El Manco de Lepanto en El Quijote
"Lo que no he podido dejar de sentir es que me note de viejo y de manco", II.Pról.1.
| Bien sé que en la naval dura palestra | perdiste el movimiento de la mano | izquierda, para gloria de la diestra | Viaje al Parnaso, vv. 215-217.
Imagen: ◊ La espada y la pluma de Miguel de Cervantes = L'épée et la plume de Miguel de Cervantes = The sword and the pen of Miguel de Cervantes ◊, obra de Antonio Navarro Menchón, 2016.
→ Mi homenaje a este Pintor superdotado y Militar de carrera, que ha sabido captar como nadie antes que él, en su retrato cervantino, la grandeza de Miguel de Cervantes, cuyos méritos literarios son inexplicables si se olvida el heroismo de sus méritos militares al servicio de España y de la Cristiandad amenazada ←
PRÓLOGO AL LECTOR de la SEGUNDA PARTE DEL INGENIOSO CABALLERO DON QUIJOTE DE LA MANCHA
POR MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA, AUTOR DE SU PRIMERA PARTE (1615)
1. ¡Válame Dios, y con cuánta gana debes de estar esperando ahora, lector ilustre o quier plebeyo, este prólogo, creyendo hallar en él venganzas, riñas y vituperios del autor del segundo Don Quijote, digo, de aquel que dicen que se engendró en Tordesillas y nació en Tarragona! Pues en verdad que no te he dar este contento; que puesto que los agravios despiertan la cólera en los más humildes pechos, en el mío ha de padecer excepción esta regla. Quisieras tú que lo diera del asno, del mentecato y del atrevido; pero no me pasa por el pensamiento: castíguele su pecado, con su pan se lo coma y allá se lo haya. Lo que no he podido dejar de sentir es que me note de viejo y de manco, como si hubiera sido en mi mano haber detenido el tiempo, que no pasase por mí, o si mi manquedad hubiera nacido en alguna taberna, sino en la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros.
Si mis heridas no resplandecen en los ojos de quien las mira, son estimadas, a lo menos, en la estimación de los que saben dónde se cobraron; que el soldado más bien parece muerto en la batalla que libre en la fuga; y es esto en mí de manera, que si ahora me propusieran y facilitaran un imposible, quisiera antes haberme hallado en aquella facción prodigiosa que sano ahora de mis heridas sin haberme hallado en ella. Las que el soldado muestra en el rostro y en los pechos, estrellas son que guían a los demás al cielo de la honra, y al de desear la justa alabanza; y hase de advertir que no se escribe con las canas, sino con el entendimiento, el cual suele mejorarse con los años.
II.Pról.1.
manc-: manco: 1; mancos: 1; √ man-2: mano
manca: 2; √ manc-: manco
no tener nada de manco: «Además de su sentido normal, cabe interpretarlo con el figurado 'no ser manco', incluso con matiz picante, 'no me falta nada'», Rico, 989.
• Romance de Altisidora: «No soy renca, ni soy coja, | ni tengo nada de manca», II.44.45.
manco (doc. ±1230, del lat. mancus 'manco' sinéc. 'lisiado' ^ 'incompleto') adj. y s. «Aquel que tiene algún braço o mano débil, que no usa della; del nombre latino mancus. Manco, algunas vezes, sinifica lo que está falto; y el italiano llamó mano manca a la izquierda.», Cov. 783.b.28.
|| me note de viejo y manco: 'me reproche el ser viejo y manco' «Lo que no he podido dejar de sentir es que me note de viejo y de manco», II.Pról.1.
• Cervantes sabe que en el Amadís de Gaula se aplica una calificación semejante al peor enemigo del protagonista: «si mirássemos lo que deste Arcaláus havemos dicho que en su favor contarse puede, a estar agora preso y viejo y manco, a la merced de sus enemigos, él solo bastava para ser exemplo que ninguno se desviasse del camino de la virtud por seguir aquello que tanto daño y desaventura trae.», p. 1544.
