Fundadora de "Madres contra la pena de muerte y la tortura" Tamara Chikunova: "Mi hijo firmó su sentencia para salvarme"
Su único hijo fue detenido y fusilado injustificadamente
Viaja por el mundo contando su historia: la condena a muerte de su hijo, que la llevó a emprender el camino de la humanización de las cárceles
En su tierra natal la pena de muerte, gracias también a su arduo trabajo, apoyado por la Comunidad de San Egidio, fue abolida el 1 de enero de 2008, y se salvaron cientos de vidas
Es un dolor fuerte pero compuesto el de Tamara, que después de dos años de insomnio marcado por una profunda sed de venganza, asumió el último deseo de su amado hijo y comenzó a luchar contra el "castigo extremo"
En su tierra natal la pena de muerte, gracias también a su arduo trabajo, apoyado por la Comunidad de San Egidio, fue abolida el 1 de enero de 2008, y se salvaron cientos de vidas
Es un dolor fuerte pero compuesto el de Tamara, que después de dos años de insomnio marcado por una profunda sed de venganza, asumió el último deseo de su amado hijo y comenzó a luchar contra el "castigo extremo"
| Vatican News
(David Dionisi, Vatican News).- Es un río lleno, sus relatos son extremadamente detallados y todos terminan de la misma manera: "Todo tiene un límite, excepto la misericordia". Tamara Chikunova es una mujer uzbeka que, tras la condena a muerte de su único hijo, Dmitry Chikunov, de 28 años, y el sucesivo fusilamiento sucedido el 10 de julio del 2000, fundó la asociación "Madres contra la pena de muerte y la tortura". Viaja por el mundo contando su historia, la ejecución injustificada de su hijo, la historia que la llevó a emprender el camino accidentado de la defensa de la tutela de los derechos humanos y de la humanización de las cárceles. Y lo hace especialmente en aquellos países donde todavía se aplica el "castigo extremo" (en los últimos meses se ha concentrado en Bielorrusia). En su tierra natal, la pena de muerte, gracias también a su arduo trabajo, apoyado por la Comunidad de San Egidio, fue abolida el 1 de enero de 2008, y gracias a la medida se salvaron cientos de vidas humanas que ya llevaban tiempo en el corredor de la muerte.
El arresto y la tortura
"Pero vayamos por orden", comienza inmediatamente, dando poco espacio a las preguntas. "Vivíamos y trabajábamos en Tashkent hasta aquel maldito 17 de abril de 1999. En la oficina de mi hijo, se presentaron tres hombres vestidos de civil para arrestarlo. Yo estaba allí en el momento de la misteriosa visita", explica Tamara, aclarando que inmediatamente tuvo la sensación de que algo no andaba. "Pregunté acerca del motivo de tal medida y me dijeron que se trataba de una formalidad. Desde ese día, Dimitry no salió más de la prisión. Unas horas más tarde también ella fue detenida e interrogada durante 12 horas. "Me golpearon porque seguía preguntando por mi hijo. Logré verlo sólo después de seis meses y me costó reconocerlo".
También ella fue detenida e interrogada durante 12 horas. "Me golpearon porque seguía preguntando por mi hijo. Logré verlo sólo después de seis meses y me costó reconocerlo"
La confesión y la condena a muerte
Momentos indelebles para una madre obligada a escuchar episodios de tortura y humillación de todo tipo sufridos por la persona que más amaba en el mundo. ¿La razón? "No accedió a firmar un testimonio en su contra, reconociendo que había cometido el doble asesinato del que se le acusaba”. Tamara se detiene y continúa la reconstrucción de los hechos sin vacilar. "Fue llevado al lugar del crimen, lo hicieron arrodillar, le ataron las manos detrás de la espalda y le apuntaron con la pistola a la cabeza. O firmas la confesión o te disparamos, fue la amenaza. Pero Dmitry se negó de nuevo, pero cedió cuando le hicieron oír los gritos de desesperación y dolor durante mi interrogatorio. Así que mi hijo firmó su sentencia para salvarme. El 11 de noviembre en Tashkent se dictó la sentencia, pero Tamara sólo pudo reunirse con él siete meses después en el corredor de la muerte.
