"La iglesia es de todos y no solo de un mitrado" La iglesia de Sin, santuario de EDSA, debe 'renovarse' para ser un auténtico 'santuario' de los fieles filipinos
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El Santuario de EDSA fue ideado y construido bajo del entonces arzobispo de Manila Cardenal Jaime Sin para conmemorar la revolución pacífica de febrero 1986 por la cual se derrocó el régimen del dictador Ferdinand Edralín Marcos el día 25 de febrero
Sin, quien llegó a Manila como arzobispo en 1974 (Pablo VI le dio el birrete cardenalicio en 1976), era un luchador del Pueblo de Dios. Pero desde el 25 de febrero, este sentido del Pueblo de Dios lo convirtió de pastor a príncipe de palacio, que se creía infalible
Y, ¿dónde se encontraba el Cardenal Sin durante aquellos días? En su residencia palaciega. No en las trincheras, con su pueblo. Sino detrás de una mesa o en un sillón, según se ha visto en imágenes publicadas después
Y, ¿dónde se encontraba el Cardenal Sin durante aquellos días? En su residencia palaciega. No en las trincheras, con su pueblo. Sino detrás de una mesa o en un sillón, según se ha visto en imágenes publicadas después
| Macario Ofilada Mina
Ubicada en la intersección de las Avenidas Ortigas y Epifanio de los Santos (EDSA), Quezon City, Filipinas está el Santuario de Santa María de la Paz, más popularmente conocida como ‘Edsa Shrine’ o Santuario de EDSA. Fue ideada por y construida bajo del entonces arzobispo de Manila Cardenal Jaime Sinpara conmemorar la revolución pacífica de febrero 1986 por la cual se derrocó el régimen del dictador Ferdinand Edralín Marcos el día 25 de febrero (gracias a los eclesiásticos de entonces se nos recordó que este día era la fiesta antigua de la Virgen de la Victoria en Constantinopla cuyo culto se remonta al año 621) y se restituyó el régimen democrático con el mandado de Corazón Cojuangco Vda. de Aquino que gobernó el país hasta junio de 1992.
Dicha iglesia, que funciona como ‘quasi-parroquia’ bajo la Archidiócesis de Manila dentro del territorio físico que correspondería ahora la Diócesis de Cubao (cuya fundación y separación de la iglesia Madre de Manila fue en el año 2003) pero que se excluyó del reparto del botín, por así decirlo, a la nueva diócesis, a la que por territorialidad correspondería susodicho templo, como favor al entonces arzobispo metropolitano Sin. Este, en incontables ocasiones, había mostrado su predilección hacia dicha iglesia (más que a la mismísima Catedral de Manila), pequeña en su tamaño, una muestra de lo mejor de la arquitectura filipina contemporánea, diseñado por el eminente Francisco Mañosa quien llegaría a ser Artista Nacional de Filipinas.
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Amén de servir como testigo privilegiado durante los años tumultuosos del régimen Corazón Aquino (por lo de los golpes de estado fallidos presumiblemente organizados por Juan Ponce Enrile, su primer ministro de defensa y arquitectura de la revolución EDSA que expulsó a los Marcos), o por fuerzas militares fieles a este, esta iglesia ‘atípica’ tiene una historia no del todo luminosa (por lo de fondos de donativos que no pasaron en su integridad por el tamiz de la auditoría en cuyo escándalo fue implicado uno de los obispos auxiliares de entonces, Mons. Teodoro Buhaín que el mismo encubrió y que el sucesor inmediato de Sin en Manila, Gaudencio Rosales, investigó hasta aplicar los castigos apropiados). Asimismo en un lugar comercial, es un oasis de oración para varios trabajadores filipinos, con fama de llevar su fe hasta el lugar de trabajo, por lo del culto diario con misas, confesiones incluso bautismos, confirmaciones y bodas.
Irónicamente, 39 años después el hijo del expulsado dictador es el presidente de Filipinas tras ‘ganar’ los comicios presidenciales de 2022, contando con la colaboración de la dinastía del entonces presidente Rodrigo Duterte cuya hija se presentó y ‘ganó’ como vicepresidente y a quienes ahora los Marcos en lo que posiblemente es la peor crisis política en el país. Lo cual, sobre todo dentro del contexto del Jubileo de la Esperanza, cabe preguntar si todavía cabe la esperanza para un país como Filipinas con una política de personalidades en lugar de una caracterizada por ideologías fijas y éticas.
