Jesús los llamó, y ellos también dejaron la barca y al padre y empezaron a seguirlo".
Hay encuentro con la persona de Jesús en su Evangelización. Y así, Jesús, va poniendo los cimientos de lo que sería su Iglesia.
Quiero ser reiterativo. Es que lo que comienza en Galilea se trata de una aventura hermosa de amor con la persona de Jesús.
Para ser de Cristo, es decir para ser bienaventurado, se necesita una actitud de humildad, de pobreza de corazón y alma. Esta actitud requerida es transversal a todas las bienaventuranzas.
El Amor y la Misericordia de Dios se ha acercado. Conozco el amor de Dios porque Él se acercó y me amó primero. Por eso uno se convierte. Y esto hay que anunciarlo: hay que Evangelizar, presentando el Amor de Dios Encarnado, en la persona de Jesús que me ama hasta el extremo. Sin esto, no hay Evangelización y mucho menos conversión, cambio de corazón y vida toda.


Reconozco que es difícil hablar de la persona de Jesús. No es fácil, comunicar y dar a conocer, con mis solas y propias palabras, el amor de Jesús conmigo, y mi amor y mi experiencia con Él.


Pienso que hay grados de amor a Dios. Yo lo amo porque Dios me amó primero y uno se sintió amado por Él. Y uno se siente amado gratuitamente por Dios. Desde ese momento, como que uno se siente en deuda con Él; y quiere responderle con amor intenso. Con un amor dentro de lo que uno puede. Nunca menos de lo que uno puede.
Después uno se va dando cuenta que el Amor de Dios es infinito. Es amar, y siempre amar, más y más. Dios nunca termina de amarme.
Así uno se empeña en ir creciendo en la respuesta a ese amor. Uno se va dando cuenta que puede amar más que antes, pero siempre nunca menos de lo uno puede. Y ¿por qué?

Porque el Amor de Dios cada día va imprimiéndose con mayor fuerza en uno, impregnándolo todo. Es decir, puedo amarlo más, porque Él me ha dado amor, amándome más; ha seguido amándome, sin detenerse, y seguirá haciéndolo, hasta el infinito.
Pero, recibiremos más amor, en la medida que seamos humildes, con alma y corazón de pobre. Es decir, siempre que mi vida, dependa y se abandone al Amor de Dios.


Más adelante, uno comprende, que debe amarse a si mismo, por Dios mismo. Lo que quiero decir, es que a medida que uno va recibiendo Amor de Dios, empieza a amarse y a preocuparse de ser uno mejor, pero todo por amor a Dios, que quiere que cumpla su voluntad, que sea bienaventurado.

Dios me ama tanto, que me hace comprender que debo ocuparme de buscar mi perfección personal, para que uno sea más imagen y semejanza de un Dios Amor. Y esto porque Él quiere que yo sea feliz, y lo quiere porque sólo me ama.
Si me amo a mi mismo será siempre por amor a Dios. Si soy mejor y me desarrollo y crezco, buscando la santidad, será siempre para la mayor gloria de Dios. Así, uno va sintiendo, en sus oídos internos, lo que Dios le va diciendo: "Éste es mi hijo, el amado, el elegido; mi predilecto, el de mis complacencias…:Escúchenlo. (y,¿por qué no?).
Ciertamente que sí. Porque estoy con Jesús y puedo decir con San Pablo: "Ya no soy yo el que vivo, es Cristo el que vive en mí". Seré alguien que puede ser escuchado,porque tengo el Evangelio,
el Verbo se ha hecho carne en mí. Y tengo que proclamarlo, con amor grande a Jesús. Él es el Salvador que el mundo espera y necesita.
Proclamarlo con gestos y palabras, evangelizando con un compromiso misionero radical.

Convencido de que soy amado siempre por Dios.Y, por eso,consciente que le estoy en una deuda permanente,comprenderé de que si soy alguien que se ama a si mismo,será sólo para gloria del que es el Amor;si me amo,por el que es el Amor,tendré también,que buscar,con"hambre y sed de justicia",el amor que me hace próximo de mi hermano: "Ama a tu prójimo como a tí mismo". "Lo que haces con tu hermano conmigo lo haces".Y esto especialmente con los más pequeños: los pobres. Pero, como Dios siempre me ama y me amará, yo seré como una flecha lanzada hacia el infinito en el amor, y daré un paso, miles de pasos, todos en progresión, hasta amar a la manera de Jesús: amar hasta el extremo al hermano. "No hay amor más grande que éste: dar la vida por los que se ama". Es decir, mi amor al hermano y al que me aproximo, será mayor que el amor que me tengo a mi mismo. Todo, por amor a Dios, que nos quiere ver viviendo la hermandad y construyendo el Reino de la fraternidad. Resuena en nuestra vida interior, como un fuego que quema por dentro: "Hagan esto en memoria mía". "Les doy un mandamiento nuevo: Ámense los unos a los otros como yo los amé". Desde ese momento no pararemos más. Seremos insaciables. Tendremos "hambre y sed de justicia" hasta el Reino de los Cielos.

