La vocación supone un encuentro y un llamado del Señor.
DOMINGO SEGUNDO AÑO ORDINARIO B. 14.01.2018
(1 Samuel 3,3-10;1 Cor.6,13-15.17-20;Jn.1,35-42)
Este escrito no pretende ser una corta homilía, sino más bien, quiere ser un documento evangélico que ayude a la reflexión cristiana y a una mayor profundización de la "vocación".
"Samuel no conocía todavía a Yavé, pues todavía la palabra de Yavé no le había sido dirigida. Como Yavé llamara a Samuel por tercera vez y el joven se presentara nuevamente a Helí, éste comprendió que era Yavé quien llamaba,y dijo a Samuel: Anda a acostarte y si vuelve a llamarte dile: Habla, Yavé, que tu siervo escucha... .
Yavé entró y se paró,y llamó como las otras veces: Samuel,Samuel. Éste respondió: Habla, Yavé, que tu siervo escucha. Y Samuel creció; el Señor estaba con él,... (1º Lectura).
"Al día siguiente, de nuevo estaba allí Juan con dos de sus discípulos. Al ver que Jesús iba pasando dijo: Ése es el Cordero de Dios. Cuando lo oyeron esos dos discípulos, siguieron a Jesús. Se volvió Jesús y, al ver que lo seguían,les preguntó: ¿Qué buscan? Le contestaron: Rabbí, ¿dónde vives? Jesús les dijo: Vengan y verán.Fueron y vieron dónde vivía... y se quedaron con él el resto del día.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que siguieron a Jesús... Andrés fue a buscar primero a su hermano Simón y le dijo: Hemos encontrado al Mesías, al Cristo. Y se lo presentó a Jesús. Jesús miró fijamente a Simón y le dijo: Tú eres Simón, hijo de Juan; te llamarás Kefas, que quiere decir Piedra". (Evangelio de este domingo).
El tema central de este domingo es la "llamada" de Dios en cada persona con su vida humana toda.En el libro de Samuel se ve a Dios "llamando" a Samuel a su servicio. Samuel, como no conocía todavía a Yavé, este lo hizo venir a su encuentro, tres veces. En estas circunstancias Helí fue la ayuda necesaria para que Samuel pudiera "encontrarse" con Yavé. Creo, que todos, más de alguna vez, hemos necesitado un acompañante en nuestro seguimiento de Dios, al igual que Elí con Samuel. Tener ese acompañante lo recomiendo encarecidamente para siempre.
Éste texto de Samuel es muy socorrido por mí en mi oración: "Habla, Señor, que tu siervo escucha".
Dios llama a Samuel en forma personal y directa, previo "encuentro". El "llamado" a Samuel nos ayuda a recordar que para cada hombre hay una "vocación", es decir, que Dios lo "llama" y lo destina a realizar una obra propia e irreemplazable. En este tiempo, hay muchos, que sirven solamente, como fuerza de trabajo poco apreciada, y al no tener noción de que su trabajo es importante y de responsabilidad, piensan que no tienen de qué sentirse valorado; a veces se sienten frustrados. No se sienten "llamados" y necesarios para algo grande con esto les falta los elementos más importantes para llevar una vida de fe: el "llamado" y el "encuentro".
Dios nos habla, y nos da a conocer su voluntad, también a través de los hechos y acontecimientos de cada día. Para organizar nuestra vida, cada uno debe preguntar. ¿Qué quieres, Señor, que haga? ¿Qué quieres de mí? Y con confianza y mucha fe debe decirle a su amado Señor: "Habla, Señor, que tu servidor escucha". Y esperar, y a veces esperar mucho. Recomiendo el silencio interior;un corazón de pobre lleno de humildad.El Señor,es el que lleva el proceso nuestro,acerca de nuestra"vocación"y "llamada". Con humildad hay que respetar "el silencio de amor de Dios". No creamos, que por mucho hablarle al Señor, vamos a ser escuchados y clarificados; es necesario saber guardar silencio humilde, lleno de un amor expectante. A veces, hay que ponerse en la presencia de Dios, que nos busca, sin buscar dividendos personales, sólo guardar silencio y ofrecerlo todo sólo por amor a Dios,por ser él quien es. Y alguna vez se producirá el "encuentro".
El Evangelio de hoy es acerca de la primera "llamada" y "encuentro" de Jesús a sus discípulos. Hablo de la "primera llamada", porque en el Evangelio hay otras instancias en que Jesús "llama" a sus discípulos hasta convertirlos en sus apóstoles. La primera "llamada" corresponde al Evangelio de hoy. Es un "encuentro" especial y profundo de Jesús con sus discípulos. Los discípulos se sienten maravillados por este "encuentro", pero todavía no están en condiciones ni preparados, para que de este "encuentro" resulte un seguimiento de Jesús como corresponde. Vemos como Juan, Andrés y Simón descubren a Jesús y comienzan a seguirlo.
Jesús, al verlos pregunta: ¿Qué buscan? Los tres querían conocer y saber quién es Jesús. Y Jesús les pregunta sobre lo que llevan dentro; porque de nada sirve encontrarlo si no están dispuestos a entregarse. Estos tres hombres han empezado a convivir con Jesús. Con el tiempo descubrirán que es el Maestro, el Mesías, el Hijo de Dios. Llega a producirse el "encuentro" y el "llamado".
Lo mismo sucede con nosotros, mientras vamos caminando, progresamos en el conocimiento de Jesucristo, produciéndose un verdadero "encuentro" acompañado por una "llamada".
