Las liberaciones y la integral y verdadera "liberación".
Domingo Diez y Ocho Año Ordinario B. 05.08.2018.
(Juan 6, 24-35).
"En realidad, ustedes no me buscan por los signos que han visto, sino por el pan que comieron hasta saciarse".
El Señor Jesús había alimentado a muchos haciendo el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces.
Jesús se había preocupado del hambre de la gente. Él los liberó del hambre. Ya dijimos el domingo pasado que la liberación de la miseria y el hambre no es ajena a la evangelización de Jesús; esta liberación forma parte de la evangelización de la humanidad, especialmente de los más pobres:
"Nada de la experiencia humana es ajena a la Evangelización". (Pablo VI).
El anuncio del Evangelio, encarnado en la vida de la humanidad, es insuficiente si no lleva un compromiso por liberar a los hombres de toda miseria y servidumbre humana material. El Evangelio es creíble si toma en cuenta, también, la liberación material de la vida humana. El Evangelio tiene que pasar por esta liberación. "La evangelización es liberadora integral":
"Aparecen dos elementos complementarios e inseparables:la liberación de todas las servidumbres del pecado personal y social, de todo lo que desgarra al hombre y a la sociedad y que tiene su fuente en el egoísmo, en el misterio de iniquidad y la liberación para el crecimiento progresivo en el ser, por la comunión con Dios y con los hombres que culmina en la perfecta comunión del cielo, donde Dios es todo en todos y no habrá más lágrimas". (Puebla 482).
Pero Jesús y su Buena Nueva no se queda solo en la liberación material de los hombres y mujeres de este mundo. Ni Jesús ni su Evangelio se quedan ahí. Por eso es que Jesús les llama la atención diciéndoles que sólo lo buscan:
"por el pan que comieron hasta saciarse".
Jesús les quiere hacer comprender que cualquiera liberación material o de hambre que Él les hace es sólo un paso de Dios liberador, pero también señal de la gran liberación, señal de Cristo liberador: signo de la gran liberación, la de toda forma de pecado, que sólo Él puede darles.
Jesús a partir del hambre saciada de la muchedumbre, quiere llevarlos a todos a comprender una saciedad más plena y profunda. De la saciedad de hambre de pan los quiere llevar a una saciedad más profunda y llena de vida interior, hacia la vida eterna:
"Afánense, no por la comida de un día, sino por otra comida que permanece y con la cual uno tiene vida eterna".
Jesús los quiere llevar del hambre de pan material y saciedad de él,
"al hambre y sed de justicia."
Los quiere llevar al deseo del pan que da vida al mundo, y que libera para siempre de toda muerte temporal y espiritual.
Jesús les hace ver a todos lo que lo escuchan:
"En realidad no fue Moisés quien les dio pan del cielo. Mi Padre es el que les da el verdadero pan del cielo. El pan que Dios da es el que ha bajado del cielo y que da vida al mundo", y que libera para siempre de toda muerte temporal y espiritual.
Esta liberación es total e integral para siempre. No es como la de Moisés que condujo a los israelitas de la esclavitud del Faraón a la tierra prometida, y que los alimentó y avivó su esperanza con el maná en el desierto. "La liberación de Jesús es integral y liberadora":
"El Hijo del Hombre les da esta comida; Él es al que el Padre, Dios, señaló con su propio sello".
"La obra es ésta creer al Enviado de Dios".
Es la liberación más definitiva porque viene de Dios. Las liberaciones temporales y materiales son provisorias y ambiguas porque no vienen del cielo. No vienen de Dios.
Por eso, Jesús, habla sobre la liberación en la sinagoga de Cafarnaún, y nos dice que no hay liberación sin intervención del Padre; que el ser humano no puede liberarse a sí mismo, y que la vida del mundo viene de Dios:
"El pan que Dios da es el que ha bajado del cielo y que da vida al mundo".
El pan del cielo que sacia para siempre, el don del Dios liberador, es Jesús mismo. Jesús no es sólo el camino que seguir para liberarse integralmente, ni tampoco Jesús es el que sólo predica la liberación;
¡Jesús es la Liberación!
"Jesús les dijo: Yo soy el Pan de Vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre, el que cree en mí nunca tendrá sed".
Es una respuesta a los judíos que a Jesús le preguntaron:
"¿Qué tenemos que hacer, y cuáles son las obras que Dios nos encomienda? Jesús respondió:"La obra es ésta: creer al Enviado de Dios".
Jesús, el que comenzó por darnos pan y libertad material, se da a sí mismo como pan de vida y garantía de libertad integral: temporal y espiritual.
No obstante, Jesús nos llama a comprometernos en las liberaciones temporales e históricas de nuestro mundo, ellas son la anticipación y la señal de la liberación sin fin que vendrá.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+
(Juan 6, 24-35).
