La apuesta del Papa Francisco al mejor postor, la crediblidad del Evangelio e Iglesia
Actualmente, desde diversos frentes e ideologizaciones, integrismos y supuestos “progresismos”, se intensifican las descalificaciones y ataques, irracionales e indiscriminados, al Papa Francisco. Se juzga y condena al Papa de forma sesgada, con poca ética y escaso Evangelio, con una insuficiencia cultural y formativa. Atrapando a Francisco en los moldes cerrados de las ideologizaciones y sectarismos de todo tipo. Lo cual impide ver la verdad, bien y belleza de su mensaje y testimonio, la profundidad de la enseñanza y del testigo de la fe que es el Papa Francisco. Los Papas, como los seres humanos que son, tienen sus límites y carencias, sus luces y sus sombras…Ellos mismos con la iglesia, como constantemente está haciendo Francisco, reconocen su fragilidad y condición limitada. Piden perdón por sus errores y tratan de seguir el camino de conversión (cambio) de vida, en la fidelidad al Evangelio, a la ética y a una vida honrada. Más, en los Papas y la iglesia reluce la gracia, la santidad y el amor de Dios, el Evangelio de la fraternidad solidaria, de la paz y de la justicia con los pobres de la tierra.
Este don de la alegría, del amor y de la misericordia de Dios es lo que constantemente nos está transmitiendo y mostrando el Papa Francisco. En la tradición del Evangelio, de la fe y de la iglesia, el Papa Francisco nos muestra la hermosura y revolución del Dios de la vida, del amor y misericordia compasiva, de la paz y de la justicia liberadora con los pobres. Esta tradición y experiencia viva de la fe desde El Evangelio de Jesús y su iglesia, radical ya que va a la raíz de la vida y del Evangelio, es transformadora, liberadora y revolucionaria. Desestabiliza a los poderes del mundo, a lo “políticamente correcto”. Los ídolos del poder, de la buena vida (cómoda, del lujo/ hedonismo) y de la riqueza-ser rico no soportan está radicalidad del Evangelio que nos manifiesta la Iglesia con los Papas como Francisco. No toleran la vida honrada en la fidelidad a los valores e ideales, con la liberación integral, que nos trae la fe e iglesia de Francisco.
La falsa libertad del relativismo e individualismo posesivo, burgués e insolidario no puede acoger la fidelidad del amor incondicional y solidario al otro. Como es la entrega de la vida, en la pobreza solidaria y compromiso por la vida y dignidad de las personas, por la paz, el desarrollo sostenible y la justicia liberadora con los pobres de la tierra; frente a las desigualdades e injusticias sociales-globales y destrucción de la vida (humana, social y ecológica), en contra de la idolatría del poder, del capital, del tener y riqueza-ser rico. La entrega y unión en el amor fiel de un hombre con una mujer que, en esta afectividad-sexualidad humanizadora, se vuelve fecunda y da vida. Con el matrimonio, familia e hijos que sirven al bien común, a la solidaridad y la justicia con las familias empobrecidas del mundo, con los excluidos del planeta. Lo que se opone a la cultura y familia burguesa e insolidaria.
Es la revolución de la vida, como nos enseña la razón y la ciencia, la defensa y promoción de la vida con una bioética global, una bio-política que promueve la vida en todas sus fases y dimensiones. Desde el inicio de la vida, con la concepción, hasta su final con una muerte digna. Como comprenden y viven los pobres de la tierra, tal como nos mostró ya el movimiento obrero, nada hay más avanzado y revolucionario que esta defensa de la vida. Con esta ética integral y del matrimonio-familia que promueve el bien común, la civilización del amor; frente la civilización del capital y de la riqueza-ser rico.