• Hasta el final de su vida Cervantes exalta su condición de Manco, pues la suya no es una manquedad de enfermo vencido sino de sano victorioso:
«Apenas hubo oído el estudiante el nombre de Cervantes, cuando, apeándose de su cabalgadura, cayéndosele aquí el cojín y allí el portamanteo, que con toda esta autoridad caminaba, arremetió a mí, y acudiendo a asirme de la mano izquierda, dijo: —¡Sí, sí; éste es el manco sano, el famoso todo, el escritor alegre, y, finalmente. el regocijo de las Musas!», Persiles, Pról., p.868.
• «Y él a mí dijo:
«¡Oh sobrehumano y sobre | espíritu cilenio levantado, | toda abundancia y todo honor te sobre! | Que, en fin, has respondido a ser soldado | antiguo y valeroso, cual lo muestra | la mano de que estás estropeado. | Bien sé que en la naval dura palestra | perdiste el movimiento de la mano | izquierda, para gloria de la diestra; | y sé que aquel instinto sobrehumano | que de raro inventor tu pecho encierra | no te le ha dado el padre Apolo en vano» », Viaje al Parnaso, vv. 209-219. ® manquedad [de Cervantes]
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Lepanto: 1: [la batalla de Lepanto: 1]
Lepanto (doc. 1548-1575, donde se la llama también: Naupactus, exónimo lat. del gr. Náupaktos 'nave bien (en)cerrada, protegida'): Así denominaron los venecianos Náupaktos, ciudad de Etolia a la entrada del golfo de Corinto, que, como su nombre lo indica, era reputada lugar bien cerrado para las naves.
|| batalla de Lepanto: En las aguas del golfo de Corinto tuvo lugar, el 7 de octubre de 1571, la batalla de Lepanto, calificada por el Cautivo de felicísima jornada, en la cual tomó parte heroicamente Cervantes, que se referirá a ella diciendo:
«la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros», II.Pról.1.
Cervantes, que en su carrera militar no pasó de soldado raso, nos dejó también el testimonio de su modestia:
«tuve aunque humilde, parte en la victoria», Viaje del Parnaso, 1, 144.
"Cervantes, que tenía a gran orgullo haber participado y haber sido herido en la batalla naval de Lepanto, sólo le dedica a ésta un brevísimo párrafo", E. González López.
• El cura resume para el oidor la historia del Cautivo:
«Pero fuele la fortuna contraria, pues donde la pudiera esperar y tener buena, allí la perdió, con perder la libertad en la felicísima jornada donde tantos la cobraron, que fue en la batalla de Lepanto.», I.42.20.
El Cautivo había declarado que «fueron quince mil cristianos los que aquel día alcanzaron la deseada libertad, que todos venían al remo en la turquesca armada», I.42.5.
Según el P. Mariana fueron veinte mil.
• En este relato nada hiperbólico del cura, que repite el del Cautivo, hay una frase, la que sigue a la que acabamos de mencionar, que rompe bruscamente el estilo indirecto:
«Yo la perdí en la Goleta, y después por diferentes sucesos, nos hallamos camaradas en Costantinopla.»
Este «yo», ¿es el cura que está resumiendo la historia del Cautivo que dice «yo» para implicarse a sí mismo, o es el propio Cautivo cuya réplica se introduce bruscamente en el relato del cura como una cita de palabras textuales?
En el primer caso tendríamos una faceta de la biografía del cura que no se ve confirmada por ningún otro dato en el Quijote.
En el segundo, tendríamos un caso más de paso brusco del estilo indirecto al directo, que Cervantes afecciona, pero que comporta un pequeño problema de coherencia: ¿dónde perdió su libertad el Cautivo, en Lepanto o en la Goleta? Aquí parece que fué en la Goleta, puesto que dice «Yo la perdí en la Goleta»; pero en su relato en estilo directo ha dicho que fue en Lepanto:
«me vi aquella noche que siguió a tan famoso día con cadenas a los pies y esposas a las manos.», I.39.5.
A esta dulce sazón, yo, triste, estaba
con la una mano de la espada asida,
y sangre de la otra derramaba.
