(Global Sisters Report).- No es único en Portugal en su trabajo con mujeres en situación de prostitución, pero es uno de los proyectos más reconocidos: Micaela (equipo de intervención social) es una de las muchas obras que las Religiosas Adoratrices del Santísimo Sacramento y de la Caridad (Hermanas Adoratrices) tienen en todo el mundo. En 2023, la congregación acompañó a más de 9000 mujeres en 24 países.

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Micaela tiene su sede en Coimbra y pertenece a la organización privada de solidaridad social Fundação Madre Sacramento, propiedad de las Adoratrices.

"Me gusta decir a los voluntarios que, cuando hacemos las visitas tenemos que ser como Moisés, a quien Dios habla y le pide que se quite los zapatos porque el suelo que pisa es sagrado. Tenemos que ser capaces de hacer lo mismo, de escuchar y acoger sin juzgar": Hna. Maria Martinha Silva, coordinadora del proyecto Micaela.(Foto: GSR/Leopoldina Reis Simões)

"Decimos 'mujeres en situación de prostitución' porque esa es la condición de las mujeres en el momento en que entramos en contacto con ellas, pero creemos que la situación de una persona puede cambiar", explicó la hermana Maria Martinha Silva, coordinadora del equipo Micaela, una portuguesa con 28 años como monja y asistenta social de formación. "No podemos cambiarla solo con nuestra iniciativa, sino trabajando junto con las propias mujeres", apuntó.

El equipo de intervención social se creó en 2009. Desde 2021 adopta el nombre de Micaela, en honor a la fundadora de las Hermanas de la Adoración, santa María Micaela del Santísimo Sacramento. 

El proyecto se desarrolla en tres sedes diferentes de Coimbra, ciudad del centro de Portugal donde nació la primera universidad portuguesa en el siglo XIII y una de las más antiguas universidades del mundo.

"La prostitución es una realidad con sus propios mecanismos para mantenerla oculta. Es un submundo donde nadie entra; solo los clientes, las mujeres, quienes las explotan y, de vez en cuando, las redadas policiales"

En la tercera planta de un moderno edificio, en dos locales alquilados, hay varias salas donde trabajan los servicios de coordinación y formación, así como consultas médicas y salas de acompañamiento social, psicológico y jurídico. En un centro comercial contiguo funciona una pequeña tienda donde se exponen y venden algunos de los artículos producidos en el marco de este proyecto de integración. Los artículos también pueden adquirirse en la tienda social en línea.

En la parte más antigua de la ciudad, la diócesis de Coimbra ha facilitado a Micaela un espacio directamente dedicado al programa Estructura de Empleo Protegida. Allí  las mujeres aprenden a coser, a llevar una dieta equilibrada y saludable y a usar las herramientas necesarias para relacionarse socialmente y en el mundo laboral.

Al mismo tiempo que aprenden costura, las mujeres en situación de prostitución se reintegran en la vida social y laboral. (Foto: GSR/Leopoldina Reis Simões)

Pero la intervención del equipo no se limita a estos tres espacios. Micaela sale a la calle, o mejor dicho, a las calles y otros lugares de prostitución. Va allí donde sabe que hay mujeres que pueden necesitar ayuda, siguiendo la determinación de santa María Micaela, "...aunque solo sea por una…".

"Hoy, entre el 75 por ciento y el 80 por ciento de las mujeres que acompañamos son extranjeras, de Sudamérica; la mayoría tienen hijos, pero no los tienen con ellas. Los niños se han quedado en su país de origen; las familias dependen de lo que les envían", dijo Silva.

-¿Cuáles son los objetivos de Micaela?

-Cuando empezamos, tras un diagnóstico de la realidad existente, nos encontramos con un submundo en el que las mujeres estaban abandonadas a su suerte, totalmente desprotegidas, con una sociedad ausente o que, cuando estaba presente, era para entrar en el circuito de la explotación.

Inicialmente trabajamos en el acercamiento a los centros de prostitución, y algunos años después adquirimos una unidad móvil, adaptada para este fin, que circula día y noche por los centros de prostitución en el interior: en pisos, casas, pensiones, bares; y en el exterior, en las calles, por todo el distrito de Coimbra.

Analizamos las necesidades y ofreceremos a las mujeres apoyo social, psicológico, jurídico y sanitario. En el ámbito sanitario, el problema es realmente de salud pública, ya que nos encontramos con muchas mujeres extranjeras en situación irregular en el país, sin ningún tipo de seguimiento.

En 2013 este equipo de intervención comenzó a trabajar en el desarrollo de competencias para ayudar a las mujeres a entrar en el mercado laboral, con la creación de la Estructura de Empleo Protegido.

-¿Cómo cumplen su misión como equipo de intervención en Coimbra?

-Somos tres técnicos y una docena de voluntarios. Vamos y somos como somos; reconocemos que trabajamos en contextos muy complejos.

Me gusta decir a los voluntarios que, cuando hacemos las visitas, tenemos que ser como Moisés, a quien Dios habla y le pide que se quite los zapatos porque el suelo que pisa es sagrado. Tenemos que ser capaces de hacer lo mismo, de quitarnos los zapatos, de escuchar y acoger sin juzgar y de hacer lo que sea necesario para satisfacer las necesidades más inmediatas de estas mujeres.