"En realidad, ustedes no me buscan por los signos que han visto, sino por el pan que comieron hasta saciarse".
El Señor Jesús había alimentado a muchos haciendo el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces.
Jesús se había preocupado del hambre de la gente. Él los liberó del hambre. Ya dijimos el domingo pasado que la liberación de la miseria y el hambre no es ajena a la evangelización de Jesús; esta liberación forma parte de la evangelización de la humanidad, especialmente de los más pobres:
"Nada de la experiencia humana es ajena a la Evangelización". (Pablo VI).
El anuncio del Evangelio, encarnado en la vida de la humanidad, es insuficiente si no lleva un compromiso por liberar a los hombres de toda miseria y servidumbre humana material. El Evangelio es creíble si toma en cuenta, también, la liberación material de la vida humana. El Evangelio tiene que pasar por esta liberación. "La evangelización es liberadora integral":
"Aparecen dos elementos complementarios e inseparables:la liberación de todas las servidumbres del pecado personal y social, de todo lo que desgarra al hombre y a la sociedad y que tiene su fuente en el egoísmo, en el misterio de iniquidad y la liberación para el crecimiento progresivo en el ser, por la comunión con Dios y con los hombres que culmina en la perfecta comunión del cielo, donde Dios es todo en todos y no habrá más lágrimas". (Puebla 482).
Pero Jesús y su Buena Nueva no se queda solo en la liberación material de los hombres y mujeres de este mundo. Ni Jesús ni su Evangelio se quedan ahí. Por eso es que Jesús les llama la atención diciéndoles que sólo lo buscan:
"por el pan que comieron hasta saciarse".
Jesús les quiere hacer comprender que cualquiera liberación material o de hambre que Él les hace es sólo un paso de Dios liberador, pero también señal de la gran liberación, señal de Cristo liberador: signo de la gran liberación, la de toda forma de pecado, que sólo Él puede darles.
Jesús a partir del hambre saciada de la muchedumbre, quiere llevarlos a todos a comprender una saciedad más plena y profunda. De la saciedad de hambre de pan los quiere llevar a una saciedad más profunda y llena de vida interior, hacia la vida eterna:
"Afánense, no por la comida de un día, sino por otra comida que permanece y con la cual uno tiene vida eterna".
Jesús los quiere llevar del hambre de pan material y saciedad de él,
"al hambre y sed de justicia."
Los quiere llevar al deseo del pan que da vida al mundo, y que libera para siempre de toda muerte temporal y espiritual.
Jesús les hace ver a todos lo que lo escuchan:
"En realidad no fue Moisés quien les dio pan del cielo. Mi Padre es el que les da el verdadero pan del cielo. El pan que Dios da es el que ha bajado del cielo y que da vida al mundo", y que libera para siempre de toda muerte temporal y espiritual.
Esta liberación es total e integral para siempre. No es como la de Moisés que condujo a los israelitas de la esclavitud del Faraón a la tierra prometida, y que los alimentó y avivó su esperanza con el maná en el desierto. "La liberación de Jesús es integral y liberadora":
"El Hijo del Hombre les da esta comida; Él es al que el Padre, Dios, señaló con su propio sello".
"La obra es ésta creer al Enviado de Dios".
Es la liberación más definitiva porque viene de Dios. Las liberaciones temporales y materiales son provisorias y ambiguas porque no vienen del cielo. No vienen de Dios.
Por eso, Jesús, habla sobre la liberación en la sinagoga de Cafarnaún, y nos dice que no hay liberación sin intervención del Padre; que el ser humano no puede liberarse a sí mismo, y que la vida del mundo viene de Dios:
"El pan que Dios da es el que ha bajado del cielo y que da vida al mundo".
El pan del cielo que sacia para siempre, el don del Dios liberador, es Jesús mismo. Jesús no es sólo el camino que seguir para liberarse integralmente, ni tampoco Jesús es el que sólo predica la liberación;
¡Jesús es la Liberación!
"Jesús les dijo: Yo soy el Pan de Vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre, el que cree en mí nunca tendrá sed".
Es una respuesta a los judíos que a Jesús le preguntaron:
"¿Qué tenemos que hacer, y cuáles son las obras que Dios nos encomienda? Jesús respondió:"La obra es ésta: creer al Enviado de Dios".
Jesús, el que comenzó por darnos pan y libertad material, se da a sí mismo como pan de vida y garantía de libertad integral: temporal y espiritual.
No obstante, Jesús nos llama a comprometernos en las liberaciones temporales e históricas de nuestro mundo, ellas son la anticipación y la señal de la liberación sin fin que vendrá.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+