El pecho mío, de profunda herida
sentía llagado, y la siniestra mano
estaba por mil partes ya rompida.
Pero el contento fue tan soberano
qu’a mi alma llegó, viendo vencido
el crudo pueblo infiel por el cristiano,
que no echaba de ver si estaba herido,
aunque era tan mortal mi sentimiento,
que a veces me quitó todo el sentido.
Fuente: Versos cervantinos de la “Epístola a Mateo Vázquez”, vv. 133 -144.
Cervantes : Bulletin of the Cervantes Society of America. Volume XXIII, Number 1, Spring 2003.
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• He aquí dónde y cómo recibió noticia de esta victoria el rey Felipe II:
«Este mismo año 1571 parece quiso el Cielo y el glorioso mártir Lorenzo engrandecer o, digámoslo así, gratificar a su devoto Felipe lo que por él hacía en la tierra. Estando el Rey en esta su casa, las Vísperas de la Octava de Todos los Santos, en el coro con sus frailes, le llegó la alegre nueva de aquella famosa victoria de la batalla naval contra la Armada del Turco, siendo General en ella don Juan de Austria, su hermano, hijo del gran Carlos V, cosa muy sabida de todos, en que no tengo que detenerme; solo diré lo que otros no han escrito y es propio de este lugar.
Estando el Rey en el coro oyendo las Vísperas, entró don Pedro Manuel, caballero de su Cámara, alborozado. En el semblante y meneo se le conoció luego que había alguna cosa grande. Dijo a Su Majestad con voz alta:
«Señor, aquí está el correo de don Juan de Austria, que trae la nueva de una gran victoria.»
No hizo el magnánimo Príncipe mudanza ni sentimiento, gran privilegio de la Casa de Austria, entre otros, no perder por ningún suceso la serenidad del rostro ni la gravedad del imperio.», Fray José de Sigüenza, La fundación del monasterio de El Escorial, p. 73-74.
• Declaración del alférez Gabriel de Castañeda sobre la participación heroica de Cervantes en la batalla de Lepanto
Cervantes recordará toda su vida con orgullo esta memorable batalla. El historiador dispone de datos muy precisos sobre su participación heroica en ella. Aportamos aquí algunos, particularmente significativos, sacados de los documentos cervantivos publicados en «Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos», IX, 1905, pág. 350. Proceden de la información establecida con varios testigos en Madrid en 1578, a petición del padre de nuestro autor. Se trata en particular de la declaración hecha por el alférez Gabriel de Castañeda. Éste dijo:
«que al tiempo y sazón que se reconoció el armada del turco por nuestra armada española, el dicho Miguel de Cervantes estaba malo con calentura, y este testigo vio que su capitán [Diego de Urbina] y otros amigos suyos le dijeron que, pues estaba malo, no pelease y se retirase y bajase debajo de cubierta de la dicha galera [la Marquesa], porque no estaba para pelear; y entonces vio este testigo que el dicho Miguel de Cervantes respondió al dicho capitán y a lo demás, que le habían dicho lo susodicho, muy enojado:
"Señores, en todas las ocasiones que hasta hoy en día se han ofrescido de guerra a Su Majestad, y se me ha mandado, he servido muy bien, como buen soldado; y ansí agora no haré menos, aunque esté enfermo y con calentura; más vale pelear en servicio de Dios y de Su Majestad, y morir por ellos, que no bajarme so cubierta"
y que el capitán le pusiese en parte y lugar que fuese más peligrosa, y que allí estaría o moriría peleando, como dicho tenía. Y ansí el dicho capitán le entregó el lugar del esquife con doce soldados, adonde vio este testigo que peleó muy valientemente como buen soldado contra los dichos turcos, hasta que se acabó la dicha batalla, de donde salió herido en el pecho de un arcabuzazo, y de una mano, de que salió estropeado. Y sabido por el dicho señor don Juan [de Austria] cuán bien lo había hecho, le acrescentó cuatro o seis escudos de ventaja de más de su paga».
