La Mujer en El Quijote

Dorotea es el prototipo de la mujer fuerte de El Quijote, por su hermosura, inteligencia y autoridad moral.
Dorotea, ilustrada aquí por Gustave Doré (1), es por antonomasia la mujer hermosa e inteligente del Quijote, cuyos rubios cabellos, dotándola de luz y de movimiento, feminizan hasta tal punto su prosopografía, que hacen de ella la mejor encarnación de su etopeya. ® rubios cabellos.
• A Dorotea se la llama repetidamente hermosa y discreta. Ella y Zoraida son las dos únicas mujeres que reciben en el Q. el calificativo de bellísimas: «bellísima Dorotea», I.28.15 y «bellísima Zoraida», I.41.33.
|| bellísima Dorotea: ¿Qué hombre sensible a los encantos femeninos y sensato ante los derechos de la mujer, no ha sentido al leer el Quijote el poder de seducción de esta mujer andaluza, que aún más que bella, siendo bellísima, es fuerte con la fortaleza del símbolo perfectamente encarnado? (® vasallo: Tu vasalla soy, pero no tu esclava)
• Dorotea atraviesa la primera parte de la historia de don Quijote como la mujer abandonada por don Fernando, que tiene el firme propósito de reencontrarlo, para hacer triunfar su derecho de esposa, recuperándolo como suyo, tras haber sido hecha suya por engaño.
«La reacción de Dorotea ante la felonía es muy distinta a la de Cardenio o a la pasividad enfermiza de Luscinda. Mujer activa y enérgica, decide ir a la ciudad en busca del libertino. Tras muchas penalidades, recobra la esperanza al enterarse de la nulidad del matrimonio de Luscinda. Los padres de Dorotea creen que ha sido raptada y en un bando público ofrecen un premio a quien la rescate. Se retira avergonzada a la montaña para ocultarse y preparar su enfrentamiento con el desleal don Fernando.», Alberto Sánchez, en Rico II, 72.
• Don Fernando es hijo de un duque del cual ella es vasalla. El relato de Dorotea en primera persona (narrador homodiegético), de estilo italianizante con ingredientes pastoriles, introduce indirectamente el tema del don Juan pueblerino (Don Fernando y sus amores sucesivos), tema que encontramos igualmente en la historia del cabrero ® Eugenio.
• Cardenio, traicionado en su amistad por el mismo don Fernando, y refugiado como Dorotea y como don Quijote en sierra Morena (tema de la fuga a la soledad del amante desesperado), reconoce a Dorotea como la hija única del rico Clenardo, y se presenta a sí mismo como el que Luscinda, raptada por don Fernando, llama su esposo. Cardenio promete que desafiará a Don Fernando, para que reconozca la sinrazón que le hace a ella, pues es suyo, I.29.6.
• Advertida del proyecto del cura y del Barbero de hacer salir a don Quijote de Sierra Morena, Dorotea se declara dispuesta a ayudarles. Gran lectora de los libros de caballerías, por los que conoce el estilo de las doncellas cuitadas, se transformará en la princesa Micomicona, reemplazando así al Barbero disfrazado de doncella menesterosa. Sus súplicas decidirán a Don Quijote a salir de Sierra Morena para matar al gigante que oprime a la princesa. Cuando ella decide desaparecer con Don Fernando, su esposo recuperado, Don Quijote acepta su propio enjaulamiento, y, creyendo que va al reino de Micomicón en Etiopía, es llevado a su aldea para ser curado de su locura.
• En su retrato hay un perfecto equilibrio entre la etopeya y la prosopografía. Cardenio dirá de ella que «era tan hermosa, recatada, discreta y honesta, que nadie que la conocía se determinaba en cuál destas cosas tuviese más excelencia ni más se aventajase.», I.24.11.
• Es por antonomasia la mujer hermosa e inteligente del Quijote, cuyos rubios cabellos, dotándola de luz y de movimiento, feminizan hasta tal punto su prosopografía, que hacen de ella la mejor encarnación de su etopeya. ® rubios cabellos.