Después del fusilamiento, el testamento
El 10 de julio, en gran secreto, fue asesinado a tiros en la prisión de Tashkent. El dolor de la mujer era inconmensurable, especialmente cuando se combina a las tantas preguntas que nunca han recibido respuesta. ¿Por qué él y por qué tanta crueldad? Cuarenta días después, le fue enviada la última carta escrita por Dimitry antes de morir: su testamento. "Mi querida mamá, te pido perdón si el destino no nos permitirá encontrarnos. Recuerda que yo no soy culpable, no he matado a nadie. Prefiero morir, pero no dejaré que nadie te haga daño. Te quiero. Eres el único ser querido en mi vida. Por favor, acuérdate de mí”. Es dolor, dolor verdadero y fuerte pero compuesto el de Tamara, que después de dos años de insomnio marcado por una profunda sed de venganza, asume la carga del último deseo de su amado hijo y comienza a luchar contra esa odiada medida "que en demasiadas partes del mundo todavía se ve como una medida para reducir los crímenes violentos". De esta manera, el condenado se convierte en víctima de un problema social, rehén de un delito cometido en nombre de la ley. “¡Es la venganza de la sociedad!", subraya.
Con la fuerza del perdón
Su objetivo es, por tanto, luchar para mantener vivo el recuerdo del sacrificio de Dimitry y transformar su dolor en un testimonio concreto junto a las víctimas. "Con el poder del perdón", comenta. Entonces pasa a monitorear los procesos, aconseja a los familiares de los presos sobre las posibles medidas que deben adoptarse y les ayuda en la preparación de cartas y apelaciones. "Repetía a las mujeres que iban al corredor de la muerte a visitar a sus hijos, a sus maridos, a sus hermanos: ‘No llores, denles la fuerza para luchar y seguir adelante. La de ustedes es una batalla por la vida. Y nunca hablen de venganza’”. La fuerza de voluntad y las iniciativas de su Asociación, apoyadas también por sus primeros seguidores, "los amigos de la Comunidad de San Egidio", permiten que Tamara alcance la meta.
Abolición de la pena de muerte y las vidas salvadas
El 1 de enero de 2008, Uzbekistán abolió la pena de muerte y en ese año se convirtió en el 134º país abolicionista del mundo y el tercero de la Asia Central ex soviética, después de Turkmenistán y Kirguistán. Tamara lo logró y aunque hoy en día es ciudadana uzbeka "no deseada", ha cruzado las fronteras geográficas y cuenta su historia y la de los que sobrevivieron. Entre las vidas que logró salvar se encuentra la de Evgeny Gugnin: "Para él la sentencia ya había sido dictada", continúa. "En el corredor de la muerte fue bautizado y expresó su voluntad de ser sacerdote si lograba salir de ese infierno. Evgeny fue indultado y puesto en libertad en 2011. Hoy es estudiante en el seminario de Tashkent”.
En marzo de 2005 Dmitry fue reconocido inocente post mortem
La carpeta de Tamara
Una historia con un final feliz como las muchas que Tamara recoge en un paquete que contiene fotos y notas. Una carpeta A4 que se abre con una foto maxi de su amado hijo, junto con la frase: "Chikunov Dmitry, 28 años, ciudadano ruso, cristiano, no tiene ningún valor para la sociedad, y no puede ser rehabilitado en la cárcel. Por lo tanto, por los delitos cometidos, es condenado a muerte por fusilamiento”. En marzo de 2005 Dmitry fue rehabilitado post mortem, reconocido inocente, y su juicio fue declarado injusto para él, como para tantos otros. Tamara concluye: "La puerta de la prisión era demasiado ancha cuando entró, pero infinitamente estrecha cuando intentó salir”.
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