Hoy Cristo sufre, padece y muere en los hermanos más pobres.

Domingo de Ramos. Año B. 25.03.2018.

Lucas 22, 7.14-71; 23, 1-56.

Evangelio del amor liberador de la Pasión y Muerte de Jesús Nuestro Salvador.


Se acaba la Cuaresma y comienza la Semana Santa. Cristo padece bajo el poder de Poncio Pilato; es detenido y torturado durante toda una noche; es condenado injustamente a la crucifixión; carga la pesada Cruz de nuestros pecados; muere en la Cruz, dando y entregando su vida, para que nosotros tengamos vida y vida en abundancia.

"No hay amor más grande que éste: dar la vida por los que se ama".

"Hagan esto en memoria mía".

Aquí está la Eucaristía de la Cruz y también, siendo la misma, la Eucaristía del Altar.

"Les doy un mandamiento nuevo: "Ámense los unos a los otros como yo los amé".

Es nuevo el mandamiento porque supera al "ama a tu prójimo como a ti mismo".

Todos sabemos, con alegría profunda, desde el alma, que todo termina y comienza con la Resurrección y la Vida de Cristo.
En estas líneas escritas está todo el contenido de la Semana Santa que comenzamos hoy con Domingo de Ramos. Resumiendo, aquí está el misterio de nuestra fe:

"Anunciamos tu Muerte. Proclamamos tu Resurrección. ¡Ven Señor, Jesús!". Así lo proclamamos también en la Consagración de nuestra Eucaristía.

Ocupa un lugar central en liturgia de Domingo de Ramos, la lectura de la Pasión y Muerte de Cristo.
Quisiera hacer una encarnación de ella en el hoy de nuestros tiempos. Hoy la Pasión y Muerte de Jesús siempre está o está comenzando entre los hombres y mujeres de nuestros días; está presente entre nosotros, en la vida de nuestros hermanos, especialmente entre los más pobres, sufridos, marginados de nuestra sociedad empecatada. Hoy, Jesús es nuevamente crucificado, especialmente en los más pobres. Jesús sufre de nuevo entre nosotros y por nosotros. Y se hace urgente e imperiosa la pregunta en conciencia verdadera: ¿Qué papel o rol tengo yo en estos sufrimientos de Cristo hoy día?

Pero también, hay signos de vida en nuestra vida presente, que nos hacen entender que hay una Resurrección de Cristo y también nuestra, en Él, como el Dios de la vida. Sobre ella, presente en el mundo, y sobre nuestra propia resurrección en y con Cristo, que nos saca vivos de nuestros "sepulcros", hablaremos más precisamente en la Vigilia Pascual y en Domingo de Resurrección.
Ahora nos remitiremos al Evangelio de este Domingo de Ramos.

El Evangelio no es algo sólo del pasado, ni tampoco es una leyenda. Eso sería una mentira enajenante. El Evangelio es una profecía. Nos habla y predice lo que está ocurriendo hoy, actualmente. Es una manifestación real, viva y actual de lo que está sucediendo hoy entre nosotros; en el mundo actual y también en nuestra Iglesia. Dios vive siempre en la humanidad. El Evangelio de la Pasión y Muerte nos descubre la vida de un Dios Encarnado en la vida de todo ser humano y de todo, y de todos los hombres y mujeres de hoy. Jesús estará siempre con nosotros hasta el fin de los tiempos. El Evangelio, repito, nos habla de lo que hoy está ocurriendo entre nosotros y con nosotros; nos explica cómo hoy nos ama Jesús y cómo hoy lo tratamos nosotros a Él.

Cada uno de nosotros está descrito en el Evangelio de esta Semana Santa, que hoy comenzamos.
Al comenzar esta Semana Santa, leyendo el Evangelio, con corazón de discípulo, nos encontraremos, que hoy, también, ante nuestros ojos y ante nuestro corazón, empiezan a actuar los personajes o los mismos actores, con sus mismos roles, que en el año 33 después de Cristo.