• Es de notar el recuerdo que nos dejó Cervantes en su testamento poético de 1614:
«Arrojóse mi vista a la campaña | rasa del mar, que trujo a mi memoria | del heroico don Juan la heroica hazaña; | donde con alta de soldados gloria, | y con propio valor y airado pecho | tuve, aunque humilde, parte en la vitoria | Allí, con rabia y con mortal despecho, | el otomano orgullo vio su brío | hollado y reducido a pobre estrecho.», Viaje al Parnaso, vv. 139-146.
• Vivencias autobiográficas de la historia del Cautivo y del discurso de las armas y de las letras que las nutren
El tratamiento cervantino de la historia del Cautivo y el discurso de las armas y de las letras que le sirve de prólogo, no serían lo que son sin las vivencias autobiográficas que las nutren, y que convierten a Cervantes en partícipe particularmente calificado, aunque siempre por medio y obra de sus personajes, del doble debate planteado en la fábula.
El prestigio de su testimonio proviene de su heroica carrera militar y de su prolongado cautiverio, cuya síntesis mítica queda expresada en la denominación, por antonomasia, de Manco de Lepanto. Las vivencias del testigo explican el patético relieve que cobra la mención de los estragos de la pólvora y de las armas de fuego en los reflejos defensivos y en el discurso de don Quijote. La diabólica invención de estas armas marca para ambos, personaje y Autor, el final de la Edad de Oro, y la mordedura de su maleficio en el cuerpo de Cervantes, herido en Lepanto de un arcabuzazo, se convierte en uno de los dos biografemas más característicos de su vida, íntimamente asociado aquí con el recuerdo de su cautiverio en Argel, que es el otro gran biografema.
El lector se ve así confrontado con una nueva forma de novelar. En los textos que siguen, el Autor echará mano con frecuencia y sin ambages de biografemas, tanto homodiegéticos como heterodiegéticos, definibles como reminiscencias propias o ajenas de carácter biográfico; con lo cual la fábula quedará marcada de más en más, a medida que avanza, por la voluntariosa y persistente irrupción de referentes históricos. Esta tendencia, que aproxima al máximo la verosimilitud poética de la verdad histórica, llegará a su plenitud en la segunda parte de 1615. ® artillería ® pólvora ® arcabuz.
Fuente de los textos: Salvador García Bardón, Diccionario enciclopédico de El Quijote, 2005.
Fuente de la imagen:
◊ La espada y la pluma de Miguel de Cervantes = L'épée et la plume de Miguel de Cervantes = The sword and the pen of Miguel de Cervantes ◊
→ Mi homenaje a este Pintor superdotado y Militar de carrera, que ha sabido captar como nadie antes que él, en su retrato cervantino, la grandeza de Miguel de Cervantes, cuyos méritos literarios son inexplicables si se olvida el heroismo de sus méritos militares al servicio de España y de la Cristiandad amenazada ←
Artista: Antonio Navarro Menchón, Pintor y Militar, se presenta: "Hola, soy Antonio Navarro Menchón, nacido en Murcia, pintor autodidacta, militar de carrera y tengo la gran suerte de poder conjuntar estas dos pasiones… Comencé a pintar desde muy pequeño, mi padre pintaba y yo le quitaba los pinceles y pintaba todo lo que pillaba. Me cuenta que tuvo que parar de pintar cuando empecé a andar porque iba directo siempre a por los óleos y pinceles."
Título: La espada y la pluma de Miguel de Cervantes. El artista se refiere a este retrato llamándolo "Mi Cervantes..."
Técnica: Óleo
Soporte: Madera
Dimensiones: 100 x 124
Estilo: "Me encanta el realismo, me gusta la pintura histórica, la luz y el color, los contraluces, la meticulosidad en los detalles, pero no miro con malos ojos el impresionismo…"
Fecha: Presentación el 21 de abril de 2016 (Fuente: Arte Militar)
Localización: Expuesto, hasta el 15 de junio de 2016, en la exposición "Libros y objetos del autor del «Quijote» en el Museo Militar » de A Coruña. (Plaza Carlos I, nº 1). Temática militar de la exposición: "Cervantes, soldado de la Infantería española".
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