El santuario de EDSA también fue testigo privilegiado de EDSA 2 o la ‘mini-revolución’ de 2001 en que fue expulsado el presidente de entonces Joseph Estrada, en medio del proceso de destitución en el Senado Filipino cuya mayoría entonces eran aliados de él. El Cardenal Sin, ya achacoso, fue uno de los artífices de esta segunda revolución. Tras haber apoyado a la primera revolución de 1986 y el proceso de normalización tras la misma, con la aprobación de la Constitución de 1987, Sin apoyó una medida extraconstitucional.
En efecto, aquella revolución de 2001, cuya cumbre coincidió con la Solemnidad del Señor Santo Niño de aquel año, es decir, el 20 de enero, era un acto propio de repúblicas bananeras en lugar de ser uno de democracias estables y establecidas. Fue el día en que Estrada se vio forzado a abandonar el palacio presidencial y fue el día en que la nueva presidenta Gloria Macapagal de Arroyo, apoyada por Sin, la expresidente Aquino y otros, juró a su cargo en la misma explanada del Santuario de EDSA. Lo que ocurrió después es otro cantar, pues primero falleció Sin en 2005. Los obispos, e incluso Corazón Aquino, retiraron su apoyo a Arroyo. Hasta el punto de expresar arrepentimiento por su participación en aquella farsa extraconstitucional de EDSA 2 porque Arroyo, a pesar de su gran religiosidad, no era la presidente que ellos deseaban. Mejor dicho, la juzgaron peor que Estrada.
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Virgen de la Victoria, Señor Santo Niño: he aquí dos botones de muestra de la proclividad hagiográfica de Sin cuyo símbolo más enigmático y duradero es este Santuario de EDSA. Dentro de sus muros veremos imágenes de Sin liderando la revolución inolvidable de 1986, incluso letreros de frases pronunciadas por él y otros durante aquellos días gloriosos. También puede encontrarse la imagen de la Virgen Milagrosa que curó al entonces seminarista Sin de asma. Bajo esta imagen había escrito una carta a la Virgen ‘firmado con su propia sangre’ pidiendo el milagro de su curación para que pudiera ordenarse cura.
Todos sabemos que se curó e incluso llegó a ser Príncipe de la Iglesia, como le gustaba repetir. Originalmente, el plan era conmemorar la revolución de 1986 con un monumento ecuménico, como testimonio de la participación de varios filipinos de varias denominaciones en aquella revolución en la que las fuerzas celestiales se sirvieron de las americanas, pues sin la intervención de los más altos estamentos estadounidenses (incluso el entonces presidente Reagan tuvo que abandonar a su amigo Marcos e invitarlo a venir a los EE.UU. para evitar el derramamiento de sangre, en efecto, lo invitó al exilio para que se normalice la situación filipina bajo el régimen de Corazón Aquino), Enrile, el entonces general Ramos (que llegó a ser sucesor de Aquino en la presidencia filipina) y otros (incluyendo a los que participaron en los fallidos golpes de estado contra Aquino) estarían desde 1986 cantando las alabanzas del Señor en el Cielo (o en el nivel de Purgatorio que les correspondiese).
Desde las trincheras, durante los años durísimos del régimen de Marcos coincidiendo con la Ley Marcial (sobre todo desde 1972 a 1986), Sin, quien llegó a Manila como arzobispo en 1974 (Pablo VI le dio el birrete cardenalicio en 1976), era un luchador del Pueblo de Dios. Pero desde el 25 de febrero, este sentido del Pueblo de Dios lo convirtió de pastor a príncipe de palacio, que se creía infalible (hasta luchar con los Nuncios de su entorno, empezando con Bruno Torpigliani cuya amistad con los Marcos era conocida y quien ‘tenía de la oreja’ al entonces secretario de estado, Agostino Casaroli (este, un gran diplomático, dependía de los informes de aquel y que no era amigo de las revoluciones) por lo que después de EDSA 1986, Juan Pablo II tuvo que echarle a Sin, junto al Cardenal Ricardo Vidal, entonces presidente de la conferencia episcopal, una ‘bronca’ por lo de EDSA 1986 en que muchos filipinos arriesgaron sus vidas en aquella famosa intersección, desafiando a las fuerzas fieles al dictador con órdenes a liquidar a las fuerzas fieles a Enrile y Ramos, autores de la revolución. Y, ¿dónde se encontraba el Cardenal Sin durante aquellos días? En su residencia palaciega. No en las trincheras, con su pueblo. Sino detrás de una mesa o en un sillón, según se ha visto en imágenes publicadas después.