Vemos, en primer lugar, a millones y millones de hombres y mujeres indiferentes, como meros espectadores, ante el sufrimiento, despojo, violación de cualquier derecho humano; de espectadores, que se "lavan las manos", corriéndose, huyendo, abandonando y dejando solo al Cristo que hoy necesita de nuestro compromiso. Hoy hay gente que no se compromete en nada ni con nadie y no quiere meterse ni hacerse problema. Lo dejan todo a otros que supuestamente tomarán o se harán cargo de los problemas y sufrimientos de sus semejantes. Hoy, ante tantas injusticias y barbaridades de nuestra condición de servidumbre humana, se sigue teniendo una actitud de "lavarse las manos", demostrando no sólo indiferencia, sino también una cobardía criminal.
Ante los ojos de la humanidad está el sufrimiento de Cristo en tantos hermanos nuestros que sufren las consecuencias de la injusticia social, que hace padecer y cargar con la cruz del "pecado social". Ese Cristo, en los pobres, recibe nuestra indiferencia y falta de solidaridad. Hoy, de nuevo Cristo "padece bajo el poder de Poncio Pilato".

Veo millones de cobardes y miedosos, que en momentos cruciales y difíciles de tantos seres humanos, como Pedro, dicen: "Yo no conozco a ese hombre". Y en esa actitud veo a católicos, que ciertamente participarán en liturgias de esta Semana Santa, y que llorarán al escuchar la Pasión y Muerte de Jesús. Pero tienen a un Cristo encielado, lejos de la vida humana de todos los días. Tienen a un Cristo fuera de la historia.
Esos católicos son los mismos, que cuando las cosas se complican y comienzan a andar mal, huyen y abandonan, dejando en una soledad dramática a Cristo presente "en el más pobre de sus hermanos". Y dejan, incluso, a la interperie a su Iglesia, no tomando un compromiso verdadero con y en ella, en los más pobres.

Está el grave problema de los pobres y hermanos abandonados en su dolor; muchos viven todas las miserias, consecuencias de esta sociedad injusta y pecadora. Me refiero, especialmente a los que viven en campamentos. Viven en una vivienda indigna. Ahí, en esas casas indignas, para personas, se ha ido escondiendo la pobreza y la miseria. Se ha mandado a vivir allí a la gente pobre sin vivienda. Las "autoridades" no han encontrado mejor lugar, para con mentiras, esconder a Cristo pobre, poniéndolo a la interperie, siendo pobre entre los más pobres. Por ejemplo, en Bajos de Mena, Puente Alto y sus alrededores,se ha ido escondiendo la pobreza, la miseria y la misma indigencia de hermanos nuestros. Ese es Cristo pobre en los hermanos pobres y no "vulnerables" como hoy los llaman con torcida intención. Yo soy vulnerable. Usted es vulnerable, pero ni yo ni usted somos pobres reales.

Al igual que antaño, Cristo, hoy día, no ha tenido "un lugar en la posada".
Esto es la resultante de gente que se corre, no se compromete y no ve a Cristo en una familia que sufre las consecuencias de un sistema o Estado de Derecho injusto, y en Chile todavía ilegítimo y no democrático, aunque algunos lo nieguen o han pasado de mentira a una verdad enajenante. Hasta el periodismo habla constantemente de Chile "que ha retornado a la democracia". Muchos, especialmente los que votan, piensan de ese modo y no creen que Chile tiene una Constitución y una institucional e ilegítima vida en su Estado de Derecho.
Y así las cosas,no se ve a Cristo sufriendo en una sociedad de "pecado social". Hay gente indiferente y sin compromiso por sus semejantes. Hay una sociedad en que priman las privatizaciones y los privilegiados privados, protegidos legalmente por leyes injustas. Esos privados y otros que están con ellos,como políticos y sus partidos, tranquilizan su conciencia, convenciéndose a sí mismos, que no tienen nada que ver con el problema; no reconocen que son causa del sufrimiento de los pobres.
¿Nada que ver con el problema de injusticia y "pecado social"? ¿Nada que ver con Cristo de nuevo crucificado y muerto en nuestros hermanos de nuestra patria? Esos, objetivamente, no son cristianos. Y nosotros como Iglesia no podemos ni debemos subirnos al mismo carro de la mentira e ilegitimidad.

