Que la Navidad haga renacer a Chile y su Iglesia en crisis.
LA NAVIDAD 2014.
Juan 1,1-18.
"En el principio la Palabra existía y la Palabra estaba con Dios. Y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. ... . Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio el poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre... . Y la Palabra se hizo carne , y puso su Morada entre nosotros, y hemos visto su gloria".
Todo, por nuestra fe, y esto está muy claro. La Palabra era Dios. Y la Palabra se Encarnó. Dios se hizo Hombre. la Palabra es el Evangelio, Buena Noticia para "todo el hombre y todos los hombres". Más aún la Palabra es una persona. Se llama Jesús, que "puso su Morada entre nosotros". Vino a salvarnos integralmente: se trata de una liberación de "todo el hombre y de todos los hombres". En la persona de Jesús, Dios se Encarna, es el Emmanuel: Dios- con nosotros. Se une, en la persona de Jesús, la naturaleza divina con la humana en forma indisoluble. "Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre". Desde que Dios se hizo Hombre en Jesús, nada de lo humano es ajeno a la Palabra: a Dios. La Palabra se ha Encarnado.
Jesús, el Evangelio, la Iglesia y su pastoral, sobre todo misionera, tiene que ser encarnada en la realidad e historia de nuestras vidas. Nunca más separar lo humano de lo divino y viceversa: nunca Evangelizar separando lo espiritual de lo material; la fe, de nuestra vida; nunca; al fin de cuenta todo lo humano es espiritual. Nunca separar lo temporal de lo celestial: lo celestial es proyección de nuestra vida en la tierra. No olvidemos que el Reino ha sido instaurado y está en medio de nosotros, y nuestra vida terrenal, según voluntad de Dios, es construir el Reino desde ya, aquí y ahora.
Jesús, el Dios Encarnado, la Palabra hecha Hombre, desde dentro de la humanidad, como el grano de trigo que muere, produce muchos frutos. Desde dentro de la humanidad, Jesús, asumió la problemática humana toda, para salvarla y liberarla. "Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo Único, para salvar el mundo y no para condenarlo". Esto significa que asume y abarca todo. A cada uno de nosotros con todo lo que somos; a la Comunidad, a la Iglesia, a la Sociedad... a todo y a todos.
No corresponde hablar sólo de salvación de almas. Ustedes se habrán fijado que he usado varias veces la frase "todo el hombre y todos los hombres". Lo he hecho porque soy un incansable promotor de un Evangelio, de una predicación, de una pastoral y de una Iglesia Encarnada. Se trata de que Jesús impregne nuestra vida toda. Que nuestra vida sea empapada por Jesús, como la tierra árida sedienta de la lluvia, para dar sus frutos. La Palabra tiene que encarnarse en nosotros y en nuestras vidas con su contorno y sus circunstancias. Para muchos será un buen camino de navidad, aceptar muy de corazón a Jesús Encarnado en nuestra vida toda. No más obstáculos a una homilía, a una Comunidad, a una Iglesia que se encarna, a la manera de Jesús, para salvar el mundo. Porque hay gente que es como piedra, que obstaculiza la Evangelización encarnada en la realidad humana, tocando todos los problemas. Esta gente generalmente coincide con aquellas personas que no han aceptado o ignoran la Iglesia del Vaticano II. Más aún, coinciden con aquellos que hablan que a la Iglesia le corresponde sólo lo "espiritual". Son los "neumáticos": de "neuma": aire- espíritu.
Son los "espiritualistas", hombres "corchos", los contrarios a los hombres "quijotes".
El hombre "corcho" siempre se las arregla para quedar bien: Se sumerge, pero siempre sale a flote, no corre ningún riesgo, "guarda el talento"; no asume ningún conflicto de la vida; dicen: "yo mejor no me meto con nadie"... no quiero tener problemas. Es el que no se compromete con nada ni con nadie. Quiere y deja que todo siga igual. Es conservador y tradicionalista, por no decir cobarde. Le teme al cambio y tiene como tema tabú la política.
