Con comentarios del Evangelio dominical y artículos sobre el Papa y la actualidad eclesial Antonio Spadaro se incorpora a Religion Digital
Para RD es un honor poder ofrecer a nuestros lectores las aportaciones y los análisis del que pasa por ser uno de los asesores áulicos papales, aunque a él no le gusta que le llamen “asesor” u “hombre de confianza” de Bergoglio
Fue director de la revista La Civiltà Cattolica desde 2011 a septiembre de 2023. Desde enero 2024 ejerce como Subsecretario del Dicasterio para la Cultura y la Educación
No sólo le observa y le acompaña en todos sus viajes, sino que, además, comparte con el Papa la misma raíz ignaciana. Los dos son jesuitas y, como tales, tienen “sintonía vital”
Para explicar qué es la Iglesia de Francisco y cómo debe actuar, Spadaro suele utilizar dos metáforas: el faro y la antorcha
No sólo le observa y le acompaña en todos sus viajes, sino que, además, comparte con el Papa la misma raíz ignaciana. Los dos son jesuitas y, como tales, tienen “sintonía vital”
Para explicar qué es la Iglesia de Francisco y cómo debe actuar, Spadaro suele utilizar dos metáforas: el faro y la antorcha
El jesuita Antonio Spadaro (Messina, 1966) se incorpora a nuestro portal con un blog, en el que cada semana aportará su comentario al Evangelio del domingo, amén de diversos artículos sobre el Papa Francisco o sobre la vida de la Iglesia. Para RD es un honor poder ofrecer a nuestros lectores las aportaciones y los análisis del que pasa por ser uno de los asesores áulicos papales, aunque a él no le gusta que le llamen “asesor” u “hombre de confianza” de Bergoglio.
Obtuvo su licenciatura en Filosofía en la Universidad de Mesina en 1988 y el Doctorado en Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana en 2000, donde ha enseñado en su Facultad de Teología y su Centro Interdisciplinario de Comunicación Social. Ha participado como miembro de nómina pontificia en el Sínodo de los Obispos desde 2014 y es miembro del séquito papal de los Viajes apostólicos del Papa Francisco desde 2016. Fue director de la revista La Civiltà Cattolica desde 2011 a septiembre de 2023. Desde enero 2024 ejerce como Subsecretario del Dicasterio para la Cultura y la Educación, y como mano derecha del prefecto, el portugués José Tolentino.
El padre Spadaro no sólo es el primer periodista y el que más veces ha entrevistado al Papa, sino también “uno de los grandes analistas de su pontificado”, como suele etiquetarlo el actual obispo de San Sebastián y ex director de Publicaciones Claretianas, Fernando Prado.
Y es que no sólo le observa y le acompaña en todos sus viajes, sino que, además, comparte con el Papa la misma raíz ignaciana. Los dos son jesuitas y, como tales, tienen “sintonía vital”. Por eso, algunos le llaman “el oráculo” y otros, “el portavoz oficioso de Francisco”.
Desde esa sintonía y desde el privilegio del contacto estrecho y continuado con la fuente papal, el jesuita italiano, autor de numerosos libros de crítica literaria y de teología en diálogo con la cultura contemporánea, ha cuidado la edición italiana de los principales documentos del papa Francisco, y se ha convertido en un referente del pontificado y en el cronista exclusivo de los encuentros a puerta cerrada del Papa con los jesuitas en cada uno de sus viajes apostólicos.
Su proximidad al Papa y la confianza que Francisco deposita en él le han convertido en la diana de múltiples ataques, pero que, en realidad, van dirigidos al papa argentino.
Algunas de sus obras más conocidas son: ‘Cyberteologia. Pensar el cristianismo en el tiempo de la red’ (2012), ‘De Benedetto a Francesco. Cronaca de una successione al Pontificato’ (2013), ‘El sueño del Papa Francisco’ (2013), ‘Papa Francesco: La mia porta è sempre aperta’ (2014), ‘Más allá del muro’ (2015)‘En tus ojos está mi palabra’ (2016), ‘Compartir a Dios en la red’ (2016), ‘Las huellas de un pastor’ (2019), ‘Cartas de la tribulación’ (2019), ‘Ahora hagan sus preguntas’ (2019) o ‘Una trama divina. Gesù in controcampo’ (2023)
Como buen analista del pontificado del primer Papa jesuita, Spadaro suele salirse, en muchas ocasiones, de lo ‘eclesialmente correcto. Por ejemplo, en contra de los que sostienen que todos los Papas son iguales y hay una continuidad lineal entre ellos, Spadaro asegura que la Iglesia de Pablo VI era distinta de la de Juan Pablo II y la de Francisco, diferente de la de Benedicto.
A su juicio, hay varias cosas que diferencian a la Iglesia de Francisco de las de épocas anteriores.