• A Dorotea se la llama repetidamente hermosa y discreta. Ella y Zoraida son las dos únicas mujeres que reciben en el Q. el calificativo de bellísimas: «bellísima Dorotea», I.28.15 y «bellísima Zoraida», I.41.33. (Avellaneda, aunque no captó la importancia de su papel de auxiliar de quienes desean el bien de don Quijote, la recordará fugazmente como «la hermosa Dorotea», DQA, 1.2)
• Nótese cómo el narrador ha centrado la fuerza de su prosopografía en la captación cinematográfica de los cabellos al aire y de las manos en los cabellos:
«sacudiendo la cabeza a una y a otra parte, se comenzaron a descoger y desparcir unos cabellos, que pudieran los del sol tenerles envidia… Los luengos y rubios cabellos no sólo le cubrieron las espaldas, mas toda en torno la escondieron debajo de ellos, que si no eran los pies, ninguna otra cosa de su cuerpo se parecía: tales y tantos eran. En esto, les sirvió de peine unas manos, que si los pies en el agua habían parecido pedazos de cristal, las manos en los cabellos semejaban pedazos de apretada nieve… la hermosa moza alzó la cabeza y apartándose los cabellos de delante de los ojos con entrambas manos, miró los que el ruido hacían; y apenas los hubo visto, cuando se levantó en pie y, sin aguardar a calzarse, ni a recoger los cabellos, asió con mucha presteza un bulto, como de ropa, que junto a sí tenía, y quiso ponerse en huida, llena de turbación y sobresalto», I.28.5-6; «asiéndola por la mano el cura, prosiguió diciendo: —Lo que vuestro traje, señora, nos niega, vuestros cabellos nos descubren», I.28.8-9.
• Pasemos a la etopeya, insinuada ya en la prosopografía: la figura de Dorotea, cuya simpática listeza anima la doble acción de los cc. 28-47 de la primera parte, da un nuevo aspecto a la parodia de Cervantes. Heroína de un relato sentimental, el de la mujer agraviada por el hombre a quien se dio por esposa, I.28-29, cuando ve la necesidad de ayudar a quienes desean el bien de don Quijote, I.29, se presta a la ficción urdida por el cura y el barbero, representando el papel de la doncella menesterosa, que ella conoce por su lectura de los libros caballerescos.
• De esta manera la relación entre Dorotea y don Quijote se establece al hilo de la típica aventura de «doncella menesterosa», que nunca puede faltar en un buen libro de caballerías.
• En realidad la composición del personaje es más rica aún, ya que al asumir dos papeles, el de Dorotea y el de princesa Micomicona, representa una amalgama del tipo de «menesterosa» con el de amante «vestida de hombre», lo cual conlleva la paradoja irónica de amalgamar un tema medieval con un tema del renacimiento, FMV (tema de la doncella menesterosa; tema de la mujer amante «vestida de hombre»). ® Micomicona. Esta dualidad eleva la parodia de Cervantes al plano del conceptismo narrativo o a lo que en inglés se entiende por 'Wit', alemán 'Witz'.
• Función cardinal de Dorotea en la unidad compositiva de la primera parte del Quijote: aunque inverosímil como conjunto de casualidades, las dos historias sinópticas de Cardenio y de Dorotea, su interpretación alegórica en la «Novela del curioso impertinente» y su resolución tras la batalla del campo de Agramante constituyen la gran historia de amor por entregas de la primera parte del Quijote.
• La puesta en relación de estos personajes con don Quijote, la función que asume Dorotea para hacer salir a don Quijote de Sierra Morena, la continuación de la doble historia sinóptica de los amores desgraciados de Cardenio y de Dorotea bajo la forma de reconocimiento, reencuentro y reconciliación con sus parejas respectivas (Dorotea con don Fernando, y Cardenio con Luscinda) es una obra maestra de unidad compositiva: «La obra maestra del episodio Cardenio-Fernando-Dorotea-Luscinda es el quicio de la búsqueda y del hallar y volver de Don Quijote en la parte primera.», Hatzfeld, 117.
• Dorotea enlaza especialmente el juego y el contrajuego de la primera parte del Quijote: el juego, puesto que abunda en el sentido de la salida de Don Quijote de su lugar en busca de aventuras, procurándole la de la princesa Micomicona; y el contrajuego, puesto que contribuye a la empresa del Cura y el Barbero para el retorno de Don Quijote a su aldea. Ver esta misma tesis en Hatzfeld, p. 114.
• Márquez Villanueva ha señalado muy atinadamente que «la historia de Micomicona no constituye sino quintaesencia de lo ocurrido en la vida real a Dorotea, desposeída de su reino amoroso por el traidor don Fernando, un «gigante» social en la escala de la muchacha labradora.», FMV, p. 21. ® linaje.
• He aquí las grandes etapas de la acción de Dorotea: cuenta su historia, I.28, I.29; encuentro con Cardenio, I.29; propone desempeñar el papel de princesa Micomicona «porque ella había leído muchos libros de caballerías:, I.29; historia de Micomicona, I.30, I.31, I.32, I.35, I.36; encuentro con don Fernando y Luscinda, I.36; feliz final del conflicto amoroso, I.36; I.37, I.42, I.43, I.44, I.45, I.46; se despide de los acompañantes de don Quijote, I.47. ® Cardenio ® Claudia Jerónima ® Micomicón ® vasallo: Tu vasalla soy, pero no tu esclava
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mujer: 230: [buena mujer: 6; hermosa mujer: 4: la mujer de don Antonio: 6; mi mujer: 32; mujer adúltera: 1; mujer hermosa: 5; mujer mala: 4; mujer mía: 3; su mujer Teresa Panza: 5]; mujercilla: 1; mujercillas: 2; mujeres: 53; mujeriega: 1; mujeriegas: 2; mujeriego: 1
¿Era don Quijote filógino o misógino? Ciertamente no era misógino, pero parece que era un filógino pesimista, puesto que pensaba que la mujer buena era muy difícil de encontrar. Esta es al menos la impresión que tenemos, cuando intentando reconfortar a Basilio, con ocasión de su problemática boda con Quiteria, tras las suspendidas bodas de Camacho, le recuerda que un sabio opinaba que «no había en todo el mundo sino una sola mujer buena, y daba por consejo que cada uno pensase y creyese que aquella sola buena era la suya, y así viviría contento.», II.22.4.