Cristo se arriesgó. No murió de viejo o enfermo en su cama. Jesús asumió el conflicto de la vida, y por amor, buscando la salvación de sus hermanos, cargó con la cruz pesada de la problemática humana empecatada, se cayó en su camino al calvario, se levantó y llegó, para ser crucificado, y así, en su cuerpo mortal, hacer crucificar y morir con Él, todo el pecado de "todo el hombre y de todos los hombres". Esta frase es del Concilio, también de Pablo VI cuando nos dicen qué es Evangelizar y cómo Evangelizar el mundo contemporáneo.
Pablo VI en su Encíclica: "Evangelización del mundo contemporáneo" nos dice: "Nada de la experiencia humana es ajena a la Evangelización".
Les hablé del hombre "quijote". Es el que se la juega y arriesga su vida. Es el que se compromete y sueña con y por un mundo mejor. Pone su talento al servició de su hermano. Es el que ama. Asume el conflicto de la vida. Indudablemente, el hombre "quijote" está más cerca del Evangelio, de Jesús, Dios y Hombre Encarnado, que el hombre "corcho".
Hay "espiritualistas" interesados y mezquinos por otras cosas. Quieren tenernos a todos, "plantados mirando el cielo", mientras ellos, toman y acumulan para sí, el dinero y los bienes que Dios creó para todos. Estos son "los pulpos" que han creado una sociedad con muchos tentáculos para acaparar y acumular de todas partes, haciendo la pobreza y la miseria de muchos.
Lo que es preocupante, es encontrar en gente connotada, en la Iglesia, por su estado y condición, en actitudes contrarias a una Iglesia del Verbo Encarnado: de Jesús, el Dios hecho Hombre. Por ejemplo: una monjita que le exige al sacerdote que no le predique a sus hermanas un Evangelio Encarnado, porque ya son de edad. La Superiora le pidió al sacerdote que no hiciera caso a la religiosa, pues se trataba de una Misa abierta al mundo secular. Participan hombres y mujeres, jóvenes y adultos: los laicos que el Vaticano II insistió tanto en su rol específico como militante de una Iglesia, sal, fermento y luz para el mundo. Como el sacerdote le hizo ver a la religiosa en cuestión, la presencia mayoritaria de laicos, la monjita lo miró de arriba hacia abajo, y le dijo: "Bueno Padre, contésteme una cosa, ¿quién le paga a usted la Capellanía... el laico o nuestra Congregación? Dicho de otra manera: "yo te pago para que prediques lo que yo quiero". El sacerdote tuvo que renunciar. La Palabra no se compra ni se vende. No está en las leyes de la oferta y la demanda ni en las fluctuaciones del Mercado imperante. A Jesús, Palabra de Dios Encarnado, no se le compra, ni se le traiciona por unas monedas como lo hizo Judas. Hoy, pasa esto... es coincidente con el empeño sistemático de involución, retroceso y restauración de la Iglesia del Vaticano II y de Conferencias Episcopales Latinoamericanas en esa misma Zona Pastoral.
Hoy, Jesús quiere poner "su Morada entre nosotros, pero los suyos no lo reciben".
Al mismo sacerdote anterior, por su inserción y encarnación, sacerdotes de Zona Pastoral, y su Vicario, lo miran con "reservas", y no lo solicitan o ellos no toman ninguna iniciativa para pedirle algún servicio dominical en celebraciones de Misas. Temen a la encarnación de la Palabra anunciada.
Hoy, a través del misterio de la Iglesia, Jesús nace; el Verbo de Dios, la Palabra, el Evangelio; Dios se hace carne. Pidamos que sea recibido, también por los suyos: por los católicos y por agentes pastorales de nuestra Iglesia misma. Que los corazones duros y egoístas, como piedras, se conviertan en corazones de carne: que la Palabra se haga carne... que Jesús, Hombre y Dios, llegue a nuestros corazones. Que haya hoy una Navidad. Que Jesús venga a los suyos y los suyos lo reciban. Que Dios conceda a todos un gran "nacimiento". En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+
Juan 1,1-18.
