Mensaje para la 61ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, del 21 de abril Francisco exhorta a los jóvenes a atender 'la llamada divina': “Tened la valentía de involucraros”
“Despertémonos del sueño, salgamos de la indiferencia, abramos las rejas de la prisión en la que tantas veces nos encerramos, para que cada uno de nosotros pueda descubrir la propia vocación en la Iglesia y en el mundo y se convierta en peregrino de esperanza y artífice de paz"
“Como individuos y como comunidad, en la variedad de los carismas y de los ministerios, todos estamos llamados a ‘darle cuerpo y corazón’ a la esperanza del Evangelio en un mundo marcado por desafíos epocales: el avance amenazador de una tercera guerra mundial a pedazos; las multitudes de migrantes que huyen de sus tierras en busca de un futuro mejor”
“A los jóvenes, especialmente a cuantos se sienten alejados o que desconfían de la Iglesia, quisiera decirles: déjense fascinar por Jesús, plantéenle sus inquietudes fundamentales"
Francisco apela al camino de la oración, en este año dedicado a ella y a las puertas del Año del Jubileo en 2025, acompañándola del “sello de la sinodalidad”, porque “no somos islas encerradas en sí mismas, sino que somos partes del todo”
“A los jóvenes, especialmente a cuantos se sienten alejados o que desconfían de la Iglesia, quisiera decirles: déjense fascinar por Jesús, plantéenle sus inquietudes fundamentales"
Francisco apela al camino de la oración, en este año dedicado a ella y a las puertas del Año del Jubileo en 2025, acompañándola del “sello de la sinodalidad”, porque “no somos islas encerradas en sí mismas, sino que somos partes del todo”
“Despertémonos del sueño, salgamos de la indiferencia, abramos las rejas de la prisión en la que tantas veces nos encerramos, para que cada uno de nosotros pueda descubrir la propia vocación en la Iglesia y en el mundo y se convierta en peregrino de esperanza y artífice de paz. Apasionémonos por la vida y comprometámonos en el cuidado amoroso de aquellos que están a nuestro lado y del ambiente donde vivimos. Se lo repito: ¡tengan la valentía de involucrarse!”.
Al igual que hizo durante la histórica JMJ de Lisboa en agosto pasado, donde exhortó a los jóvenes a aquel “¡levantaos!”, el papa Francisco los invita ahora a “escuchar la llamada divina” en su mensaje para la 61ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones que, bajo el lema ‘Llamados a sembrar la esperanza y a construir la paz', se celebrará el 21 de abril de 2024, cuarto domingo de Pascua.
“A los jóvenes, especialmente a cuantos se sienten alejados o que desconfían de la Iglesia, quisiera decirles: déjense fascinar por Jesús, plantéenle sus inquietudes fundamentales. A través de las páginas del Evangelio, déjense inquietar por su presencia que siempre nos pone beneficiosamente en crisis. Él respeta nuestra libertad, más que nadie; no se impone, sino que se propone. Denle cabida y encontrarán la felicidad en su seguimiento y, si se los pide, en la entrega total a Él”, les dice Bergoglio.
"Sembrador de esperanza y paz"
“¡Que nadie se sienta excluido de esta llamada!”, subraya el Papa, porque “cada uno de nosotros, dentro de las propias posibilidades, en el específico estado de vida puede ser, con la ayuda del Espíritu Santo, sembrador de esperanza y de paz”.
Una paz y esperanza de la que anda muy necesitado el mundo, como subraya también el Papa, porque ese es, “en definitiva, el propósito de toda vocación: llegar a ser hombres y mujeres de esperanza”. “Como individuos y como comunidad, en la variedad de los carismas y de los ministerios, todos estamos llamados a ‘darle cuerpo y corazón’ a la esperanza del Evangelio en un mundo marcado por desafíos epocales: el avance amenazador de una tercera guerra mundial a pedazos; las multitudes de migrantes que huyen de sus tierras en busca de un futuro mejor; el aumento constante del número de pobres; el peligro de comprometer de modo irreversible la salud de nuestro planeta. Y a todo eso se agregan las dificultades que encontramos cotidianamente y que, a veces, amenazan con dejarnos en la resignación o el abatimiento”.
“En nuestro tiempo es, pues, decisivo que nosotros los cristianos cultivemos una mirada llena de esperanza, para poder trabajar de manera fructífera, respondiendo a la vocación que nos ha sido confiada, al servicio del Reino de Dios, Reino de amor, de justicia y de paz”.
Pero sabiendo también que “cada compromiso contraído, en la vocación que hemos abrazado y llevamos adelante, no cae en saco roto”, y que “a pesar de los fracasos y los contratiempos, el bien que sembramos crece de manera silenciosa y nada puede separarnos de la meta conclusiva, que es el encuentro con Cristo y la alegría de vivir en fraternidad entre nosotros por toda la eternidad”.
"No somos islas"
Para ayudar en la escucha de esa llamada -que “lejos de ser un deber impuesto desde afuera, incluso en nombre de un ideal religioso, es, en cambio, el modo más seguro que tenemos para alimentar el deseo de felicidad que llevamos dentro”- Francisco apela al camino de la oración, en este año dedicado a ella y a las puertas del Año del Jubileo en 2025, acompañándola del “sello de la sinodalidad”, porque “no somos islas encerradas en sí mismas, sino que somos partes del todo”.
“Muchos son los carismas -incide el Papa en su mensaje- y estamos llamados a escucharnos mutuamente y a caminar juntos para descubrirlos y para discernir a qué nos llama el Espíritu para el bien de todos”, en un viaje para el “que se necesita estar ligeros, deshacerse de cargas inútiles, llevar consigo lo esencial y luchar cada día para que el cansancio, el miedo, la incertidumbre y las tinieblas no obstaculicen el camino iniciado”.
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