Para sociedad y país se necesita familia que recupere su identidad única y verdadera en su naturaleza.

FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA AÑO B. 31.12.2017.

(Lc. 2,22.39-40;2,41-52).(Mt.1,18-25;Mt.2,13-15;Mt.2,19-23).



En el Evangelio nos encontramos con hechos escasos pero muy importantes de la Sagrada Familia y de la infancia de Jesús. Por eso he querido tomar, además del texto del Evangelio de hoy Lc.2,22.39-40, otros textos que considero importantes para las familias de hoy.

La Navidad no es sólo la manifestación del Dios Encarnado en Jesús, el Hijo de Dios, que siendo Dios se hizo Hombre, haciéndose en todo de acuerdo a nuestra condición humana, menos en el pecado, la Navidad es también el testimonio de una familia virginal que asumió todas las responsabilidades del matrimonio y de la paternidad. Asumió la responsabilidad fundamental del matrimonio y de los padres con su hijo y del hijo con sus padres.

La Sagrada Familia es el modelo para todas las familias de este mundo temporal.


"Asimismo, cuando llegó el día en que, de acuerdo a la Ley de Moisés, debían cumplir el rito de la purificación de la madre, llevaron al niño a Jerusalén. Allí lo consagraron al Señor como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor".

María y José van al templo para cumplir con un rito de la religión judía. Además porque se trata de un varón primer nacido, que debe ser consagrado a Dios.
Aun si Jesús es hijo de Dios y María y José son sus padres, no se sitúan a sí mismos por sobre las prácticas religiosas de la gente común. Nos encontramos frente a una familia común y corriente, siguiendo las mejores tradiciones judías. María y José criaron a Jesús en estas prácticas y en su espíritu, y como generalmente sucede en las familias, mucha de la religiosidad de Jesús viene de sus padres. Por eso, este Evangelio de hoy termina:

"Una vez que cumplieron todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. Y el niño crecía, se desarrollaba y estaba lleno de sabiduría. Y la gracia de Dios estaba en él".


Ahora quiero tomar el texto de Lc.2,41-52:

"Los padres de Jesús iban todos los años a Jerúsalen para la fiesta de la Pascua y, cuando cumplió doce, fue también con ellos. Al terminar los días de la fiesta, mientras ellos regresaban, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que José lo supiera, ni tampoco su madre. Creyendo que se hallaba en el grupo de los que partían, caminaron todo un día y, después, se pusieron a buscarlo entre todos sus parientes y conocidos. Pero como no lo hallaron, prosiguiendo su búsqueda, volvieron a Jerusalén. Después de tres días lo hallaron en el Templo, sentado en medio de los maestros de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas... Al encontrarlo se emocionaron mucho y su madre le dijo: Hijo, ¿ por qué te has portado así? Tu padre y yo te buscábamos muy preocupados."

En este episodio la Sagrada Familia sufre un malentendido y un aparente conflicto entre Jesús y sus padres, que Jesús termina aclarando y dando tranquilidad a sus padres:

"¿Y por qué me buscaban? ¿No saben que tengo que estar donde mi Padre?"

Al respecto diremos cinco puntos:

1.Jesús, en primer lugar, tiene que cumplir la voluntad de su Padre Dios. Si bien es cierto que las exigencias de Dios y de su Evangelio no se oponen a las relaciones afectivas y familiares, sino que por el contrario refuerzan los valores humanos y los lazos familiares, hay que comprender, no obstante, que hay coyunturas especiales, que relativizan estos valores ante una exigencia más radical de Dios y de su Evangelio. Entendamos siempre que Dios y su llamada es el único Absoluto: No olvidemos:

"El que no renuncia a todo lo que tiene, no puede ser mi discípulo".(Lc.14,33).

"No es digno de mí el que ama a su padre o a su madre más que a mí; no es digno de mí el que ama a su hijo o a su hija más que a mí". (Mt.10, 37).

"Y todo el que deja casas, hermanos, hermanas,padre,madre, hijos o propiedades por amor a mí, recibirá cien veces más lo que dejó y tendrá por herencia la vida eterna".( (Mt.19,29).