De esta forma, la iglesia con el Papa Francisco muestra esta moral creíble, fecunda que promueve la vida y la justicia: con los hambrientos, pobres y excluidos causados por las obscenas (lacras) de la desigualdad e injusticia social-global que impone los ídolos del mercado y del beneficio como falsos dioses; con los trabajadores explotados por un empleo basura e indecente, que se ven dominados por la idolatría del capital; con los migrantes, refugiados y violentados-muertos por la sin razón y estupidez moral de las guerras, armas y violencia que son un negocio, que son impuestas por estos falsos señores del mercado y del capital; con los pueblos, comunidades agrícolas e indígenas que con su hábitat ecológico son destruidas, con la agresión al cuidado del planeta; con los niños no nacidos y ancianos desprotegidos. Niños como los que tendrán diversidad funcional o mayores con dolencias, exterminados por esta cultura del descarte y globalización de la indiferencia que excluye todo lo que no sea útil, perfecto, puro y productivo.
Toda una transformación, liberación y revolución que, desde el Don del Dios de la Vida revelado en Jesucristo, nos trae la fe e iglesia con el Papa Francisco, sustentada en la razón y naturaleza (esencia) real del ser humano. Como nos enseña la filosofía o ciencias como son las sociales, humanas y ecológicas que promueven la vida en todos sus aspectos y el desarrollo integral. De esta forma, la iglesia y los Papas como Francisco se oponen a toda esta cultura de la muerte y guerra de los poderosos contra los débiles, a las estructuras sociales de pecados que causan estos males e injusticias. Como son el hambre y la pobreza, la explotación laboral y el paro, las guerras, la destrucción ecológica y de la vida humana con los males de la pena de muerte, del aborto o la eutanasia.
En este sentido, el Evangelio de Jesús con la Iglesia, como están profundizando los Papas como Francisco, promueven el “genio femenino”, la dignidad y el protagonismo de la mujer en la sociedad e iglesia; frente a todo machismo o patriarcado. Solo basta conocer y vivir los ámbitos de la iglesia para reconocer que la fe e iglesia tiene rostro femenino, de mujeres que se ocupan y responsabilizan de tareas esenciales. Como la catequesis y la educación-formación integral, la caridad solidaria y justicia con los pobres, la liturgia y la oración, etc. Tal como sucede actualmente, por ejemplo y en especial, en el "tercer mundo", en el Sur empobrecido. En donde la mujer protagoniza la vida de las comunidades eclesiales y sociales, con una profunda espiritualidad, santidad y compromiso solidario que es lo más importante en la iglesia como nos manifiesta María, modelo de la iglesia en Cristo.
Frente al confesionalismo totalitario y dictatorial, tipo nacional-catolicismo, y al laicismo, sectario y excluyente, la Iglesia con el Papa Francisco nos muestra la adecuada laicidad del estado e iglesia. La distinción y autonomía de lo que constituye el estado, con sus gobiernos y autoridades, con respecto a la religión e iglesia que tiene su propio ámbito en lo religioso o espiritual. Con la fe y moral que tiene un constitutivo carácter público, social y ético-político. En oposición a todo sectarismo excluyente (típico del comunismo o colectivismo estatalista) e individualismo burgués (característico del liberalismo-capitalismo), que quiere relegar a la fe e iglesia al ámbito privado, encerrarla en la sacristía. Sin respetar la libertad democrática y la autonomía moral en el servicio al bien común, el principio de subsidiarierad. Con la co-responsabilidad y la autogestión, la co-gestión de la vida pública y social de toda persona, ciudadano y grupo humano, social y espiritual como es la comunidad de fe iglesia.
