"La catedral de Segovia sigue en fase de luna llena, atrapada en la inercia de su propio espectáculo y olvidando su esencia" El cabildo segoviano ¡está en la luna!
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"El cabildo segoviano ha abordado su propia nave y se ha lanzado a una travesía inesperada hacia la luna, instalando en el templo catedralicio la obra The Moon del artista británico Luke Jerram"
"La Catedral de Segovia antaño faro de tradición y solemnidad parece haber programado su propio alunizaje en el vasto espacio del espectáculo mediático"
"El cabildo conservador de Segovia nos invita a un viaje más allá de la estratosfera de la tradición, en un intento por proyectarse mediáticamente en el mercado turístico"
"Mientras el cabildo busca atraer visitantes con sus eventos culturales, su misión primaria sigue esperando ser cumplida: llenar sus bancos de fieles, no solo con turistas"
"El cabildo conservador de Segovia nos invita a un viaje más allá de la estratosfera de la tradición, en un intento por proyectarse mediáticamente en el mercado turístico"
"Mientras el cabildo busca atraer visitantes con sus eventos culturales, su misión primaria sigue esperando ser cumplida: llenar sus bancos de fieles, no solo con turistas"
| Javier Gil Quintana*
El cabildo segoviano ha abordado su propia nave y se ha lanzado a una travesía inesperada hacia la luna, instalando en el templo catedralicio la obra The Moon, del artista británico Luke Jerram que, desde 2016, ha pasado por diferentes lugares acompañando a prácticas de yoga y otras tendencias de la new age. Esta obra busca generar una experiencia contemplativa y emocional, combinando el arte, la ciencia y la conexión humana con el cosmos.
El mismo autor presenta su obra como “una sensación de asombro y trascendencia” y destaca su libre interpretación como una deidad, un planeta, un marcador del tiempo y una guía para la navegación nocturna. A The Moon se incorpora la música profana de Dan Jones que, según indica el cabildo segoviano en su web, actúa como “sonido envolvente”.
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La Catedral de Segovia antaño faro de tradición y solemnidad parece haber programado su propio alunizaje en el vasto espacio del espectáculo mediático. Despegando con eventos que desafían la gravedad de la costumbre, como adelantar la Navidad al mismo Adviento, ahora celebra su propia “noche de la luna llena”, anticipándose una vez más incluso a la agenda terrenal del Ayuntamiento de Segovia. ¿Es este un salto audaz hacia la apertura cultural o un simple reflejo de la luz ajena?
Resulta curioso ver como un templo católico, erigido sobre los cimientos de la fe y la razón, abre sus puertas a nuevas órbitas del conocimiento, ¿nos encontramos ante el renacimiento de una auténtica fides et ratio en la diócesis segoviana? Este periplo no parece obedecer a una misión evangelizadora, ni la restauración de un atrio de los gentiles donde dialoguen creyentes y no creyentes. El cabildo conservador de Segovia nos invita a un viaje más allá de la estratosfera de la tradición, en un intento por proyectarse mediáticamente en el mercado turístico.
Desde el control de misión de la nave nos preguntamos: ¿será una acción para aparentar el cabildo que son “muy progresistas”? Todos conocemos que, aunque se vendan ahora como “franciscanos” (con la hermana luna como referente) siempre han sido poco de Francisco. La Catedral de Segovia, como Iglesia madre y ejemplo para todas las parroquias de la diócesis, está marcando una ruta que desconcierta a algunos de sus tripulantes. No deja de sorprendernos sus conciertos de música “no-sacra” como Las cuatro estaciones de Vivaldi, su árbol de Navidad pre-adviento derribado por un “viento tempestuoso” (Ez 13, 13), los próximos conciertos “a la luz de la luna” con obras como Claro de Luna de Debussy, etc., una programación que parece orbitar en torno al espectáculo más que a lo sagrado.
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La ingravidez de estos eventos abre una incógnita: ¿se trata de una expansión legítima de “iglesia en salida” o un eclipse del sentido espiritual del templo? La llamada de Francisco a ir a las periferias está en las antípodas de la autocontemplación de moda. Esta institución catedralicia ha abierto la puerta a futuras intervenciones que podría trivializar el sentido del espacio sagrado, dando rienda suelta al espectáculo, permitiendo que los pueblos puedan utilizar sus templos para el teatro, conciertos de música profana, misas castellanas y demás acciones, prohibidas (curiosamente) por aquellos que ahora juegan con la sacralidad a gusto del consumidor para complacer a los turistas con acciones alejadas de un fin pastoral y catequético.
No todo es oscuridad en esta travesía. Esta acción mediática podría alegrarnos al observar un interés del cabildo por establecer vínculos, de mejores formas que en otras ocasiones, con instituciones públicas y entidades no eclesiales como la Fundación La Caixa, aunque su propósito no sea la evangelización. A algunos canónigos seguro que les llama poderosamente la atención que esta fundación haya sido elegida, sin ser afín a su ideología, aunque, al ser “gratis”, parece que todo se ha de perdonar.