2. Malentendido o aparente conflicto, eso no es lo más importante. Lo que importa es hacer resaltar la preocupación - más bien ocupación - de María y José en buscar a su hijo hasta encontrarlo. ¡Qué actitud más comprometida de los padres por buscar a su hijo hasta encontrarlo! Es una actitud vital de los padres: buscar hasta encontrar al hijo. Esta búsqueda se debe hacer de distintas maneras, de distintos modos, y con distintas actitudes. Todo es simbólico. ¿Los padres buscan hoy a sus hijos "perdidos"? ¿Hay una ocupación verdadera de los padres cuando los hijos andan "perdidos"? ¿Y por qué están "perdidos"? ¿Los padres son verdaderos pastores y padres de sus hijos, buscando a la "oveja perdida" hasta encontrarla y ponerla sobre sus hombros? ¿Y qué se busca para los hijos? ¿Los padres tienen una real y concreta preocupación u ocupación por el cumplimiento de la voluntad de Dios por parte de sus hijos?

3.Este hecho evangélico es un hecho importante para las familias de hoy. Se trata ni más ni menos de una angustia de unos grandes padres que sienten que han perdido a su hijo. José y María, como buenos padres, buscan incansablemente a su hijo hasta encontrarlo.

Hoy andan por este mundo muchos hijos "perdidos". Hay desviaciones que le hacen perder el sentido de la vida y los valores que ésta conlleva. Y esto ya no es una pérdida de lugar, se trata de una "pérdida" o extravío profundo, real y verdadero. Hay alcoholismo, drogadicción, libertinaje sexual propiciado por una moral permisiva de la misma sociedad nuestra. Hay falta de fe, de religión y moral. En resumen hay una pérdida de valores que presagian un futuro con graves problemas valóricos: valores eternos, que no sólo son de voluntad de Dios, sino también de su identidad y naturaleza verdadera. Y esto va a incidir más tarde en las futuras familias: familias a la deriva, sin valores, como un barco sin rumbo ni norte, que va derecho a hundirse y a naufragar.

4.Es cierto y ocurre que una familia tenga problemas y crisis. Pero lo que no es normal, es que los problemas y crisis no se enfrenten con valor y responsabilidad por parte de los padres. Éstos, muchas veces, están con una confusión y con una inseguridad en el actuar con respecto a sus hijos.
Es cierto que el cristianismo no evita los problemas y respeta la libertad dada por Dios. Pero la libertad, en algunos hijos y en sus padres, se transforma en un triste privilegio de decirle no a Dios. Dios y la Iglesia no van a contradecir la práctica de la libertad del ser humano,y ojalá no sea de pecado. Dios y la Iglesia, sí que nos dan, el amor y la sabiduría para que cada familia enfrente los problemas y conflictos de los hijos "perdidos". Que los enfrente y los supere; más aún, se ayuda a que cada familia, salga reforzada de estos momentos y situaciones conflictivas y no salgan destruidas.
Me temo que hay padres,que viendo ya mayores a sus hijos y "perdidos", han bajado los brazos y creen que sus hijos ya grandes, los han derrotados y que ya no tienen nada que hacer, y se dicen: ya no hay caso o ya no sacó nada con el hijo o hija. ¡Falsa actitud y falsa determinación! ¡Pecado de omisión! Los padres no lo son sólo biológicos, sino que por el amor, el diálogo abierto y sincero, buscando al hijo como José y María, son padres que permanentemente deben llamar a vivir a sus hijos.

"Que tengan vida y vida en abundancia".

Los padres, aunque ya sus hijos no vivan junto con ellos, siguen siendo padres de sus hijos. Y los hijos aunque ya tengan un hogar y vida aparte de sus padres, siguen siendo hijos de sus padres.

5.La familia es un lugar para crecer humana y cristianamente. No es sólo un lugar y hogar donde se llega a vivir de cualquiera forma; que se llega a dormir y a comer; un lugar donde sólo se llega a distraerse a pasar un rato de convivencia familiar de en cuando en cuando.
La familia como la Sagrada Familia es un lugar de maduración, de progreso en la verdadera sabiduría de vivir; es un lugar de crecimiento, no sólo en estatura y edad, sino en gracia, en madurez y estatura moral y cristiana delante de Dios y de los hombres:

"Mientras tanto Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia tanto para Dios como para los hombres".

Y agrego, con el Evangelio, algo muy importante de vivir y cumplir por parte de los hijos:

"Volvió con ellos a Nazaret, donde vivió obedeciéndoles en todo".


"El nacimiento de Jesucristo fue así. Su madre María estaba comprometida con José. Pero, antes de que vivieran juntos, quedó esperando por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, era un hombre excelente, y no queriendo desacreditarla, pensó firmarle en secreto un acta de divorcio. Estaba pensando en esto, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, descendiente de David, no temas llevar a tu casa a María, tu esposa, porque la criatura que espera es obra del Espíritu Santo. Y dará a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto ha pasado para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías:

"Sepan que una virgen concebirá y dará a luz un hijo y los hombres lo llamarán Emmanuel, que significa: Dios - con - nosotros."
Con esto, al despertarse José, hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado y recibió a su esposa. Y sin que tuvieran relaciones dio a luz un hijo al que José puso el nombre de Jesús".
(Mt.1,18-25).

