Esperanza y liberación en el "desierto" de nuestra patria.
Domingo Tercero De Adviento Año B. 17.12.2017.
(Juan 1,6-8.19-28).
"Vino un hombre de parte de Dios: éste se llamaba Juan. Vino para dar testimonio; vino como testigo de la luz, para que, por él, todos creyeran. No era la luz, pero venía como testigo de la luz... .
Este es el testimonio de Juan respecto a Jesús: "Yo soy la voz del que grita en el desierto: enderecen el camino del Señor,... .
Yo bautizo con agua, pero hay uno en medio de ustedes a quien no conocen. Él viene detrás de mí, y yo no merezco soltarle la correa de la sandalia". (Del Evangelio de este domingo de Adviento Jn. 1,6-8.19-28).
Hoy, en Chile, tendríamos necesidad de un Juan Bautista. El mundo se nos está presentando - hablando en términos simbólicos - como un "desierto" y se hace cada vez más como un "desierto", sin conciencia de la presencia de Dios, y se podría hablar de ausencia de Dios: se lee la prensa escrita, se oye la radio, se ve televisión, y se nos habla de corrupción económica: de una sociedad centrada en el dinero: en el "tener y tener"; de una clase política no de servicio al bien común de la gente, sino preocupada de luchas de poder y no representando al pueblo ciudadano; hay partidos políticos y candidatos, cada vez con menos aceptación de la ciudadanía, porque no la representan; una mayoría nacional no vota y no elige a sus representantes; recién votaron un 45% y la abstención fue de un 55%; se habla de "democracia" sin haberla, pues una minoría tiene secuestrada a una mayoría, y esto sucede desde la dictadura cívico-militar hasta hoy, fundamentándose todo en una ilegítima institucionalidad, negociada por políticos con dictadura; y por fuerza osmótica, incluso sin un sentido crítico, y con un equivocado pragmatismo, hay gente que se ha acostumbrado a una falsa democracia, entre ellos gente de Iglesia que se han acostumbrado a esta falsa "democracia"; las noticias y la prensa nos hablan de violencia, muerte, violencia intrafamiliar; delincuencia, sexo exacerbado aparte del amor en el matrimonio; hay crisis de las familias, algo fundamental para la sanidad de nuestra sociedad; se trata de imponer cualquier concepto de familia sin serlo; las parejas no se casan, se alimenta la idea de vivir emparejado sin matrimonio, animando a probar una vida de relaciones de pareja y de convivencia por un tiempo sin matrimonio; se aprueba "institucionalmente" el acuerdo de vida en pareja heterosexual y homosexual; se aprobó despenalizar el aborto en tres casos, de hecho es un "legalizar" el aborto; se habla de igualar al matrimonio real con un "matrimonio" de homosexuales y lesbianas, incluso con la idea de poder adoptar hijos.Hay una contienda y se hace cuestión de valores eternos; se trata con desparpajo de "conservadores" a los que defienden y propician el respeto a los valores, es otra enajenación y relativismo moral. La confusión crece y la lista de un "desierto simbólico" es larga. No se puede dejar de nombrar en este "desierto" la injusticia social que sufren millones de ciudadanos: en una sociedad en que se habla de buscar un crecimiento económico, nos encontramos con el flagelo de la pobreza, y de la pobreza oculta, se habla con mentira solapada de "vulnerables" en Educación, en Salud, en Vivienda, en Trabajo; hay un abismo económico escandaloso entre pobres y ricos; se nota con claridad meridiana que la institucionalidad está hecha al servicio de los ricos privados y con extranjeros, y con una clase política apernada en el poder; esta realidad se impuso desde la dictadura hasta los gobiernos de hoy día. En todo esto, ¿dónde está Dios? La situación es muy confusa y crítica y hace temer, que por estar construyéndose un país sobre arena y no sobre roca, cualquier día puede estallar una situación grave, incluso se ha dicho: "si no hay cambio, querámoslo o no,vendrá el estallido social". Hay desconfianza e infelicidad ambiental con mucha agresividad. Hay gente que me ha hablado de que o estamos en el fin del mundo, o debe darse un renacimiento espiritual y una revolución cristiana: un cambio radical en los hombres y mujeres. Tal vez, se piensa, que se requeriría un milagro.
Lo malo es que no se sabe de qué parte debe venir este milagro.Lo que es cierto, es que este cambio radical o milagro, no se espera de la clase política y de los partidos políticos actuales. Lo hemos dicho otras veces, los políticos y sus partidos no hacen caso al descontento y a la protesta de un pueblo que en las elecciones les manda un recado con una gran abstención. La abstención es más o menos de un crecimiento la más de las veces electorales, y apenas un mínimo de crecimiento la menos de las veces. Es el desafío, la duda y la interrogante en las elecciones presidenciales de este domingo. Hay gente dudosa, que me ha dicho que si vota, lo hará por el "mal" menor. Otros no votarán. Yo tampoco.