Juan Bautista los había invitados, siendo ellos sus discípulos, sin ningún celo, a que fueran a Jesús. Lo hizo con los dos primeros: Andrés y Juan. Y luego estos dos trajeron a los demás. Así es como nosotros también encontramos a Jesús: porque otra persona nos habló de él o nos comprometió en una comunidad cristiana y en una tarea apostólica y misionera.
Estos hombres reconocen a Jesús. Sería más exacto decir que Jesús ha reconocido a los que el Padre ha puesto en su camino. Así, más tarde, Jesús reconocerá a Bartolomé cuando éste está bajo la higuera como un maestro de la Ley ocupado en enseñar la religión, pues era común que lo hicieran a la sombra de un árbol. Así, también,Jesús reconocerá a Simón, a quien el Padre "llamara" para ser la primera Piedra de la Iglesia.
Paso, ahora, a la segunda "llamada" y "encuentro". Es la pesca milagrosa(Lucas 5 1-11)):
"Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Lleva la barca a la parte más honda y echa las redes para pescar. Simón respondió: Maestro, hemos trabajado toda la noche sin pescar nada, pero, si tú lo mandas, echaré las redes. Así lo hicieron, y pescaron tantos peces que las redes estaban por romperse. Pidieron por señas a sus compañeros que estaban en las otra barca que vinieran a ayudarlos; llegaron, pues, y llenaron tanto las barcas, que por poco se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrodilló ante Jesús, diciendo: Señor, apártate de mí, porque soy un pecador... estaban muy asustados por la pesca que acababan de hacer. Lo mismo le pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón.
Pero Jesús dijo a Simón: No temas, de hoy en adelante serás pescador de hombres. Entonces llevaron sus barcas a tierra, lo dejaron todo, y siguieron a Jesús".
Jesús se hace el invitado en la barca de Pedro, que no se niega a prestarle este servicio. Pero Jesús necesita más que ese sólo servicio, incluso más todavía, que el esfuerzo de los que se prestan para llenar la otra barca, para que no se hundiera la de Pedro. Lo que pasa es que Jesús anda en busca de hombres que se entreguen totalmente a su trabajo.Jesús,tiene muchos oyentes, le hacen falta apóstoles, "encontrados" y "llamados".
Aquí vemos cómo Jesús también usaba de los milagros para enseñar.
En este milagro de la pesca, Jesús aclara lo que será el trabajo para los apóstoles de ayer, de hoy y de mañana: pescar hombres.
Es importante considerar otra frase de Jesús en esta segundo "encuentro" y "llamada":
"Echen las redes". Pedro obedece a pesar de que no hay ninguna esperanza de sacar o pescar algo. Y de igual modo,los apóstoles actuarán y hablarán, confiados no en sus capacidades, sino en la orden de Jesús. Las redes estaban por romperse de llenas. Los discípulos tienen la experiencia de optimismo y certeza de éxito. Serán pescadores de hombres: para unir a los hombres divididos por el pecado, para reunir a los dispersos hijos de Dios en la única Iglesia de Cristo.
Ante tanta grandeza, Pedro dijo: Señor, apártate de mí, porque soy un pecador. Es el temor del hombre que descubre que Dios penetró en su vida íntima: es un primer acto de fe en la persona divina de Jesús. Él, sin embargo, emplea pecadores para salvar a pecadores.
Abandonándolo todo lo siguieron.
No era mucho lo que tenían, pero sí era toda su vida: trabajo, familia, y todo su pasado de pescadores.
Hemos dicho que Jesús necesitaba apóstoles. ¿Y qué significa apóstol?
Apóstol significa enviado. Jesús es el que escoge a sus apóstoles y los envía en su nombre. Pero, ¿dónde encontrará a quién enviar, sino entre aquellos que aceptan ser cooperadores suyos? Uno puede preguntarse por qué tantos católicos escuchan el Evangelio y tan pocos se hacen cooperadores de Cristo. Uno comienza a ser apóstol, o por lo menos cooperador de Jesús, cuando acepta hacer algo más que aquellos servicios materiales que se prestan en la Iglesia; cuando se siente responsable de las personas: "pescador de hombres "llamado y encontrado" por y en Jesús.
Veamos la tercera "llamada" y "encuentro" en que Jesús elige a los Doce (Lc.6,12-16):
"En aquellos días se fue a orar a un cerro y pasó toda la noche en oración con Dios. Al llegar el día, llamó a sus discípulos y de ellos escogió a doce, a los que llamó apóstoles".
Jesús pasa orando toda la noche. Seguro que lleva en su oración a los que más quiere. Su pensamiento no puede abarcar a todos, hasta que no haya resucitado. Concentra su elección en aquellos que conviven con él y que serán sus apóstoles. Todo el éxito de su obra depende de ellos. En ellos se apoyará la fe de los demás. Jesús no quiere que su designación sea cosa de él; antes de llamarlos, desea haber adquirido mediante la oración la certeza de que ésta es la voluntad del Padre.Por el solo hecho de que los eligió Cristo y les encargó su Iglesia, van a ser tentados de mil modos. Por eso Jesús los quiere asegurar con la fuerza de su oración. Acordémonos de la Oración de Jesús a su Padre por el nuevo Pueblo Santo: "Yo ruego por ellos. No ruego por el mundo, sino por los que tú me diste, que ya son tuyos - todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío -, y yo he sido glorificado en ellos.Yo ya no estoy en el mundo,pero ellos se quedan en el mundo,mientras yo vuelvo a tí. Padre Santo,guárdalos en ese tu Nombre que a mí me diste,para que todos sean uno como nosotros". (Jn.17,9).
Cercano a su muerte, su consuelo será, que no se haya perdido ninguno de los que el Padre le dio".(Jn. 17,12).
Ahora la cuarta "llamada" y "encuentro" después de la Resurrección del Señor.