He citado este Evangelio con la intención de considerar "el fiat de José". Esta intención no pretende opacar ni competir con la Virgen Santa. Al contrario, hace poco hablamos del "fiat" de María en Evangelio de la Anunciación. Y ahí hemos exaltado la grandeza incomparable de la pequeña servidora del Señor, sobre la cual actuó Dios, haciendo en ella maravillas. Ella es la sin pecado y santa por excelencia. Lo que pretendo es mostrar la calidad y la santidad de padres que tuvo Jesús. También, de una u otra forma, trato de combatir el "machismo" de muchos padres, que deslindan toda responsabilidad en la sola mujer madre.

El Evangelio citado muestra la misión de José ante Jesús. Misión que le acarreó una gran responsabilidad y problemas, incluso con sufrimientos. Ya, desde el comienzo, debió huir con María, su esposa y el niño, de la persecución de Herodes. Tuvo que exiliarse con su familia (Mt.2,13-15). Vivir en un país extraño, con todas las dificultades y sacrificios, que eso significaba. La Iglesia llama al exilio "muerte civil". José tuvo que defender a su esposa y a su hijo, poniendo el precio de su seguridad personal, y aún el riesgo de su propia vida.
El "fiat" de José fue una respuesta seria de un hombre justo, que con fe, hace prevalecer, en su vida familiar, la voluntad expresa de Dios a través del Ángel:

"José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado y recibió en su casa a su esposa".

Lo dicho es un real cuestionamiento para tantos esposos y papás de familia. Cuestiona a tantos sobre su responsabilidad y el tonto machismo arraigado en más de algún papá.
Muchas veces se puede constatar, cómo muchos "hombres-varones", en la práctica, dejan únicamente a su mujer,la misión de velar y educar a los hijos. La mujer aparece como una funcionaria de su "hombre" en esas materias propias de ambos.
Si estoy levantando la imagen de padre y esposo de José, es para señalar que la responsabilidad es paterna y no sólo materna. No más en las escuelas, colegios; en parroquias y preparación a los sacramentos de los hijos, todas instancias de verdaderos "centros de madres" ¿Dónde están los papás?
La educación y la educación y formación en la fe de los hijos; el crecimiento y madurez integral de los hijos, corresponde al papá y a la mamá. Es una gran aventura de amor de la pareja de esposos, ante Dios, que partió con la promesa mutua en el sacramento del matrimonio. Todo es un proceso hermoso que corresponde a una vocación divina del matrimonio, del esposo y de la esposa, del papá y la mamá.
Esto me hace recordar a muchos padres. Que se reúnen y dialogan, como esposos y padres, acerca de cada uno de sus hijos; uno es testigo cómo al unísono hay padres que enseñan a amar y respetar a cualquier persona, especialmente a los más pobres, hijos de Dios, comenzando por cada uno de sus hermanas y hermanos; cómo hay padre que inculcan la obediencia y el aprecio del rol parental del uno y del otro en el hogar y su querida vida familiar. Recuerdo como un día que un hijo estaba escribiendo su nombre y ensayando su primera firma: había escrito su nombre y sólo su primer apellido, en eso lo observa su padre y le dice: ¿Y usted, hijo, no tiene mamá?. Desde ese día, siempre el hijo ha puesto también el apellido de su madre. Eso hacía recordar lo grande que es la madre en la vida de cada hijo. Y, por otro lado, pude comprobar cómo la misma madre le enseñó a amar y respetar al querido "José" de su familia.¡Cuán presentes están ambos en la vida de este hijo hasta estos días! El hijo o hija no puede dejar de pensar en su mamá sin pensar en su papá. No puede dejar de pensar en su papá sin pensar en su mamá. Esos hijos que viven en esa verdadera familia, con su identidad única y verdadera, llevan siempre en su vida a sus padres.Siempre unidos indisolublemente,como María y José. Ellos nos hicieron:

"crecer en edad y gracia delante de Dios y de los hombres".

Es una gran responsabilidad de los padres y de sus hijos. Es de la verdad de la familia, de la naturaleza y de la identidad de hijos y padres. Y tomando el Evangelio, y viendo lo propio de los padres como sostén de un fundamento de la familia es oportuno citarlo:

"Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre",

Se tiene que dar con autenticidad en el fondo y autenticidad de los padres que Dios los unió para siempre: Pero esto de otra manera tienen, los padres que hacerlo con sus hijos. Los padres deben enseñar a sus hijos desde pequeño a unir la vida con la fe y no separarla. Y como dice Pablo VI:

"Nada de la experiencia humana es ajena a la Evangelización".