La relativa filoginia quijotesca contrasta vivamente con la absoluta misoginia ambiente, muy bien representada por diferentes personajes de su historia (tema de la misoginia ambiente). Así, por ejemplo, Sancho Panza quiere a las mujeres ® obedientes a sus maridos; don Fernando las hace objeto de fuerza y falsas promesas; el curioso impertinente las somete a pruebas, porque duda de su virtud; el pastor Eugenio las considera a todas de condición desasosegada como las cabras, simplemente por ser hembras; el Duque, hablando con Sancho Panza, pone en relación la cortesía debida a una mujer con el talle que tiene (presupuesto: ser corteses con las hermosas y descorteses con las feas): «veremos el talle de la Condesa y por él tantearemos la cortesía que se le debe», II.37.15; etc.
«las mujeres, … de su naturaleza son tiernas y compasivas.», I.37.42. «Cervantes fue, con Lope de Vega, quien mejor habló de la mujer, en una época en que abundaban sus denostadores, y en que era frecuente tenerla por un ser inferior. Aquí las califica genéricamente de tiernas y compasivas para hacer ver el caso excepcional de una—Zoraida—que no lo es.», Gaos 1987, I, p. 748.
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mujer (doc. 1113, del lat. mulier, -eris, -erem) f. 'persona de sexo femenino' : 'esposa'.
• Libros de Caballerías (LC). Para quien no lo sepa, recordemos aquí que Tirante el Blanco, enamorado de la infanta Carmesina, prueba con argumentos presentados como irrebatibles la superioridad de la mujer sobre el hombre:
«Y porque no podría estar sin satisfazer a lo que vuestra celsitud ha dicho, que nosotros somos de mayor dignidad y excellencia, digo, con la devida reverencia y perdón, que no os otorgaría tal conclusión, porque por todos los dotores antiguos y modernos es determinado todo lo contrario, dando mayor excellencia a las mugeres que no a los hombres. Lo qual provaré con testigos de la Sagrada Escriptura y de los quatro evangelistas, los quales mentir no pueden, porque son alumbrados por el Espíritu Sancto, recitando en sus Evangelios que nuestro señor Jesucristo, quando resuscitó, primero apareció a muger que no a hombre, donde razonablemente se muestra que la muger es de mayor excellencia, conociendo la divina Bondad que por la mucha virtud de vosotras érades merecedoras de tanta honra. Que primero aparesció a la sacratíssima Virgen María, su madre, y a la Madalena, que no a los apóstoles, conociendo ser ella de más merecimiento. Y por mejor certificar lo que he dicho, quando Nuestro Señor crió al hombre le formó del limo de la tierra, y a la muger de la costilla del hombre, que es más pura materia, porque se mostrase cómo es criada de más noble cosa que no el hombre. E allende de las autoridades de la Sagrada Escriptura, se muestra por esperiencia manifiesta que si una muger se lava las manos, y después acabando de las enxugar las torna a lavar otra vez, el agua que saldrá será limpia y clara; pues lávese un hombre las manos y tórneselas a labar sin tocar en nada: saldrá el agua turbia y suzia por muchas vezes que se las lave.[clviii] En lo qual se muestra que el hombre tira a su semejante, de que es formado, y no puede dar sino de lo que tiene. Por lo qual es bastante provado que la muger es de mayor dignidad y excellencia que el hombre.», J. Martorell, "Tirante el Blanco", cap. CLXXIII, ed. MdeRiquer, 1990, p. 525.
• Tirante respeta sin forzarla la voluntad de la mujer, incluso cuando sabe que ésta, por amor, le perdonaría su violencia:
«—Donzella—dixo Tirante—, infinitas gracias hago a vuestra gentileza de la mucha oferta que me hazéys, y quiero que sepáys esto de mí: que por cosa del mundo yo no pornía fuerça en dueña ni donzella, aunque supiese caer en yra y aborrecimiento de todas ellas y perder toda la monarchía del mundo que fuese mía. ¿Cómo es possible que yo pusiesse fuerça contra la voluntad de una donzella a la qual yo amo sobre todas las cosas del mundo? E antes que yo la viesse llorar ni congoxar, daría el ánima al enemigo.», ídem, ibídem, cap. CCXXVIII, p. 616.
