La Dolorosa, discípula y madre
El pasado 3 de abril, Viernes de Pasión, la Iglesia recordaba asimismo los dolores de María, Nuestra Señora de los Dolores. Una veneración del pueblo de Dios que tiene siglos de historia. Así lo recordaba el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. Y destacaba:
“Se han escrito himnos en honor a Nuestra Señora de los Dolores: estaba al pie de la cruz y la contemplan allí, sufriendo. La piedad cristiana ha recogido los dolores de la Virgen y habla de los ‘siete dolores’”
Siete dolores
El Santo Padre rememorando estos dolores decía: “El primero, sólo 40 días después del nacimiento de Jesús, la profecía de Simeón que habla de una espada que traspasará su corazón. El segundo dolor se refiere a la huida a Egipto para salvar la vida de su hijo. El tercer dolor, esos tres días de angustia cuando el niño se quedó en el templo. El cuarto dolor, cuando Nuestra Señora se encuentra con Jesús en el camino al Calvario”.
“El quinto dolor de Nuestra Señora es la muerte de Jesús, ver al Hijo allí, crucificado, desnudo, muriendo”
Rezar estos siete dolores
“El sexto dolor, el descenso de Jesús de la cruz, muerto, y lo toma en sus manos como lo había tomado en sus manos más de treinta años antes en Belén. El séptimo dolor es el entierro de Jesús. Y así, la piedad cristiana sigue este camino de Nuestra Señora que acompaña a Jesús. Es bueno para mí, por la tarde, cuando rezo el Ángelus, rezar estos siete dolores como recuerdo de la Madre de la Iglesia, cómo la Madre de la Iglesia con tanto dolor nos ha dado a luz a todos”.
La que nunca pidió para sí misma
El Papa afirmó en aquella oportunidad que la Virgen “nunca pidió nada para sí misma, nunca. Sí para los demás: pensemos en Caná, cuando va a hablar con Jesús. Nunca dijo: Soy la madre, mírenme: seré la reina madre”. Y añadió:
"Nuestra Señora no quiso quitarle ningún título a Jesús; recibió el don de ser su Madre y el deber de acompañarnos como Madre, de ser nuestra Madre"
El Redentor es uno solo
“No pidió para sí misma ser cuasi-redentora o una co-redentora: no. El Redentor es uno solo y este título no se duplica. Sólo discípula y madre. Y así, como madre debemos pensar en ella, debemos buscarla, debemos rezarle. Ella es la Madre. En la Iglesia Madre”.
“En la maternidad de la Virgen vemos la maternidad de la Iglesia que recibe a todos, buenos y malos: a todos”