Así siempre se relaciona la fe a la experiencia humana, Ahora, al escribir sobre el matrimonio y la familia, hay que unir la experiencia con los padres y con su familia con la fe.

Aunque la Virgen María aparezca en el Evangelio más en primer plano, nunca en los relatos de la infancia de Jesús y de la Sagrada Familia, aparece sola. José se ve siempre a su lado: se ven los dos juntos comprometidos entre sí y comprometidos con su hijo:

"Levántate y regresa con el niño y su madre a la tierra de Israel,porque ya han muerto los que querían matar al niño.
José, pues se levantó, tomó al niño y a su madre, y se vino a la tierra de Israel. Pero temió ir a Judea, sabiendo que allí reinaba Arquelao en lugar de Herodes, su padre. Siguiendo un aviso que recibió en sueños, se retiró a Galilea y fue a vivir en un pueblo llamado Nazaret. Así había de cumplirse lo que dijeron los profetas: Lo llamarán Nazareno".
(Mt.2,19-23).

José y María se ocupaban en comunión y mutua participación de la vida de su hijo, corriendo los riesgos de los padres en su ocupación y preocupación por los hijos.
En todos los relatos del Evangelio acerca de la infancia de Jesús, María aparece no como una mujer sola,sino como una madre que tiene un esposo que la acompaña, y que también, con su ayuda, es un buen padre.
José desaparece cuando Jesús llega a la madurez para comenzar su vida pública. María aparece como una esposa y no como una mujer abandonada; no aparece como una madre sola o soltera. Esta realidad la humaniza y la acerca más a las madres y las esposas de la tierra.Nunca apareció - como a veces se la presenta - como de otro mundo, inalcanzable.
No. María no es de otra condición. Ella aparece muy cercana y muy humana. Ha probado todos los afanes y sufrimientos de los matrimonios y de las familias, y tal vez, igual que todas, habrá tenido que pensar para escoger marido o esposo; ciertamente se habrá planteado, como una buena madre, qué escoger para su hijo, y qué para José y ella misma.


Ante esta profunda realidad de la Sagrada Familia: ante el testimonio de Jesús, María y José, confrontado con nuestra realidad actual, hay unas cosas que nos preocupan de nuestra sociedad, que van en un sentido contrario a la Familia de Jesús. Y no sólo de la familia de Jesús, sino de la identidad natural única y verdadera de ella. Diré o denunciaré algunos de estos problemas:

1. El machismo exacerbado. Se trata de papás que dejan la preocupación de los hijos a las mamás. Y cuando se atreven a intervenir en la vida de sus hijos, sobre todo en la adolescencia y juventud, con sinceridad digo: a veces, hubiera sido mejor que no intervinieran. A veces los consejos y sus actitudes no son buenas. Hay un pudor y un miedo a aparecer ante sus hijos como anticuados con respecto a un libertinaje juvenil de hoy día. Por respeto humano y por influencia de una sociedad permisiva en lo moral, tratan de aparecer ante sus hijos como complacientes ante los temas que contradicen valores eternos. Tengo que denunciar,cómo hay papás, que por razones sin razones, dejan que hijos se "pierdan" y sigan "perdidos".Hoy los hijos se "pierden" por caminos equivocados, que ya se están convirtiendo en costumbres. Los padres van a ser requeridos por estas cosas por la justicia divina. Los malos caminos tomados por los hijos, la mayoría son culpa de papás. Como educador por tantos años, soy testigo de esta falta de responsabilidad de los padres, y también de caminos sin valores y vicios de muchos jóvenes.
De todo esto, que denuncio, surgen muchos males en nuestra sociedad: de desvíos familiares o más bien de falta de responsabilidad de los padres.