"En el principio la Palabra existía y la Palabra estaba con Dios. Y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. ... . Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio el poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre... . Y la Palabra se hizo carne , y puso su Morada entre nosotros, y hemos visto su gloria".
Todo, por nuestra fe, y esto está muy claro. La Palabra era Dios. Y la Palabra se Encarnó. Dios se hizo Hombre. la Palabra es el Evangelio, Buena Noticia para "todo el hombre y todos los hombres". Más aún la Palabra es una persona. Se llama Jesús, que "puso su Morada entre nosotros". Vino a salvarnos integralmente: se trata de una liberación de "todo el hombre y de todos los hombres". En la persona de Jesús, Dios se Encarna, es el Emmanuel: Dios- con nosotros. Se une, en la persona de Jesús, la naturaleza divina con la humana en forma indisoluble. "Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre". Desde que Dios se hizo Hombre en Jesús, nada de lo humano es ajeno a la Palabra: a Dios. La Palabra se ha Encarnado.
Jesús, el Evangelio, la Iglesia y su pastoral, sobre todo misionera, tiene que ser encarnada en la realidad e historia de nuestras vidas. Nunca más separar lo humano de lo divino y viceversa: nunca Evangelizar separando lo espiritual de lo material; la fe, de nuestra vida; nunca; al fin de cuenta todo lo humano es espiritual. Nunca separar lo temporal de lo celestial: lo celestial es proyección de nuestra vida en la tierra. No olvidemos que el Reino ha sido instaurado y está en medio de nosotros, y nuestra vida terrenal, según voluntad de Dios, es construir el Reino desde ya, aquí y ahora.
Jesús, el Dios Encarnado, la Palabra hecha Hombre, desde dentro de la humanidad, como el grano de trigo que muere, produce muchos frutos. Desde dentro de la humanidad, Jesús, asumió la problemática humana toda, para salvarla y liberarla. "Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo Único, para salvar el mundo y no para condenarlo". Esto significa que asume y abarca todo. A cada uno de nosotros con todo lo que somos; a la Comunidad, a la Iglesia, a la Sociedad... a todo y a todos.
No corresponde hablar sólo de salvación de almas. Ustedes se habrán fijado que he usado varias veces la frase "todo el hombre y todos los hombres". Lo he hecho porque soy un incansable promotor de un Evangelio, de una predicación, de una pastoral y de una Iglesia Encarnada. Se trata de que Jesús impregne nuestra vida toda. Que nuestra vida sea empapada por Jesús, como la tierra árida sedienta de la lluvia, para dar sus frutos. La Palabra tiene que encarnarse en nosotros y en nuestras vidas con su contorno y sus circunstancias. Para muchos será un buen camino de navidad, aceptar muy de corazón a Jesús Encarnado en nuestra vida toda. No más obstáculos a una homilía, a una Comunidad, a una Iglesia que se encarna, a la manera de Jesús, para salvar el mundo. Porque hay gente que es como piedra, que obstaculiza la Evangelización encarnada en la realidad humana, tocando todos los problemas. Esta gente generalmente coincide con aquellas personas que no han aceptado o ignoran la Iglesia del Vaticano II. Más aún, coinciden con aquellos que hablan que a la Iglesia le corresponde sólo lo "espiritual". Son los "neumáticos": de "neuma": aire- espíritu.
Son los "espiritualistas", hombres "corchos", los contrarios a los hombres "quijotes".
El hombre "corcho" siempre se las arregla para quedar bien: Se sumerge, pero siempre sale a flote, no corre ningún riesgo, "guarda el talento"; no asume ningún conflicto de la vida; dicen: "yo mejor no me meto con nadie"... no quiero tener problemas. Es el que no se compromete con nada ni con nadie. Quiere y deja que todo siga igual. Es conservador y tradicionalista, por no decir cobarde. Le teme al cambio y tiene como tema tabú la política.
