¿Puede ser cardenal un arzobispo presuntamente encubridor? Compuesto y sin capelo: denuncian al Papa los abusos de poder y el encubrimiento del arzobispo de Quito, monseñor Espinoza
El ‘Colectivo católico’, grupo de cristianos y sacerdotes comprometidos, acaban de entregar a Francisco un abultado dossier, que retrata profundamente a monseñor Espinoza y deja sus ‘vergüenzas’ al descubierto
"Hoy nuestra iglesia vive inmersa en una verdadera dictadura. No hay espacio para pensar diferente. El caudillo, que debería ser pastor, te manda a callar, y te pone en su lista negra"
Y tras denunciar el “ego descomunal del arzobispo, que le lleva a pensar que todo lo hace bien”, lanzan la acusación más grave contra él: “No ser transparente y estar encubriendo, por acción o por omisión, diversos casos de abusos en la archidiócesis”
"La verdad es que, aunque calle, la gente está escandalizada pero adormecida por el caso de los ‘Arturos’ y por el sistema de encubrimiento del arzobispo de Quito"
Y tras denunciar el “ego descomunal del arzobispo, que le lleva a pensar que todo lo hace bien”, lanzan la acusación más grave contra él: “No ser transparente y estar encubriendo, por acción o por omisión, diversos casos de abusos en la archidiócesis”
"La verdad es que, aunque calle, la gente está escandalizada pero adormecida por el caso de los ‘Arturos’ y por el sistema de encubrimiento del arzobispo de Quito"
“Con esto ya tenemos comprado el cardenalato”. Son palabras medio en broma medio en serio (entre broma y broma, la verdad asoma) del arzobispo de Quito, monseñor Alfredo José Espinoza Mateus, en una reunión con sacerdotes, tras haber vendido varios inmuebles en la zona de Machachi y haberse embolsado un millón de dólares solo por uno de ellos. Pero con Francisco, los capelos no se compran y, además, en sus ‘creaciones’ cardenalicias, el Papa huye como de la peste de eclesiásticos adinerados o encubridores. Y, a estas alturas, Francisco ya sabe qué tipo de jerarca es el prelado quiteño.
Pero el prelado ecuatoriano sigue haciendo todo lo posible (en connivencia con el Nuncio papal, el español Andrés Carrascosa) para conseguir la púrpura, como un premio a su carrera, un reconocimiento a Ecuador y el broche de oro al LIII Congreso eucarístico internacional, que se celebrará del 8 al 15 de septiembre en Quito. Empero el ‘Colectivo católico’, grupo de cristianos y sacerdotes comprometidos, acaban de entregar a Francisco un abultado dossier, que retrata profundamente a monseñor Espinoza y deja sus ‘vergüenzas’ al descubierto.
Así comienza la descripción que hace este colectivo de la situación eclesial en la archidiócesis de Quito: “Hoy nuestra iglesia vive inmersa en una verdadera dictadura. No hay espacio para pensar diferente. El caudillo, que debería ser pastor, te manda a callar, y te pone en su lista negra. Monseñor Espinoza sólo es pastor de los que le caen bien y del lobby clerical moderado por sus obispos auxiliares, David Israel de la Torre, Ángel Maximiliano Ordóñez y Danilo Echeverría”.
Los miembros del ‘Colectivo católico’ enumeran algunos de los ‘pecados’ pastorales del arzobispo quiteño. Por ejemplo, que remodeló la Curia, desplazando de ella a sacerdotes con mucha experiencia, convencido de que “los viejos no sirven y todo tiene que ser manejado por jóvenes”. Y, además, congeló el plan de división de la archidiócesis y de creación de tres nuevas diócesis, “para seguir concentrando todo el poder en sus manos”.
Tras el triste y largo período del franciscano monseñor Fausto Trávez al frente del arzobispado quiteño, curas y laicos esperaban un pastor que los escuchase, que los animase, que los tratase a todos por igual, pero se encontraron “con un buen contador, preocupado obsesivamente por las finanzas”.
Más aún, los católicos comprometidos describen a monseñor Espinoza como “un tipo bipolar, que nunca se sabe con qué genio se va a levantar, al que se le tiene miedo, que concede privilegios a sus elegidos (entre ellos, su secretario particular, Gilbert Jiménez, que lo acompaña desde Loja, su anterior diócesis)”.
Los autores del informe remitido al Papa añaden: “Nuestro plan de pastoral caducó y no hay señales de uno nuevo. Lo verdaderamente importante no se toca, no se debate: Parroquias que se están muriendo por la actitud o el descuido de ciertos sacerdotes, parroquias sin párrocos o adjudicadas a dedo o clérigos con dos parroquias, mientras otros enferman o mueren de abandono y pobreza; oídos sordos al clamor para que se practique una auditoría del arzobispado que se remonte al menos a 20 años atrás; quejas de los fieles que casi nunca son escuchadas y vicarios parroquiales que ganan menos del sueldo básico y son explotados, celebrando 6 o hasta 9 misas los fines de semana, mientras los párrocos chupamedias se dan la dolce vita”.
Y tras denunciar el “ego descomunal del arzobispo, que le lleva a pensar que todo lo hace bien”, lanzan la acusación más grave contra él: “No ser transparente y estar encubriendo, por acción o por omisión, diversos casos de abusos en la archidiócesis”. Como muestra de ello, relatan el caso del padre de un sacerdote quiteño.
