Acusa a Burke, Caffarra, Brandmuller y Meisner de herejía, apostasía, escándalo, sacrilegio e hipocresía El presidente de la Conferencia Episcopal griega carga contra los cardenales críticos con el Papa

(Cameron Doody).- Herejía, apostasía, escándalo, sacrilegio e hipocresía. El obispo Frangkiskos Papamanolis, presidente de la Conferencia Episcopal griega, ha lanzado una rotunda acusación contra los cuatro cardenales ultraconservadores que han amenazado al Papa con "un acto formal de corrección" ante los "errores" de Amoris laetitia.

En una carta, Papamanolis carga contra Burke, Caffarra, Brandmuller y Meisner, a quienes acusa de haber creado confusión entre los fieles y dado pie a una grave ofensa al Papa por haber cuestionado su autoridad magisterial con sus cinco dubia.

En su opinión, el error de los cuatro cardenales se remonta a antes de escribir su carta a Bergoglio, cuando, en su opinión, "deberían haber ido a nuestro Santo Padre Francisco y haberle pedido que les suprimiera de la lista del Colegio Cardenalicio".

Haber utilizado el título de cardenal "para dar prestigio a lo que escribieron" debe causar síncope con sus conciencias, tal y como ha causado "escándalo" entre el pueblo de Dios. "El hecho de que escriban como cardenales no cambia el sentido de sus palabras, que son gravemente ofensivas al obispo de Roma", afirma Papamanolis.

Los purpurados disidentes pretendieron actuar, al poner en entredicho el magisterio de Francisco, "por el bien de almas". Sin embargo, el obispo da la vuelta al argumento, subrayando que las almas que de verdad corren peligro son precisamente los de estos rebeldes. "Queridísimos hermanos", escribe, "estoy profundamente preocupado por el bien de sus almas, debido a sus dos pecados muy serios", los de herejía y escándalo:

- El pecado de herejía (¿y de apostasía? De hecho, así comienzan los cismas en la Iglesia). Del documento que publicaron se deduce claramente que, en práctica, ustedes no creen en la suprema autoridad magisterial del Papa, reforzada por dos Sínodos de los obispos de todo el mundo. Se ve que el Espíritu Santo solo les inspira a ustedes y no al vicario de Cristo ni a los obispos reunidos en Sínodo;

- Y más grave aún, el pecado del escándalo, dado públicamente al pueblo cristiano de todo el mundo. Al respecto, Jesús dijo: «¡Ay de aquel que causa escándalos!» (Mateo, 18, 7). «Sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo hundieran en el fondo del mar» (Mateo, 18, 6).

Papamanolis aconseja que, al haber caído en estos graves pecados, los cuatro disidentes deben buscar ya el consuelo del sacramento de la Penitencia. De no hacerlo, advierte, caerán en el pecado -aún más grave, si cabe- del sacrilegio y hipocresía:

Temo que sus categorías mentales encontrarán argumentos sofisticados para justificar lo que están haciendo, hasta el punto en que ni siquiera lo considerarán un pecado para ser tratado en el sacramento de la Penitencia, y continuarán celebrando la Santa Misa todos los días y recibiendo el sacramento de la Eucaristía de forma sacrílega, mientras sostienen que les escandaliza que, en algunos casos, una persona divorciada reciba la Eucaristía y mientras acusan al Santo Padre Francisco de herejía.

Tras matizar algunas palabras que él mismo pronunció en uno de los Sínodos sobre la Familia, cuyas consultas dieron pie a la exhortación apostólica, el obispo Papamanolis termina su carta explicando que, aunque los cardenales rebeldes se hayan equivocado, aún están a tiempo para reparar el daño: "Queridísimos hermanos: que el Señor los ilumine para reconocer lo antes posible su pecado y para reparar el escándalo que han dado"

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