Reclama que las peticiones de alto el fuego y la liberación de los rehenes "sean aceptadas de inmediato" Rotunda petición de Francisco para que llegue la ayuda humanitaria a Gaza: "Nadie lo puede impedir"
"Estimulo a la comunidad internacional a actuar urgentemente con cualquier medio para socorrer a la población de Gaza, abatida por la guerra. Las ayudas humanitarias deben poder llegar a quien tiene necesidad y ninguno lo puede impedir", afirmó con decisión Francisco tras el rezo del ángelus, cuya reflexión estuvo centrada en la libertad de Jesús
"Jesús era un hombre libre. Y esto es importante también para nosotros. De hecho, si nos dejamos condicionar por la búsqueda del placer, del poder, del dinero o de la aprobación, nos convertimos en esclavos de estas cosas"
"Si, en cambio, permitimos al amor gratuito de Dios que nos llene y nos dilate el corazón, y si dejamos que rebose espontáneamente donándolo a los demás, con todo nuestro ser, sin miedos, cálculos o condicionamientos, entonces crecemos en la libertad y difundimos su buen perfume a nuestro alrededor, en nuestra casa, en nuestra familia y en nuestra comunidad"
"Si, en cambio, permitimos al amor gratuito de Dios que nos llene y nos dilate el corazón, y si dejamos que rebose espontáneamente donándolo a los demás, con todo nuestro ser, sin miedos, cálculos o condicionamientos, entonces crecemos en la libertad y difundimos su buen perfume a nuestro alrededor, en nuestra casa, en nuestra familia y en nuestra comunidad"
La "libertad" de Jesús para predicar y sanar, cuando ya sus familiares temían que se hubiese vuelto loco y las autoridades religiosas decían que se trataba de un espíritu maligno, centró la reflexión del Papa previa al rezo del ángelus este mediodía en una soleada mañana en la plaza de San Pedro.
"El Espíritu Santo lo hacía divinamente libre, es decir, capaz de amar y de servir sin medida y sin condiciones", indicó Francisco, subrayando que "era libre respecto a las riquezas, al poder y a la búsqueda de la fama y de la aprobación", aun a costa de no ser comprendido (cfr. Mt 3,21) y de hacerse impopular, hasta morir en la cruz; y no se dejó intimidar, ni comprar, ni corromper por nada ni por nadie (cfr. Mt 10,28).
"Jesús era un hombre libre -prosiguió el Pontífice-. Y esto es importante también para nosotros. De hecho, si nos dejamos condicionar por la búsqueda del placer, del poder, del dinero o de la aprobación, nos convertimos en esclavos de estas cosas. Si, en cambio, permitimos al amor gratuito de Dios que nos llene y nos dilate el corazón, y si dejamos que rebose espontáneamente donándolo a los demás, con todo nuestro ser, sin miedos, cálculos o condicionamientos, entonces crecemos en la libertad y difundimos su buen perfume a nuestro alrededor, en nuestra casa, en nuestra familia y en nuestra comunidad".
Tras ello, Francisco lanzó al aire -para que cada cual las responda- una gavilla de preguntas: "¿Soy una persona libre? ¿O me dijo aprisionar por los mitos del dinero, del poder y del éxito, sacrificándoles mi serenidad, mi paz y las de los demás? ¿Difundo, en los ambientes en los que vivo y trabajo, aire fresco de libertad, de sinceridad, de espontaneidad?".
A la hora de los saludos a los numerosos grupos de peregrinos presentes, el Papa volvió a efectuar una rotunda petición de parar la guerra en Gaza y agradeció los esfuerzos de los organizadores de la Conferencia Internacional Humanitaria sobre la situación en ese enclave que se desarrolla esta semana en Jordania.
Petición a Israel: "Las ayudas a Gaza deben llegar"
"Mientras agradezco esta iniciativa, estimulo a la comunidad internacional a actuar urgentemente con cualquier medio para socorrer a la población de Gaza, abatida por la guerra. Las ayudas humanitarias deben poder llegar a quien tiene necesidad y ninguno lo puede impedir", afirmó con decisión Francisco.
Haciéndose de la conmemoración ayer del décimo aniversario de la invocación por la paz en el Vaticano, en el que participaron el entonces presidente de Israel, Simón Peres, y el de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, el Papa señaló que "aquel encuentro testimonia que "darse la mano es posible y que para hacer la paz se necesita mucha más valentía que para hacer la guerra".
"Por tanto estimulo las negociaciones en curso entre las partes, que no son fáciles, y deseo que las propuestas de paz para el cese el fuego sobre todos los frentes y por la liberación de los rehenes sean aceptadas de inmediato por el bien de los palestinos y los israelíes... Y no olvidemos al martirizado pueblo ucraniano ni a Myanmar", concluyó.
Las palabras del Papa en la oración del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! El Evangelio de la liturgia de hoy (cfr. Mc 3,20-35) nos dice que Jesús, después de haber iniciado su ministerio público, se encontró ante dos reacciones: la de sus parientes, que estaban preocupados y temían que se hubiera vuelto loco; y la de las autoridades religiosas, que lo acusaban de actuar movido por un espíritu maligno. En realidad, Jesús predicaba y sanaba a los enfermos con la fuerza del Espíritu Santo. El Espíritu Santo lo hacía divinamente libre, es decir, capaz de amar y de servir sin medida y sin condiciones. Detengámonos un poco a contemplar esta libertad de Jesús.
Jesús era libre respecto a las riquezas: por eso dejó la seguridad de su pueblo, Nazaret, para abrazar una vida pobre y llena de incertidumbres (cfr. Mt 6,25-34), curando gratuitamente a los enfermos y a cualquiera que viniese a solicitarle ayuda, sin pedir nunca nada a cambio (cfr. Mt 10,8).
Era libre respecto al poder: efectivamente, llamó a muchos a seguirlo, pero nunca obligó a nadie a hacerlo; y jamás buscó el apoyo de los poderosos, sino que estuvo siempre de la parte de los últimos, y enseñó a sus discípulos a hacer lo mismo (cfr. Lc 22,25-27).
Finalmente, era libre respecto a la búsqueda de la fama y de la aprobación, y por eso nunca renunció a decir la verdad, aun a costa de no ser comprendido (cfr. Mt 3,21) y de hacerse impopular, hasta morir en la cruz; y no se dejó intimidar, ni comprar, ni corromper por nada ni por nadie (cfr. Mt 10,28).
Jesús era un hombre libre. Y esto es importante también para nosotros. De hecho, si nos dejamos condicionar por la búsqueda del placer, del poder, del dinero o de la aprobación, nos convertimos en esclavos de estas cosas. Si, en cambio, permitimos al amor gratuito de Dios que nos llene y nos dilate el corazón, y si dejamos que rebose espontáneamente donándolo a los demás, con todo nuestro ser, sin miedos, cálculos o condicionamientos, entonces crecemos en la libertad y difundimos su buen perfume a nuestro alrededor, en nuestra casa, en nuestra familia y en nuestra comunidad.
Entonces, podemos preguntarnos: ¿soy una persona libre? ¿O me dijo aprisionar por los mitos del dinero, del poder y del éxito, sacrificándoles mi serenidad, mi paz y las de los demás? ¿Difundo, en los ambientes en los que vivo y trabajo, aire fresco de libertad, de sinceridad, de espontaneidad?
Que la Virgen María nos ayude a vivir y a amar como Jesús nos enseñó, en la libertad de los hijos de Dios (cfr. Rm 8,15.20-23).