De la Oración a la Acción y de la Acción a la Oración.

Domingo Diez y Seis Año Ordinario C. 17.07.2016.

(Les recuerdo mi equivocación: este escrito lo puse como Domingo Quince, correspondiendo a este Domingo (Diez y Seis Año Ordinario C). El Domingo Quince verdadero está en mi Blog que trata de Evangelio del Buen Samaritano. Les pido las disculpas del caso).



(Lucas 10, 38-42.)

Este Evangelio se ha prestado a varias posiciones confusas y también equivocadas en nuestra vida de espiritualidad cristiana. Algunos le dan mucha importancia a la oración y omitiendo la acción. Otros le dan más importancia a la acción, y ésta no es acompañada e impregnada de la oración. La verdad es que no hay una verdadera oración si no está acompañada íntimamente con una acción comprometida y cristiana. Tampoco puede insistirse sólo en la acción si no hay una verdadera oración que la funda. Unos pecan de intimistas y de omisión, y los otros pecan de un activismo, a veces, como "un bombero loco" que al sonar la sirena parte sin saber a dónde es el incendio: va, sin rumbo y sentido correcto.





Nunca Jesús ha querido decir que lo que hacía Marta (acción), desvelándose, por atenderlo, estuviera mal hecho. Tampoco Jesús ha querido oponer, en nuestro cristianismo, la actividad o acción externa, con la oración, la contemplación y la escucha de su palabra. Al contrario, Marta y María, hacen con su vida, una correcta síntesis de nuestra vida de espiritualidad cristiana. La oración es necesaria para la acción, y la acción es necesaria para nuestra oración. Se trata de unir la oración a la acción y la acción a la oración. Nuestra oración debe estar impregnada por la vida y acción externa. Nuestra acción,no tiene ningún norte cristiano, si no está impregnada de la oración, de la contemplación y la escucha de la Palabra, que es el mismo de Jesús.




Lo que Jesús quiere es contraponer dos actitudes cristianas. Lo imperfecto de Marta no era su actividad, sino la actitud de fondo que inspiraba esa actividad:

"Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria...".
Jesús critica el "activismo", que es la caricatura de la actividad cristiana. Critica la dispersión, la inquietud y nerviosismo activista. Está criticando una actividad no centrada más que en un activismo carente de un ideal, de una mística y sin motivaciones que emanen de Dios.
Se trata de poner a Dios en el centro de nuestra actividad.
En un activismo disperso, no se encuentra la motivación profunda de un Dios que debe ser la mística de toda acción de un discípulo de Jesús.
Cuando nuestras motivaciones de acción están desligadas de Jesús y del amor a los otros; cuando se inspira la acción sólo en un activismo inquieto, nervioso y descentrado, para quedar bien y sólo buscando una eficacia, en la práctica, como discípulo de Jesús, se está olvidando "lo único necesario": no se está centrado en Jesús, nuestro único Camino, Verdad y Vida.




Hasta ahora nos hemos estado refiriendo a Marta con respecto a Jesús.
Ahora, nos vamos a referir a María en relación a Jesús.
Jesús levanta y alaba la actitud de María no porque ésta no fuera una mujer de acción, sino porque se tomaba el tiempo para tener un encuentro personal con Él y con su Palabra, "la única cosa necesaria". María se muestra como una mujer de oración y contemplación. Pero esto lo digo en el sentido más evangélico: se trata también de una mujer de acción, capaz de encontrar a Dios en el servicio y compromiso de amor a los otros, sus hermanos, y hacer de la Palabra la inspiración fundamental de todos aquellos compromisos de acción.



María es nuestro modelo cristiano no porque sólo contemplara, orara y no actuara, sino porque ella une la oración y la acción; une la acción con la oración. Une el encuentro personal con Jesús en la oración, y el encuentro de Jesús en los demás. Une el encuentro y acción de compromiso de amor con la gente, con el encuentro personal con Jesús. Une y encarna a Jesús en lo temporal, y une en Jesús lo temporal.
San Albero Hurtado como María era un hombre de profunda oración. También un hombre de una entrega y acción apostólica extraordinaria. Incluso llegó a donde muchos no han llegado: su acción la convirtió en una verdadera y profunda oración y encuentro con Jesús.



Jesús habla de:

"la única cosa necesaria... la parte que no le será quitada"

Lo hace porque la relación personal con Jesús, en la oración y en la meditación de su Palabra tiene un valor en sí, y puede inspirar la acción de amor y compromiso con "todo el hombre y con todos los hombres" hasta el compromiso más generoso: aquel amor más grande, a la manera de Jesús, de dar la vida misma por los que se ama.
Jesús es una persona real en la oración; podemos relacionarnos con Él como con un amigo personal. Por la oración podemos acrecentar esta amistad y podemos hacer que esta amistad pueda darle un verdadero sentido y rumbo a nuestra vida.