Hay una economía capitalista perversa, como lo es el neo liberalismo, negación de esencia misma de la democracia y condenada por Magisterio de la Iglesia. Economía que margina vidas humanas. Acumula en pocas manos, haciendo sufrir y burlándose, hoy día, de Cristo crucificado en los pobres. Esta economía es llamada, por el Papa, "capitalismo salvaje", que va haciendo morir al ser humano.
Creo que antes ya lo he dicho, pero lo repito: como un deber y derecho de una conciencia cristiana libre, cívica y patriótica, seguiré no votando, por amor a Chile y a los más pobres y mientras Chile no se haya recuperado de su ilegitimidad y mientras no haya un cambio o al menos una lucha por cambiar el sistema económico reinante, causa del "pecado social".
Yo he elegido y seguiré eligiendo a Cristo y no a Barrabás. Eso expresará siempre mi abstención contestataria, mientras no haya una legítima democracia y una economía de la solidaridad. Mi opción por los pobres, es mi opción por Cristo. Quiero un Chile legítimo, democrático y de hermanos, que vivan su dignidad soberana. Esto significa que se vaya y se vayan, acabándose todo lo ilegítimo, comenzando por la economía pecadora, y terminando con el poder político unido al poder económico, hasta hoy protegido por esa Constitución ilegítima, que se hizo a espaldas del pueblo, "entre gallos y medianoche", y por unos pocos de la dictadura, que secuestraron la democracia, y que según los Obispos de aquel tiempo, no goza de ninguna autoridad moral. Dicho de otra manera: Chile tiene que recomenzar y ser realmente un país democrático, donde cada chileno viva la fraternidad y la justicia, donde la riqueza de Chile alcance para todos y según la necesidad de cada uno. Y este recomenzar de Chile, también será un desafío para nosotros, Iglesia, que hasta hoy no reaccionamos proféticamente ante tamaña injusticia social. Nosotros, como Iglesia, vamos a aportar a un Chile legítimo, fraterno, justo y democrático, cuando tengamos también un nuevo y verdadero éxodo; una Iglesia "en salida" como lo ha dicho el Papa Francisco.

Una organización y una movilización pacífica del pueblo demandando estas cosas obvias y justas, pidiendo que se haga un plebiscito sobre ellas, será decir: ¡Basta! Será un signo de vida y de resurrección.

Todavía más, insistiendo:

Veo a miles y miles de seres humanos convertidos en verdugos, maltratando a Jesús en sus hermanos, instaurando lo ilegítimo como institucional, continuando herencia de dictadura, porque es eso lo que políticos negociaron con dictadura. Sólo se ha hecho reformas superficiales sobre armatoste institucional dictatorial.
Lo hace clase política actual.Los veo aplicando "terrorismo de Estado" contra un pueblo que manifiesta legítimamente su discenso o desacuerdo con lo establecido. Es el caso de Cristo Encarnado en un pueblo mapuche, que demanda el pago de la deuda histórica, que Chile tiene con él. Se le acusa a mapuches de hacer actos "terroristas" justificando así la aplicación de una injusta "ley antiterrorista", que no es otra cosa que la prolongación de una Doctrina de Seguridad Nacional implantada en dictadura para sustentar un sistema inicuo y para proteger la aplicación de un "capitalismo salvaje": neo liberalismo, que defiende privilegios de una minoría poderosa. Se ve en esto una actitud de hipocresía propia de fariseos violentos en contra de un pueblo originario nuestro. Se ve a funcionarios y a políticos actuales sirviendo a un falso y mentiroso Estado de Derecho, incluso jurando o prometiendo, ya sea como Presidente, ya sea como Parlamentario cumplir con lo ilegítimo y con una Constitución "que no goza de ninguna autoridad moral", maltratando así a los más sufridos y a los pobres y marginados de siempre. Y como siempre se muestran, en estas circunstancias, los mirones de siempre, con malsana curiosidad, mirando el sufrimiento de muchos, convirtiendo todo en una vulgar farándula, sin compromiso con el pueblo reprimido.