Hay otro grado más de amor. Sucede que uno se abandona al Amor de Dios. Se deja amar por Dios. No pone muros…, pero llega el momento, en que uno, por convicción existencial,llega al estado de amar a Dios por el mismo Dios. Por ser Él quien es: "Yo soy el que soy". Se trata de un amor desinteresado: ’Señor, tú me amas tanto, que te mereces que yo te ame por tí mismo’. Uno se niega a si mismo. Ama con pureza cada vez mayor. No ama, porque espera, en primer lugar, un premio o un pago. Nó. Lo expresaré con cierto atrevimiento: ‘te amo, mi Dios, y te amaré, aunque no exista el Cielo’.No tendré nunca, una relación contigo, mi Dios, como la tiene un capitalista neoliberal, acumulador y egoísta, en relación con la economía, buscando dividendos para sí mismo.

Y, ¿qué pasa con uno mismo y los hermanos?.

La respuesta: Ama a Dios de verdad, y sólo por Él mismo. Ama todo lo que es de Dios. Ámalo con pureza… gratuitamente,no buscando tus intereses, sino los de Jesús, como Él mismo busco los nuestros. Se llega a alabar y amar a Dios no porque sea bueno para mí mismo, sino sólo porque Él es infinitamente bueno, y todo para mayor gloria de Dios.
Amar a Dios por Dios y no por sí mismo.

Y a los hermanos, también gratuitamente, negándose a sí mismo; hasta el extremo, como Jesús, que dio su vida por nosotros.

Me preocupa haber sido enredado. He hablado en plural, pero de repente me he sorprendido hablando en primera persona. Ni siquiera sé si he sido ordenado y claro al exponer los grados de amor. Pero les confieso que me he sentido evangelizando y también evangelizado.

Se hace necesaria una recopilación antes de terminar.

Jesús anuncia el Evangelio del Reino. Él es el Evangelio. Él es el Reino. Es un anuncio, una Buena Nueva para los hombres y mujeres, tomando en cuenta la historia y la realidad del mundo que ellos habitan. "El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande".

Jesús anuncia, que las promesas de salvación, de justicia y de fraternidad, que Dios había hecho a su pueblo por medio de los profetas, estaban y se cumplían, por, en y con Él. La Buena Nueva, entonces, es un encuentro con Jesús mismo.
La presencia de Jesús es el cumplimiento de las promesas de Dios a su pueblo. Prueba de esto era que el pueblo estaba ya aliviando de sus servidumbres y que Jesús: "curaba las enfermedades y dolencias del pueblo". (Puebla 190-192). Jesús es el Evangelio que se encarna, tomando en cuenta las aspiraciones y necesidades de sus hermanos. Él las conocía. Había convivido con el pueblo en Nazaret 30 años, y durante los otros tres años,Jesús nos muestra, que para que haya una verdadera Evangelización, se hace necesaria una encarnación como la suya, asumiendo la vida y la humanidad toda. Él sabe que sólo lo que se asume es redimido.
Él convive con su pueblo, del cual Él es parte,compartiendo junto con su pueblo,sus causas, demandas y aspiraciones; 'su gozo y esperanza, sus lágrimas y angustias'.
El mensaje cristiano recoge las aspiraciones de la gente. Entonces, el Evangelio, la Buena Nueva, responde a esas aspiraciones y esperanzas.
La Iglesia viva,el Cuerpo de Cristo, con sus miembros: nosotros, debemos asumir con mucha responsabilidad nuestra tarea de Evangelización; debemos ser y dar la Buena Nueva para el pueblo.
El pueblo, por la Evangelización de la Iglesia, debe llegar a reconocer que su fe coincide y se identifica, con la Buena Nueva; con sus vidas, con sus propias realidades, y que responde a sus esperanzas.
Si no hay conexión con la vida de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, y con lo que ellos esperan, la Evangelización no será Buena Nueva para ellos, y la Iglesia y su Evangelización no tendrá ningún interés para ellos.
Seria responsabilidad la nuestra. Seamos fieles a la convocación y al llamado del Señor. Seamos discípulos de Jesús,misioneros evangelizadores.

Si evangelizamos "según los signos de los tiempos" y a la manera de Jesús, debemos tener confianza, porque Jesús 'estará con nosotros hasta el fin'; y el Espíritu, que nos guía, 'pondrá en nuestra boca las palabras de vida.

Seamos misioneros, seguros de que nosotros mismos, evangelizando al mundo, seremos evangelizados por el mundo. No olvidemos que la Iglesia 'nos ha enviado al mundo a Evangelizar, no sólo como maestros, sino también como discípulos, porque también seremos evangelizados por el mundo', haciendo que consigamos la bienaventuranza evangélica. Amén.


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