El Evangelio de Jesús, con estas dos grandes mujeres discípulas, nos hace concluir: todo cristiano debe ser de oración y de contemplación, que hace llevar su experiencia de Dios en la oración y contemplación a la experiencia de Dios en la acción. Nuestra espiritualidad cristiana no es enajenante: une oración y acción; une acción con oración.
El Cristo que encontramos en nuestra acción de amor a los hermanos, nos conduce de nuevo a buscar a Jesús en toda su plenitud, en el encuentro personal de la oración y la escucha de la Palabra.
Podemos agregar que la oración y la contemplación de Cristo es garantía de un compromiso total, hasta las últimas consecuencias, con los demás, con el mundo temporal, que nos lleva a adelantar, en este mundo, el Reino de Dios.
A veces, como discípulos de Cristo, y a causa de Él, podemos pasar miserias, cansancios y frustraciones, pero nuestra oración y contemplación de Jesús, nos hace salir adelante: el sólo absoluto de Dios que encontramos en la contemplación, nos hace descubrir el absoluto del otro, mi semejante, y me hace próximo, me aproxima con el amor del Buen Samaritano, haciéndome verdaderamente prójimo de mi hermanos, y de una manera especial, por la oración, me hace optar con preferencia por los pobres, porque en el encuentro personal, en la oración con Dios: "el único absoluto", encontramos que Él optó primero que nosotros por ellos, convirtiéndose en una verdad de nuestro Credo.



El Magisterio de nuestros Obispos de América Latina nos remacha:

"El ejemplo de Cristo orante: el Señor Jesús, que pasó por la tierra haciendo el bien y anunciando la Palabra, dedicó, por impulso del Espíritu, muchas horas a la oración, hablando al Padre con filial confianza e intimidad incomparable y dando ejemplo a sus discípulos, a los cuales expresamente enseñó a orar. El cristiano, movido por el Espíritu Santo, hará de la oración motivo de su vida diaria y de su trabajo; la oración crea en él actitud de alabanza y agradecimiento al Señor, le aumenta la fe, lo conforta en la esperanza activa, lo conduce a entregarse a los hermanos y a ser fiel en la tarea apostólica, lo capacita para formar la comunidad. La Iglesia que ora en sus miembros se une a la oración de Cristo". (Puebla 932).

Y algo dedicado al laico, al cual respeto y le reconozco un rol decisivo en la Iglesia; no sólo un rol de ejecutivo de los planes del sacerdote y jerarquía, sino un rol de decisión en la marcha pastoral de la Iglesia (así está expresado en Vaticano II y en Conferencia Episcopal de Puebla en Capítulo de Comunión y Participación). Por favor, es necesario, laicos con personalidad y no sacristanes del cura, con cariño y respeto lo digo:

"En medio de su misión, a menudo conflictiva y llena de tensiones para su fe, busque renovar su identidad cristiana en el contacto con la Palabra de Dios, en la intimidad con el Señor por la Eucaristía, en los Sacramentos y en la oración". (Puebla 798).

"Tal espiritualidad deberá ser capaz de dar a la Iglesia y al mundo "cristianos con vocación de santidad, sólidos en su fe, seguros en la doctrina propuesta por el Magisterio auténtico, firmes y activos en la Iglesia, cimentados en una densa vida espiritual... perseverantes en el testimonio y acción evangélica, coherentes y valientes en sus compromisos temporales, constantes promotores de paz y justicia contra toda violencia u opresión, agudos en el discernimiento crítico de las situaciones e ideologías a la luz de las enseñanzas sociales de la Iglesia, confiados en la esperanza en el Señor". (Puebla 799).

Esto tiene que ver con la oración y acción del laico. Lo resalto en estos tiempos en que veo laicos no en la línea del Vaticano II. Hay que cambiar y convertirse de mano de la acción y de la oración. Más aún, les hablo a mis amigos laicos desde un Chile , que hay que cambiarlo con un verdadero compromiso político, que busque el bien de todos los chilenos, sin exclusión. Y en Chile hay una grave exclusión, que margina, y que hace que el pueblo no participe en la construcción de la patria común. Hay laicos, que si bien es cierto, tienen un compromiso y trabajo pastoral dentro de la Iglesia, han descuidado el compromiso y su rol específico en la política, incluso partidaria, buscando el bien común, el bien de la "polis". Si el laico ha comprendido la opción pastoral y preferencial por los más pobres, debiera comprender y urgirse a comprometerse políticamente, exigiendo justicia; el laico políticamente debe combatir por la liberación del "pecado social", causado por una economía impuesta y que cae brutalmente sobre muchos chilenos y especialmente sobre los más pobres. Esta economía impuesta: neo liberalismo, es cruel e inhumana, viola los derechos humanos, destruye a muchas personas, hogares y familias. Es una situación de pecado que clama al cielo desde tierra chilena. Puede ser, que nuestros laicos de Iglesia, sean de oración, de prácticas sacramentales y de acción y compromiso pastoral al interior de la Iglesia, eso está bien, pero, el problema grave es que no están participando y entregando sus fuerzas en un compromiso político de liberación de esta economía y de una política nacional, que sólo privilegia a una minoría. Hoy día en Chile, hace tiempo que Dios está hablando y preguntando con urgencia:

