(Vatican News).- “Creo que es tremendamente importante escuchar a las víctimas, porque en regiones como esta, siempre ha habido una posición tan fuerte de la Iglesia que muchas veces a las víctimas se las ignoraba y no solo en esta región, sino en otras regiones del mundo también se considera a las víctimas enemigos de la Iglesia solo por contar las tragedias que les han pasado”.
Con estas palabras Juan Carlos Cruz, víctima de abusos cuando era adolescente, comenta la Conferencia para la protección de menores que inició este 19 de septiembre en Varsovia, Polonia. Este evento no solo es un importante resultado de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores, de la cual el Papa Francisco lo ha nombrado miembro en el mes de marzo pasado, sino también un importante logro personal.
Tratar a las víctimas con la dignidad que se merecen
Juan Carlos Cruz, chileno pero estadunidense de adopción, es escritor y periodista, fue víctima de abusos cuando era joven por parte del Padre Fernando Karadima, el sacerdote fallecido en julio de 2021, al que el Papa Francisco lo había reducido al estado laical en 2018 a causa de continuos y verificados abusos contra menores y seminaristas. Dialogando con Vatican News, sobre la Conferencia de Varsovia, a la cual participa como relator, Cruz señala la importancia de la escucha y la atención a las víctimas, de tratarlos con toda la dignidad que se merecen es tremendamente importante.
Abusos: Sólo la verdad y el perdón sanarán a la Iglesia, dijo el Papa en la conferencia organizada por @TutelaMinorum y @ChurchInPoland sobre la prevención de abusos por parte del clero en Varsovia.@hans_zollner@CardinalSean#safeguardinghttps://t.co/mLc9MZmvmD
— AngelusEnEspanol (@AngelusEspanol) September 20, 2021
El abrazo del Papa
La historia de Juan Carlos, el Papa Francisco la conoció con todo detalle tras recibirlo, unos meses después de su viaje a Chile y Perú en enero de 2018, junto a otras dos víctimas, James Hamilton y José Andrés Murillo, en Santa Marta en un encuentro que los tres calificaron de "largo y emotivo". Es a partir de ese "abrazo con el Santo Padre" que Juan Carlos dice haberse reconciliado con una Iglesia que antes consideraba "el mal absoluto", no sólo por los abusos que sufrió, sino también por un sistema de encubrimiento con el que chocaba a menudo. Juan Carlos Cruz continúa diciendo que está profundamente agradecido al Papa por su "afecto" y también porque "gracias a él, el problema de los abusos se ha convertido en un asunto urgente".
¿Qué contribución podrás dar tú desde tu experiencia personal?
R.- Me impresiona mucho la gente que está en la Comisión, son muy preparados, gente muy buena. Me gusta que el Papa Francisco tenga especial consideración, que esté preocupado del tema, porque lo he experimentado personalmente con su cariño y de verdad me he dado cuenta que él si cree.
Me preocupa que gente en la Curia y Obispos alrededor del mundo todavía no crean y no vean la urgencia de este problema, es como ese ejemplo que yo siempre doy, que uno tiene un tumor, un cáncer, que te sacan el tumor, pero hay que hacer una quimioterapia, si no el cáncer va a volver. Entonces si no se elimina esto de una vez por todas va a ser un problema constante.
Yo espero poder dar la visión, esa visión de los sobrevivientes, no que la gente de la Comisión no lo sepa porque son gente que, si está en contacto con víctimas, pero tratar de poner esa urgencia que realmente se necesita y ser, aunque a veces te digan hasta cuándo, hasta cuándo, pero hay que seguir golpeando puertas y pidiendo y para que esto termine porque hay mucha gente que está sufriendo muchísimo.
¿Hay alguna diferencia, en su opinión, en la forma en que los supervivientes de esta parte de Europa luchan y llevan a cabo sus reivindicaciones?
R.- Creo que los supervivientes necesitan más valor en todas partes, no sólo en Europa Oriental y Central. En algunos lugares, por supuesto, hay situaciones que pueden dificultar todo. Basta pensar en los supervivientes de Uganda, por ejemplo, donde la homosexualidad está penalizada, por lo que o mueren o van a la cárcel. También he conocido a supervivientes que no son homosexuales pero que tienen miedo de decir que han sido abusados por un sacerdote porque la gente podría decir: "Entonces eres homosexual" y podrían incluso morir. Piensa en lo horrible que es... Por supuesto, es cierto que hay factores que influyen en los distintos países y que dificultan aún más que las víctimas cuenten sus historias.
¿Cuáles son tus esperanzas para esta zona de Europa tras el acontecimiento de Varsovia?
R.- En realidad, no es la primera vez que voy a Varsovia para hablar de los abusos. Hace muchos años tuve la suerte de hablar con algunos supervivientes, en una reunión organizada por ellos. No por la Iglesia. Recuerdo que fue una reunión informal y confidencial, realizada en un lugar público muy agitado. Pensé que no vendría nadie, pero en cambio había un centenar de personas presentes, aunque muchas seguían asustadas. Por eso me alegro de que ahora haya un cambio de ritmo en la propia ciudad, que la gente pueda ver que es la Iglesia la que organiza una conferencia así. Sobre todo, espero que esto se haga realidad también en otros países, especialmente en aquellos en los que los Obispos piensan: "Este es un problema para otro lugar". No, la lacra de los abusos está en todas partes y debemos estar atentos, ayudar a las víctimas, creer en ellas, echarles una mano, tratarlas con la dignidad que merecen y buscar los procesos adecuados para que se haga justicia.
¿Cree que la Conferencia puede lograr este tipo de resultados?
R.- Creo que es realmente importante, sobre todo el hecho de que se haga hincapié en que tratar los casos de abuso ahora mismo es una emergencia. Si no nos ocupamos de estas cuestiones, nos quedamos sólo en la punta del iceberg. También debo decir que, en comparación con el pasado, se ha hecho mucho. ¡Eso es seguro! Y, como he dicho, el principal mérito es del Papa Francisco, que tiene una preocupación real. Espero que toda la Iglesia tenga la misma preocupación que el Papa.