Bergoglio pide a los religiosos georgianos mantenerse “firmes en la fe” Francisco: “Jamás se debe hacer proselitismo, es un gran pecado contra el ecumenismo, somos hermanos”

(Jesús Bastante).- Son muy pocos, apenas llegan a las doscientas personas. Son los sacerdotes, seminaristas, religiosos y agentes de pastoral de Georgia, que se han encontrado con el Papa Francisco en la iglesia de la Asunción. Una auténtica minoría que trabaja con dificultad, y que sintieron la visita del Papa como un bálsamo, como un vaso de agua fresca en mitad de la incomprensión y las dificultades.

Se trató de un encuentro recogido, pequeño, humilde, en el que algunos miembros de la Iglesia georgiana plantearon a Francisco algunos temas. Tras el saludo de Giuseppe Pasotto (administrador apostólico del Cáucaso), Kaká, un joven, le habló de los problemas de la juventud católica. El Papa iba apuntando en un cuaderno la apelación del joven, que hablaba de las incomprensiones que viven los jóvenes católicos, y la necesidad de seguir hacia adelante "con orgullo y sin miedo". Después, improvisó durante más de media hora, en familia, como a él le gusta. Como se aparece como auténticamente Francisco.

Irina, una madre de familia, habló de los retos, desde la educación de los hijos al divorcio, pasando por la ideología de género, los métodos anticonceptivos y todos los aspectos abordados en Amoris Laetitia. "Usted saben bien cuántas fuerzas luchan en contra de la familia", apuntó la mujer.

Un seminarista, por su parte, habló del crecimiento de las vocaciones, pese a vivir en la minoría, con el camino ecuménico como rumbo para el futuro en el país. "Me siento orgulloso de ser católico, y de convertirme en sacerdote católico georgiano", señaló.
Un sacerdote armenio, que acompañó al Papa en su visita a aquel país del Cáucaso, destacó la importancia de la espiritualidad y del testimonio. "Mantener viva la memoria del pasado, y tener la valentía de soñar un futuro", proclamó.

Tras estas intervenciones, el Papa habló, e improvisó. Esta es la transcripción de las palabras de Francisco.

Al final de la misa, ... yo hablaré a todos mezclando todas las preguntas que han hecho ustedes

En Armenia, al final de la misa invité a subir al papamóvil a Su Excelencia y al Obispo de la Iglesia apostólica armenia de la misma ciudad. Éramos tres obispos: el obispo de Roma, el obispo católico de Tumek, y el obispo armenio. Casi como si fuera ortodoxo (risas). Es una buena ensalada (macedonia)

Habíamos hecho el recorrido, y después descendimos. Cuando yo iba hacia el automóvil, una viejita me hizo gestos de acercarme. Tendría... ¡si tenía 80 no era vieja! (risas). Parecía que tenía bastantes más. Yo he sentido en el corazón la necesidad de acercarme a saludarla, porque estaba detrás de las vallas. Era una mujer humilde, muy humilde. Me ha saludado con amor, tenía un diente de oro..., y me ha dicho esto: "Yo soy armenia, pero vivo en Georgia. Y he venido de Georgia". Había viajado ocho horas en el bus para ver al Papa.

Al rato, cuando andábamos, me la encontré de nuevo, dos horas después. Y le dije: Señora, ¿pero usted vino más para encontrarme? Y me respondió. Sí, es la fe.

Has hablado de ser firmes en la fe. Estar firmes en la fe es el testimonio que ha dado esta mujer. Creía que Jesucristo, el hijo de Dios, ha dejado a Pedro sobre la tierra como su vicario, y ella quería ver a Pedro. Firmes en la fe significa capacidad de recibir de los otros la fe, conservarla y transmitirla

Has hablado de tener viva la historia del pasado, la historia nacional, y tener el coraje de buscar un futuro mejor. Firmes en la fe significa no olvidar aquello que hemos aprendido. Es más, hacerlo crecer. Darlo a nuestros hijos. Por eso, en Cracovia, les he dado como misión especial a los jóvenes, hablar con los abuelos. Son los abuelos los que nos han transmitido la fe, que tantos de vosotros tienen que enseñarles a escuchar a los abuelos, hablar con ellos. Para recibir el agua fresca de la fe. Elaborarla en el presente, hacerla crecer, no esconderla en un cajón como ése... Y transmitirla a nuestros hijos.

