"Una teología que aborde el tema de las migraciones tiene que surgir desde las fronteras" Leo Guardado: "Es necesario que los creyentes, los seguidores de Jesús, también hagamos nuestro trabajo"

"El trabajo de Gustavo Gutiérrez eses el fruto de la reflexión de todo un pueblo, y creo que el pueblo siempre le ha hecho justicia"
"Es un desafío hacer una teología desde la perspectiva de la pobreza: de los pobres, de los insignificantes, de las personas y comunidades más cercanos a la muerte. Ese es el desafío existencial, eclesial y permanente: saber si la teología va a tener relevancia y va a ser creíble como teología cristiana en el seguimiento de Jesús"
"Una teología que quiera abordar al tema de migración, de los expulsados forzosos, tiene que decir algo creíble, tiene que surgir desde las fronteras, desde los vecindarios donde las personas son perseguidas por los agentes federales, de las casas de migrantes en las fronteras, o desde las prisiones que se llenan de migrantes en este país"
"Una teología que quiera abordar al tema de migración, de los expulsados forzosos, tiene que decir algo creíble, tiene que surgir desde las fronteras, desde los vecindarios donde las personas son perseguidas por los agentes federales, de las casas de migrantes en las fronteras, o desde las prisiones que se llenan de migrantes en este país"
"Si no mantenemos que la Encarnación sigue en la historia, que Dios sigue hablando, que la revelación continúa, entonces la teología rompe con su razón de ser". Leo Guardado es uno de los principales teólogos en el proyecto de unir teologías de norte y sur. Por experiencia académica (uno de sus maestros fue, ni más ni menos, que Gustavo Gutiérrez), y por biografía personal. Nacido en las montaña de El Salvador, tuvo que huir con su madre a Estados Unidos tras el estallido de la violencia. Hoy, da clases en la universidad de Fordham (Nueva York), y participa en encuentros como el organizado hace unas semanas en San Diego por la Red Ecclesia in America, con el horizonte de la persecución de los migrantes decretada por Trump en el horizonte.
¿Cuál ha sido tu experiencia en este congreso de San Diego?
Es un encuentro entre el norte y el sur, teólogas, teólogos, biblistas, expertos en movimientos sociales y pastoral. Creo que la riqueza más grande es encontrarnos escuchar reflexiones que surgen de lo particular, porque no es lo mismo hablar de migración desde Nueva York que desde Argentina o desde aquí, en la frontera.

Justo aquí, que estamos en la frontera con México...
La frontera estadounidense con San Diego. Tijuana, ya que lo mencionas, es interesante. El mundo de la frontera es diferente, por ejemplo, de los lugares de destino.
Tú crees un teólogo del sur (del centro, más bien), nacido en Salvador, y estás viviendo y trabajando en Estados Unidos. ¿Se observan las diferencias en el trabajo diario entre distintos tipos de teología? ¿O cada vez está más cerca?
En mi caso, nací en la guerra, en las montañas de Chilatenango, y la realidad te da una sensibilidad. Por el mundo rural, por el contexto de violencia, pobreza, y el medio ambiente. El contextos on las lentes por las cuáles veo el mundo y mi trabajo teológico. Hoy, desde la Universidad de Fordham en Nueva York, una gran ciudad. Al salir de El Salvador, mi madre y yo acabamos en Los Ángeles. Después, viví en Indiana,d onde saqué el doctorado, y ahora estoy en la costa este.
Entonces, yo hago teología desde este país del norte, desde una cultura euroamericana, con la sensibilidad de las montañas de Chilatenango. Y eso es un don. Yo pienso con el tiempo de guerra, con la formación nicial de mi juventud. Es parte de lo que puedo aportar a las discusiones, a los diálogos teológicos y a la pastoral. De donde surge, yo diría, la mejor teología. Uno de mis mentores, Gustavo Gutiérrez, decía que las preguntas teológicas más importantes son las preguntas pastorales.

