"Clara de Asís, modelo luminoso de quienes supieron vivir su adhesión a Cristo con valor y generosidad" El Papa reconoce: “Con mucho dolor, me enteré del asesinato del Padre Olivier Maire”
"El encuentro con Jesús es más importante que todos los mandamientos"
"La Ley no da la vida, no ofrece el cumplimiento de la promesa, porque no está en la condición de poder realizarla"
"Todos los que tienen fe en Jesucristo están llamados a vivir en el Espíritu Santo, que libera de la Ley y al mismo tiempo la lleva a cumplimiento según el mandamiento del amor"
"Todos los que tienen fe en Jesucristo están llamados a vivir en el Espíritu Santo, que libera de la Ley y al mismo tiempo la lleva a cumplimiento según el mandamiento del amor"
El Papa Francisco, que parece plenamente recuperado de su operación de colon, sigue centrando sus catequesis de los miércoles en la explicación de la carta de Pablo a los Gálatas. En esta ocasión, se centra en la diferencia entre la Ley y la promesa. La primera es el “pedagogo”, porque “la Ley no da la vida, no ofrece el cumplimiento de la promesa, porque no está en la condición de poder realizarla”. Por eso, “el encuentro con Jesús es más importante que todos los mandamientos”.
En el saludo en francés, el Papa reconoce que “con mucho dolor, me enteré del asesinato del Padre Olivier Maire”, presenta sus condolencias a la congregación de los monfortianos, “a su familia y a todos los católicos de Francia”.
Lectura de la carta de Pablos a los Gálatas: Gal3,19.21-22
Texto íntegro de la catequesis
Hermanos y hermanas, ¡buenos días!
«¿Para qué la ley?» (Gal3,19). Esta es la pregunta en la que, siguiendo a San Pablo, queremos profundizar hoy, para reconocer la novedad de la vida cristiana animada por el Espíritu Santo. El apóstol escribe: «Si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley» (Gal5,18). Sin embargo, los detractores de Pablo sostenían que los Gálatas tendrían que seguir la Ley para ser salvados. El apóstol no está en absoluto de acuerdo. No es en estos términos que se había acordado con los otros apóstoles en Jerusalén. Él recuerda bien las palabras de Pedro cuando sostenía: «¿Por qué,pues, ahora tentáis a Dios queriendo poner sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros pudimos sobrellevar?» (Hch15,10). Las disposiciones que surgieron en ese “primer concilio” de Jerusalén eran muy claras, y decían: «Que hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros más cargas que estas indispensables: abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre, de los animales estrangulados y de la impureza» (Hch15,28-29).
Cuando Pablo habla de la Ley, hace referencia normalmente a la Ley mosaica. Esta estaba relacionada con la Alianza que Dios había establecido con su pueblo. Según varios textos del Antiguo Testamento, la Torah–el término hebreo con el que se indica la Ley –es la recopilación de todas esas prescripciones y normas que los israelitas deben observar, en virtud de la Alianza con Dios. Una síntesis eficaz de qué es la Torah se puede encontrar en este texto del Deuteronomio: «Porque de nuevo se complacerá Yahveh en tu felicidad, como se complacía en la felicidad de tus padres, si tú escuchas la voz de Yahveh tu Dios guardando sus mandamientos y sus preceptos, lo que está escrito en el libro de esta Ley, si te conviertes a Yahveh tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma» (30,9-10).
La observancia de la Ley garantizaba al pueblo los beneficios de la Alianza y el vínculo particular con Dios. Estrechando la Alianza con Israel, Dios le había ofrecido la Torah para que pudiera comprender su voluntad y vivir en la justicia. En más de una ocasión, sobre todo en los libros de los profetas, se constata que la no observancia de los preceptos de la Ley constituía una verdadera traición a la Alianza, provocando la reacción de la ira de Dios.
El vínculo entre Alianza y Ley era tan estrecho que las dos realidades eran inseparables. A la luz de todo esto es fácil entender el buen juego que tendrían esos misioneros que se habían infiltrado entre los Gálatas para sostener que la adhesión a la Alianza conllevaba también la observancia de la Ley mosaica. Sin embargo, precisamente sobre esto punto podemos descubrir la inteligencia espiritual de San Pablo y las grandes intuiciones que él ha expresado, sostenido por la gracia recibida para su misión evangelizadora.