El Apóstol Pablo, hablando a su discípulo predilecto, Timoteo, les pedía conservar firme la fe que había recibido de su madre y de su abuela. Este es el camino que nosotros tenemos que seguir. Estos nos hará madurar tanto, recibir la herencia, hacerla germinar, y darla.

Una planta sin raíces no crece. Una fe sin raíces de la madre y de la abuela no crece. Pero una fe que me ha sido dada y no la doy a los otros tampoco crece. Así, para resumir, ser firmes en la fe, es necesario memoria del pasado, coraje en el presente, esperanza en el futuro.


No se olviden de esa señora georgiana, capaz de ir seis-ocho horas en el autobús, en Armenia. No se olviden, es una mujer armenia pero georgiana, y las mujeres georgianas tienen fama de ser mujeres fuertes, de fe, que llevan adelante la iglesia
Y tú, una vez has dicho a tu mamá, yo quiero hacer lo que hace ese sacerdote. Y al final de tu intervención dijiste que estabas orgulloso de ser católico y sacerdote georgiano. Es todo un camino. No has dicho lo que dijo tu mamá. ¿Qué te dijo tu mamá cuando se lo dijiste? (el joven responde: era un niño, y mi madre me dijo 'está bien, haz lo que hace ese hombre'). Otra vez, la madre, la mujer georgiana. Fuerte. La madre está perdiendo a un hijo, pero se lo daba a Dios, lo acompañó en su camino. Y tu madre ha perdido la oportunidad de convertirse en suegra (risas). En el inicio de una vocación siempre está la madre, la abuela... pero dijiste la palabra clave, memoria.

Conservar la memoria de la primera llamada. Custodiar ese momento, como tú custodias ese recuerdo. Mamá, yo quiero hacer como hace ese hombre. Eso no es una fábula que ha venido a tu mente, ha sido el Espíritu Santo que te ha tocado, y custodiar con la memoria ésto, es custodiar la memoria del Espíritu Santo. Estoy hablando a todos los religiosos y religiosas.

Todos nosotros, en nuestra vida, tenemos o tendremos momentos de oscuridad. También los consagrados tenemos momentos oscuros, cuando parece que las cosas no van adelante, cuando hay dificultades de convivencia. En ese momento, hay que detenerse y hacer memoria: memoria del momento en el que he estado tocado por el espíritu santo. Como ha dicho él. La perseverancia en la vocación está radicada en la memoria de aquella caricia que el Señor nos ha hecho, y nos ha dicho que viene con nosotros.

Esto es lo que yo os digo a todos vosotros, consagrados: no volver atrás cuando se encuentra la dificultad. Si quieren mirar atrás, la memoria de ese momento, lo único. Y así la fe permanece firme, la vocación permanece firme. Con nuestras debilidades, con nuestros pecados. Todos somos pecadores, todos necesitamos confesarnos, pero la misericordia, el amor de Jesús es más grande que nuestros pecados.

Ahora yo quisiera hablar dos cosas. ¿Es tan fuerte el frío en casa que están en invierno? Y vas adelante lo mismo. Irina: hemos hablado con el sacerdote, con el religioso, con los consagrados sobre la fe firme. ¿Pero cómo es la fe en el matrimonio? El matrimonio es la cosa más bella que Dios ha creado.

La Biblia nos dice que Dios hizo hombre y mujer semejantes a Él. Yo entiendo, Irina, cuando explicabas la dificultad que tantas veces hay en el matrimonio. Las incomprensiones, las tentaciones, buscar el camino del divorcio, yo me busco otro y él se busca otra y empezamos de nuevo... Irina, ¿tú sabes quién paga los gastos del divorcio? Dos personas. Los dos, y más, y paga Dios, porque cuando se separa lo que es una sola carne, ensucia la carne de Dios. Pagan los hijos, los niños.

No sabemos, queridos hermanos, cuánto sufren los niños pequeños cuando ven peleas y separación de sus padres. Se debe hacer de todo para salvar un matrimonio, pero es normal que en el matrimonio se pelee, es normal. Sucede que a veces vuelan los platos, es normal. Si hay verdadero amor, se hace la paz inmediatamente. Yo aconsejo a los matrimonios que peleen todo lo que quieran, pero no acaben el día sin hacer las paces. ¿Sabéis por qué? La guerra fría del día siguiente es peligrosísima. Cuántos matrimonios se salvan si tienen el coraje, de al final de la jornada, no hacer un discurso, sino una caricia, y se hace la paz.


