El viernes 27 de marzo, evidentemente, estaba lloviendo. Y el Crucifijo, la imagen que decenas de millones de personas vieron junto con el Obispo de Roma conectado a través de la televisión y la web, aunque estaba colocado cerca de la fachada de la Basílica, fue alcanzado por la lluvia. Como se pudo ver, gracias a su reaparición en el centro de la liturgia de la Misa de Domingo de Ramos, la obra no ha sufrido daños graves o significativos, al contrario de lo que algunos dicen. Solo pequeños retoques fueron hechos en el curso de una mañana por los expertos restauradores de los Museos Vaticanos de acuerdo con la Superintendencia Italiana. Los retoques se aplicaron a pequeños desprendimientos, también vinculados a problemas de manejo, y en parte preexistentes. Estas mínimas y rápidas intervenciones han asegurado la obra, que después de las celebraciones de Pascua pueda volver a la iglesia de San Marcello al Corso.
En la tradición cristiana el arte y la belleza siempre han jugado un papel fundamental para ayudar a entrar en el misterio, en la celebración litúrgica, en la oración, en el conocimiento de la Escritura. El Crucifijo es una obra que ha pasado por la historia de la Ciudad Eterna, llena de dolor, oraciones, esperanzas y devoción. Ha sido un punto de referencia en momentos particularmente dramáticos en la vida de los romanos en los siglos pasados. Por esta razón su presencia en la Plaza de San Pedro el 27 de marzo, y ahora dentro de la Basílica para los ritos de Pascua, tiene un profundo significado. Muchas personas en el mundo, en este momento de dolor con decenas de miles de víctimas de la pandemia, lo entendieron inmediatamente.
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— RAMIRO ESCOTO (@Ramiro_Escoto) March 26, 2020
llevan el crucifijo de San Marcello al Corso en el Vaticano.
Venerado la semana pasada por el Papa, estará presente mañana en la Piazza San Pedro para rezar para que se detenga el Coronavirus. Fue poderoso contra la Gran Peste en 1522. pic.twitter.com/PJu1cw7ooe