Hablabas de Gustavo, alguien muy importante en tu vida personal y profesional...
Tuve la bendición de conocerlo en 2006 en la Universidad de Notre Dame, en Indiana. Me acompañó y la acompañé hasta que murió. Tras la maestría, durante cinco años, estudié patrística, y me fui a hacer pastoral en la frontera en Tucson y Sonora. Gustavo daba clases en Notre Dame, y a mi vuelta tuve la fortuna de trabajar con él como asistente hasta que se jubiló. Y cada año iba a Perú a estar con él y seguir dialogando, lanzando puentes entre el Norte y el Sur. Entonces, organizamos un encuentro en Lima
Unos encuentros para tejer redes, que continúan...
Ahora que Gustavo no está presencial en esta vida, sigo trabajando con el Instituto Bartolomé de las Casas, con el Centro de Estudios y Publicaciones. Soy socio de estas instituciones.
¿Se le ha hecho justicia a Gustavo?
No ha terminado de hacerse, aunque es cierto que Francisco le ha reivindicado en más de una ocasión. Todavía algunos sectores le siguen viendo, en el mal sentido, como el padre de la Teología de la Liberación, pero es que estamos hablando de un hombre que ha gestado una teología de la liberación y de la liberad. Y a partir de él han surgido. muchos otros teólogos. Él es el fruto de la reflexión de todo un pueblo, y creo que el pueblo siempre le ha hecho justicia. Justicia a entender el Evangelio como la fuente más rica para la liberación del ser humano. Que la liberación de la encarnación de Cristo nos lleva a una liberación en la historia. De todo lo que nos mata. De todo lo que nos mantiene o nos quiere hacer insignificantes en este mundo. Es verdad que en los años 80 salieron varios documentos en el Vaticano, que hubo malentendidos, intereses privados... Pero Gustavo nunca fue silenciado, ni condenado.

¿Cómo se ha integrado eso en la iglesia?
Pues desde Puebla, reconocemos la profundidad a que llegó, y la opción preferencial por los pobres, que es parte del legado de la enseñanza de la Iglesia, y muestra a un pueblo que ha pensado su fe desde la pobreza. El santo pueblo de Dios.
El santo pueblo de Dios.
Claro, claro, claro. Es una tradición que ahora, por virtud de Francisco, da visibilidad y eco a toda una experiencia eclesial. Yo no diría que Francisco reivindica a Gustavo, pero sí amplía la voz de todo un pueblo en el continente que ha vivido esto desde mediados del siglo XX, desde antes de Medellín. Es un desafío hacer una teología desde la perspectiva de la pobreza: de los pobres, de los insignificantes, de las personas y comunidades más cercanos a la muerte. Ese es el desafío existencial, eclesial y permanente: saber si la teología va a tener relevancia y va a ser creíble como teología cristiana en el seguimiento de Jesús.
Yendo a ello. ¿Cómo explicamos al mundo de hoy, que cada vez va más rápido, se detiene menos a pensar, donde cada vez los conceptos necesitan ser más claros, más directos? ¿Cómo explicamos al mundo que la teología hoy sigue siendo un instrumento para avanzar en la evangelización? ¿O hay riesgo de que la teología deje de ser necesaria para el mundo?
Si la teología es el intento de sistematizar la experiencia de Dios, siempre tendrá hueco. Siempre se va a estar pensando teológicamente. ¿Cómo se hace? ¿Qué métodos se usan? Ahí es donde creo que debemos ir a lo más profundo del Evangelio, desde el seguimiento de Jesús, que son los pobres, la verdad del Evangelio. Esta realidad, que nos desafía, porque es tomar el corazón de las Escrituras, de la Tradición, y también la realidad donde vivimos: la política, la economía, las ciencias sociales, y la biología. Y con ello hacer una reflexión que haga justicia y verdad, con credibilidad y que anunce algo para el mundo. Esto no es fácil. Como pueblo de Dios, o como Iglesia, ahí se juega también quién somos, quién decimos que somos. Y la reflexión teológica no siempre refleja la realidad, y ese es el desafío.

