Clamores y secuencias
¡Feliz lunes! Empezamos la semana con la extraordinaria música de uno de nuestros más conocidos compositores. Puede que no lo sea por su nombre, pero sí por inmortales melodías que se han usado en diversas series de televisión.
Me estoy refiriendo a Carmelo Bernaola (1929-2002), compositor español nacido en la localidad vizcaína de Ochandiano. En la web de la Real Academia de la Historia puede leerse lo siguiente: «Nació en el seno de una familia de largas raíces vascas, aunque con alguna ramificación castellana. Entre sus primeras vivencias estuvo la fascinación ante las manifestaciones musicales del entorno, entre ellas, las actuaciones de la Banda de Ochandiano. La huella que en su sensibilidad infantil dejaban los sones de las músicas populares escuchadas, pronto fue sustituida por otros sonidos bien distintos: los de los bombardeos de Ochandiano al estallar la Guerra Civil. El abuelo paterno de Carmelo —Facundo Alonso— había participado activamente en la propagación del socialismo en Vizcaya y, cuando el niño contaba ocho años, la familia se instaló en Medina de Pomar (Burgos), donde transcurrió una segunda e importante etapa de su formación».
La obra suya que vamos a escuchar se titula Clamores y Secuencias, que data de 1993 y es para chelo y orquesta. El musicólogo Ismael Fernández de la Cuesta escribió sobre la obra: «Clamores era el toque de difuntos en Burgos, segunda patria de Carmelo. Cuando sonaban las campanas de la catedral con el toque seco, espaciado, sobrecogedor, de difuntos, ya se sabía que delante del túmulo instalado en la vía sacra o en la cabecera de la nave, el maestro Carbajo, con una voz atiplada, iba a cantar el Qui Lazarum más espectacular y desgarrador que nunca antes que él, se decía, pudo escucharse bajo el crucero de Felipe Vigarny. Pasados los años, Carmelo me pidió el canto de Carbajo para componer una obra. Él lo recordaba vagamente y lo cantaba imitando la voz ridícula del sacristán. Le proporcioné dos versiones: el consabido responso gregoriano y la tonada de Carbajo, recuperada de la tradición oral con la ayuda de Alejandro Céspedes y de Miguel Manzano. Las dos melodías del Qui Lazarum las incorporó a su obra para que las tocase ad libitum el violonchelo solo, "con dos cojones", en medio del silencio reverencial de la orquesta».
La interpretación es de la Orquesta de la Comunidad de Madrid dirigida por José Ramón Encinar.