Los Apóstoles son confirmados en su "vocación", fortalecidos en su fe y enviados a su misión. Elegiré la narración de Lucas 24, 44-53:
Jesús les dijo: Todo esto se lo había dicho cuando estaba todavía con ustedes. Tenía que cumplirse lo que estaba escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos respecto a mí.
Entonces les abrió la mente para que lograran entender las Escrituras y les dijo: Esto estaba escrito: los sufrimientos de Cristo, su resurrección de entre los muertos al tercer día y la predicación que ha de hacerse en su Nombre a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, invitándoles a que se conviertan y sean perdonados de sus pecados. Y ustedes son testigos de todo esto.
Ahora yo voy a enviar sobre ustedes al que mi Padre prometió. Por eso, quédense en la ciudad hasta que hayan sido revestidos de la fuerza que viene de arriba.
Jesús los condujo hasta cerca de Betania y, levantando las manos,los bendijo. Y mientras los bendecía, se alejó de ellos y fue llevado al cielo.
Ellos se postraron ante él y volvieron muy alegres a Jerusalén...".
Jesús aprovecha este último encuentro para aclarar a sus apóstoles el sentido de su misión corta y radiante.
"Tenía que cumplirse lo escrito respecto a mí".
Debía verificarse lo anunciado por los profetas respecto de un salvador rechazado por los suyos, que lleva sobre sí el pecado de su pueblo. ¿Qué pecado? Los pecados de todos, por supuesto, pero también la violencia de toda la sociedad judía en el momento en que vivió Jesús. Pues este pecado fue el que lo llevó a la cruz.
En realidad este camino de muerte y de resurrección no estaba reservado sólo a Jesús, sino también a su pueblo. En esta hora precisa, Israel, sometido por el imperio romano, debía aceptar la muerte de sus ambiciones terrenales,su autonomía, orgullo nacional, superioridad religiosa de los judíos sobre los demás hombres... para resucitar como pueblo de Dios disperso entre las naciones y agente de su salvación. Pero Israel no entró en este camino y Jesús esperaba de su Iglesia que cumpliera este papel:
"predicar en su Nombre a todas las naciones".
"Invitándoles a que se conviertan".
La conversión cristiana no es cualquier cambio de vida. Se trata de un cambio de la persona en lo más profundo de sí misma, al "encontrar" el amor excesivo de Dios. Ahí empieza nuestra renovación. Pero no se trata solamente de que cada uno renuncie a sus mentiras, alcoholismo y robos. La conversión del hombre poco progresa mientras no se da cuenta de todas las fuerzas, barreras, costumbres y leyes que lo hacen ser irresponsable y violento,por egoísmo y, más que todo, por cobardía. Por eso la predicación "a todas las naciones" significa también la educación de las naciones y hasta de la sociedad internacional. No es cosa de diez años ni de cien.
"Ustedes son testigos de todo esto".
Jesús hace de sus apóstoles los testigos oficiales de su Evangelio y los que decidirán de la fe auténtica.
"Quédense en la ciudad".
Los apóstoles no son los que planifican la obra misionera. Les conviene más bien dedicarse a robustecer la vivencia fraternal y el fervor de la comunidad de los discípulos, esperando la hora que el Padre ha decidido para comunicarles "la fuerza que viene de arriba".
"Yo voy a enviarles al que mi Padre prometió".
Jesús no podría afirmar con más fuerza su autoridad divina y la unidad de las tres personas divinas.
Jesús envía a sus apóstoles a evangelizar el mundo.
Jesús quiere discípulos en todos los pueblos , pero también quiere que los pueblos como tales sean alcanzados cultural y socialmente por la renovación de las personas que lo siguen a raíz de una decisión personal, para someterle en adelante su propia mente, con sus creencias, sus criterios y sus decisiones.
Así, pues, evangelizar a una persona no es enseñarle el contenido del Evangelio, sino guiarla, como hizo Jesús con sus discípulos, para que dicha persona descubra el sentido de su anterior vida y el sentido de los acontecimientos que le tocan vivir, y, al final, reconozca que Jesús muerto y resucitado le ofrece vida nueva y resurrección a través de las pruebas que le toca vivir.
Vean cómo Jesús ilumina la experiencia de sus discípulos para que lleguen a la fe verdadera.
Los que hayan creído serán bautizados en el Nombre único del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, pues son las tres personas que nos enseñó Cristo.
"Estoy con ustedes todos los días".
La primera generación cristiana pensó que Cristo no tardaría en volver, pero ya en el momento en que se escribió el Evangelio, entendía que la historia no había llegado a su término, Jesús se había comprometido con la Iglesia de sus apóstoles en forma tan definitiva como Dios, otrora se comprometió con el pueblo de Israel.
La Iglesia católica se distingue de las demás iglesias cristianas porque la fundaron los apóstoles de Jesús. Solamente ella se considera obligada a permanecer unida en torno a sus sucesores, los obispos; esta unidad y continuidad nos cuesta en muchas circunstancias en que parecería más fácil fundar una nueva comunidad reformada, al lado de ella. Pero también esta la obediencia a la voluntad del Padre; es el medio que a él le permite ejercitar y purificar nuestra fe y quedarse dueño del destino de "su" Iglesia.
Los discípulos son enviados al mundo para sanarlo y santificarlo. Los milagros y sanaciones no son el fin, sino señales y medios: el fin de la evangelización es que toda la creación se reúna en torno a la Persona del Hijo de Dios hecho hombre, por obra del su Espíritu actuando en los bautizados. "No teman", nos dice Jesús,"mi Iglesia no es un refugio contra el mundo, sus seducciones y sus problemas, sino que, al bautizarse, cada uno de ustedes empieza a ser apóstol".