¿Cuál es la teología por la que apuestas?
La teología que refleja la realidad lo más posible. El lenguaje nos traiciona, y toda teología es un producto de su tiempo, y tiene que seguir renaciendo en cuanto toma de la fuente de la realidad de la espiritualidad. Si no se encarna, no hay nada. Dios sigue encarnándose en la historia, especialmente, particularmente, en los pobres, en todos los que están excluidos, etc... Si no mantenemos que la Encarnación sigue en la historia, que Dios sigue hablando, que la revelación continúa, entonces la teología rompe con su razón de ser.
Vivimos este simposio con la llegada de Trump al poder, y las leyes ejecutivas de expulsión de migrantes, que el Papa ha criticado con dureza. ¿Qué palabra debe tener la Iglesia y la teología de la frontera respecto a lo que está sucediendo ahora en Estados Unidos y lo que está sucediendo en muchos otros sitios? ¿Cómo afrontamos esas realidades desde la teología. ¿Qué voz podemos dar de una teología cristiana en salida que tiene al otro como a tu prójimo?
Esta realidad de deportaciones, de fin de lugares protegidos, de ese buscar al otro y entenderlo como un enemigo y no como un semejante. Una teología que quiera abordar al tema de migración, de los expulsados forzosos, tiene que decir algo creíble, tiene que surgir desde las fronteras, desde los vecindarios donde las personas son perseguidas por los agentes federales, de las casas de migrantes en las fronteras, o desde las prisiones que se llenan de migrantes en este país. Entonces, cualquier reflexión teológica sobre el tema, si no surge de esa realidad, no tendrá sensibilidad que apunte a la realidad. Pero cuando empiezas a hacer teología de esa perspectiva, la teología te lleva a confrontar con la tradición misma de la Iglesia, con las leyes de un Estados , con los miedos a las consecuencias de ofrecer una palabra... ¿Quién es la iglesia? Ahí, siempre, el pueblo de Dios. Es necesario que los creyentes, los seguidores de Jesús, también hagamos nuestro trabajo.
Uno tiene que tomar el miedo en serio. Porque si no lo tomas en serio, te va a controlar
Yo le preguntaba al cardenal Czerny qué debía hacer la Iglesia, y él decía que la Iglesia no se tiene que meter en política. ¿Crees que los obispos están capacitados para enfrentarse a Trump en esa dinámica? ¿Tienen miedo de hacerlo?
Creo que todos tenemos que caminar con cuidado. Todos sentimos el miedo de ser perseguidos, de la persecución. Yo vengo de El Salvador, donde la figura de Romero es importante para aprender cómo vivir en un estado que te persigue hasta la muerte. Uno tiene que tomar el miedo en serio. Porque si no lo tomas en serio, te va a controlar. Si aceptas: 'Tengo miedo. Me pueden perseguir, me pueden cerrar las iglesias, podemos quebrar financiamente, podemos terminar en la cárcel'. Es importante espiritualmente pasar por ese proceso, y confrontar el miedo con la fe. Si es que mi fe todavía es válida en este contexto particular. Y ahí, cada iglesia local tiene que discernir. Los obispos tienen que hacer esto. Cada parroquia tiene que hace esto. Especialmente, en relación al asilo en las iglesias. Yo yo, como teólogo, también. Es importante que cada iglesia local entre en un proceso de discernimiento de quiénes son, cuál es su historia, qué han hecho frente a esta realidad del desplazamiento forzoso de personas. Cómo ven la fe, la Biblia, las enseñanzas de la iglesia en relación a lo que hacen como iglesia local. Porque si no hay un proceso de conversión espiritual, cualquier cosa que se haga a nivel político terminará cuando llegue el miedo, y se acabó.

Como comunidad se tiene que entrar a esos diálogos sinodales. Y allí surgen pautas de cómo caminar juntos. Y cómo vincular la iglesia con movimientos sociales, movimientos populares. Czerny mencionó la importancia de aprender de las comunidades migrantes. De cómo ellos se arman toda una red de ayuda mutua. La iglesia es parte de una red: necesita los movimientos sociales, los movimientos populares. Necesita las experiencias y los conocimientos de organizaciones. Requiere una comunidad de comunidades diversas, porque entre nuestras diferencias hay algo más que nos une. Y es este intento de acompañar a estas comunidades perseguidas. Sabiendo que, si nos acercamos al perseguido, nosotros vamos a ser perseguidos.