Cristo se arriesgó. No murió de viejo o enfermo en su cama. Jesús asumió el conflicto de la vida, y por amor, buscando la salvación de sus hermanos, cargó con la cruz pesada de la problemática humana empecatada, se cayó en su camino al calvario, se levantó y llegó, para ser crucificado, y así, en su cuerpo mortal, hacer crucificar y morir con Él, todo el pecado de "todo el hombre y de todos los hombres". Esta frase es del Concilio, también de Pablo VI cuando nos dicen qué es Evangelizar y cómo Evangelizar el mundo contemporáneo.
Pablo VI en su Encíclica: "Evangelización del mundo contemporáneo" nos dice: "Nada de la experiencia humana es ajena a la Evangelización".
Les hablé del hombre "quijote". Es el que se la juega y arriesga su vida. Es el que se compromete y sueña con y por un mundo mejor. Pone su talento al servició de su hermano. Es el que ama. Asume el conflicto de la vida. Indudablemente, el hombre "quijote" está más cerca del Evangelio, de Jesús, Dios y Hombre Encarnado, que el hombre "corcho".
Hay "espiritualistas" interesados y mezquinos por otras cosas. Quieren tenernos a todos, "plantados mirando el cielo", mientras ellos, toman y acumulan para sí, el dinero y los bienes que Dios creó para todos. Estos son "los pulpos" que han creado una sociedad con muchos tentáculos para acaparar y acumular de todas partes, haciendo la pobreza y la miseria de muchos.
Lo que es preocupante, es encontrar en gente connotada, en la Iglesia, por su estado y condición, en actitudes contrarias a una Iglesia del Verbo Encarnado: de Jesús, el Dios hecho Hombre. Por ejemplo: una monjita que le exige al sacerdote que no le predique a sus hermanas un Evangelio Encarnado, porque ya son de edad. La Superiora le pidió al sacerdote que no hiciera caso a la religiosa, pues se trataba de una Misa abierta al mundo secular. Participan hombres y mujeres, jóvenes y adultos: los laicos que el Vaticano II insistió tanto en su rol específico como militante de una Iglesia, sal, fermento y luz para el mundo. Como el sacerdote le hizo ver a la religiosa en cuestión, la presencia mayoritaria de laicos, la monjita lo miró de arriba hacia abajo, y le dijo: "Bueno Padre, contésteme una cosa, ¿quién le paga a usted la Capellanía... el laico o nuestra Congregación? Dicho de otra manera: "yo te pago para que prediques lo que yo quiero". El sacerdote tuvo que renunciar. La Palabra no se compra ni se vende. No está en las leyes de la oferta y la demanda ni en las fluctuaciones del Mercado imperante. A Jesús, Palabra de Dios Encarnado, no se le compra, ni se le traiciona por unas monedas como lo hizo Judas. Hoy, pasa esto... es coincidente con el empeño sistemático de involución, retroceso y restauración de la Iglesia del Vaticano II y de Conferencias Episcopales Latinoamericanas en esa misma Zona Pastoral.
Hoy, Jesús quiere poner "su Morada entre nosotros, pero los suyos no lo reciben".
Al mismo sacerdote anterior, por su inserción y encarnación, sacerdotes de Zona Pastoral, y su Vicario, lo miran con "reservas", y no lo solicitan o ellos no toman ninguna iniciativa para pedirle algún servicio dominical en celebraciones de Misas. Temen a la encarnación de la Palabra anunciada.
Hoy, a través del misterio de la Iglesia, Jesús nace; el Verbo de Dios, la Palabra, el Evangelio; Dios se hace carne. Pidamos que sea recibido, también por los suyos: por los católicos y por agentes pastorales de nuestra Iglesia misma. Que los corazones duros y egoístas, como piedras, se conviertan en corazones de carne: que la Palabra se haga carne... que Jesús, Hombre y Dios, llegue a nuestros corazones. Que haya hoy una Navidad. Que Jesús venga a los suyos y los suyos lo reciban. Que Dios conceda a todos un gran "nacimiento". En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+