Pero es verdad que hay situaciones muy complejas, cuando el diablo se mezcla y pone una mujer delante de un hombre que le parece más bella que la suya, o cuando pone a un hombre delante de una mujer que le parece mejor que el suyo. ¡Pidan ayuda inmediatamente cuando venga esta tentación, pidan ayuda inmediatamente! Esto es lo que tú decías de ayudar a las parejas. A las parejas se las ayuda recibiéndolas. La cercanía del acompañamiento, el discernimiento, la integración en el cuerpo de la Iglesia. Acoger, acompañar, discernir e integrar. En la comunidad católica se debe ayudar a salvar el matrimonio.

Hay tres palabras de oro en la vida del matrimonio: yo les preguntaría a un matrimonio ¿se quieren bien? Me responderán que sí, y cuando hay alguna cosa que uno hace por el otro, ¿saben decir gracias?. Y si alguno de los dos hace algo mal, ¿saben pedir perdón? Y si quieren llevar adelante un proyecto ¿saben pedir la opinión del otro?. Tres palabras: Puedo, Gracias, Perdón.

Si en el matrimonio se usan estas palabras, puedo, gracias, perdón, el matrimonio caminará bien, irá hacia adelante.

Tú, Irina, has mencionado a un gran enemigo del matrimonio, que es la teoría de género. Hoy hay una guerra mundial para destruir el matrimonio. Hoy no se destruye con las armas, se destruye con las ideas. Hay una colonización ideológica que destruye, hay colonizaciones ideológicas que destruyen. Por tanto, defenderse de las colonizaciones ideológicas. Si hay problemas, hacer la paz lo antes posible, y no olvidar las tres palabras: permiso, gracias y perdón.

Y tú, Kaka, has hablado de una Iglesia abierta, que no se cierra en sí misma, que esté abierta para todos. Una Iglesia madre, porque la Iglesia es así. Hay dos mujeres que Jesús ha querido para todos nosotros. Su madre, y su esposa. Las dos se asemejan: la madre de Jesús, que él ha dejado como madre nuestra; la Iglesia es la esposa de Jesús, y también es nuestra madre. Con la madre Iglesia, con la madre María se puede ir hacia adelante seguro, y ahí encontramos otra vez a la mujer. Parece que el Señor tiene una predilección para llevar adelante la fe con las mujeres. María, la Santa Madre de Dios, la Iglesia, la santa esposa de Dios, nosotros, pecadores, sus hijos. Y la abuela, la madre, que nos han dado la fe. Será María, la Iglesia, la abuela, la madre... las que defiendan la fe. Sus antiguos monjes decían esto, escuchen bien: cuando hay turbulencias espirituales, hay que refugiarse bajo el manto de la santa Madre de Dios. Y María es el modelo de la Iglesia, de la madre, de la mujer. De la mujer, porque la Iglesia es mujer, y María es mujer.

Una última cosa: ¿dónde la tengo? A ver... El problema del ecumenismo. Jamás pelear. Dejemos a los teólogos que estudien las cosas abstractas de la teología. ¿Qué debo hacer yo con un amigo, un vecino, una persona ortodoxa? Ser abierto. Ser amigo. ¿Debo esforzarme por convertirlo? Hay un grave pecado contra el ecumenismo: el proselitismo. Jamás se debe hacer proselitismo con los ortodoxos. ¡Son hermanos y hermanas nuestros, discípulos de Jesucristo! Que por las situaciones históricas tan complejas hemos terminado así. Sean ellos, seamos nosotros, creemos en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, creemos en la Santa Madre de Dios. ¿Qué tengo que hacer? No condenar, no puedo. Amistad, caminar juntos, orar unos por los otros, rezar, y hacer obras de caridad juntos, porque se puede. Esto es el ecumenismo. Pero jamás condenar a un hermano o una hermana, jamás dejar de saludarlo porque es ortodoxo.

Quisiera terminar, también con el pobre Kote... Has dicho que estás orgulloso de convertirte en un sacerdote georgiano. A ti, y a todos vosotros, católicos georgianos, les pido por favor defendernos de la mundanidad. Jesús nos ha hablado tan fuerte contra la mundanidad. En el discurso de la Última Cena, pidió al Padre que nos defendiera de la mundanidad. Pidamos esta gracia todos juntos. Que el Señor nos libre de la mundanidad, y nos haga hombres y mujeres de Iglesia. Firmes en la fe que hemos recibido de la abuela y de la madre. Firmes en la fe que es segura bajo la protección de la Santa Madre de Dios, y así, como estamos, recemos a la santa madre de Dios el Ave María.


Volver arriba