El común de la gente, muchas veces, piensa que el Papa, los Cardenales, los obispos, los sacerdotes y religiosas son diferentes porque Dios los ha escogidos. Es cierto que a ellos Dios les ha dado una "vocación" especial, que en el trayecto de este escrito se puede haber destacado, pero ellos no son lás únicas "vocaciones". Ellos son "llamados", "encontrados" y tienen una "vocación" única, a la cual deben responder con grave responsabilidad:"Al que se le ha confiado mucho, mucho se le exigirá". Ellos tienen que dar un verdadero testimonio de esa "vocación". Es serio comprobar que el mal ejemplo de algunos de ellos en estos tiempos, es un motivo del alejamiento de la gente de la Iglesia. Esto lo ratificaron los obispos en Aparecida como una de las causales del abandono de la Iglesia de mucha gente. Y esto, también lo comprobamos ya próximos a la visita del Papa Francisco. Se habla de la crisis de la Iglesia chilena.
Pero hemos hablado mucho del bautismo y de los bautizados. No me gusta que cuando se cita a reuniones se haga una diferencia inexistente, hablando de consagrados y laicos. Los laicos son consagrados por el bautismo. Por eso, tendré que levantar que la "vocación", el "encuentro" y la "llamada" de Dios a los laicos hace relevante su responsabilidad en la Iglesia y su misión. Entonces es muy importante, sobre todo en los tiempos actuales, el rol del laico, consagrado por el bautismo, en la Evangelización de "todo el hombre y de todos los hombres", y de una manera especial y específica en el mundo temporal, incluso sin temer tomar partido político. Más aún, toda la Iglesia debe comprender que: "Se requiere la participación del laicado no sólo en la fase de ejecución de la pastoral de conjunto,sino también en la planificación y en los mismos organismos de decisión".(Puebla 808).
La causa del Evangelio de Jesús es la causa de la liberación del hombre. Del "hombre todo y de todos los hombres", sobre todo de los más pobres:
"El compromiso evangélico de la Iglesia, como lo ha dicho el Papa, debe ser como el de Cristo: un compromiso con los más necesitados. La Iglesia debe mirar, por consiguiente, a Cristo cuando se pregunta cuál ha de ser su acción evangelizadora. El Hijo de Dios demostró la grandeza de ese compromiso al hacerse hombre, pues se identificó con los hombres haciéndose uno de ellos, solidario con ellos y asumiendo la situación en que se encuentran, en su nacimiento, en su vida y, sobre todo, en su Pasión y muerte donde llegó a la máxima expresión de la pobreza". (Puebla 1141).
Y cuando Pablo VI habla de la Evangelización del "hombre todo y de todos los hombres" no está haciendo un juego de palabras; está significando la universalidad de la Evangelización, que debe hacer el discípulo de Cristo, sea sacerdote o laico. Es un "encuentro" y un "llamado" a Evangelizar porque: "Nada de la experiencia humana es ajena a la Evangelización". (EN. Pablo VI).
Los laicos pueden hacer mucho en estos momentos. Yo diría, que es un momento presente y especialmente una hora de los laicos. Tomando en cuenta el Evangelio de hoy,los laicos,unos con otros se "encuentran" y se "llaman",formando una comunidad en torno a Jesús. Dios se "encuentra" con ellos y los "llama" en comunidad. Uno de los reconocimientos a la acción del Espíritu, es que los "llama" a tener un profundo sentido de comunidad y de pertenencia a la Iglesia. Son "encontrados" y "llamados" en torno al Señor en comunidad. Se requiere comprender mejor esto. Es una prioridad pastoral. Que nazcan nuevamente, con nuevos bríos, por todas partes comunidades cristianas: iglesia doméstica. Comunidades serias, fraternales, comprometidas con la causa del Evangelio en el mundo y en nuestra sociedad( Cfr. Puebla 96-97).
Dios se ha "encontrado" y nos ha "llamado" a todos y nos ha enviado,ratificando el Vaticano II, a trabajar contra toda forma de pecado y de injusticia, para construir su Reino. Reino de igualdad y de fraternidad verdadera en los hechos. Para eso Jesús cuenta en su Iglesia con sacerdotes, religiosas y muy especialmente con los bautizados laicos, miembros de comunidades cristianas, etc.
Jesús seguirá "encontrando" y "llamando".Seguirá haciendo conciencia de nuestra "vocación" sea ésta sacerdotal, religiosa o laical. Este "encuentro","llamada" y "vocación" se hará también a través de otros, conduciendo a la humanidad a Jesús y su Reino.
Toda "vocación" humana o religiosa sigue de alguna manera el modelo del Evangelio de hoy: nosotros descubrimos nuestra "vocación" poco a poco. Dios respeta nuestro crecimiento y sus demandas son ajustadas al proceso de nuestra "vocación".
El "encuentro" y la "llamada" se hace casi siempre a través de otros que han sido también "encontrados" y "llamados" como aparece en el Evangelio de hoy. Nosotros debemos imitar la actitud de Andrés que "llamó" a Simón Pedro, y lo condujo al "encuentro" con Jesús.
Pero para que nuestro "encuentro" y "llamado" tenga éxito, y lleve a los otros a un compromiso, se hace necesario que nuestra comunidad, sea fervorosa y dé ejemplo de tomar a Cristo y su Evangelio en serio; esto es lo que atraerá a otras personas. Nuestra Iglesia y sus comunidades, como Jesús, deben decir, hoy día, en la hora presente: "Vengan y verán". Si se da ese buen ejemplo señalado, a los que "llamamos", nos creerán y nos seguirán y se "encontrarán con Jesús,igual como sucedió con los discípulos, más tarde, apóstoles, del Evangelio de este domingo. Amén.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+
(1 Samuel 3,3-10;1 Cor.6,13-15.17-20;Jn.1,35-42)
Este escrito no pretende ser una corta homilía, sino más bien, quiere ser un documento evangélico que ayude a la reflexión cristiana y a una mayor profundización de la "vocación".
