Primeras impresiones del nuevo prefecto del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso Cardenal Koovakad, abrumado por sus predecesores y animado: La diferencia es una ventaja
Entrevista con el cardenal indio nombrado prefecto del Dicasterio que se ocupa de las religiones no cristianas y que también mantendrá sus competencias sobre los viajes del Papa
"Tengo asombro, alegría y mucha inquietud por la gran responsabilidad de suceder en el cargo a un hombre sabio y bueno como el cardenal Ayuso, y a un hombre de profunda fe e incansable constructor de paz como el cardenal Tauran"
| Andrea Tornielli
(Vatican News).- «Asombro, alegría y mucha inquietud por la gran responsabilidad de suceder en el cargo a un hombre sabio y bueno como el cardenal Ayuso, y a un hombre de profunda fe e incansable constructor de paz como el cardenal Tauran». Así ha acogido el cardenal indio George Jacob Koovakad, encargado de los Viajes Apostólicos del Papa, la decisión del Papa Francisco de nombrarle responsable del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso, que fomenta y regula las relaciones con los miembros y grupos de religiones que no se incluyen bajo el nombre cristiano, a excepción del judaísmo, cuya competencia recae en el Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
La Oficina de Prensa de la Santa Sede ha publicado hoy, viernes 24 de enero, su nombramiento: mantendrá también su cargo actual. Hemos hablado con él para recoger sus primeras impresiones.
-¿Cómo ha acogido este nombramiento?
-«Con gran gratitud hacia el Papa Francisco, que en menos de dos meses me ha incluido inesperadamente en el Colegio Cardenalicio, me ha nombrado arzobispo y ahora me confía un Dicasterio que, hasta hace poco, estuvo dirigido por un hombre sabio y bueno como el cardenal Miguel Ángel Ayuso Guixot y, antes que él, por un hombre de profunda fe e incansable constructor de paz como el cardenal Tauran, también hasta el final de su vida. Y esto, lo confieso, me produce mucha inquietud y, también, una sensación de incapacidad. Al mismo tiempo, confío mucho en las oraciones de todos aquellos que no dejan de soñar con un mundo en el que las diversidades religiosas no sólo convivan en paz, sino que sean ellas mismas elementos insustituibles para construir la paz entre los pueblos.
Confío en la guía del Santo Padre, y también en el camino ya trazado con profunda sabiduría por quienes me han precedido. Y confío, sobre todo, en la ayuda de los colaboradores del Dicasterio, a quienes he encontrado en las últimas horas y que me han acogido con amistad, haciéndome sentir como en casa».
-Usted nació hace 51 años en Chethipuzha, Kerala. Como indio, aunque haya vivido muchos años fuera de su país, lleva en su ADN el tema de la convivencia entre confesiones religiosas muy diferentes...
-«Sí, nací y crecí en una sociedad multicultural y multirreligiosa, donde se respetan todas las religiones y se garantiza la armonía. ¡La diferencia es una ventaja! Me gusta señalar que el diálogo interreligioso en la India está tradicionalmente ligado al monacato. Ya en 1500, el jesuita Roberto De Nobili adoptó los hábitos y costumbres de los monjes indios, aprendiendo las lenguas locales e intentando asimilar todo lo que se podía valorar de estas tradiciones. Un intento no exento de riesgos, aunque, como nos enseña el Papa, saliendo y caminando, siempre se arriesga algo. Pero lo que quisiera subrayar es esta actitud de apertura, de simpatía y de cercanía a otras tradiciones.
La fe cristiana es capaz de inculturación: los cristianos están llamados a ser semillas de fraternidad para todos. Esto no significa renunciar a la propia identidad, sino ser conscientes de que la identidad no es ni debe ser nunca un motivo para levantar muros o discriminar a los demás, y siempre es una oportunidad para tender puentes. El diálogo interreligioso no es simplemente un diálogo entre religiones, sino entre creyentes llamados a testimoniar en el mundo la belleza de creer en Dios y practicar la caridad fraterna y el respeto».
-Una de las tareas de su nuevo Dicasterio es la de las relaciones con el mundo islámico. ¿Qué puede decirnos al respecto?
-El Concilio Ecuménico Vaticano II dio vida a una nueva etapa en las relaciones con las demás religiones y, por tanto, también con el Islam. Quisiera recordar palabras y gestos proféticos, como el de San Pablo VI que, peregrinando en Uganda en 1969, rindió homenaje a los primeros mártires cristianos africanos haciendo una comparación que asociaba también a los creyentes musulmanes con el martirio que todos ellos habían sufrido a manos de los reyes tribales locales.
Luego, recuerdo las palabras dirigidas por San Juan Pablo II a los jóvenes musulmanes en Casablanca, Marruecos, en 1985, cuando les dijo: «Creemos en el mismo Dios, el Dios único, el Dios vivo, el Dios que crea los mundos y lleva a sus criaturas a su perfección». Dieciséis años más tarde, el mismo Pontífice cruzó por primera vez el umbral de una mezquita, la de los Omeyas de Damasco, durante su viaje a Siria. Se mantiene viva en la memoria, la imagen de Benedicto XVI reunido en silencio en la Mezquita Azul de Estambul, en 2006. Y cómo no mencionar entonces los numerosos pasos dados por el Papa Francisco, como la firma del documento sobre la fraternidad humana firmado junto al Gran Imán de Al-Azhar Ahmad Al-Tayyeb, el 4 de febrero de 2019, en Abu Dhabi, seguido, al año siguiente, de la publicación de la encíclica «Fratelli tutti».
-Los episodios que cita están casi todos relacionados con peregrinaciones apostólicas de los Papas y esto me lleva a relacionar lo dicho hasta ahora con su papel de organizador de los viajes de Francisco....
-En efecto, es cierto: los viajes del Santo Padre tienen casi siempre implicaciones interreligiosas, encuentros con las autoridades de otras confesiones, momentos de fraternidad vivida: pienso precisamente en el reciente viaje a Asia y Oceanía, el pasado mes de septiembre, cuando Francisco bendijo el «túnel de la amistad» que conecta la mezquita con la catedral de Yakarta, en Indonesia.
Me impresionaron los gestos de amistad del Gran Imán Nasaruddin Umar. Junto con la Nunciatura Apostólica y los colaboradores de la Oficina de Viajes de la Secretaría de Estado -a quienes agradezco el trabajo que realizan- habíamos preparado largamente, en diálogo con las autoridades musulmanas, la visita a Dubai prevista para principios de diciembre de 2023 con ocasión de la Cop28 sobre el cambio climático, que luego fue cancelada unos días antes de la partida debido a la convalecencia del Papa. Y quisiera mencionar también la maravillosa experiencia que viví unos meses antes en Mongolia, donde sólo el 1,3% de la población es cristiana. Sin olvidar también los Viajes Apostólicos a Kazajstán y Bahrein.
El contexto del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso es completamente nuevo para mí, pero creo que la experiencia que he tenido hasta ahora, y que seguiré teniendo en la Oficina de Viajes, me ha sido y me será útil. Del mismo modo, espero que me sea útil mi servicio en las Nunciaturas Apostólicas de Argelia, Corea del Sur e Irán: en 2021, todavía no me ocupaba de los viajes papales, pero las imágenes del diálogo del Santo Padre con el Gran Ayatolá Sayyid Ali al-Sistani en Nayaf, durante la histórica visita a Irak, permanecen impresas en mi memoria».