Toda persona, por naturaleza, tiene el derecho y deber de ejercer su libertad democrática. La participación social y política, el protagonismo y autogestión de las realidades sociales, públicas y del estado que conformamos todos los ciudadanos, toda la sociedad civil. Tiene el derecho y el deber de elección o libertad religiosa, de educación, de creencias y costumbres, con sus expresiones públicas, que deben tener el debido respeto. Y no ser ofendidas, no ser objeto de burla o mofa, lo que pone límites claros a cualquier supuesta libertad que ofenda a las creencias de los otros. En esta línea, se constata como supuestos sectores, denominados "progresistas y democráticos", no dejan expresarse libre y públicamente a la iglesia, a los católicos con sus creencias o valores. Descartan e impiden todo diálogo con la fe e iglesia, siendo excluidos o perseguidos por su condición de creyentes, por sus convicciones religiosas y morales. Lo cual nos lleva a una concepción totalitaria y anti-democrática de la sociedad, de la política y del estado. Terminamos, como empezamos, reconociendo todo lo bello, verdadero y bueno de la fe e iglesia como nos está testimoniando nuestro querido Papa Francisco. Gracias a Dios.
Este don de la alegría, del amor y de la misericordia de Dios es lo que constantemente nos está transmitiendo y mostrando el Papa Francisco. En la tradición del Evangelio, de la fe y de la iglesia, el Papa Francisco nos muestra la hermosura y revolución del Dios de la vida, del amor y misericordia compasiva, de la paz y de la justicia liberadora con los pobres. Esta tradición y experiencia viva de la fe desde El Evangelio de Jesús y su iglesia, radical ya que va a la raíz de la vida y del Evangelio, es transformadora, liberadora y revolucionaria. Desestabiliza a los poderes del mundo, a lo “políticamente correcto”. Los ídolos del poder, de la buena vida (cómoda, del lujo/ hedonismo) y de la riqueza-ser rico no soportan está radicalidad del Evangelio que nos manifiesta la Iglesia con los Papas como Francisco. No toleran la vida honrada en la fidelidad a los valores e ideales, con la liberación integral, que nos trae la fe e iglesia de Francisco.
La falsa libertad del relativismo e individualismo posesivo, burgués e insolidario no puede acoger la fidelidad del amor incondicional y solidario al otro. Como es la entrega de la vida, en la pobreza solidaria y compromiso por la vida y dignidad de las personas, por la paz, el desarrollo sostenible y la justicia liberadora con los pobres de la tierra; frente a las desigualdades e injusticias sociales-globales y destrucción de la vida (humana, social y ecológica), en contra de la idolatría del poder, del capital, del tener y riqueza-ser rico. La entrega y unión en el amor fiel de un hombre con una mujer que, en esta afectividad-sexualidad humanizadora, se vuelve fecunda y da vida. Con el matrimonio, familia e hijos que sirven al bien común, a la solidaridad y la justicia con las familias empobrecidas del mundo, con los excluidos del planeta. Lo que se opone a la cultura y familia burguesa e insolidaria.
Es la revolución de la vida, como nos enseña la razón y la ciencia, la defensa y promoción de la vida con una bioética global, una bio-política que promueve la vida en todas sus fases y dimensiones. Desde el inicio de la vida, con la concepción, hasta su final con una muerte digna. Como comprenden y viven los pobres de la tierra, tal como nos mostró ya el movimiento obrero, nada hay más avanzado y revolucionario que esta defensa de la vida. Con esta ética integral y del matrimonio-familia que promueve el bien común, la civilización del amor; frente la civilización del capital y de la riqueza-ser rico.
De esta forma, la iglesia con el Papa Francisco muestra esta moral creíble, fecunda que promueve la vida y la justicia: con los hambrientos, pobres y excluidos causados por las obscenas (lacras) de la desigualdad e injusticia social-global que impone los ídolos del mercado y del beneficio como falsos dioses; con los trabajadores explotados por un empleo basura e indecente, que se ven dominados por la idolatría del capital; con los migrantes, refugiados y violentados-muertos por la sin razón y estupidez moral de las guerras, armas y violencia que son un negocio, que son impuestas por estos falsos señores del mercado y del capital; con los pueblos, comunidades agrícolas e indígenas que con su hábitat ecológico son destruidas, con la agresión al cuidado del planeta; con los niños no nacidos y ancianos desprotegidos. Niños como los que tendrán diversidad funcional o mayores con dolencias, exterminados por esta cultura del descarte y globalización de la indiferencia que excluye todo lo que no sea útil, perfecto, puro y productivo.