"Samuel no conocía todavía a Yavé, pues todavía la palabra de Yavé no le había sido dirigida. Como Yavé llamara a Samuel por tercera vez y el joven se presentara nuevamente a Helí, éste comprendió que era Yavé quien llamaba,y dijo a Samuel: Anda a acostarte y si vuelve a llamarte dile: Habla, Yavé, que tu siervo escucha... .
Yavé entró y se paró,y llamó como las otras veces: Samuel,Samuel. Éste respondió: Habla, Yavé, que tu siervo escucha. Y Samuel creció; el Señor estaba con él,... (1º Lectura).
"Al día siguiente, de nuevo estaba allí Juan con dos de sus discípulos. Al ver que Jesús iba pasando dijo: Ése es el Cordero de Dios. Cuando lo oyeron esos dos discípulos, siguieron a Jesús. Se volvió Jesús y, al ver que lo seguían,les preguntó: ¿Qué buscan? Le contestaron: Rabbí, ¿dónde vives? Jesús les dijo: Vengan y verán.Fueron y vieron dónde vivía... y se quedaron con él el resto del día.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que siguieron a Jesús... Andrés fue a buscar primero a su hermano Simón y le dijo: Hemos encontrado al Mesías, al Cristo. Y se lo presentó a Jesús. Jesús miró fijamente a Simón y le dijo: Tú eres Simón, hijo de Juan; te llamarás Kefas, que quiere decir Piedra". (Evangelio de este domingo).
El tema central de este domingo es la "llamada" de Dios en cada persona con su vida humana toda.En el libro de Samuel se ve a Dios "llamando" a Samuel a su servicio. Samuel, como no conocía todavía a Yavé, este lo hizo venir a su encuentro, tres veces. En estas circunstancias Helí fue la ayuda necesaria para que Samuel pudiera "encontrarse" con Yavé. Creo, que todos, más de alguna vez, hemos necesitado un acompañante en nuestro seguimiento de Dios, al igual que Elí con Samuel. Tener ese acompañante lo recomiendo encarecidamente para siempre.
Éste texto de Samuel es muy socorrido por mí en mi oración: "Habla, Señor, que tu siervo escucha".
Dios llama a Samuel en forma personal y directa, previo "encuentro". El "llamado" a Samuel nos ayuda a recordar que para cada hombre hay una "vocación", es decir, que Dios lo "llama" y lo destina a realizar una obra propia e irreemplazable. En este tiempo, hay muchos, que sirven solamente, como fuerza de trabajo poco apreciada, y al no tener noción de que su trabajo es importante y de responsabilidad, piensan que no tienen de qué sentirse valorado; a veces se sienten frustrados. No se sienten "llamados" y necesarios para algo grande con esto les falta los elementos más importantes para llevar una vida de fe: el "llamado" y el "encuentro".
Dios nos habla, y nos da a conocer su voluntad, también a través de los hechos y acontecimientos de cada día. Para organizar nuestra vida, cada uno debe preguntar. ¿Qué quieres, Señor, que haga? ¿Qué quieres de mí? Y con confianza y mucha fe debe decirle a su amado Señor: "Habla, Señor, que tu servidor escucha". Y esperar, y a veces esperar mucho. Recomiendo el silencio interior;un corazón de pobre lleno de humildad.El Señor,es el que lleva el proceso nuestro,acerca de nuestra"vocación"y "llamada". Con humildad hay que respetar "el silencio de amor de Dios". No creamos, que por mucho hablarle al Señor, vamos a ser escuchados y clarificados; es necesario saber guardar silencio humilde, lleno de un amor expectante. A veces, hay que ponerse en la presencia de Dios, que nos busca, sin buscar dividendos personales, sólo guardar silencio y ofrecerlo todo sólo por amor a Dios,por ser él quien es. Y alguna vez se producirá el "encuentro".
El Evangelio de hoy es acerca de la primera "llamada" y "encuentro" de Jesús a sus discípulos. Hablo de la "primera llamada", porque en el Evangelio hay otras instancias en que Jesús "llama" a sus discípulos hasta convertirlos en sus apóstoles. La primera "llamada" corresponde al Evangelio de hoy. Es un "encuentro" especial y profundo de Jesús con sus discípulos. Los discípulos se sienten maravillados por este "encuentro", pero todavía no están en condiciones ni preparados, para que de este "encuentro" resulte un seguimiento de Jesús como corresponde. Vemos como Juan, Andrés y Simón descubren a Jesús y comienzan a seguirlo.
Jesús, al verlos pregunta: ¿Qué buscan? Los tres querían conocer y saber quién es Jesús. Y Jesús les pregunta sobre lo que llevan dentro; porque de nada sirve encontrarlo si no están dispuestos a entregarse. Estos tres hombres han empezado a convivir con Jesús. Con el tiempo descubrirán que es el Maestro, el Mesías, el Hijo de Dios. Llega a producirse el "encuentro" y el "llamado".
Lo mismo sucede con nosotros, mientras vamos caminando, progresamos en el conocimiento de Jesucristo, produciéndose un verdadero "encuentro" acompañado por una "llamada".
Juan Bautista los había invitados, siendo ellos sus discípulos, sin ningún celo, a que fueran a Jesús. Lo hizo con los dos primeros: Andrés y Juan. Y luego estos dos trajeron a los demás. Así es como nosotros también encontramos a Jesús: porque otra persona nos habló de él o nos comprometió en una comunidad cristiana y en una tarea apostólica y misionera.