Arturo Eduardo Enríquez Pantoja, de setenta años, es el progenitor del sacerdote Arturo Enríquez Bastidas y fungía como secretario de la parroquia ‘San Andrés Kim’ de la arquidiócesis de Quito, ubicada en el sur de Quito, donde su hijo se desempeñaba como párroco. Ambos tenían su domicilio en la casa parroquial.
Existe una denuncia ante la Fiscalía del Estado Ecuatoriano, de mayo del 2023, contra Arturo Eduardo Enríquez Pantoja, padre del presbítero Arturo Enríquez Bastidas, por violación a la menor G. A. M. S. La denuncia fue formulada por el progenitor de la víctima, Luis A. Guamialama Narváez. El proceso, según el denunciante, está estancado por injerencias curiales.
Actualmente, los ‘Arturos’ (padre e hijo) viven en la casa parroquial de Tambillo, donde los feligreses denuncian el lucro descarado de su párroco con el cementerio parroquial, así como el peligro latente y la amenaza que se cierne sobre esta comunidad, por la presencia del supuesto abusador y padre del párroco en funciones de secretario en la parroquia.
Según la denuncia, la niña G. A. M. S., de nacionalidad ecuatoriana, actualmente adolescente, fue presunta y reiteradamente violada, a la edad de 9 años (en 2021), por Arturo Eduardo Enríquez Pantoja, en la casa parroquial de la parroquia ‘San Andrés Kim’ (sur de Quito), cuando su hijo, el sacerdote Arturo Enríquez Bastidas, era el párroco.
Se sabe que la niña ultrajada es nieta de la conviviente de Enríquez Pantoja. Del hecho tiene pleno conocimiento el presbítero Arturo Enríquez Bastidas, hijo del imputado, quien, pese a todo, mantiene a su padre como secretario de la parroquia ‘Nuestra Señora de la Asunción’ de Tambillo.
Pues bien, el arzobispo de Quito, monseñor Espinoza se enteró del caso de inmediato, porque se lo comunica la Fiscalía, y lo primero que hizo fue trasladar al hijo del presunto abusador a la diócesis de ‘San Jacinto de Yaguachi’ (cuyo obispo es el carmelita, Aníbal Nieto), en el litoral ecuatoriano, que dista más de 400 kms de la capital ecuatoriana. A esa jurisdicción y otras son enviados por monseñor Espinoza sacerdotes con “dificultades (delitos)”.
De hecho, en la actualidad, permanecen en dicha jurisdicción, al menos dos sacerdotes del clero de Quito, incursos en presuntas conductas delictivas contra el sexto mandamiento: D. Juan Carlos Vintimilla y D. Juan Lara. El primero era párroco de ‘Santiago Apóstol’ de Puembo y también dirigía un programa en Radio Católica Ecuador. Juan Lara era vicario de la parroquia ‘San Pedro de Cayambe’.
En lo que al cura Arturo Enríquez se refiere, el arzobispo Espinoza le hizo retornar al poco tiempo desde la diócesis de Yaguachi a la arquidiócesis de Quito, designándolo párroco de ‘Nuestra Señora de Lourdes’, a unos 90 kms al norte de la capital ecuatoriana. Posteriormente lo trasladó como párroco a la parroquia de ‘Nuestra Señora de la Asunción’ en Tambillo, función que ejerce desde el 29 de junio del 2023 hasta la actualidad.
Todos estos misteriosos movimientos transcurren en el lapso de 3 años, pero ya antes se produjo todo un enigmático movimiento del clérigo Arturo Enríquez Bastidas, tanto a otras diócesis (Galápagos, Machala, Yaguachi) como a otras parroquias dentro de la arquidiócesis de Quito. Los indicios revelan que tanta agitación tiene como base el encubrimiento de delitos clericales. Según versiones de feligreses de la parroquia ‘San Andrés Kim’, el cura Arturo Enríquez habría incurrido en conducta inmoral contra el sexto mandamiento. Por eso, el arzobispo Espinoza lo mandó a otra diócesis temporalmente y, así, de un plumazo encubría a los dos ‘Arturos’.
Según el ‘Colectivo católico’, “el caso del progenitor del sacerdote Arturo Enríquez es un secreto a voces, por mucho que intente taparse, pero la gente tiene miedo al poder de la autoridad eclesiástica y al castigo del infierno, porque cree que, quien delata a un clérigo abusador va contra la Iglesia y, eso Dios lo castiga en esta vida y en la otra con el infierno, además de poner en peligro su vida temporal. Así se calla o se demoniza toda voz profética”.
La verdad es que, aunque calle, la gente está escandalizada pero adormecida por el caso de los ‘Arturos’ y por el sistema de encubrimiento del arzobispo de Quito y supuesto aspirante a cardenal, monseñor Espinoza, ilusionado con un regalo papal que nunca va a llegar. No en vano, Francisco decía, ya en 2018, en un discurso a la Curia romana: “La Iglesia nunca intentará encubrir o subestimar ningún caso. Es innegable que algunos responsables, en el pasado, por ligereza, por incredulidad, por falta de preparación, por inexperiencia… o por superficialidad espiritual y humana han tratado muchos casos sin la debida seriedad y rapidez. Esto nunca debe volver a suceder. Esta es la elección y la decisión de toda la Iglesia”. ¿Y si sucede, como en este caso?
Coma hace siempre, Religion Digital se puso en contacto con el arzobispado de Quito, para pedir su versión de los hechos denunciados. Y ésta es su respuesta:
Etiquetas