Votó a favor de la propuesta y alardeó de ello en una entrevista concedida en pleno Sínodo El cardenal Müller apoyó desde el principio la solución del "fuero interno" para los divorciados vueltos a casar

(C. Doody/H. Munsterman).- El cardenal Müller apoyó desde el principio la propuesta clave en Amoris laetitia, que abre la posibilidad de que los divorciados vueltos a casar puedan comulgar. Eso es lo que revela no solo un repaso pormenorizado de la cronología del Sínodo sobre la Familia de 2015, sino también el relato de un miembro del grupo de los obispos de habla alemana, al que ha tenido acceso RD.

Tal y como señala esta fuente, en pleno proceso de votación en el Sínodo, el Prefecto de Doctrina de la Fe se puso en contacto con la revista alemana Focus para afirmar que, con respecto a la recepción de la Eucaristía de los divorciados vueltos a casar, "en ciertos casos puede haber excepciones, desde la perspectiva de la conciencia".

"Uno puede pensar más en esta línea", añadió el purpurado en esta entrevista muy poco difundida, empleando una expresión técnica alemana para referirse a un posible desarrollo de la doctrina. La misma frase -que "puede haber excepciones"- que el purpurado utilizó varias veces durante las reuniones del grupo, según recuerda nuestra fuente. Ocasiones en las que Müller se mostró cada vez más convencido de los méritos del "camino penitencial" que había propuesto originariamente el cardenal Walter Kasper.

¿Qué es lo que hizo a Müller adoptar este punto de vista? En su presentación del informe, el mismo cardenal Marx señaló que el grupo alemán había llegado a un acuerdo sobre este "camino penitencial" gracias a un estudio "muy importante" de san Tomás Aquino, patrón de la virtud de la prudencia.

Información que corrobora nuestra fuente dentro del grupo de los obispos alemanes, que recuerda a su vez que tal estudio fue liderado por el también dominico cardenal Christoph Schönborn. A juicio de nuestra fuente, Schönborn -uno de los principales redactores del Catecismo- insistió durante las reuniones en la primacía del Catecismo sobre Familiaris Consortio, y en los fuertes reclamos del texto de la catequesis, en los que se asegura, por ejemplo, que "el ser humano debe obedecer siempre el juicio cierto de su conciencia" (1800).

En su informe final, los padres sinodales alemanes propusieron una especie de camino intermedio entre las que calificaron como "soluciones simples y genéricas": o bien denegar el Sacramento a los divorciados o bien permitírselo sin más. A este fin, introdujeron la posibilidad de que los vueltos a casar pudieran volver a la Eucaristía mediante un proceso de "reflexión y penitencia", acometido en el "fuero interno" con la ayuda de un sacerdote confesor.

Se apoyaron en su argumentación en la obligación de los sacerdotes, recogida ya en Familiaris Consortio, de "discernir bien las situaciones" en las que los fieles se encuentran. Esto es el mismo párrafo que el cardenal cita ahora, para insistir, como ha hecho en conversación con Il Timone, que "es imposible" que se dé una contradicción entre la Tradición de la Iglesia y la conciencia personal.

Cabe recordar que la propuesta modificada del cardenal Kasper fue aprobada de forma unánime por el grupo alemán, tal y como relató en su presentación del informe final el cardenal Marx. "Cada texto del grupo de habla alemana, cada relatio, es unánime. Ningún voto en contra", dijo en aquel momento el arzobispo de Munich y Frisinga. Lo que significa que el cardenal Müller también votó a favor de la proposición.

La aprobación de Müller y los otros padres alemanes de la solución del "fuero interno"  resultó luego clave, para que ese mismo lenguaje fuera adoptado en la Relación Final del Sínodo, tal y como se aprecia en párrafos como el siguiente:

El camino de acompañamiento y discernimiento orienta a estos fieles a la toma de conciencia de su situación ante Dios. La conversación con el sacerdote, en el fuero interno, contribuye a la formación de un juicio correcto sobre aquello que obstaculiza la posibilidad de una participación más plena en la vida de la Iglesia y sobre los pasos que pueden favorecerla y hacerla crecer. (Relación Final, 86)

Este párrafo no solo fue adoptado por una mayoría de dos tercios de los padres sinodales, sino que aparece casi en su totalidad en la versión final de Amoris laetitia (300), en cuyo contexto se ha convertido en la base de las interpretaciones de los obispos tanto de Buenos Aires como de Malta.

Esto es, con el apoyo completo de Müller, al menos en este primer momento. Y por mucho que ahora las critique por los "sofismas" y "confusiones" que supuestamente han introducido en la doctrina. Y por mucho que obvie que él -como Prefecto de Doctrina de la Fe- no ayuda precisamente a la causa de la claridad al estar constantemente cambiando de parecer.

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