Toda una transformación, liberación y revolución que, desde el Don del Dios de la Vida revelado en Jesucristo, nos trae la fe e iglesia con el Papa Francisco, sustentada en la razón y naturaleza (esencia) real del ser humano. Como nos enseña la filosofía o ciencias como son las sociales, humanas y ecológicas que promueven la vida en todos sus aspectos y el desarrollo integral. De esta forma, la iglesia y los Papas como Francisco se oponen a toda esta cultura de la muerte y guerra de los poderosos contra los débiles, a las estructuras sociales de pecados que causan estos males e injusticias. Como son el hambre y la pobreza, la explotación laboral y el paro, las guerras, la destrucción ecológica y de la vida humana con los males de la pena de muerte, del aborto o la eutanasia.
En este sentido, el Evangelio de Jesús con la Iglesia, como están profundizando los Papas como Francisco, promueven el “genio femenino”, la dignidad y el protagonismo de la mujer en la sociedad e iglesia; frente a todo machismo o patriarcado. Solo basta conocer y vivir los ámbitos de la iglesia para reconocer que la fe e iglesia tiene rostro femenino, de mujeres que se ocupan y responsabilizan de tareas esenciales. Como la catequesis y la educación-formación integral, la caridad solidaria y justicia con los pobres, la liturgia y la oración, etc. Tal como sucede actualmente, por ejemplo y en especial, en el "tercer mundo", en el Sur empobrecido. En donde la mujer protagoniza la vida de las comunidades eclesiales y sociales, con una profunda espiritualidad, santidad y compromiso solidario que es lo más importante en la iglesia como nos manifiesta María, modelo de la iglesia en Cristo.
Frente al confesionalismo totalitario y dictatorial, tipo nacional-catolicismo, y al laicismo, sectario y excluyente, la Iglesia con el Papa Francisco nos muestra la adecuada laicidad del estado e iglesia. La distinción y autonomía de lo que constituye el estado, con sus gobiernos y autoridades, con respecto a la religión e iglesia que tiene su propio ámbito en lo religioso o espiritual. Con la fe y moral que tiene un constitutivo carácter público, social y ético-político. En oposición a todo sectarismo excluyente (típico del comunismo o colectivismo estatalista) e individualismo burgués (característico del liberalismo-capitalismo), que quiere relegar a la fe e iglesia al ámbito privado, encerrarla en la sacristía. Sin respetar la libertad democrática y la autonomía moral en el servicio al bien común, el principio de subsidiarierad. Con la co-responsabilidad y la autogestión, la co-gestión de la vida pública y social de toda persona, ciudadano y grupo humano, social y espiritual como es la comunidad de fe iglesia.
Toda persona, por naturaleza, tiene el derecho y deber de ejercer su libertad democrática. La participación social y política, el protagonismo y autogestión de las realidades sociales, públicas y del estado que conformamos todos los ciudadanos, toda la sociedad civil. Tiene el derecho y el deber de elección o libertad religiosa, de educación, de creencias y costumbres, con sus expresiones públicas, que deben tener el debido respeto. Y no ser ofendidas, no ser objeto de burla o mofa, lo que pone límites claros a cualquier supuesta libertad que ofenda a las creencias de los otros. En esta línea, se constata como supuestos sectores, denominados "progresistas y democráticos", no dejan expresarse libre y públicamente a la iglesia, a los católicos con sus creencias o valores. Descartan e impiden todo diálogo con la fe e iglesia, siendo excluidos o perseguidos por su condición de creyentes, por sus convicciones religiosas y morales. Lo cual nos lleva a una concepción totalitaria y anti-democrática de la sociedad, de la política y del estado. Terminamos, como empezamos, reconociendo todo lo bello, verdadero y bueno de la fe e iglesia como nos está testimoniando nuestro querido Papa Francisco. Gracias a Dios.