El padre Fernando Barrionuevo denuncia a dos arzobispos y al nuncio papal, Andrés Carrascosa Compraventa de parroquias: Un cura de Quito suspendido por negarse a pagar 60.000 dólares que le pedía su arzobispo por asignarle una parroquia
“Fui suspendido por el entonces arzobispo de Quito, monseñor Fausto Gabriel Trávez, en el año 2018, por negarme a ‘comprar o alquilar’ una parroquia en la arquidiócesis de Quito: me pedía 60.000 USD (dólares americanos) para ser párroco de la parroquia de Capelo”
Han pasado seis años, la archidiócesis de Quito ha cambiado de arzobispo titular y al país llegó, en 2017, un nuevo Nuncio papal desde Panamá, Andrés Carrascosa, pero el padre Barrionuevo sigue apartado del ministerio sacerdotal por negarse a participar en el sucio y deshonesto ‘negocio’ de la compraventa de parroquias
Nuncio Carrascosa: “Tienes que arrodillarte a los pies del arzobispo y pedirle perdón o irás al infierno”
“Santo Padre, imploro tu justicia”, suplica el padre Barrionuevo
Nuncio Carrascosa: “Tienes que arrodillarte a los pies del arzobispo y pedirle perdón o irás al infierno”
“Santo Padre, imploro tu justicia”, suplica el padre Barrionuevo
“Fui suspendido por el entonces arzobispo de Quito, monseñor Fausto Gabriel Trávez, en el año 2018, por negarme a ‘comprar o alquilar’ una parroquia en la arquidiócesis de Quito: me pedía 60.000 USD (dólares americanos) para ser párroco de la parroquia de Capelo”. La denuncia, clara y tajante, es del sacerdote quiteño padre Fernando Barrionuevo Hinojosa. Tenía, entonces, 53 años de edad y 25 de entregado y honesto ejercicio pastoral sacerdotal.
El padre Barrionuevo desvela así una manida, delictiva y contraevangélica costumbre de ascenso y promoción sacerdotal, que realiza el ordinario de Quito ya por sí mismo o a través de otros curas de su círculo más íntimo. Por ejemplo, según nos cuentan de fuentes presbiterales quiteñas, en el caso del arzobispo emérito, Fausto Trávez, el que movía los hilos de la arquidiócesis a su antojo era el ecónomo curial, padre José Valdiviezo, lo que le generaba un lucro jugosísimo. Tanto que él mismo solía decir: 'Las cosas en la Iglesia se consiguen con plata y dando el c…'". La realidad se resiste a mutar.
Han pasado seis años, la archidiócesis de Quito ha cambiado de arzobispo titular y al país llegó, en 2017, un nuevo Nuncio papal desde Panamá, Andrés Carrascosa, pero el padre Barrionuevo sigue apartado del ministerio sacerdotal por negarse a participar en el sucio y deshonesto ‘negocio’ de la compraventa de parroquias.
El precio que el padre Barrionuevo tuvo que pagar por plantarse ante monseñor Trávez y decirle que lo que le pedía era “inmoral, corrupción, abuso de poder y robo” fue altísimo: ser suspendido y apartado de sus funciones y dejar de ejercer el ministerio para el que se había ordenado, además de quedarse sin sustento, sin oficio y sin beneficio. Con este antecedente el padre Barrionuevo redactó una carta en la que denunciaba los abusos del arzobispo de Quito, Fausto Trávez.
“Fui suspendido indefinidamente el 18 de julio de 2018, sin derecho a la defensa, con una fuerte sanción, botándome a la calle en forma inmisericorde, y acusándome de ir en contra de la fe y de la moral”, recuerda, todavía dolorido, el padre Barrionuevo, que, convencido de la inmensa injusticia que se cometió contra él, nunca cejó en su empeño de recuperar sus derechos y, para eso, lleva años defendiendo su causa. Sin éxito, por ahora.
Y eso que se las prometía muy felices, cuando en el mes de abril de 2019, el Papa aceptaba la renuncia de monseñor Trávez y elegía para sucederle al frente de la archidiócesis de Quito a monseñor Alfredo José Espinoza Mateus. De hecho, el 19 de junio de ese mismo año el padre Barrionuevo acudió al nuevo arzobispo y al Nuncio del Papa, pensando que restablecerían la justicia en su caso.
Pero pronto se dio cuenta de que la casta clerical se protege y actúa como una mafia. “Fui recibido por el nuevo arzobispo, monseñor Espinoza, y por el nuncio del Papa, monseñor Carrascosa, con una actitud hostil, indiferente, amenazadora, parcializada y desafiante, manifestándome que le daban toda la razón y el apoyo al arzobispo emérito, monseñor Trávez, y que yo era un loco, que había faltado a la obediencia, al respeto, a la fe y a la moral”.
En esta primera visita, monseñor Espinoza se mostró “muy grosero” con el padre Barrionuevo y le amonestó con estas palabras: “Por amor a la Iglesia, que atraviesa momentos difíciles a nivel mundial, deje las cosas como están, y no acuda a ninguna institución eclesiástica ni civil, todavía menos a la Fiscalía del Estado, para evitar el escándalo en la sociedad ecuatoriana”.
Decepcionado, el padre Barrionuevo, antes de despedirse de su arzobispo, le dejó un dossier de 30 folios con documentos y le pidió que, después de leérselo, lo volviese a recibir. Pasaron 3 meses y, ante la insistencia del sacerdote, el prelado de Quito volvió a concederle audiencia.
