".Gracias por ayudarlo cuando estaba débil. Gracias por acompañarlo" Sor Lucía Caram: "A los que acompañaron al Papa: gracias por cuidarlo a quien a todos nos cuidó"

Ellos lo cuidaron con ternura, con discreción, con amor real, de ese que no se grita pero que sostiene
Hoy quiero nombrar —porque nombrar también es amar— a Juan Cruz Villalón, sacerdote argentino que no fue secretario oficial, pero sí hijo del corazón del Papa. A Daniel Pellizón y al Padre Fabio Salerno , sus secretarios, ayudantes discretos, eficientes y amables, custodios amables de su vida e intimidad
Hoy quiero AGRADECER a quienes, sin aparecer en titulares ni buscar protagonismos, han estado al lado de Francisco cuando lo visitó la cruz, el dolor y la enfermedad. Francisco les quería y había forjado con ellos una relación de amistad, confianza y para ellos fue un auténtico “padre”. Ellos lo cuidaron con ternura, con discreción, con amor real, de ese que no se grita pero que sostiene.
El 28 de febrero, cuando el parte médico hablaba de la gravedad de su estado, el doctor Alfieri confesó que vio lágrimas en los ojos de quienes estaban cerca del Papa. Lágrimas silenciosas, de los que lo querían como a un padre. Y es que detrás de la figura pública, del Vicario de Cristo, había un hombre frágil, enfermo, lúcido, que supo rodearse de amigos verdaderos. De ellos se pudo decir “Mirad cómo se aman”.

Hoy quiero nombrar —porque nombrar también es amar— a Juan Cruz Villalón, sacerdote argentino que no fue secretario oficial, pero sí hijo del corazón del Papa. A Daniel Pellizón y al Padre Fabio Salerno , sus secretarios, ayudantes discretos, eficientes y amables, custodios amables de su vida e intimidad. Ellos no solo lo sirvieron: lo acompañaron. En sus bromas, en sus confidencias, en sus silencios. Con la fidelidad de quien sabe que el amor no necesita discursos, sino presencia.
Mientras muchos miraban al Papa como líder o símbolo, ellos lo miraban como lo que era: un hombre con alma de pastor, que también necesitó ser sostenido. Ellos lo cuidaron cuando él ya no podía cuidar. Ellos lo amaron sin discursos, y esa es la forma más pura del Evangelio
Mientras muchos miraban al Papa como líder o símbolo, ellos lo miraban como lo que era: un hombre con alma de pastor, que también necesitó ser sostenido. Ellos lo cuidaron cuando él ya no podía cuidar. Ellos lo amaron sin discursos, y esa es la forma más pura del Evangelio.

A veces creemos que la Iglesia se construye con estrategias y estructuras. Pero lo que la mantiene viva son gestos como estos. Relaciones verdaderas, fidelidades escondidas, amores que no hacen ruido, pero que cambian el mundo.
Francisco mismo lo dijo, con esa fuerza que le nacía del alma:
“El amor se manifiesta más en las obras que en las palabras. Y en los momentos de cruz, es donde se mide la verdad del amor"
Gracias a ustedes, hermanos del alma del Papa. Porque cuando el pastor ya no pudo caminar, ustedes lo llevaron en andas con el amor fiel de los que no abandonan en la hora de la dificultad y el dolor.
Hoy, el Papa ya descansa. Pero ustedes siguen cargando su ausencia. Y por eso, también a ustedes: gracias. De corazón y con la certeza de que el Reino de Dios se construye así —en lo oculto, en lo fiel, en lo real.
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