Tomemos lo “positivo” también de esta iniciativa analizándola desde una apuesta del cabildo por el “ecumenismo”, no sólo acercándose a la religión del animismo, sintoísmo o neopaganismo con sus cultos a los elementos naturales, sino también copiando la transformación que la Iglesia Anglicana está haciendo de sus templos con el fin de ser rentables a nivel económico. ¿Acabará la Catedral de Segovia como la de Norwich, en Inglaterra, transformada en campo de minigolf? o ¿veremos algún día a la Gimnástica Segoviana entrenando entre sus muros góticos?
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La arquitectura sagrada gótica, con su verticalidad eclesial, busca dirigir la mirada hacia la Transcendencia, no hacia luces pasajeras. El cabildo intenta justificar bíblica y teológicamente, en el programa del V Centenario y en el anuncio publicado en su web, la exposición de objeto colgante, similar al de los madianitas, poniéndolo como ejemplo de “inspiración de la humanidad”, “espejo cultural para la sociedad”, “eclipse lunar de la tarde de viernes santo” y relacionándolo con una “iconografía cristiana mariana” o con la Iglesia reflejo de la luz de Cristo “Sol de justicia” (Ml, 4:3); interpretaciones (curiosamente) ausentes en sus publicaciones en redes sociales y en su video promocional de YouTube.
La inclusión de elementos ajenos a su misión original puede desviar su propósito espiritual, asociándose a lo pagano, la astrología o cultos lunares precristianos. El ambón de la Catedral de Segovia ha dejado de ser eco de la Palabra de Dios y parece que no se recuerdan relatos veterotestamentarios del Deuteronomio (Dt 4,19; Dt 17,3) donde se castiga duramente a aquellas personas que “alzan sus ojos” a la luna; del Segundo Libro de los Reyes (2 R 23,5) donde se relata la eliminación de los sacerdotes que quemaban incienso a la luna; incluso al gran profeta Jeremías (Jr 8,2) que condenó al pueblo de Judá que rendía culto a la luna; también se silencia al propio San Pablo quien condenó la idolatría de cuerpos celestes (Rm 1,25), los cultos astrales (Col 2,16-18) y la adoración de Artemisa (Hch 19,23-27); y a los Padres de la Iglesia como San Agustín quien critica la adoración de los astros (La Ciudad de Dios, Libro VII, cap. 23), San Juan Crisóstomo quien advierte que los cristianos no deben venerar a la luna (Homilías sobre Mateo VI, 2), o Tertuliano quien señala que la veneración de la luna es idolátrica (De Idolatría, cap.9).
A pesar de que la Palabra, según Hebreos (Hb 4,12) “es viva y eficaz”, parece que, al cabildo segoviano, ahora le gusta jugar con estos signos celestes condenados por los profetas, apóstoles y Padres de la Iglesia. Al buscar el cabildo la relación bíblico-teológica forzada del objeto colgante, podemos pensar también en que la luz del sol se refracta, dispersa y reflexiona en el agua (otro elemento natural), provocando la creación de “arco iris”, signo de la alianza entre Dios y los hombres (Gn 9,12), fenómeno natural que un sector del cabildo rechaza, comprobado por su actitud de fobia en relación con determinados colectivos sociales.
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Una vez más, en su propósito de llamar la atención en su carrera espacial del V Centenario, anunciando en su web y redes sociales el “Museum of the Moon” (palabras textuales) instalado en el trascoro (encima de las reliquias de los santos segovianos), para atraer “clientela”, la catedral de Segovia sigue en fase de luna llena, atrapada en la inercia de su propio espectáculo y olvidando su esencia. El código de Derecho Canónico (c.1210) lo deja claro: “en un lugar sagrado sólo debe admitirse aquello que favorezca el ejercicio y promoción del culto, la piedad y la religión, evitando todo lo que no esté en conformidad con la santidad del lugar”.
Mientras el cabildo busca atraer visitantes con sus eventos culturales, su misión primaria sigue esperando ser cumplida: llenar sus bancos de fieles, no solo con turistas. Aún queda pendiente la llamada a la Eucaristía y la celebración de la liturgia de las horas, perdida desde hace años en este templo, luces que realmente iluminan el camino de las y los creyentes.
Recordemos para finalizar las palabras del Papa Francisco el 10 de junio de 2013 quien criticó la figura del “dios cósmico” como “moda politeísta” que llega con la “cultura light”. El santo padre, en la audiencia general de agosto de 2018, indicó que la verdadera felicidad no proviene de las cosas materiales o de la adoración de elementos creados, sino de una relación auténtica con Dios.
*Javier Gil Quintana
Doctor en Educación y Comunicación
Director del Máster “Catedrales: Didáctica del Arte, Comunicación y Teología” de la Universidad Nacional de Educación a Distancia.
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