Estos hombres reconocen a Jesús. Sería más exacto decir que Jesús ha reconocido a los que el Padre ha puesto en su camino. Así, más tarde, Jesús reconocerá a Bartolomé cuando éste está bajo la higuera como un maestro de la Ley ocupado en enseñar la religión, pues era común que lo hicieran a la sombra de un árbol. Así, también,Jesús reconocerá a Simón, a quien el Padre "llamara" para ser la primera Piedra de la Iglesia.
Paso, ahora, a la segunda "llamada" y "encuentro". Es la pesca milagrosa(Lucas 5 1-11)):
"Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Lleva la barca a la parte más honda y echa las redes para pescar. Simón respondió: Maestro, hemos trabajado toda la noche sin pescar nada, pero, si tú lo mandas, echaré las redes. Así lo hicieron, y pescaron tantos peces que las redes estaban por romperse. Pidieron por señas a sus compañeros que estaban en las otra barca que vinieran a ayudarlos; llegaron, pues, y llenaron tanto las barcas, que por poco se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrodilló ante Jesús, diciendo: Señor, apártate de mí, porque soy un pecador... estaban muy asustados por la pesca que acababan de hacer. Lo mismo le pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón.
Pero Jesús dijo a Simón: No temas, de hoy en adelante serás pescador de hombres. Entonces llevaron sus barcas a tierra, lo dejaron todo, y siguieron a Jesús".
Jesús se hace el invitado en la barca de Pedro, que no se niega a prestarle este servicio. Pero Jesús necesita más que ese sólo servicio, incluso más todavía, que el esfuerzo de los que se prestan para llenar la otra barca, para que no se hundiera la de Pedro. Lo que pasa es que Jesús anda en busca de hombres que se entreguen totalmente a su trabajo.Jesús,tiene muchos oyentes, le hacen falta apóstoles, "encontrados" y "llamados".
Aquí vemos cómo Jesús también usaba de los milagros para enseñar.
En este milagro de la pesca, Jesús aclara lo que será el trabajo para los apóstoles de ayer, de hoy y de mañana: pescar hombres.
Es importante considerar otra frase de Jesús en esta segundo "encuentro" y "llamada":
"Echen las redes". Pedro obedece a pesar de que no hay ninguna esperanza de sacar o pescar algo. Y de igual modo,los apóstoles actuarán y hablarán, confiados no en sus capacidades, sino en la orden de Jesús. Las redes estaban por romperse de llenas. Los discípulos tienen la experiencia de optimismo y certeza de éxito. Serán pescadores de hombres: para unir a los hombres divididos por el pecado, para reunir a los dispersos hijos de Dios en la única Iglesia de Cristo.
Ante tanta grandeza, Pedro dijo: Señor, apártate de mí, porque soy un pecador. Es el temor del hombre que descubre que Dios penetró en su vida íntima: es un primer acto de fe en la persona divina de Jesús. Él, sin embargo, emplea pecadores para salvar a pecadores.
Abandonándolo todo lo siguieron.
No era mucho lo que tenían, pero sí era toda su vida: trabajo, familia, y todo su pasado de pescadores.
Hemos dicho que Jesús necesitaba apóstoles. ¿Y qué significa apóstol?
Apóstol significa enviado. Jesús es el que escoge a sus apóstoles y los envía en su nombre. Pero, ¿dónde encontrará a quién enviar, sino entre aquellos que aceptan ser cooperadores suyos? Uno puede preguntarse por qué tantos católicos escuchan el Evangelio y tan pocos se hacen cooperadores de Cristo. Uno comienza a ser apóstol, o por lo menos cooperador de Jesús, cuando acepta hacer algo más que aquellos servicios materiales que se prestan en la Iglesia; cuando se siente responsable de las personas: "pescador de hombres "llamado y encontrado" por y en Jesús.
Veamos la tercera "llamada" y "encuentro" en que Jesús elige a los Doce (Lc.6,12-16):
"En aquellos días se fue a orar a un cerro y pasó toda la noche en oración con Dios. Al llegar el día, llamó a sus discípulos y de ellos escogió a doce, a los que llamó apóstoles".
Jesús pasa orando toda la noche. Seguro que lleva en su oración a los que más quiere. Su pensamiento no puede abarcar a todos, hasta que no haya resucitado. Concentra su elección en aquellos que conviven con él y que serán sus apóstoles. Todo el éxito de su obra depende de ellos. En ellos se apoyará la fe de los demás. Jesús no quiere que su designación sea cosa de él; antes de llamarlos, desea haber adquirido mediante la oración la certeza de que ésta es la voluntad del Padre.Por el solo hecho de que los eligió Cristo y les encargó su Iglesia, van a ser tentados de mil modos. Por eso Jesús los quiere asegurar con la fuerza de su oración. Acordémonos de la Oración de Jesús a su Padre por el nuevo Pueblo Santo: "Yo ruego por ellos. No ruego por el mundo, sino por los que tú me diste, que ya son tuyos - todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío -, y yo he sido glorificado en ellos.Yo ya no estoy en el mundo,pero ellos se quedan en el mundo,mientras yo vuelvo a tí. Padre Santo,guárdalos en ese tu Nombre que a mí me diste,para que todos sean uno como nosotros". (Jn.17,9).
Cercano a su muerte, su consuelo será, que no se haya perdido ninguno de los que el Padre le dio".(Jn. 17,12).
Ahora la cuarta "llamada" y "encuentro" después de la Resurrección del Señor.
