Los líderes del 'complot' anti-Francisco agudizarán la oposición al Papa África y la Amazonía marcarán el curso más difícil de Bergoglio

Es el curso más difícil de los siete que lleva Francisco al frente de la sede de Pedro. Un año después del 'caso Viganò', los sectores más ultraconservadores -que ya amenazaron con el cisma después de Amoris Laetitia y su apertura a los divorciados vueltos a casar- han salido de sus cuarteles de invierno, dispuestos a dar la batalla definitiva en el próximo Sínodo de la Amazonía.

Y es que el "complot' que denunciara la pasada semana el general de los jesuitas, Arturo Sosa, sj., cada vez cobra más fuerza. Ya no sólo es Viganò, o lo que queda de los cardenales de los 'Dubia' o sus entramados mediáticos: desde hace meses, y cada vez con más fuerza, se han sumado miembros de la Curia y cardenales otrora todopoderosos, como Müller o Sarah.

Obesión por el sexo

El conato de rebelión surgido tras las modificaciones en el Instituto Juan Pablo II se ha multiplicado con las acusaciones de "herejía" ante la posibilidad de que el Sínodo de la Amazonía debata la cuestión de los 'viri probati' y la participación "ministerial" de las mujeres en la Iglesia. Aspectos que, de momento, sólo aparecen en el Instrumentum Laboris -y únicamente referidos a la Amazonía-, pero que ha servido para que los rigoristas afilen sus armas para su verdadero objetivo: conseguir la renuncia de Bergoglio (algo que, ya lo saben, no van a conseguir) o, en su defecto, lograr que su sucesor revierta las reformas aplicadas en este pontificado, en la línea del Concilio Vaticano II.

Müller, Sarah, Burke, Viganò... algunos, incluso, hablan del propio Benedicto XVI, que en las últimas semanas ha vuelto a la actualidad refrendando su opinión sobre la moral sexual surgida del Concilio y que, en su opinión, es la verdadera causa de los abusos en la Iglesia. Una tesis que mantienen los ultracatólicos, en su continua obsesión por todo lo relativo a la sexualidad.

África, Asia y reforma de la Curia

Antes del Sínodo, el Papa viajará a Mozambique, Madagascar y Mauricio, en su segundo viaje a África, en el que la apuesta por la paz, el diálogo con el Islam y las religiones animistas, y el verdadero sentido de la misión (que no es proselitismo, sino dejarse la vida por el Evangelio y los hombres y las mujeres del mundo), que nos enseñan cada día los miles de misioneros católicos (muchos de ellos españoles), la mayoría de los cuales prosiguen su trabajo en África. Con una Iglesia local, por otro lado, cada vez más potente.

Tras el Sínodo, Francisco viajará a Japón y Tailandia, en una nueva gira asiática en la que volverá a sobrevolar suelo chino. El acercamiento con Pekín es ya evidente, tras la designación de dos obispos con el plácet del Papa, y se darán más pasos, con vistas a conseguir el sueño de que un Pontífice visite China. Irak y Rusia son los otros sueños de Francisco (el primero mucho más posible que el segundo), sin olvidar Sudán del Sur, que finalmente no ha sido incluido en la gira africana del Pontífice.

En política interna, estos meses serán claves para la aprobación definitiva de la reforma de la Curia. Además, se espera que antes de fin de año el Papa pueda anunciar un nuevo Consistorio para fortalecer un pontificado que, pese al alzamiento de los críticos, parece más fuerte que nunca.