Y vemos, con un profundo dolor, a la misma víctima, dirigiendo hacia nosotros su mirada de ternura, de interrogación, de reproche y de una espera a una reacción por parte nuestra. Es el rostro de Cristo que sufre hoy día entre nosotros.
Hay, otra vez, un Cristo que sufre en marginados; que sufre en inocentes perseguidos, ahora de otra manera solapada, pero que los hace padecer igual, en una sociedad empecatada institucionalmente, impidiendo el acceso a derechos humanos fundamentales: trabajo, alimentación, salud, vivienda, vestimenta, educación, como corresponde: de calidad y gratuita; hay huérfanos y gente que vive y duerme en la calle. Me dice una fuente informada que sólo en Santiago habría seis mil chilenos viviendo en la calle. Pero hay más: hay personas maltratadas, como nuestros ancianos no autovalentes; hay ancianos que son tratados como un vulgar estorbo para familias y para nuestra sociedad; para ellos, se busca, con molestia y notoria incomodidad, albergues, hospederías u hogares, no para darles una mejor vida, sino para deshacerse de un considerado estorbo, o "cacho" como se dice en Chile. Habría que agregar a un Cristo que sufre en muchos migrantes. ¿Dónde está: "O el asilo contra la opresión"?
Y en este "via crucis" de Cristo, veo unas cárceles, distintas a la privilegiada Punta Peuco, llenas de cristos detenidos y hacinados, llevando una vida indigna de personas humanas: son cárceles infrahumanas con un régimen de vida igualmente indigno y con flagrante violación a los derechos humanos. El largo calvario de Cristo no termina: Cristo está enfermo en hospitales, con una deficiente atención y falta de recursos de utilidad indispensable.

Pero no es necesario ir muy lejos, para encontrarnos con un Cristo que carga con una pesada Cruz.Lo encontramos a nuestro lado, muy cercano, delante de nuestros ojos, a veces en propia casa familiar o en lugares de nuestro contorno,¿no hay nadie cerca nuestro, enfermo que sufra, no hay nadie que llore su soledad, nadie que sufra hambre y frío, hambre y sed de amor?; ¿en nuestra sociedad, no hay injusticia social, que haga sufrir a tantas familias y hermanos nuestros? Si hace mucho tiempo que se está sufriendo las consecuencias de un "pecado social" permanente. Son, hoy día, los rostros de Cristo sufriendo, que hoy interpela nuestras conciencias. (Por favor, lean el documento de Puebla en números del 31 al 39).

Estamos comenzando una Semana Santa. La hemos comenzado en este Domingo de Ramos, leyendo Evangelio de la Pasión y Muerte de Cristo.
Les sugiero hacerse tiempo para tener, uno mismo, un momento de oración evangélica encarnada en el hoy de nuestros tiempos . Tomen a Jesús, el Verbo Encarnado. Tomen el Evangelio. Relean Evangelio de Pasión y Muerte de Cristo. Háganlo como quien se mira en espejo del Evangelio. Ahí nos encontraremos nosotros. Ahí, en Evangelio, estamos retratados nosotros mismos. Nos encontraremos en distintas actitudes; en distintos momentos del acontecer diario; en distintas actitudes en nuestra vida de todos los días. Les sugiero, con Evangelio en mano, y con corazón humilde y abierto, preguntarse: ¿dónde estoy yo en este Evangelio? ¿Qué personaje de la Pasión y Muerte soy yo, hoy día? ¿En qué medida yo estoy, hoy día, haciendo padecer y morir a Cristo en mi vida de todos los días? ¿Cómo lo estoy haciendo con Cristo en mis hermanos, especialmente en los más pobres?

Un puede estar siendo Judas. ¿Estoy traicionando? ¿me estoy traicionando en mi vida de relación con Cristo?
Otro podrá estar dormido, como los discípulos, cuando Cristo está hoy en una lenta y sufrida agonía en nuestra sociedad. Quizá alguien se verá en Pedro, que como una paradoja, en Huerto de los Olivos, reacciona, defendiendo al Señor, sacando su espada, para posteriormente, estando ya Cristo preso, negarlo tres veces:

"Yo no conozco a ese hombre".

Se trata nada más ni nada menos, que el elegido por Dios, posteriormente, como el primer Papa de la Iglesia o Pueblo de Dios. ¡Qué grande es la misericordia de Dios! Y esta misericordia vale para hoy día. Hay que pedir perdón y convertirse: volverse a Cristo y amarlo, especialmente en los pobres.