El Apóstol explica a los Gálatas que, en realidad, la Alianza y la Ley no están vinculadas de forma indisoluble. El primer elemento sobre el que se apoya es que la Alianza establecida por Dios con Abraham se basó en la fe en el cumplimiento de la promesa y no en la observancia de la Ley, que todavía no estaba. Escribe el Apóstol: «Y digo yo: Un testamento ya hecho por Dios en debida forma [con Abraham], no puede ser anulado por la ley, que llega cuatrocientos treinta años más tarde [con Moisés], de tal modo que la promesa quede anulada. La promesa es lo que nos atrae para seguir adelante en el encuentro con el Señor. Pues si la herencia dependiera de la Ley, ya no procedería de la promesa, y sin embargo Dios otorgó a Abraham su favor en forma de promesa» (Gal3,17-18).
Con este razonamiento, Pablo alcanza un primer objetivo: la Ley no es la base de la Alianza porque llegó sucesivamente. Un argumento como este pone en evidencia a los que sostienen que la Ley mosaica sea parte constitutiva de la Alianza. La Torah,de hecho, no está incluida en la promesa hecha a Abraham. Dicho esto, no se debe pensar que san Pablo fuera contrario a la Ley mosaica. Más de una vez, en sus Cartas, defiende su origen divino y sostiene que esta posee un rol bien preciso en la historia de la salvación. Pero la Ley no da la vida, no ofrece elcumplimiento de la promesa, porque no está en la condición de poder realizarla. Quien busca la vida necesita mirar a la promesa y a su realización en Cristo. La Ley es el pedagogo que porta a Cristo.
Queridos, esta primera exposición del apóstol a los Gálatas presenta la novedad radical de la vida cristiana: todos los que tienen fe en Jesucristo están llamados a vivir en el Espíritu Santo, que libera de la Ley y al mismo tiempo la lleva a cumplimiento según el mandamiento del amor. Esto es muy imortante. La Ley nos lleva a Jesús. Los mandamientos nos llevan al encuentro con Jesús, sabiendo que el encuentro con Jesús es más importante que todos los mandamientos.
Saludo del Papa en francés
Me alegro de saludar a los fieles francófonos. Con mucho dolor, me enteré del asesinato del Padre Olivier Maire. Envío mis condolencias a la comunidad religiosa de los monfortianos de Saint-laurent-sur-Sèvre, en Vendée, a su familia y a todos los católicos de Francia. Os aseguro mi participación y mi cercanía espiritual. A todos, mi bendición.
Saludo del Papa en español
Queridos hermanos y hermanas: Hoy san Pablo nos pregunta: “¿Por qué la Ley?”. La cuestión nace del intento de algunos discípulos de imponer a los gálatas que observaran un conjunto de preceptos establecidos en los primeros libros de la Escritura, denominados la Ley de Moisés.
Esta imposición se justificaba por la identificación de la Ley con la Alianza que Dios había hecho con su pueblo, de modo que sólo el cumplimiento de la Ley aseguraba el favor de Dios.
Pablo desmonta esta tesis, afirmando que la Alianza se hizo con Abrahán en base a la fe, y que la Ley vino siglos después. Por tanto, la Ley —aun siendo de origen divino y teniendo un lugar en la Historia de la Salvación—, no da vida por sí misma. Quien busca la vida verdadera debe mirar a la promesa y a su realización en Jesús.
Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. Los animo a dejarse guiar por el Espíritu Santo para reconocer la radical novedad de la vida cristiana, liberándonos de la Ley y al mismo tiempo llevándola a plenitud en el precepto del amor. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.
Saludo en italiano
Hoy celebramos la memoria de Santa Clara de Asís, modelo luminoso de quienes supieron vivir su adhesión a Cristo con valor y generosidad. Imita su ejemplo para que, como ella, puedas responder fielmente a la llamada del Señor. Mi bendición para todos.
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