"Caín, ¿Dónde está tu hermano... qué has hecho con tu hermano? Habla la sangre de tu hermano y desde la tierra grita hasta mí".


Según experiencia personal con Dios, ¿cuál debe ser la acción y compromiso de un laico de Iglesia, cuál la acción de un cristiano ante esta situación de institucionalidad ilegítima y con un sistema de "capitalismo salvaje" que perjudica gravemente y que es de "muerte" y muerte de hermanos chilenos, especialmente de los más pobres? No olvidemos que Dios nos va a juzgar por lo que se haya hecho o no se haya hecho por el hermano más pobre.(Mt.25).

En el Chile de hoy, incluso con un llamado desordenado, confuso e inconducente a una Constitución, llamo a mis hermanos laicos, que tienen su rol específico en el campo de la política nacional, que se encuentren, con el Dios de la vida, en la oración, para salir con grandes bríos a luchar por la liberación integral de Chile y de los chilenos. La Iglesia, en su conjunto, debe ser profética en este Chile que enfermó con la dictadura. Pero han pasado más de 40 años del Golpe Cívico-Militar, y los políticos no han hecho más que seguir "legitimando" lo ilegítimo impuesto a sangre y fuego por la dictadura. Ya llevan casi 27 años gobernando, y Chile sigue sufriendo una dictadura solapada y padeciendo una economía pecadora, que hace los signos de muerte de nuestra patria, cayendo especialmente en hombres y mujeres: millones, y de una manera de "muerte" y de muerte sobre los pobres. La Iglesia tiene que denunciar como Dios al Caín de hoy. Y los laicos deben comprometerse políticamente por los cambios y por la liberación integral, entendiendo que su compromiso político es la expresión más eximia de su amor a sus hermanos chilenos, en especial a los hermanos más pobres. Con Jesús, hay que terminar con los signos de muerte, asumiéndolos, crucificándolos y haciéndolos morir, en una verdadera "pascua": "pasar" a un Chile con signos de resurrección y vida. Tiene que morir la mentirosa "democracia", porque no la hay: tiene que morir la Constitución dictatorial de 1980 de una vez para siempre. No más "reformas". Tiene que surgir a la vida UNA NUEVA CONSTITUCIÓN. Y ésta no puede ser elitista y antidemocrática, marginando al pueblo. El pueblo soberano, debe hacer "pasar" a Chile, de una Constitución de "muerte" (del 80) a una Nueva Constitución de "vida". Es decir, no creo que la propuesta de Sra. Bachelet haga una verdadera "pascua" institucional, porque recogerá, todas las opiniones de algunos, que todavía creen en "viejo pascuero", y éstas pasarán a manos de un Parlamento ilegítimo, más aún, no representativo, elegido por unos pocos votantes, y por una ley electoral binominal injusta y excluyente. El Parlamento no es representativo del pueblo: no es democrático. Ni la "presidenta" ni los "parlamentarios" actuales pueden hacer una Constitución, por más que hayan recogidos algunas opiniones, sería nuevamente elitista, reformista y cosmética. ¿Por qué temer a una Asamblea Constituyente elegida en una acto democrático dirigido por el SERVEL? Se trata de que el pueblo, que es el soberano, y que sustenta una democracia, participe de verdad. Se puede llamar a elecciones libres y democráticas, eligiendo constituyentes, representativos de todas las Regiones y de sus Organizaciones. Los elegidos en acto democrático, formarán la Asamblea Constituyente. Ellos buscarán, una vez constituidos, abogados probos, limpios y transparentes, especialistas constitucionales, que los asesoren e interpreten bien el sentir de los constituyentes representantes del pueblo. Y esto lo digo habiendo "orado" al buen Dios, y poniéndolo ahora, como "acción" de proposición: uniendo oración con acción. Y para que todo sea más democrático aún, se podría hacer un Plebiscito Nacional sobre Constitución propuesta por Asamblea representativa.

Amigos míos, con la confianza puesta en Dios, les digo:

¡Chile es posible! ¡De ti depende! Ora y Actúa. Actúa y Ora. Amén.


Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+
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