María es la ternura que busca angustiada una solución.

“Sin pobreza de espíritu no puede haber llenura de Dios.  Si Dios no hubiera encontrado el vacío inmenso de María por la humildad, no hubiera venido al mundo, no hubiera habido quien lo captara.  Gracias a Dios, y esto hemos de agradecerle a la Virgen: que si Dios la escogió para ser madre suya, es porque era santa en la humildad, es porque nadie como ella expresó la pobreza de Israel, porque nadie como María expresó el ansia de todos los pueblos. María es la expresión de la angustia de los que están en la cárcel. María es el dolor de las madres que han perdido a sus hijos y nadie les dice dónde están,  María es la ternura que busca angustiada una solución.  María es nuestra patria como en un callejón sin salida, pero esperando que Dios ha de venir a salvarnos.  Ojalá imitáramos a esta pobre de Yahvé y sintiéramos que sin Dios no podemos nada, que Dios es la esperanza de nuestro pueblo, que solo Cristo, el Divino Salvador, puede ser el salvador de nuestra patria.”

María, la madre de Jesús, es una de las figuras relevantes en la liturgia anual de adviento.   En su homilía de este domingo, 4to de Adviento – B, Monseñor Romero reflexiona sobre el significado de Maria, aclara como podemos verla hoy.

En primer lugar hace referencia a María como “santa en la humildad”.  Dios escoge a la humilde porque en ella había apertura a Dios, vivía la pobreza de Espíritu.  En ella había “vacío inmenso de María por la humildad” . Por supuesto no se trata de una falsa humildad, una humildad fingida que esconde el veneno del orgullo.   Es la humildad del espíritu de pobreza que abre el corazón hacia la presencia viva del misterio divino en la historia y en la vida personal.   Reconocer esta humildad de María, como condición para su elección divina, cuestiona profundamente a quienes en la Iglesia llevan una responsabilidad mayor, a quienes han sido “ordenados/as” o “consagrados/as”.  Todo poder, también cada expresión de autoridad o poder eclesiástico, desplaza tan fácilmente la probable “humildad” en la base de la vocación.  Solamente ya la manera de vestirse en las diferentes graduaciones del estado clerical, apartados y separados de las y los laicos, transmite otro mensaje. 

En la tradición católica se ha elaborado letanías[1] con una gran cantidad de nombres para referirse a María.   La mayoría de esas evocaciones marianas no son comprensibles, otras chocan frontalmente con “la humildad” de María (como llamarla “reina”, o “emperatriz de América” como nombre para la Virgen de Guadalupe).  Monseñor Romero le da otros nombres. Son nombres significativos que caracterizan la humildad creyente de María y que a la vez plantean grandes desafíos para la autenticidad de la veneración mariana.  

“Ella expresó la pobreza de Israel”.  Toda la tradición bíblica de “los pobres de Yahvé” – los “anawin[2]” se concentró en aquella muchacha joven de Nazaret.  Son quienes se han arriesgado a poner toda su confianza en la fidelidad de Yahvé para con su pueblo, a pesar de los grandes desastres que ha sufrido.   De verdad hay que tener mucha fe para confiar en la noche oscura, en la tormenta violenta, en la miseria de la explotación y represión, en el exilio (expulsado, robada la nacionalidad), en la soledad del sufrimiento.  Son “el resto fiel de Israel”.  Solamente un pequeño resto del pueblo creyente logra mantenerse abierto a Dios.  Es de ahí que María descubre su vocación, su misión.   ¿Vivimos nosotros/as hoy entre esos pequeños restos fieles en medio de nuestro pueblo? 