2. Por otro lado, también es preocupante el feminismo exacerbado. Hay mamás y esposas, que dejando sus roles de madre y esposa, en aras de una mal llamada realización personal, empiezan a abandonar el hogar, también descuidando el amor y preocupación por su esposo, llegan a la crisis matrimonial y a la confusión y descontento de sus hijos. Incluso se llega, por las mismas razones, a poner término a su matrimonio, destruyendo la vida familiar. Estas mujeres, son las que han de hecho, dando un sentido equivocado al concepto de "hombre". Son las que exigen que se diga siempre, repitiendo: hombres y mujeres, chilenos y chilenas, los jóvenes y las jóvenes, los niños y las niñas; y en la Iglesia: hermanos y hermanas, etc.
Un "gran cambio" en la fraudulenta y antidemocrática Constitución fue el cambiar: "Todo hombre es igual ante la ley", por: "Todo hombre y mujer son iguales ante la ley". ¡Qué gran cambio!
Para mí es vigente: "Dios creó al hombre y los creó a su imagen y semejanza: varón y mujer". Cuando se habla de hombres o de hermanos no se está excluyendo a nadie: el varón y la mujer son hombres. Entonces, ante esta exageración: machista y feminista,uno se pregunta:¿Quién está perdido? ¿El hijo o la hija? ¿O más bien el papá machista o la mamá feminista?


3.Hoy cobra especial importancia el anuncio del Evangelio de la Sagrada Familia. Sobre todo en una época llamada de postmodernismo donde se ha perdido el valor esencial que tiene la familia para nuestra sociedad: su identidad y naturaleza.
Algunos pretenden terminar con lo que la naturaleza misma indica acerca de la familia. Algunos pretenden terminar con aquello de que nuestra familia es el núcleo esencial de la sociedad. Así, hasta ahora, se ha expresado siempre en nuestras Constituciones. Y éste "siempre" no es un mero capricho tradicionalista, sinónimo de conservadurismo, sino expresión de lo que está escrito en la naturaleza misma de las cosas, según Dios Creador.
Hoy se habla de reformas constitucionales acerca de la familia, para dar paso a una imposible y espuria familia, como es la que se pretende crear de uniones homosexuales, con posibilidad legal de unión civil equiparándola a la verdadera unión matrimonial entre un varón y una mujer, incluso con la posibilidad legal de adoptar hijos. ¿Qué futuro y qué proyección el país espera con estos proyectos contra natura?
Lo digo con fuerza profética aunque se me tache de homofóbico. No lo soy. Respeto a toda persona humana y la considero hijo de Dios, sea de la condición que sea. Soy un sacerdote sin muros y con horizonte. Pero eso no significa que uno, por ese respeto, pierda el sentido y el valor de las cosas. Lo que digo, no es sólo un asunto de la Iglesia Católica. Anterior a ella está la naturaleza y lo que ella señala, más aún, primero está Dios Creador de toda la naturaleza.
Yo he conversado este asunto con el MOVHIL. Recalcándoles el respeto por ellos como personas e hijos de Dios, uno me sale con la pregunta: ¿Padre, usted me casaría por la Iglesia? Yo le contesté: "Somos amigos, pero, por favor, no te subas por el chorro".
Les pido a mis hermanos sacerdotes, que opinan distinto por los medios de comunicación, que se abstengan de seguir opinando, confunden y aparecen contradiciendo la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia, habiendo hecho un voto solemne de obediencia. Les digo que opinar es distinto a entregar conceptos contrarios a la voluntad de Dios y de su Iglesia; que es distinto, opinar acerca de contingencia política, que sobre verdades y doctrina de nuestra fe.


Después de todo, en esta fiesta de la Sagrada Familia, he hecho el Anuncio de la voluntad de Dios; he hecho Denuncias a ciertas realidades, conceptos y costumbres, de personas y de ciertos sistemas de vida de hoy, pero quiero terminar con una Convocación:

La familia chilena debe recuperar su rol protagónico y fundamental en nuestra sociedad. Sin vida de identidad natural,de auténtica y verdadera familia no hay futuro ni proyección de país ni de sociedad. Los esposos ámense y sean esposos a la manera de José y María. Nunca ninguno esté o se sienta solo. Siempre sea matrimonio: esposo de su esposa; esposa de su esposo; sean fieles el uno al otro como lo prometieron a Dios. Sean padres de sus hijos, No sólo biológicos, sino todo el tiempo, con un amor que llame siempre a vivir al hijo. Dialoguen con el hijo. Lo están haciendo con Jesús Hijo. Busquen a los hijos cuando se "pierden". Ojalá actúen antes de que eso suceda.
Hijos: sean muy de sus padres, ámenlos, sean obedientes con diálogo; no se resistan a sus padres y sométanse a su autoridad. Crezcan "en edad y gracia delante de Dios y de los hombres". Sean de Jesús, Sean hijos como Jesús. Ustedes son hijos de Dios Cumplan en todo la voluntad de su Padre.


"JESÚS, JOSÉ Y MARÍA, SED LA SALVACIÓN MÍA".

Y un Año Nuevo 2018 en el Señor que vino, que viene y que vendrá.

Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+





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