El Dispensario San Antonio ejerce de 'jubileo' permanente para los descartados Un 'puerta santa' en Madrid que sana

Dispensario
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En el bullicioso barrio de Cuatro Caminos, en Madrid, entre unas calles que han cambiado de cara con los años, hay un lugar que parece que no ha perdido ni un ápice de su esencia desde 1947: el Dispensario Benéfico San Antonio

Nacido del sueño y la generosidad de la condesa de Gavia, quien legó su patrimonio con la condición de que se utilizara para los pobres, este espacio es hoy una ‘puerta santa’ de caridad permanente donde el dolor encuentra alivio, esperanza, júbilo

Los tiempos han cambiado, pero el compromiso sigue siendo el mismo: tender la mano a aquellos que han sido excluidos del sistema. Así, cada año, cerca de 5.000 personas cruzan las puertas del dispensario

El dispensario es una red de cuidados y esperanza. Y no solo alivia enfermedades físicas. También atiende necesidades más básicas

(CONFER).- En el bullicioso barrio de Cuatro Caminos, en Madrid, entre unas calles que han cambiado de cara con los años, hay un lugar que parece que no ha perdido ni un ápice de su esencia desde 1947: el Dispensario Benéfico San Antonio. Nacido del sueño y la generosidad de la condesa de Gavia, quien legó su patrimonio con la condición de que se utilizara para los pobres, este espacio es hoy una ‘puerta santa’ de caridad permanente donde el dolor encuentra alivio, esperanza, júbilo.

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Entre sus muros resuena el eco del trabajo incansable de fray Faustino, franciscano capuchino, y sor Rosario, misionera de Jesús y María. Dos pilares fundamentales de esta obra, quienes desde sus respectivas vocaciones dirigen, curan, acompañan y acogen a quienes acuden en busca de ayuda. “Aquí lo tenemos todo, menos dinero”, comenta fray Faustino entre risas. Sus palabras, aunque teñidas de humor, revelan la compleja realidad de este lugar, donde las necesidades nunca faltan, pero tampoco el espíritu de entrega. “Cuando empezó, la gente no tenía, como hoy para pagar un seguro médico… Más bien, los médicos cobraban en chorizos y gallinas porque muchos pacientes no podían pagar otra cosa”, recuerda fray Faustino.

María del Carmen Fernández de Córdoba y Pérez de Barrada
María del Carmen Fernández de Córdoba y Pérez de Barrada

El Dispensario San Antonio ejerce de 'jubileo' permanente para los descartados

Los tiempos han cambiado, pero el compromiso sigue siendo el mismo: tender la mano a aquellos que han sido excluidos del sistema. Así, cada año, cerca de 5.000 personas cruzan las puertas del dispensario.

Aquí, 33 médicos voluntarios, dos abogados y tres hermanas misioneras de Jesús y María ofrecen sus servicios sin coste alguno. Desde consultas de medicina general e interna hasta especialidades como podología y cardiología, pasando por la asistencia legal destinada, especialmente, a los que llegan a España sin nada, lo cierto es que el dispensario es una red de cuidados y esperanza.

El dispensario no solo alivia enfermedades físicas. También atiende necesidades más básicas, como el hambre y el frío. El ropero, gestionado con dedicación por las hermanas y los voluntarios, es un oasis para quienes llegan a Madrid con lo puesto. “Vienen de países caribeños o del África subsahariana, sin ropa adecuada para estas temperaturas. Aquí les damos abrigos, gorros, bufandas, lo que necesiten para afrontar el invierno”, explica fray Faustino. En muchos casos, lo que parece una donación sencilla es, en realidad, una tabla de salvación. Las medicinas también llegan al dispensario como donaciones. “Recibimos medicamentos que sobran en casas, siempre que no estén caducados. Los clasificamos, completamos cajas y los entregamos según las necesidades de cada paciente después de la consulta con los médicos”, detalla sor Rosario, quien, al ser enfermera, gestiona la pequeña sala de curas.

Dispensario Benéfico San Antonio

“Si necesitas ayuda, hacemos todo lo posible por brindártela”

Los pacientes encuentran más que una solución a sus problemas de salud. Encuentran humanidad. “Aquí no preguntamos si tienes papeles o de dónde vienes. Si necesitas ayuda, hacemos todo lo posible por brindártela”, afirma sor Rosario. Esa filosofía ha derribado muros y ha cambiado percepciones, incluso entre quienes se acercaron inicialmente con reservas hacia la Iglesia.

“Algunos llegaron un poco reacios, pero lo cierto es que el trabajo diario y la acogida, lo que ven que se hace aquí, ha derribado muchos muros”, asegura la religiosa. Un trabajo que, por otro lado, no se consigue desde el aislamiento. Además del trabajo de estas dos congregaciones, forma parte de una red de colaboración que incluye parroquias, centros de atención ciudadana, Cáritas y trabajadores sociales. “Cuando un paciente llega aquí, muchas veces ya ha pasado por servicios de urgencias. Nosotros completamos esa atención con seguimiento, medicamentos y asesoría jurídica si lo necesitan”, explica fray Faustino.

"Los pacientes encuentran más que una solución a sus problemas de salud. Encuentran humanidad. Esa filosofía ha derribado muros y ha cambiado percepciones, incluso entre quienes se acercaron inicialmente con reservas hacia la Iglesia"

El carisma de las hermanas misioneras de Jesús y María se refleja en cada gesto. “Nuestro trabajo aquí es una forma de reproducir la vida activa de Jesús, a través de las obras de misericordia”, explica sor Rosario. “Las obras que salen adelante de esta manera, con la colaboración de varias congregaciones, siempre me han recordado a un cuadro que hay en la sacristía del convento de los jesuitas allí donde San Ignacio escribió los ejercicios espirituales en Manresa”, señala el religioso sobre la intercongregacionalidad. 

Texto: Elena Magariños. Foto: Jesús G. Feria(Publicado en SomosCONFER nº48)

Sor Rosario en el Dispensario San Antonio en Cuatro Caminos (Madrid)

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