Las hermanas Maria Martinha Silva (izquierda) y Maria Paula Pereira son dos de las tres adoratrices de Coimbra dedicadas al proyecto Micaela, que cuenta también con la colaboración de una docena de voluntarios laicos y con dos técnicos contratados. (Foto: GSR/Leopoldina Reis Simões)

Ahora es más tranquilo, nos conocen. Al principio nos decían: "Si queréis ayudarme, lo que necesito es dinero". Ahora se dan cuenta de que nuestra presencia y acompañamiento es muy importante, que caminamos a su lado, ni detrás ni delante, junto a ellas. 

"Gracias al proyecto Micaela, Hermanas Adoratrices y voluntarios laicos acompañan en Portugal a mujeres en situación de prostitución, mayoritariamente de Sudamérica, a quienes ayudan a salir de la explotación y secuestro de redes de trata"

-Pero las Hermanas Adoratrices llevan muchos años en Coimbra. ¿Cuándo comenzó vuestra presencia en la ciudad?

-La congregación llegó a Coimbra en los años 90, porque en una calle cercana, en el barrio Baixinha, la prostitución estaba muy concentrada, había muchas pensiones y las mujeres estaban en la calle solicitando clientes. Cada dos puertas había una casa de prostitución. Junto a este problema, surgieron otras cuestiones que empezaron a poner en peligro esta zona comercial.

Los comerciantes crearon un movimiento con el objetivo de limpiar de alguna manera la imagen de este lugar, en términos de seguridad y ambiente.

El Ayuntamiento de Coimbra invitó a Cáritas de Coimbra a llevar a cabo esta intervención, y Cáritas nos llamó para este proyecto porque se dio cuenta de que entraba en el ámbito de nuestro carisma y misión.

En una parte de la ciudad se creó una casa de acogida coordinada por las hermanas para mujeres que no tenían otro lugar donde ir; [allí] podían cambiar de vida y dejar la prostitución. En la zona cercana a donde se concentraba la prostitución, se creó una oficina en la que las hermanas y Cáritas colaboraron estrechamente.

Se hizo un gran trabajo y muchas mujeres dejaron la prostitución; es decir, hasta 2009, cuando se creó este equipo de intervención. 

-¿Es la realidad actual la misma que cuando usted llegó?

-Con el tiempo la prostitución sí ha cambiado, con esquemas mucho más organizados y mayor dificultad para la libertad de las mujeres. Antes, cuando empezamos, las mujeres que ejercían la prostitución eran portuguesas, tenían un chulo [acompañante de protección o vigilancia].

Con el tiempo esto cambió, empezó a haber flujos migratorios y la prostitución empezó a involucrar a mujeres extranjeras. La mayoría de ellas llegan a través de redes organizadas que las traen y las explotan. En general, se trata de personas que proceden de medios económicos y sociales muy pobres, mujeres que han dejado una familia numerosa en su país de origen, a veces no solo a sus hijos, sino también a sus padres y hermanos. 

La familia las deja marchar en busca del 'El Dorado', pero estas mujeres se quedan con grandes dificultades para pagar a las redes que las traen y las retienen como rehenes hasta que cancelen su 'deuda'. Tienen que pagar su viaje a las redes y enviar dinero a sus familias, que dependen totalmente de ellas. También tienen que pagar dónde dormir, comer, comprar preservativos...

La hermana Maria Paula Pereira coordina la sección de Estructura de Empleo Protegido. La producción y venta de productos contribuye como fuente de financiamiento para las mujeres. (Foto: GSR/Leopoldina Reis Simões)

-¿Existe algún riesgo para la seguridad en vuestro trabajo?

-Estas redes de explotación estaban —y están— tan bien organizadas y ejercían tanto control que las mujeres que dejaban la prostitución no podían quedarse en Coimbra, [pues] eran perseguidas. Nuestra casa de acogida en Coimbra empezó a enviar mujeres a otros lugares y a recibir otras mujeres de otros lugares.

Cáritas de Coimbra creó otra casa de acogida en Coimbra, un proyecto desarrollado por la propia Cáritas con el mismo fin, la comunidad Renascer.

Y fue entonces cuando nuestra comunidad religiosa de Coimbra pensó que valdría la pena crear un proyecto de intervención que pudiera estar cerca de estas mujeres, caminando con ellas.

-¿Puede contar cuántas mujeres ha salvado en los últimos 15 años?

-Lo primero que hicimos fue tratar de entender el fenómeno. Tuvimos que hacer una encuesta, con el apoyo de diversos organismos y servicios públicos. Fue una lucha enorme, porque la prostitución es una realidad oculta, con sus propios mecanismos para mantenerla oculta. Es un submundo en el que nadie entra; entran los clientes, las mujeres, quienes las explotan y, de vez en cuando, las redadas policiales.

Ahora nuestro equipo/proyecto es conocido. Cuando llegamos, les contamos lo que tenemos y lo que podemos ofrecer. Las mujeres vienen de situaciones muy duras, tienen una familia que depende de ellas en casa.

Acompañamos a un centenar de mujeres. Lo primero que se gana con este trabajo es que las mujeres se den cuenta de que no están solas, de que hay alguien que lucha por ellas y con ellas, alguien que hará lo que haga falta para satisfacer sus necesidades más inmediatas. La salvación es cuando se dan cuenta de que los costes de la prostitución son mayores que los beneficios, que los costes son realmente muy altos y podrían costarles la vida. Cuando las mujeres se dan cuenta de esto, comienza el proceso de cambio.

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