Uno también se plantea, ¿el milagro puede venir con una colaboración radical y encarnada de la Iglesia? Uno se lo pregunta porque en la Iglesia - con hambre y sed de justicia lo digo - faltan santos y profetas, y porque hay evangelizadores mediocres, y eso desanima a muchos, incluso se habla y se escribe sobre la crisis de la Iglesia chilena. Eso me duele.
Ser como Juan Bautista hoy significa tener el valor de ser una voz en el "desierto"; en el "desierto" del mundo y de la patria, y también en el "desierto" de nuestras comunidades cristianas, que cada vez escasean más, y que las que hay, junto con la Iglesia en su conjunto pastoral, debieran despertar a un profetismo como el del Bautista.
El Adviento, tiempo de conversión y esperanza, debería llevarnos a una revisión de vida en nuestros grupos pastorales, en algunas Vicarías Zonales ( en unas más que en otras), en nuestras comunidades cristianas y en nuestros agentes pastorales; revisarnos y preguntarnos, si nos inquieta el "desierto", como Juan el Bautista, haciéndonos ver nuestra responsabilidad y solidaridad en los males de la sociedad, o si de hecho somos evasivos del "desierto", para darnos el falso consuelo de una religión marginada. No debemos dejar el "desierto" del mundo; no debemos hacernos como el "desierto"; debemos ser una voz de esperanza y de liberación en el "desierto". Cito a Puebla:
"De cualquier manera,la Iglesia debe estar dispuesta a asumir con valor y alegría las consecuencias de su misión, que el mundo nunca aceptará sin resistencia".(Nº161).
Juan Bautista no quiso identificarse con Jesús, aunque no le era difícil hacerlo. Comprendía bien cuál era su misión. Él tenía que preparar la venida radical y decisiva de Jesús. El Señor, y sólo Él es capaz de transformar el "desierto", y de hacer ese milagro por el bautismo del Espíritu, que renueva la faz de la tierra. La misión de Juan Bautista - la de la Iglesia, sus grupos pastorales, agentes pastorales y comunidades cristianas, ojalá creciendo y multiplicándose - es ser testigo de Jesús que viene, aunque este testimonio sea a menudo como una voz en el "desierto".
Juan vino "de parte de Dios.Vino para dar testimonio; vino como testigo de la luz, para que por él, todos creyeran. No era él la luz, pero venía como testigo de la luz. Porque la luz llegaba al mundo, la luz verdadera que ilumina a todo hombre".
Que nuestro Adviento sea la esperanza con alegría y el compromiso en hacer que la luz ilumine y transforme el "desierto" de nuestra patria.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+
(Juan 1,6-8.19-28).
"Vino un hombre de parte de Dios: éste se llamaba Juan. Vino para dar testimonio; vino como testigo de la luz, para que, por él, todos creyeran. No era la luz, pero venía como testigo de la luz... .
Este es el testimonio de Juan respecto a Jesús: "Yo soy la voz del que grita en el desierto: enderecen el camino del Señor,... .
Yo bautizo con agua, pero hay uno en medio de ustedes a quien no conocen. Él viene detrás de mí, y yo no merezco soltarle la correa de la sandalia". (Del Evangelio de este domingo de Adviento Jn. 1,6-8.19-28).
Hoy, en Chile, tendríamos necesidad de un Juan Bautista. El mundo se nos está presentando - hablando en términos simbólicos - como un "desierto" y se hace cada vez más como un "desierto", sin conciencia de la presencia de Dios, y se podría hablar de ausencia de Dios: se lee la prensa escrita, se oye la radio, se ve televisión, y se nos habla de corrupción económica: de una sociedad centrada en el dinero: en el "tener y tener"; de una clase política no de servicio al bien común de la gente, sino preocupada de luchas de poder y no representando al pueblo ciudadano; hay partidos políticos y candidatos, cada vez con menos aceptación de la ciudadanía, porque no la representan; una mayoría nacional no vota y no elige a sus representantes; recién votaron un 45% y la abstención fue de un 55%; se habla de "democracia" sin haberla, pues una minoría tiene secuestrada a una mayoría, y esto sucede desde la dictadura cívico-militar hasta hoy, fundamentándose todo en una ilegítima institucionalidad, negociada por políticos con dictadura; y por fuerza osmótica, incluso sin un sentido crítico, y con un equivocado pragmatismo, hay gente que se ha acostumbrado a una falsa democracia, entre ellos gente de Iglesia que se han acostumbrado a esta falsa "democracia"; las noticias y la prensa nos hablan de violencia, muerte, violencia intrafamiliar; delincuencia, sexo exacerbado aparte del amor en el matrimonio; hay crisis de las familias, algo fundamental para la sanidad de nuestra sociedad; se trata de imponer cualquier concepto de familia sin serlo; las parejas no se casan, se alimenta la idea de vivir emparejado sin matrimonio, animando a probar una vida de relaciones de pareja y de convivencia por un tiempo sin matrimonio; se aprueba "institucionalmente" el acuerdo de vida en pareja heterosexual y homosexual; se aprobó