(ACN).- Ante la violencia desenfrenada que paraliza a Puerto Príncipe y aísla a Haití del resto del mundo, la Conferencia Episcopal Católica de Haití, en un mensaje recibido por ACN, llama al gobierno a actuar y hace un llamamiento a todos los haitianos a trabajar por la paz y superar el odio.
En respuesta a una situación catastrófica y al continuo deterioro de la seguridad en Haití, la Conferencia Episcopal de Haití lanzó un “grito de alarma” por la paz el 15 de noviembre de 2024, en forma de carta dirigida al gobierno, a la sociedad civil y a todas las personas de buena voluntad.
“No hay paz real en el país”, denuncian los obispos, dibujando un panorama sombrío. La capital, Puerto Príncipe, está aislada, las escuelas están cerradas, las actividades se han paralizado. Incluso el aeropuerto internacional Toussaint Louverture está cerrado, “aislando a Haití del resto del mundo”, denuncian los obispos. Según los medios de comunicación, el 11 de noviembre unas bandas perpetraron un ataque armado contra un avión.
“Todo el mundo está alerta. Nos sentimos amenazados”, explica a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) Monseñor Max Leroys Mésidor, presidente de la Conferencia Episcopal. “Desde hace dos años, aplicamos una estrategia pastoral de supervivencia, pero desde el 11 de noviembre, la violencia ha tomado un cariz grave”.
Según las Naciones Unidas, en pocos días, más de 20.000 personas de la región de Puerto Príncipe huyeron de sus hogares y las cadenas de suministro esenciales colapsaron. “No podemos esperar cosechar la paz sembrando la violencia. La paz es, ante todo, un don de Dios, pero exige igualmente los esfuerzos de todas las personas de buena voluntad”, escriben los obispos en su mensaje.
“Hacemos un llamamiento a quienes tienen a su cargo el gobierno de la ciudad para que actúen con determinación para restablecer la seguridad y garantizar la protección de los ciudadanos, en consonancia con su misión primordial de servir al bien común”. Y continúan: “Invitamos también a los miembros del gobierno, a los miembros de la sociedad civil y a los protagonistas de todos los bandos, armados o desarmados, a reconocer que es hora de resolver este problema de violencia continua. Hay que hacer algo”.
Haití, el país más pobre del hemisferio occidental, atraviesa desde hace años una profunda crisis política, social y económica. Las bandas armadas, que siembran el terror con su violencia cotidiana, libran una feroz lucha por controlar el territorio e imponer su dominio. Han cortado las principales rutas de transporte entre la capital y el resto del país, destruyendo así los medios de vida y privando a la población de servicios básicos. Hasta la fecha, se estima que casi 700.000 personas han sido desplazadas dentro del país.
En 2024, ACN apoyó a la Iglesia en Haití a través de casi 70 proyectos. En particular, la fundación apoyó estaciones de radio diocesanas, proyectos de paneles solares y la formación y subsistencia de sacerdotes,
monjas y catequistas.