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Vatican News).-
Monseñor Gonzalo de Villa subraya el impacto de la pandemia en la vida nacional y eclesial en Guatemala: Como en otras partes del mundo, en el caso de Guatemala vamos a encontrar, particularmente en la Guatemala profunda de las zonas más aisladas de la capital y alejadas de las rutas principales, donde vive una población mayoritariamente indígena, que la situación ha estado más difícil, porque allí tienen menos accesos a la salud, Esto ha traído como consecuencia muchas muertes.
Covid-19 y los huracanes
De Villa subrayó que los efectos de la pandemia en zonas pobres, habitadas por indígenas y alejadas de las ciudades ha generado una información incompleta sobre los reales efectos de la pandemia en la población. Y añade: “a esto hay que agregar que en el mes de noviembre tuvimos dos tormentas tropicales que llegaron fuera de época y que golpearon una parte del país, particularmente los departamentos de Izabal, Alta Verapaz, Quiché y Huehuetenango”.
El arzobispo de Guatemala insistió en que “estas tormentas han desnudado la realidad que se vive en muchas partes de Guatemala”, particularmente en las zonas bajas, donde la población está en peligro constante amenazada por las fuerzas de la naturaleza. Subrayó que “las condiciones de habitabilidad de muchas regiones son muy precarias, en gran medida por falta de apoyo del Estado y porque no se generan oportunidades iguales para todos”.
De la popularidad al desgaste
Gonzalo de Villa se refirió al actual gobierno, que ya ha cumplido su primer año y que comenzó generando muchas expectativas, pero su alta popularidad se ha ido desgastando. El obispo indicó que esta dinámica se debe en parte a la deficiente gestión de la salud de cara a la pandemia; la corrupción endémica que permea todas las estructuras del Estado y el tema del presupuesto, considerado desfinanciado por algunos sectores y en el que no es evidente el deseo de favorecer a los más pobres del país. Esta realidad más la disparidad económica, generan situaciones de conflictividad social que se expresan en la crisis política.
La vida eclesial
A nivel eclesial, acota monseñor Gonzalo de Villa, a causa del Covid-19 “hemos tenido el fallecimiento de 10 sacerdotes, varias religiosas y un número significativo de laicos, reconocidos y activos en la vida de la Iglesia”.
Otro evento importante, subraya el obispo, es la publicación de la encíclica Fratelli tutti del Papa Francisco: “ha marcado un momento importante para dar ánimos y sobre todo para que ese sentimiento de hermandad” no solo con la gente de Iglesia, “sino con gentes de otros sectores”.
Esperanza para el 2021
El año 2020, afirma el arzobispo de Guatemala, “nos deja obviamente preguntas y cuestionamientos; estamos frente a un 2021 que todavía no sabemos cómo va a transcurrir”. Seguramente, indica, “vamos a seguir manteniendo los efectos de la pandemia”. El prelado constata que, así como está sucediendo en el mes de diciembre, que el número de contagios se va elevando, continuará al menos al inicio del 2021.
Monseñor de Villa invita a la población guatemalteca a seguir respetando las medidas sanitarias para contrarrestar los efectos del virus. A pesar de que todo habla de incertidumbre, el prelado anima a los fieles a tener esperanza. Esperanza también por la llegada de la vacuna y expresó que ojalá se pueda distribuir “de manera accesible a la mayoría de la población”.
El arzobispo finalizó el balance afirmando que la situación económica se dibuja con muchas dificultades para todos, pero especialmente para la población más pobre. “Quizá pudo habernos ido peor”, pero además de la laboriosidad, mucha gente se las ha ingeniado para sobrevivir desde la informalidad, y esto ha disminuido los efectos económicos de la pandemia, subrayó.
Dar gracias a Dios
Monseñor Gonzalo de Villa declaró que “este fin de año nos deja un sentimiento de darle gracias a Dios. Dale gracias a Dios por la vida, por la bendición de la vida, por la bendición de poder utilizar nuestra vida para ponerla al servicio de los demás y de confiar en Dios sabiendo que Dios confía en nosotros, en nuestra responsabilidad y pedirle a Dios que bendiga a este país querido, sufrido y desigual y maravilloso que es Guatemala. Bendiciones”.