El Cardenal Sin mismo propagó la historia infundada de que una mujer se apareció en aquella intersección diciendo a las fuerzas armadas fieles a Marcos a que se retirasen. En realidad, nuestro querido Uncle Sam había presionado al dictador a no derramar sangre inocente filipina. Asimismo es preciso reconocer, máxime desde la perspectiva y la distancia del presente, que muchos de aquellos soldados, ya cansados de prácticamente 14 años de dictadura, pensaban que ya era hora para los cambios. No solo eran incapaces de derramar sangre filipina (muchos de ellos habían matado a muchos filipinos durante su carrera larga como militares) sino que ya estaban cansados y sabían que soplaban nuevos aires desde los Estados Unidos que ya quería que se resolviera este impasse.
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Pero sí lo que era palpable era la presencia de imágenes Marianas, de crucifijos, de rosarios, de pancartas de grupos eclesiales (y no solo católicos), de comida, bebidas, etc.He aquí el verdadero milagro de EDSA. Mi madre y mi tía pudieron acercarse. Yo entonces un adolescente de 14 años tuve que quedarme en casa (mi padre me prohibió tajantemente participar con otros de mi parroquia) pero sí preparé muchos bocatas de queso, y otros refrescos, para los voluntarios de mi vecindario y parroquia que fueron a EDSA para proteger con sus propios cuerpos a los revolucionarios, ya denominados ‘héroes’ por Sin y sus cohortes.
Mas el Cardenal Sin quería ser el intérprete oficial del milagro de EDSA, siendo el infalible profeta (incluso autorizó en sus liturgias una canción popular compuesta por un músico ahora Artista Nacional que le alababa como ‘profeta valiente’) que ha de ser glorificado, inmortalizado como héroe de EDSA. Es verdad que fue el primero en llamar a la gente a que acudiera a la famosa intersección para proteger con sus cuerpos a los rebeldes Enrile y Ramos de las fuerzas armadas fieles al dictador pero sin salir de su despacho o habitación con aire acondicionado en la cercana Villa San Miguel mientras que los demás sudaban, oraban, lloraban, pasaban hambre, sed, etc.
También el Cardenal Sin constituyó como primer pastor de esta iglesia a su delfín Sócrates Villegas, ahora arzobispo de Lingayén-Dagupan, que siendo a la vez secretario y factótum general, lo hizo obispo auxiliar. Pero antes, le dio este privilegio de ser el primer pastor de esta quasi-parroquia para que se dijera que tenía experiencia pastoral, pues había pasado toda su vida sacerdotal viviendo en la misma Villa San Miguel de Sin hasta que, gracias a la intervención del Vaticano y del sucesor de Sin, Mons. Gaudencio Rosales, tuvo que ejercer su ministerio episcopal en otro lugar, primero en Balanga y luego en Lingayén-Dagupan. No es lo mismo ser pastor de una parroquia autónoma, con sus propios problemas que ser pastor de un santuario mimado por el Big Boss de la Iglesia de Manila entonces.
Con el paso del tiempo, el Santuario de EDSA ha superado lo de ser santuario mimado por Sin, fallecido en 2005 pero cuyos recuerdos tangibles siguen en el mismo. Sigue siendo, sin embargo, símbolo de la esperanza filipina, de la lucha filipina, ya no muy vinculada a los arzobispos de Manila y de sus posturas políticas (desde Rosales hasta el actual, Advíncula, los pastores de Manila se han mostrado de otro talante, gracias sin duda a las indicaciones desde la Santa Sede para apartarse del talante de Sin) pero sí testigo de la devoción, sobre todo mariana, de los filipinos.
El Santuario de EDSA, tal vez como el de Torreciudad, fue construido para inmortalizar la vanidad de una figura irrepetible y carismática, debe ‘renovarse’ para ser un auténtico santuario de los fieles, el Pueblo de Dios, que no deberían reducirse, en la vivencia de la fe, como ratones ciegos siguiendo a un flautista de Hamelín sin ‘el culo al aire’, séame permitido usar esta expresión un poco fuerte, como aquellos ni en 1986 ni en 2001. Solo apareció cuando el humo ya se había esfumado, triunfante, con la mitra, el báculo e incluso el palio echando bendiciones a su paso en medio de aplausos y vítores.
La verdadera bendición se lucha, se consigue, se logra con presencia física, sudor, hambre, sed, miedo, esfuerzo. Y no solo desde una llamada transmitida a las masas por la radio desde unas estancias comodísimas en una noche oscura que presagiaba una nueva aurora para el país que ahora se ha vuelto a sumirse en otra noche oscura larga. La iglesia es de todos y no solo de un mitrado, que entre muchas cosas quería inmortalizarse, junto a los que gozaban de su bendición especial.
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