Lo primero que le preguntó el cura a su arzobispo es si había leído la carpeta. Monseñor Espinoza, en actitud desafiante y agresiva, le respondió: “No era necesario leerla, pues tu opinión, tus acusaciones y tu criterio son irrelevantes”. Y contradiciéndose en lo que él mismo denunciaba recién posesionado, le dijo: “El arzobispo emérito dejó en perfecto estado la arquidiócesis en lo económico, en lo pastoral y en lo administrativo. Por lo tanto, lo que tienes que hacer es retractarte y pedir disculpas a monseñor Trávez”.
-Monseñor, eso sería obligarme a mentir, pues sería ir en contra de la verdad y faltar al precepto divino.
-Lo que a ti te falta es humildad y obediencia al arzobispo, el representante de Dios en la tierra.
-Los que deberían ser ejemplo de virtudes son ustedes, los arzobispos, pero sólo hacen alarde de su poder, con soberbia y prepotencia.
-¿Quién me asegura que no me harás lo mismo que a mis predecesores? Para mantener futuras reuniones contigo, tienes que cumplir tres condiciones: pedir disculpas públicas, retractarte y firmar un documento, redactado en el arzobispado, donde manifiestes obediencia ciega a tus superiores. No te asignaré parroquia, pero te destinaré como asistente a alguna iglesia para mantenerte en observación y que puedas demostrar tu obediencia y tu silencio.
Profundamente desilusionado con la actitud de sus arzobispos (el emérito y el titular), el padre Barrionuevo quiso tirar por elevación y acudió a buscar protección y justicia al Nuncio del Papa en Ecuador, el español Andrés Carrascosa.
Los nuncios papales, precisamente por ser representantes del Papa, tienen un poder especial a nivel social, pero sobre todo a nivel eclesiástico, especialmente en los países latinoamericanos, donde la Iglesia como institución goza de un enorme prestigio e influencia sociales.
Monseñor Carrascosa (Cuenca, 1955) es un nuncio a la antigua usanza, con mucha presencia social y, consciente de su poder, lo ejerce con cierta arrogancia. A sus 68 años, se cuida mucho físicamente y hace gala en la red X de su lema ‘mens sana in corpore sano’, para mostrar sus diversas actividades físicas.
Tras hacerle esperar 9 meses, Carrascosa recibió al Padre Barrionuevo en la sede de la nunciatura, con una actitud “hostil, arrogante, agresiva y hasta torturadora, manteniéndome en silencio casi media hora, con palabras incriminadoras: ‘Esa denuncia tuya es una calumnia e injuria hacia el arzobispo Trávez, que va contra la fe y la moral de la Iglesia. Además, toda denuncia debe ser hecha verbalmente y no por escrito, como tú hiciste’”.
Mientras le miraba con ira, haciéndole sentir como un simple criado de la institución, que lo único que tiene que hacer es cumplir órdenes, le instó de nuevo: “Tienes que pedir perdón, arrodillándote, llorando y poniéndote a los pies del arzobispo Trávez. De lo contrario, si el arzobispo fallece sin perdonarte o tú falleces sin pedirle perdón, irás al infierno”.
A veces solo se necesita un “perdona”, “me equivoqué” o “lo siento” para arreglar las cosas y no dejar que el orgullo pueda más. pic.twitter.com/rI3MuDdhzq
— Andrés Carrascosa (@andrescarras) July 16, 2024
Con ese chantaje espiritual, el Nuncio Carrascosa intentó conseguir el silencio del padre Barrionuevo ante el abuso de poder de los arzobispos de Quito, sin conseguirlo. Por eso, al cura de Quito sólo le queda una última esperanza: “Espero que mi caso llegue a manos del Papa Francisco, al que imploro justicia no sólo para mí, sino también para otros muchos sacerdotes y religiosos que están viviendo en carne propia el abuso de poder y la compra de la conciencia por parte de estos falsos pastores, que se creen que están por encima de todo, incluso por encima de Dios”.
Y es que, según el padre Barrionuevo, “estos obispos tienen una especie de poder satánico, porque los líderes políticos y sociales le tienen miedo y no quieren meterse con ellos, mientras a los sacerdotes les amenazan con suspenderlos y botarles a la calle, perdiendo el poder, el dinero y la comodidad de la que gozan estando en la Iglesia”.
Pero el sacerdote Barrionuevo que, desde hace años, vive en casa de sus hermanas y sufre depresión a causa de su situación, no cejará en su empeño hasta que consiga que alguien le haga justicia. En Quito, ya sabe que no lo conseguirá. ¿Y en Roma? Su esperanza es que alguien le cuente su caso (y el de otros curas ecuatorianos) al Papa y que Francisco tome cartas en el asunto. “Santo Padre, imploro tu justicia”, suplica el padre Barrionuevo.
Puestos en contacto con el Nuncio del Papa en Ecuador, para recabar su versión del caso del Padre Barrionuevo, monseñor Carrascosa nos contesta:
Puedo decir que, al llegar a Ecuador, no le di prioridad al Padre Barrionuevo: prioritario era conocer el país y las circunscripciones eclesiásticas -lo que me obligó a hacer muchos viajes- y menos el estar en el despacho recibiendo a quien se presentaba como amigo de mi predecesor. Y lo mismo sucedió en muchos otros casos.
Por lo demás, la lectura de cuanto escribe produce gran admiración y profunda pena: todo el que me conoce sabe cómo recibo a las personas. El lenguaje y el estilo no responden a mi manera de ser y de vivir y se parecen más al estilo de Padre Barrionuevo.
¿Alguien puede pensar que aconseje que no se hagan las cosas por escrito sino oralmente, cuando continuamente pido lo contrario?
Lo que le dije es que se llega más lejos y se resuelven los problemas dialogando, aunque el ir insultando no es la manera de llevar adelante ese diálogo.
Con atentos saludos.
Por su parte, el arzobispado de Quito no suele contestar a nuestros requerimientos de información.
Etiquetas