despenalizar el aborto en tres casos, de hecho es un "legalizar" el aborto; se habla de igualar al matrimonio real con un "matrimonio" de homosexuales y lesbianas, incluso con la idea de poder adoptar hijos.Hay una contienda y se hace cuestión de valores eternos; se trata con desparpajo de "conservadores" a los que defienden y propician el respeto a los valores, es otra enajenación y relativismo moral. La confusión crece y la lista de un "desierto simbólico" es larga. No se puede dejar de nombrar en este "desierto" la injusticia social que sufren millones de ciudadanos: en una sociedad en que se habla de buscar un crecimiento económico, nos encontramos con el flagelo de la pobreza, y de la pobreza oculta, se habla con mentira solapada de "vulnerables" en Educación, en Salud, en Vivienda, en Trabajo; hay un abismo económico escandaloso entre pobres y ricos; se nota con claridad meridiana que la institucionalidad está hecha al servicio de los ricos privados y con extranjeros, y con una clase política apernada en el poder; esta realidad se impuso desde la dictadura hasta los gobiernos de hoy día. En todo esto, ¿dónde está Dios? La situación es muy confusa y crítica y hace temer, que por estar construyéndose un país sobre arena y no sobre roca, cualquier día puede estallar una situación grave, incluso se ha dicho: "si no hay cambio, querámoslo o no,vendrá el estallido social". Hay desconfianza e infelicidad ambiental con mucha agresividad. Hay gente que me ha hablado de que o estamos en el fin del mundo, o debe darse un renacimiento espiritual y una revolución cristiana: un cambio radical en los hombres y mujeres. Tal vez, se piensa, que se requeriría un milagro.
Lo malo es que no se sabe de qué parte debe venir este milagro.Lo que es cierto, es que este cambio radical o milagro, no se espera de la clase política y de los partidos políticos actuales. Lo hemos dicho otras veces, los políticos y sus partidos no hacen caso al descontento y a la protesta de un pueblo que en las elecciones les manda un recado con una gran abstención. La abstención es más o menos de un crecimiento la más de las veces electorales, y apenas un mínimo de crecimiento la menos de las veces. Es el desafío, la duda y la interrogante en las elecciones presidenciales de este domingo. Hay gente dudosa, que me ha dicho que si vota, lo hará por el "mal" menor. Otros no votarán. Yo tampoco.
Uno también se plantea, ¿el milagro puede venir con una colaboración radical y encarnada de la Iglesia? Uno se lo pregunta porque en la Iglesia - con hambre y sed de justicia lo digo - faltan santos y profetas, y porque hay evangelizadores mediocres, y eso desanima a muchos, incluso se habla y se escribe sobre la crisis de la Iglesia chilena. Eso me duele.
Ser como Juan Bautista hoy significa tener el valor de ser una voz en el "desierto"; en el "desierto" del mundo y de la patria, y también en el "desierto" de nuestras comunidades cristianas, que cada vez escasean más, y que las que hay, junto con la Iglesia en su conjunto pastoral, debieran despertar a un profetismo como el del Bautista.
El Adviento, tiempo de conversión y esperanza, debería llevarnos a una revisión de vida en nuestros grupos pastorales, en algunas Vicarías Zonales ( en unas más que en otras), en nuestras comunidades cristianas y en nuestros agentes pastorales; revisarnos y preguntarnos, si nos inquieta el "desierto", como Juan el Bautista, haciéndonos ver nuestra responsabilidad y solidaridad en los males de la sociedad, o si de hecho somos evasivos del "desierto", para darnos el falso consuelo de una religión marginada. No debemos dejar el "desierto" del mundo; no debemos hacernos como el "desierto"; debemos ser una voz de esperanza y de liberación en el "desierto". Cito a Puebla:
"De cualquier manera,la Iglesia debe estar dispuesta a asumir con valor y alegría las consecuencias de su misión, que el mundo nunca aceptará sin resistencia".(Nº161).
Juan Bautista no quiso identificarse con Jesús, aunque no le era difícil hacerlo. Comprendía bien cuál era su misión. Él tenía que preparar la venida radical y decisiva de Jesús. El Señor, y sólo Él es capaz de transformar el "desierto", y de hacer ese milagro por el bautismo del Espíritu, que renueva la faz de la tierra. La misión de Juan Bautista - la de la Iglesia, sus grupos pastorales, agentes pastorales y comunidades cristianas, ojalá creciendo y multiplicándose - es ser testigo de Jesús que viene, aunque este testimonio sea a menudo como una voz en el "desierto".
Juan vino "de parte de Dios.Vino para dar testimonio; vino como testigo de la luz, para que por él, todos creyeran. No era él la luz, pero venía como testigo de la luz. Porque la luz llegaba al mundo, la luz verdadera que ilumina a todo hombre".
Que nuestro Adviento sea la esperanza con alegría y el compromiso en hacer que la luz ilumine y transforme el "desierto" de nuestra patria.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+