Los Apóstoles son confirmados en su "vocación", fortalecidos en su fe y enviados a su misión. Elegiré la narración de Lucas 24, 44-53:
Jesús les dijo: Todo esto se lo había dicho cuando estaba todavía con ustedes. Tenía que cumplirse lo que estaba escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos respecto a mí.
Entonces les abrió la mente para que lograran entender las Escrituras y les dijo: Esto estaba escrito: los sufrimientos de Cristo, su resurrección de entre los muertos al tercer día y la predicación que ha de hacerse en su Nombre a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, invitándoles a que se conviertan y sean perdonados de sus pecados. Y ustedes son testigos de todo esto.
Ahora yo voy a enviar sobre ustedes al que mi Padre prometió. Por eso, quédense en la ciudad hasta que hayan sido revestidos de la fuerza que viene de arriba.
Jesús los condujo hasta cerca de Betania y, levantando las manos,los bendijo. Y mientras los bendecía, se alejó de ellos y fue llevado al cielo.
Ellos se postraron ante él y volvieron muy alegres a Jerusalén...".
Jesús aprovecha este último encuentro para aclarar a sus apóstoles el sentido de su misión corta y radiante.
"Tenía que cumplirse lo escrito respecto a mí".
Debía verificarse lo anunciado por los profetas respecto de un salvador rechazado por los suyos, que lleva sobre sí el pecado de su pueblo. ¿Qué pecado? Los pecados de todos, por supuesto, pero también la violencia de toda la sociedad judía en el momento en que vivió Jesús. Pues este pecado fue el que lo llevó a la cruz.
En realidad este camino de muerte y de resurrección no estaba reservado sólo a Jesús, sino también a su pueblo. En esta hora precisa, Israel, sometido por el imperio romano, debía aceptar la muerte de sus ambiciones terrenales,su autonomía, orgullo nacional, superioridad religiosa de los judíos sobre los demás hombres... para resucitar como pueblo de Dios disperso entre las naciones y agente de su salvación. Pero Israel no entró en este camino y Jesús esperaba de su Iglesia que cumpliera este papel:
"predicar en su Nombre a todas las naciones".
"Invitándoles a que se conviertan".
La conversión cristiana no es cualquier cambio de vida. Se trata de un cambio de la persona en lo más profundo de sí misma, al "encontrar" el amor excesivo de Dios. Ahí empieza nuestra renovación. Pero no se trata solamente de que cada uno renuncie a sus mentiras, alcoholismo y robos. La conversión del hombre poco progresa mientras no se da cuenta de todas las fuerzas, barreras, costumbres y leyes que lo hacen ser irresponsable y violento,por egoísmo y, más que todo, por cobardía. Por eso la predicación "a todas las naciones" significa también la educación de las naciones y hasta de la sociedad internacional. No es cosa de diez años ni de cien.
"Ustedes son testigos de todo esto".
Jesús hace de sus apóstoles los testigos oficiales de su Evangelio y los que decidirán de la fe auténtica.
"Quédense en la ciudad".
Los apóstoles no son los que planifican la obra misionera. Les conviene más bien dedicarse a robustecer la vivencia fraternal y el fervor de la comunidad de los discípulos, esperando la hora que el Padre ha decidido para comunicarles "la fuerza que viene de arriba".
"Yo voy a enviarles al que mi Padre prometió".
Jesús no podría afirmar con más fuerza su autoridad divina y la unidad de las tres personas divinas.
Jesús envía a sus apóstoles a evangelizar el mundo.
Jesús quiere discípulos en todos los pueblos , pero también quiere que los pueblos como tales sean alcanzados cultural y socialmente por la renovación de las personas que lo siguen a raíz de una decisión personal, para someterle en adelante su propia mente, con sus creencias, sus criterios y sus decisiones.
Así, pues, evangelizar a una persona no es enseñarle el contenido del Evangelio, sino guiarla, como hizo Jesús con sus discípulos, para que dicha persona descubra el sentido de su anterior vida y el sentido de los acontecimientos que le tocan vivir, y, al final, reconozca que Jesús muerto y resucitado le ofrece vida nueva y resurrección a través de las pruebas que le toca vivir.
Vean cómo Jesús ilumina la experiencia de sus discípulos para que lleguen a la fe verdadera.
Los que hayan creído serán bautizados en el Nombre único del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, pues son las tres personas que nos enseñó Cristo.
"Estoy con ustedes todos los días".
La primera generación cristiana pensó que Cristo no tardaría en volver, pero ya en el momento en que se escribió el Evangelio, entendía que la historia no había llegado a su término, Jesús se había comprometido con la Iglesia de sus apóstoles en forma tan definitiva como Dios, otrora se comprometió con el pueblo de Israel.
La Iglesia católica se distingue de las demás iglesias cristianas porque la fundaron los apóstoles de Jesús. Solamente ella se considera obligada a permanecer unida en torno a sus sucesores, los obispos; esta unidad y continuidad nos cuesta en muchas circunstancias en que parecería más fácil fundar una nueva comunidad reformada, al lado de ella. Pero también esta la obediencia a la voluntad del Padre; es el medio que a él le permite ejercitar y purificar nuestra fe y quedarse dueño del destino de "su" Iglesia.
Los discípulos son enviados al mundo para sanarlo y santificarlo. Los milagros y sanaciones no son el fin, sino señales y medios: el fin de la evangelización es que toda la creación se reúna en torno a la Persona del Hijo de Dios hecho hombre, por obra del su Espíritu actuando en los bautizados. "No teman", nos dice Jesús,"mi Iglesia no es un refugio contra el mundo, sus seducciones y sus problemas, sino que, al bautizarse, cada uno de ustedes empieza a ser apóstol".