Primero, que “la Iglesia está viviendo un cambio profundo”. Segundo, que “Francisco es el primer papa que no vivió el Concilio en primera personas, pero sintió la necesidad de recuperar el espíritu del Vaticano II y ponerlo en práctica”. Porque, a su juicio, “el Vaticano II no ha sido bien digerido”. Además, hace 50 años que se celebró y, en este tiempo, tanto la sociedad como la Iglesia han cambiado y mucho.
Por eso, según Spadaro, Francisco está cambiando la Iglesia en profundidad, en contra de los que examinan los cambios solo desde la óptica sociológica y reducen la reforma de Francisco a la de la Curia. De hecho, si Bergoglio elige el nombre de Francisco no es sólo por la pobreza del santo de Asís, sino también por su reforma espiritual de la Iglesia. “Francisco quiere ser el albañil de la Iglesia. Quiere una reforma espiritual de la Iglesia, porque eso es lo que va al fondo”.
Para esa reforma en profundidad, Francisco “ha convertido a la Iglesia en un gran laboratorio teológico y eso, a veces, se plasma en una áspera confrontación y, otras veces, no”. La consecuencia es que en la Iglesia actual “hay tensiones eléctricas positivas y negativas”. Y, por eso, el pontificado de Francisco, según Spadaro, “no es ni 'light' ni 'nice', sino dramático”.
En medio de estas tensiones eléctricas, los cardenales están llamados a defender al Papa. Muchos lo hacen. Pero, como añade el jesuita, “hay otros que no lo defienden ni tienen con él una relación de confianza”. De hecho, el propio Francisco “tuvo que desmentir a varios cardenales”, que no sólo expresan opiniones personales, sino que, además, le hacen decir al Papa lo que él no dijo.
Para el subsecretario de Educación católica, algunos cardenales “creen que el mundo es malo y que Dios se ha retirado de él y, por lo tanto, la Iglesia también debe retirarse, para no mancharse y mantenerse pura”.
En esta óptica, “el cristianismo estaría conformado por pequeños grupos de personas puras y convencidas, que defienden la verdad”. Pues bien, “esto es lo contrario de lo que piensa Francisco, que quiere una Iglesia “de puertas abiertas” y unos creyentes “siempre en contacto con las plazas y con las calles”. ¿Por qué? “Para que el Jesús que está dentro pueda salir fuera. La Iglesia debe estar en la calle”.
Para explicar qué es la Iglesia de Francisco y cómo debe actuar, Spadaro suele utilizar dos metáforas: el faro y la antorcha.
“La Iglesia más que un faro que da luz pero permanece estático y siempre en el mismo lugar, es una antorcha, que se mueve y compaña a las personas”.
Conclusión: “Las resistencias a Francisco proceden de los que creen que la Iglesia debe estar quieta como un faro y no debe posicionarse en diálogo profundo con la realidad”. Por eso, Spadaro asegura que “las reacciones de los resistentes no son contra Francisco, sino contra el espíritu del Concilio”.
Excepto algunos eclesiásticos 'resistentes' a las reformas, la verdad es que Francisco actúa sobre las personas en general como un imán. “Francisco es un Papa eléctrico, que genera campos magnéticos de atracción y destrucción, pero sobre todo es un catalizador de energía positiva”. Un Papa que “suscita energías positivas”. Y Spadaro pone algunos ejemplos: Laudato Sii, Colombia, Cuba, Bangladesh, JMJ de Lisboa…
Una vez más, en contra de los lugares comunes, Spadaro sostiene que “el Papa no tiene un programa” y “toma las decisiones por discernimiento”, lo cual “elimina cualquier programa rígido”. Y “tampoco tiene despacho; toma sus decisiones en la capilla”.
Dicho con otro símil muy hispano: “Francisco no es el Don Quijote de la reforma de la Curia”. Más bien, la imagen que el propio Papa utilizó, para referirse a la reforma curial, fue la de limpiar una esfinge con un cepillo de dientes.
En esta tarea, “el Papa sabe que puede cometer errores, al fiarse de sus colaboradores, pero no le duelen prendas a la hora de rectificar y admitir que se ha equivocado”. Porque, en definitiva, lo que le importa al Papa es poner en marcha procesos. Y “los procesos cuando más profundos más lentos son, porque la lentitud es proporcional a la profundidad”.
Al jesuita no le gusta hablar de éxitos’ de este pontificado, pero sí reconoce que hay cosas bien hechas. Y cita tres. La primera es la reforma del papado, porque reinterpreta su propio papel en el seno de la Iglesia y del ecumenismo. “Antes, el papado era un obstáculo para el ecumenismo; ahora, es la motivación. Todos los líderes cristianos quieren reunirse con él y sienten que, con suma naturalidad, Francisco es un primado de la caridad y un referente para todos los cristianos”.
La segunda aportación exitosa de Francisco es “colocar la sinodalidad en el centro de la Iglesia”. Y la tercera es “haberse convertido en el único líder moral del mundo”. De todas formas, a juicio de Spadaro, “el pontificado de Francisco no es un pontificado de frutos, sino de semillas”.