El arzobispado de Quito encubre el caso y no denuncia al sacerdote El cura quiteño, Miguel Augusto Yumi, huye a Colombia, tras abusar presuntamente de una menor

Monseñor Espinoza y Miguel Augusto Yumi
Monseñor Espinoza y Miguel Augusto Yumi

"Era el mes de marzo del año lectivo 2022-2023, cuando Sor Rosita descubrió el pastel,  y las religiosas calculan que, por lo que cuenta la niña, venía siendo víctima de los abusos del cura y de su acoso sexual desde hacía unos seis meses"

"En presencia del abusador, monseñor Espinoza se dirigió a los curas en los siguientes términos: 'Cuando hagan pendejadas, las hagan bien, que nadie se entere, no causen escándalo'"

"La técnica habitual que utilizan en la curia: los abusadores son cambiados de destino parroquial en la misma archidiócesis o enviados a otra diócesis y, cuando las aguas se calman y la realidad del caso queda sepultada, son reubicados y/o promovidos en Quito"

“Hay decenas de casos de abusos del clero archivados en la Curia, pero allí se pudren, sin que la jerarquía diocesana haga nada al respecto. El sistema del encubrimiento sigue vivo en Quito"

Hija de vendedora ambulante, Verónica (nombre ficticio), de 13 años, pasa la mayor parte del día, desde bien temprano, con las religiosas Siervas de la Caridad en el colegio Unidad Educativa Daniel Sipione, que regentan en Oyacoto, uno de los barrios más pobres de Quito, al lado de un vertedero de basura.

Tempranito llegaba también todos los días al colegio, después de hacer un trayecto de más de una hora, el padre Miguel Augusto Yumi Ulloa. Allí se encontraba con la niña y aprovechaba la soledad de las primeras horas de la mañana para acosarla sexualmente, manosearla, hacerla todo tipo de tocamientos y abusar de ella.

Un día, la hermana Rosita entró de improviso en el comedor donde se suponía que el cura desayunaba con la niña y se la encontró asustada y hasta agresiva. Rosita, que es como una madre para la niña, se la llevó y la criatura, todavía temblorosa, se puso a contarle lo que le estaba pasando con todo lujo de detalles: los abusos a los que la sometía el cura, el acoso permanente que ejercía sobre ella, asi como los chantajes emocionales (“en caso de que cuentes algo, ¿a quién van a creer al sacerdote o a ti?”) o las amenazas (“como lo digas, le puede pasar algo a tu mamá o a tu hermana”). Incluso que le había abierto un chat de Facebook, donde el sacerdote vertía todo tipo de mensajes pornográficos y maliciosos.

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Padre Yumi
Padre Yumi

 Era el mes de marzo del año lectivo 2022-2023, cuando Sor Rosita descubrió el pastel,  y las religiosas calculan que, por lo que cuenta la niña, venía siendo víctima de los abusos del cura y de su acoso sexual desde hacía unos seis meses. A los pocos días, el rector del centro educativo, José Luis Reinoso, pone el caso en conocimiento del arzobispo de Quito, Alfredo José Espinoza, y lo denuncia al departamento jurídico de la curia quiteña, a la Fiscalía y al ministerio de Educación.

Unos días después, el prelado quiteño asiste a un retiro espiritual para sacerdotes diocesanos, donde coincide con el padre Yumi. Y según algunos sacerdotes presentes, antes de concluir el retiro, monseñor Espinoza se dirigió a los curas en los siguientes términos: “Cuando hagan pendejadas, las hagan bien, que nadie se entere, no causen escándalo”.

 Al poco tiempo, se difunde el rumor de que el padre Yumi ha desaparecido y, ante las preguntas de sus parroquianos,  el arzobispado se siente obligado a emitir un comunicado oficial, en el que señala que el sacerdote “no se encuentra desaparecido; Él ha tomado una opción de vida y, por lo tanto, ha dejado la misión pastoral que desempeñaba en esta jurisdicción eclesiástica”.

Según fuentes de la investigación, “se trata de una excusa del arzobispo, para darle tiempo a escapar al abusador”. Además, “como corrieron el rumor de que estaba desparecido, la gente exigía que lo buscasen y, por eso, desde el arzobispado dijeron que había cambiado de estado, pero no es verdad, porque esa es la técnica habitual que utilizan en la curia: los abusadores son cambiados de destino parroquial en la misma archidiócesis o enviados a otra diócesis y, cuando las aguas se calman y la realidad del caso queda sepultada, son reubicados y/o promovidos en Quito”.

Padre Yumi
Padre Yumi

 De hecho y desde ese momento, según cuentan nuestras fuentes, “la curia arzobispal trata de parar la investigación del caso por todos los medios, intimidando a las religiosas, que temen que el prelado les quite la casa o el centro escolar que regentan en Quito”.

Tanto el arzobispo, como sus obispos auxiliares y algunos sacerdotes conocían perfectamente el caso e, incluso, sabían que el padre Yumi ya había sido denunciado por hechos similares en otras ocasiones, pero esas denuncias duermen en los archivos del departamento legal de la curia diocesana.

Encubierto y protegido en su salida de la arquidiócesis. En efecto, según nuestros informantes, “el carro del sacerdote cruzó la frontera con Colombia y suponemos que se encuentra allí escondido en alguna comunidad parroquial, a la espera de que amaine el caso”.

Pero no parece tenerlo fácil. A pesar de las presiones del arzobispado, el proceso sigue adelante, se han realizado ya las pericias correspondientes y la víctima está recibiendo ayuda terapéutica, entre otras cosas porque la niña intentó suicidarse en varias ocasiones.  Al abusador se le ha llamado a declarar, pero no se presentó. Los exámenes psicológicos y el peritaje legal confirman que hubo abuso y acoso en numerosas ocasiones.

Denuncia Yumi
Denuncia Yumi

Y lo más terrible es que el caso del Padre Yumi no parece un caso aislado. Según nos cuentan nuestras fuentes, “hay decenas de casos de abusos del clero archivados en la Curia, pero allí se pudren, sin que la jerarquía diocesana haga nada al respecto. El sistema del encubrimiento sigue vivo en Quito, a pesar de la insistencia en limpiar los abusos por parte del Papa Francisco. Lo único que les preocupa es que nada ni nadie manche la celebración del LIII Congreso eucarístico internacional, que se llevará a cabo del 8 al 15 de septiembre de 2024, precisamente en Quito”. Como suele decir monseñor Espinoza, “los trapos sucios se lavan en casa”.

(Religión Digital se puso en contacto con el arzobispado de Quito, para recabar su versión del caso del padre Yumi y ni siquiera recibimos acuse de recibo a nuestra petición de información)

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