"Una cosa es intentar ser un mesías de pacotilla, otra imponer al liberalismo a ultranza" Milei y “la fuerza del cielo”

El presidente Milei
El presidente Milei EFE

El título de esta columna intenta resaltar y resumir lo que quien escribe considera lo más llamativo, el entrelíneas más destacado del discurso del presidente de la Nación: confiar en “la fuerza del cielo”

Milei insistió varias veces en citar textos del Antiguo Testamento y en confiar “en la fuerza del cielo” que les dará la victoria en esta batalla donde aplastará “al enemigo”

Recordemos, sólo para comprender mejor su radicalidad, fundamentalismo indisimulado y maniqueísmo a ultranza, que una postura de “centro”, por ejemplo, es la de la Iglesia argentina, al menos la porción de obispos, curas, consagrados y sobre todo laicos que apoyan al papa Francisco

Se cumple un año de que Javier Milei ejerce la presidencia de la República Argentina. El mandatario ultraliberal, confeso “odiador” del Estado, coherente con los principios teóricos de que el equilibrio económico depende de bajar el gasto fiscal al precio que sea, aunque se trate del trabajo y de la dignidad de personas que de un día para el otro se quedan sin trabajo, denostador compulsivo de todo quien piense apenas diferente, entre otras características, fue el principal orador de una nueva edición de la Conferencia Política de Acción Conservadora.

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Puede llamar la atención todavía, ahora, su ataque cargado de odio y asco a todo lo que pueda ser calificado, según su mirada, como socialista o zurdo; que, asegura, fueron gobierno en todo el mundo porque supieron organizarse y ganaron la batalla cultural.

Precisamente la batalla cultural, junto a la gestión y a la acción política son las tres vías que señaló como programa de gobierno.

Milei aseguró que la derecha que representa y pontifica está ante una “oportunidad histórica… hay que dar la batalla cultural para coordinarse internacionalmente, a fin de que los 'zurdos' no nos entren por ningún lado”, aseveró.

Milei en un discurso a la Cámara de Diputados
Milei en un discurso a la Cámara de Diputados EFE

En fin, puede aún llamar la atención este tipo de afirmaciones, como las que consignó en su discurso de que “todo centro es malo, porque es darle una oportunidad a la izquierda”; o de que “quien no es liberal es neardenthal”; o que “quienes apuestan al diálogo y a negociar ya perdieron”; o de que “el bien (el liberalismo) nunca negocia con el mal (todo lo que suene a izquierda según su mirada bipolar)”.

El Antiguo Testamento

Como cúspide de su discurso, ante un auditorio rebosante de personas afines en ideas y odios, tan pulcras y educadas, elegantes y de nariz fruncida cuando se nombra a los pobres, el hambre, la desocupación o los derechos gremiales que no dudaron en burlarse, aplaudir y cantar a lo barrabrava estribillos agresivos a “los malos”, Milei insistió varias veces en citar textos del Antiguo Testamento y en confiar “en la fuerza del cielo” que les dará la victoria en esta batalla donde aplastará “al enemigo”.

Las citas de la historia de Jacob y de los Macabeos, con evidente asesoramiento de referentes de la primera de las religiones abrahámicas, aunque con citas de la Torah, el Tanaj y el Talmud, que son más cercanas al sionismo fundamentalista económico que al judaísmo rabínico humanista, estuvieron casi al inicio del discurso.

Javier Milei
Javier Milei EFE

También quizás desde ahí pueda leerse su rostro desencajado, rígido y desasosegado tanto cuando hace afirmaciones sobre que el único poder es el económico para los poderosos, como cuando se reitera en el insulto a no sólo –ya lo dijimos- a todo lo que huela o siquiera parezca izquierda, sino también al centro.

Recordemos, sólo para comprender mejor su radicalidad, fundamentalismo indisimulado y maniqueísmo a ultranza, que una postura de “centro”, por ejemplo, es la de la Iglesia argentina, al menos la porción de obispos, curas, consagrados y sobre todo laicos que apoyan al papa Francisco.

De hecho hace pocos días el mismo Francisco dijo que lo que Argentina necesita es diálogo, o sea, acercamiento entre las partes, o sea un camino pacífico, o sea, justo lo contrario a lo que está haciendo e instando el presidente Milei.

El título de esta columna intenta resaltar y resumir lo que quien escribe considera lo más llamativo, el entrelíneas más destacado del discurso del presidente de la Nación: confiar en “la fuerza del cielo”.

Protesta contra Milei en Buenos Aires
Protesta contra Milei en Buenos Aires EFE

Y para peor, en lo personal pienso que ni siquiera se trata de una especie tercermundista de mesianismo, y feliz de ser dependiente de las potencias económicas, sino aún de algo más grave: una cosa es intentar como individuo constituirse en mesías de pacotilla, otra intentar imponer al liberalismo a ultranza, sin tolerancia ninguna, con agresividad condenante a quien piense distinto, como si fuera un impío, como la religión que va a salvar el mundo, que si tiene cosas malas es por culpa única de la izquierda.

El Liberalismo, la derecha manipuladora que se beneficia a sí misma –unos pocos y algunos peones obedientes- y justifica la indignidad y hasta la muerte de quienes considera inferiores, porque “la fuerza del cielo” así lo quiso, como la única “religión” valedera y posible para “que el mundo cambie”. Proclama tan lejana al Evangelio donde se propone el servicio, el trabajar por la paz, la paciencia y ayudar en el camino a quien va más lento acompañando su ritmo.

Lamentable que a muchos no les importe esta injusticia descarada y vergonzante ahora pretendida religión, o sea vínculo entre lo humano y lo trascendente.

Esperanzador que a muchísimos otros sí nos importe. Y lo que parece el veneno sea en realidad el antídoto: “La fuerza del Cielo” lejos de ser una idea etérea y fatalista es una persona, un Dios cercano y personal, que no descuida a los pobres y a las viudas.

Y que nos pide las manos prestadas.

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