Tal vez, nos veremos retratados en aquellos que se burlaban de Cristo, cuando con tanta liviandad e hipocresía, tratamos a nuestros hermanos pobres:
"rotos flojos","abusadores", "delincuentes","zánganos", "sinvergüenzas", "si estos son pobres porque ellos quieren, no le trabajan un día a nadie".
Esos son latigazos, golpes, maltratos, bofetadas y escupitajos, a Jesús, en los más pobres de nuestros días. ¿Cuántos golpes a Cristo en los sufridos, oprimidos, escondidos a la fuerza, para ocultar, con mentira,la pobreza de nuestros hermanos?
¿No seré yo, de una u otra forma, cómplice de esta ofensa permanente contra Cristo?
¿Con quién estoy yo, con los jefes injustos de este mundo, con los letrados y legisladores que dictaminan la institucionalidad injusta? ¿No seré yo Poncio Pilato? Como aquellos que "se lavan las manos" y no se comprometen con nadie ni con nada que huela a problemas.Tal vez, soy como los discípulos que abandonaron y hoy abandonan a Cristo ante cualquier dificultad, incluso, mostrándose no como hijos de la Iglesia de Jesús.
Uno puede despreciar a Cristo como Herodes en los más pobres y marginados de esta sociedad y de la patria común.
Y, yo a quién elijo, a Jesús o a Barrabás? (buena pregunta para los que, tal vez, sin conciencia y conocimiento real, votan).

Y, en una economía neo liberal perversa, acumuladora y concentradora en pocas manos, ¿no estoy yo, acaparando, incluso "la túnica" que le quedaba, como único bien material, a Cristo Crucificado y presente hoy en nuestro país?
Esta es una actitud de despojo y saqueo permanente al pueblo.

Pero, también, usted, en su Oración, con Evangelio en mano y con un corazón humilde y abierto, sin muros y con mucho horizonte, se verá en la Verónica, enjugando el rostro sufriente de Cristo en tantos hermanos nuestros. O será como Simón de Cirene, que ayuda a cargar pesada cruz de su pueblo, acompañándolo, y cargando la cruz con él, viviendo el calvario, pero buscando junto al pueblo la salvación y liberación.
Tal vez seremos solidarios hasta las lágrimas con el Cristo, "varón de dolores" hoy, como lo hicieron las buenas mujeres que acompañaron el camino de la Cruz de Cristo.
También, podemos vernos en nuestro espejo evangélico como el Buen Ladrón, que quiere llegar al Reino, o también como el capitán:

"Realmente este hombre es un justo"; y dirá, junto con otros: "Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios".

Muchas mujeres se verán en Nuestra Madre María y la otras mujeres, que estuvieron con Jesús hasta el final, al pie de la Cruz, con una fidelidad perseverante. Sí, creo que se verán en ellas, porque doy testimonio del rol importante y grande que ha cumplido la mujer en el Chile de hoy. Eso me hace pensar, con seguridad: Chile no se salva sin la mujer.
Por último, nos podemos ver, en un hombre de una fidelidad y compromiso con Cristo a toda prueba, siempre acompañándolo. Me refiero al discípulo Juan, que recibió, por encargo de Jesús en la Cruz, la hermosa tarea de acoger en su casa como Madre a María Virgen.
Esta Madre Virgen María, fue declarada en Vaticano II como Madre y Modelo de la Iglesia. Y, ¿nosotros: Iglesia estamos hoy junto al Calvario del pueblo? ¿O, también creemos, como algunos miembros de Iglesia y sacerdotes, post dictadura, que eso era un rol sólo de suplencia en dictadura, que no es "algo propio y nuestro"? ¿Acaso Vicaría de Solidaridad es solamente, y por única vez, sólo en dictadura, expresión de una Iglesia del Buen Samaritano?