El común de la gente, muchas veces, piensa que el Papa, los Cardenales, los obispos, los sacerdotes y religiosas son diferentes porque Dios los ha escogidos. Es cierto que a ellos Dios les ha dado una "vocación" especial, que en el trayecto de este escrito se puede haber destacado, pero ellos no son lás únicas "vocaciones". Ellos son "llamados", "encontrados" y tienen una "vocación" única, a la cual deben responder con grave responsabilidad:"Al que se le ha confiado mucho, mucho se le exigirá". Ellos tienen que dar un verdadero testimonio de esa "vocación". Es serio comprobar que el mal ejemplo de algunos de ellos en estos tiempos, es un motivo del alejamiento de la gente de la Iglesia. Esto lo ratificaron los obispos en Aparecida como una de las causales del abandono de la Iglesia de mucha gente. Y esto, también lo comprobamos ya próximos a la visita del Papa Francisco. Se habla de la crisis de la Iglesia chilena.
Pero hemos hablado mucho del bautismo y de los bautizados. No me gusta que cuando se cita a reuniones se haga una diferencia inexistente, hablando de consagrados y laicos. Los laicos son consagrados por el bautismo. Por eso, tendré que levantar que la "vocación", el "encuentro" y la "llamada" de Dios a los laicos hace relevante su responsabilidad en la Iglesia y su misión. Entonces es muy importante, sobre todo en los tiempos actuales, el rol del laico, consagrado por el bautismo, en la Evangelización de "todo el hombre y de todos los hombres", y de una manera especial y específica en el mundo temporal, incluso sin temer tomar partido político. Más aún, toda la Iglesia debe comprender que: "Se requiere la participación del laicado no sólo en la fase de ejecución de la pastoral de conjunto,sino también en la planificación y en los mismos organismos de decisión".(Puebla 808).
La causa del Evangelio de Jesús es la causa de la liberación del hombre. Del "hombre todo y de todos los hombres", sobre todo de los más pobres:
"El compromiso evangélico de la Iglesia, como lo ha dicho el Papa, debe ser como el de Cristo: un compromiso con los más necesitados. La Iglesia debe mirar, por consiguiente, a Cristo cuando se pregunta cuál ha de ser su acción evangelizadora. El Hijo de Dios demostró la grandeza de ese compromiso al hacerse hombre, pues se identificó con los hombres haciéndose uno de ellos, solidario con ellos y asumiendo la situación en que se encuentran, en su nacimiento, en su vida y, sobre todo, en su Pasión y muerte donde llegó a la máxima expresión de la pobreza". (Puebla 1141).
Y cuando Pablo VI habla de la Evangelización del "hombre todo y de todos los hombres" no está haciendo un juego de palabras; está significando la universalidad de la Evangelización, que debe hacer el discípulo de Cristo, sea sacerdote o laico. Es un "encuentro" y un "llamado" a Evangelizar porque: "Nada de la experiencia humana es ajena a la Evangelización". (EN. Pablo VI).
Los laicos pueden hacer mucho en estos momentos. Yo diría, que es un momento presente y especialmente una hora de los laicos. Tomando en cuenta el Evangelio de hoy,los laicos,unos con otros se "encuentran" y se "llaman",formando una comunidad en torno a Jesús. Dios se "encuentra" con ellos y los "llama" en comunidad. Uno de los reconocimientos a la acción del Espíritu, es que los "llama" a tener un profundo sentido de comunidad y de pertenencia a la Iglesia. Son "encontrados" y "llamados" en torno al Señor en comunidad. Se requiere comprender mejor esto. Es una prioridad pastoral. Que nazcan nuevamente, con nuevos bríos, por todas partes comunidades cristianas: iglesia doméstica. Comunidades serias, fraternales, comprometidas con la causa del Evangelio en el mundo y en nuestra sociedad( Cfr. Puebla 96-97).
Dios se ha "encontrado" y nos ha "llamado" a todos y nos ha enviado,ratificando el Vaticano II, a trabajar contra toda forma de pecado y de injusticia, para construir su Reino. Reino de igualdad y de fraternidad verdadera en los hechos. Para eso Jesús cuenta en su Iglesia con sacerdotes, religiosas y muy especialmente con los bautizados laicos, miembros de comunidades cristianas, etc.
Jesús seguirá "encontrando" y "llamando".Seguirá haciendo conciencia de nuestra "vocación" sea ésta sacerdotal, religiosa o laical. Este "encuentro","llamada" y "vocación" se hará también a través de otros, conduciendo a la humanidad a Jesús y su Reino.
Toda "vocación" humana o religiosa sigue de alguna manera el modelo del Evangelio de hoy: nosotros descubrimos nuestra "vocación" poco a poco. Dios respeta nuestro crecimiento y sus demandas son ajustadas al proceso de nuestra "vocación".
El "encuentro" y la "llamada" se hace casi siempre a través de otros que han sido también "encontrados" y "llamados" como aparece en el Evangelio de hoy. Nosotros debemos imitar la actitud de Andrés que "llamó" a Simón Pedro, y lo condujo al "encuentro" con Jesús.
Pero para que nuestro "encuentro" y "llamado" tenga éxito, y lleve a los otros a un compromiso, se hace necesario que nuestra comunidad, sea fervorosa y dé ejemplo de tomar a Cristo y su Evangelio en serio; esto es lo que atraerá a otras personas. Nuestra Iglesia y sus comunidades, como Jesús, deben decir, hoy día, en la hora presente: "Vengan y verán". Si se da ese buen ejemplo señalado, a los que "llamamos", nos creerán y nos seguirán y se "encontrarán con Jesús,igual como sucedió con los discípulos, más tarde, apóstoles, del Evangelio de este domingo. Amén.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+