“El ansia de todos los pueblos” . María es la expresión de las más profundas expectativas y esperanza de los pueblos, pasando por la más terrible angustia que vive la mayoría en las poblaciones mundiales.   El grito de los pobres, el grito de los explotados y oprimidos, el grito de los excluidos, de los rechazados,los expulsados, los obligados a retornar a sus países de miseria, …. esos gritos debemos escuchar al ver la figura de María.   Ese grito es el nombre y la presencia de Dios[3].   María encarna esos gritos.  Monseñor Romero lo concretiza en la realidad de su pueblo en aquel tiempo.   María es “expresión de la angustia de los que están en la cárcel”.  Cada tiempo histórico tiene su propia realidad carcelaria.  A veces se trata de prisioneros políticos encarcelados por quienes quieren el poder absoluto y no aguanta resistencia (pensemos en Nicaragua). A veces se trata de encarcelamiento masivo de quienes han sido acusados de violencia (como de las maras en El Salvador).  Pueden haber muchas formas, pero todos los detenidos viven la angustia de su miseria en los regímenes de detención y privación de libertad.  En América Latina la justicia oficial es deficiente y no funcional.  Las cárceles son verdaderos infiernos.  La angustia no tiene fin.  Así lo viven, también quienes han cometido graves crímenes.   Puede ser chocante escuchar como Monseñor Romero se atreve a decir que “María es la expresión de la angustia de los que están en la cárcel”.  En la misma dimensión está el nombre mariano de “dolor de las madres que han perdido a sus hijos y nadie les dice dónde están”.  María lo ha vivido en carne propia en el camino hacia la cruz y el asesinato de su hijo.   “Las madres” de los asesinados/as y de los desparecidos/asse reconocían en María.  Y hoy sigue así.   En Ucrania y Rusia, en Palestina, en Israel, en Eritrea, en tantos países, especialmente en el sur del planeta,  encontramos a esas madres, esas “Marías[4]” que lloran por sus hijos/as.

El arzobispo no se limita a reconocer en María el dolor de esas “Madres”, sino también “la ternura que busca angustiada una solución”.  Así como María se arriesgó a esa aventura con el Dios de la vida, con la salvación divina, diciendo “sí, estoy dispuesta”, también hoy la reconoce en las madres que se organizan en los Comités de Madres (de presos y desaparecidos), en las protestas de las madres[5] como hace unos meses se juntaron palestinas e israelíes en una grito por la pazEstán motivadas por la ternura inmensa de su amor para con sus hijos/as.  Monseñor Romero ve que María es la imagen de “nuestra patria como en un callejón sin salida, pero esperando que Dios ha de venir a salvarnos”.   Tanto en El Salvador de aquel tiempo, como en tantos países hoy, “la patria” está llorando porque está en un callejón sin salida.  Partidos políticos prometen el paraíso, los pueblos votan por ellos y no hay cambios, todo sigue para las grandes mayorías.   “Esto no tiene solución” es la gran tentación.   María representa esa patria donde los pobres no se dan por vencidos y siguen confiando en la fidelidad de Dios comprometido con la liberación y que en Jesús ha abierto el camino de salvación para todos y todas.

“Ojalá imitáramos a esta pobre de Yahvé y sintiéramos que sin Dios no podemos nada, que Dios es la esperanza de nuestro pueblo, que solo Cristo, el Divino Salvador, puede ser el salvador de nuestra patria.”  Monseñor Romero nos llama a imitar radicalmente a María, esa pobre de Yahvé, convencidos que la justicia triunfará, que solidaridad fraterna le ganará al odio, que la misericordia será más fuerte que la indiferencia, que la corriente de muerte y destrucción será detenido, que la salvación llegará  a todos y todas.   No tengamos miedo.  Imitemos a María.

Para la reflexión de este día hemos tomado una cita de la homilía  de Mons. Romero del 24 de diciembre de 1978.  Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo IV,  Ciclo B, UCA editores, San Salvador, p 92.93

[1] Por ejemplo:  https://www.vatican.va/special/rosary/documents/litanie-lauretane_sp.html

[2] En hebreo esta palabra quiera decir los "pobres de Yahvéh", los que esperan todo de Dios y sólo en Él, aun poniendo todo lo posible de su parte.

[3] Recordemos el libro del Éxodo.   “He escuchado sus gritos, … he visto sus humillaciones ,….” Ex 3,7.9

[4] Por ejemplo la foto encontrado en este periódico:  https://www.standaard.be/cnt/dmf20180524_03527946

[5] https://www.facebook.com/photo?fbid=2005800483123748&set=a.107667156270433

Volver arriba