Estoy casi terminando. Algunos dirán, como lo he escuchado otras veces. "Este sacerdote se alarga y se está metiendo donde no le corresponde: no debe meterse en política,debe dedicarse a rezar".Es una ignorancia consciente, voluntaria y con defensa de intereses mezquinos. También, porque en su vida de fe equivocada, ha elegido, en la práctica, a Barrabás y no a Cristo, y esto aunque vaya todos los domingos y fiestas de guardar a Misa, incluso comulgando. Haciendo un objetivo sacrilegio.
Esto lo he comprobado y vivido personalmente, por encarnar Evangelio al hoy de Chile: unos retirándose del templo, mientras yo predicaba, me criticaron tratándome de: ¡Teólogo de la Liberación! Ante esto diré que Teología de Liberación no ha sido condenada por Jerarquía. Juan Pablo II en Brasil dijo: "ella es útil y necesaria". Más aún, con Paulo VI recuerdo: "Nada de la experiencia humana es ajena a la Evangelización". Creo que esa reacción tiene como causa una mala y poca formación del rebaño por parte de sus pastores, incluso, tal vez, ellos (pastores) sean involucionistas y restauradores de una Iglesia en salida como lo indicaban Vaticano II y Conferencias Episcopales de América Latina y el Caribe.

No tengo más que recomendarle el Evangelio, que nos retrata en lo negativo y positivo de nuestras respuestas a los desafíos de una Pasión y Muerte de Cristo hoy día.
Hay que mirarse en espejo de Mateo 25, 31-46:

"¡Vengan bendecidos por mi Padre! Tomen posesión del reino que ha sido preparado para ustedes desde el principio del mundo. Porque tuve hambre y ustedes me alimentaron; tuve sed y ustedes me dieron de beber. Pasé como un forastero y ustedes me recibieron en su casa. Anduve sin ropas y me vistieron. Estaba enfermo y fueron a visitarme. Estuve en la cárcel y me fueron a ver".

"Entonces los buenos preguntarán:¿cuándo te vimos hambrientos y te dimos de comer; sediento y te dimos de beber, o forastero y te recibimos, o sin ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te fuimos a ver?... . En verdad les digo que, cuando lo hicieron con algunos de estos más pequeños, que son mis hermanos, lo hicieron conmigo".

¿No es esto una Declaración de los Derechos Humanos?


Al contrario le dirá, sobre las mismas cosas y materias, a los que no hicieron nada por Cristo en sus hermanos:

"¡Malditos, aléjense de mí, vayan al fuego eterno que ha sido destinado para el diablo y para sus ángeles!".

Se presenta la realidad claramente, hay entre nosotros, justos y pecadores. Unos serán premiados por el amor comprometido que tuvieron con Cristo en sus hermanos, los más pequeños: los pobres, desprovistos y despojados.
Los pecadores son los que no amaron ni se comprometieron, no haciendo nada por Cristo, incluso maltratándolo, despojándolo y matándolo, en los más desprovistos, despojados y empobrecidos. Esos pecadores serán condenados. Dios nos juzgará por nuestro comportamiento justo o injusto con Él en los hermanos. Cristo está vivo y presente en ellos.

"No busquen en el cementerio, entre los muertos al que vive".

Cristo vive cerca de nosotros. Y esto fue ayer, es hoy y será mañana.
Que cada uno encarne y actualice el Evangelio de Jesús al hoy de nuestros tiempos. Hay signos de vida, pero muchos signos de muerte en nuestro mundo. Y todos somos responsables de esos signos.
Somos responsables de la muerte en vida temporal, y somos responsables de resurrección y vida en correspondientes signos de vida en nuestra sociedad, en la familia y en la Iglesia.

Cristo hoy padece y muere crucificado entre nosotros, en nuestro pueblo.
También vive, en nuestros hermanos más pobres y en los que se comprometieron con ellos.

De ti depende elegir la muerte o la vida. Elegir entre Jesús o Barrabás.
De ti depende una economía fraterna y solidaria para Cristo en tus hermanos empobrecidos.
De ti depende comprometerte con Cristo en una Constitución que busque el bien común de todos tus hermanos.
De ti depende pecar de omisión y de hecho, no eligiendo a Cristo, hoy día, presente entre nosotros.
Que cada uno se vea en espejo evangélico en esta Semana Santa que comenzamos.

Que tengan todos una Semana Santa y una Pascua de Resurrección y de Vida, en Cristo Vivo y Resucitado.

Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+
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