• La actitud respetuosa de Tirante sorprende incluso a ciertas mujeres, como Placer de mi Vida, partidarias de mezclar un poco de fuerza en la conquista de la mujer amada:
«—¿QUERÉYS que os diga, señor Tirante? Jamás en vuestra vida seréys ardid ni temido en batalla, pues en amar dueña o donzella no sabéys mezclar un poco de fuerça, especialmente quando sabéys que os quieren bien y no hazen las obras a vuestra voluntad. Y pues que tenéys buena y complida esperança y amáys donzella valerosa, yd a su cama y acostaos junto con ella, aunque sea vestida o desnuda o en camisa, y herid valientemente, que entre amigos no cale[clix] manteles. Y si assí no lo hazéys, no seré más de vuestro vando, que yo sé bien que muchos cavalleros, por tener las manos prestas y valientes, han avido onor y gloria de sus enamoradas.» , ídem, ibídem, cap. CCXXIX, p. 617.
• El mismo respeto de la dignidad de la mujer se expresa por la boca del vizconde de Branches:
«—Señora—dixo el Vizconde—, yo tengo hecho voto de no recebir la orden de cavallería de ningún hombre, porque yo soy hijo de muger y amo a muger y por amor de muger soy venido aquí y en muger he hallado honra, por lo qual es razón que muger me haga cavallero.», ídem, ibídem, p. 561.
• La actitud de Placer de mi Vida contrasta vivamente con la de Tirante y parece representar la resignación de muchas mujeres, aunque no de la infanta Carmesina, que prefieren sufrir la violencia a perder el amor de su pareja: «¿Cómo pensáys vos que dueña ni donzella, de qualquier estado que sea, que le desplega de ser amada? Antes os digo que aquel estiman ellas en más que más solícito es en buscar maneras de las entrar a ver por puertas o por ventanas o tejados. ¿Creys agora vos que me plazeríe a mí que Ypólito hiziesse otro tanto por mi amor? Antes os digo que le querría mil vezes más, y no me pesaría, si consentir no quisiesse a su voluntad que me tomase por los cabellos y me arrastrase por la casa hasta que yo callase e hiziese todo lo que él quisiesse. E yo le querría más conosciendo que es hombre que si hiziesse lo que vos hazéys y dezís, que no la querríades enojar. En otras cosas la amad vos y servid; mas estando con ella a solas, en una cama, no le guardéys cortesía.» , ídem, ibídem, cap. CCXXXIII, p. 627.
• En El Quijote encontramos una serie de personajes femeninos caracterizados por su voluntad de rebelarse contra las limitaciones de las convenciones sociales y por el deseo de mostrar y desarrollar su propia individualidad: Dorotea, Marcela, Claudia Jerónima, Ana Félix (Mde Riquer). En esto sigue el camino trazado por Joanot Martorell en su Tirante el Blanco. Así, por ejemplo, la infanta de Sicilia declara a Tirante, a propósito del príncipe Felipe, su pretendiente francés:
«Por amor de mí, no me digáys tal razón, que para mi plazer querría hombre que fuese entendido y discreto, e antes sufriría que no fuese de estado y linaje que no que fuese grossero y escaso… Mas no penséys que soy muger que creo de ligero, antes si ha de ser algo, he de meter las manos hasta los codos para sintir y saber su plática, su estado y condición si será tal que pueda dar consuelo a mi ánima en este mundo… —Si yo hallo alguna falta de grosería y escaseza en Felipe, nunca jamás le tomaré por marido; y de aquí adelante no quiero pensar en otra cosa sino cómo sabré la verdad… Si yo tomo por marido a Felipe y no me sale tal qual yo deseo, abré de ser omecida de mi persona, porque de fuerça haré cosas de desesperación; y assí me paresce que vale más estar sola que mal acompañada.», cap. C, ed. MdeRiquer, 1990, pp. 222, 223, 257 y 261.
• En cambio, la época del Quijote no sólo era resueltamente antifeminista sino que invocaba razones científicas para serlo, como lo prueba, en el "Examen de ingenios para las ciencias" del doctor Huarte de San Juan de 1574, la parte consagrada a las diligencias que los padres han de hacer al engendrar, para que salgan varones y no hembras:
«Los padres que quisiesen gozar de hijos sabios y que tengan habilidad para letras han de procurar que nazcan varones; porque las hembras, por razón de la frialdad y humidad de su sexo, no pueden alcanzar ingenio profundo. Sólo vemos que hablan con alguna apariencia de habilidad en materias livianas y fáciles, con términos comunes y muy estudiados; pero, metidas en letras, no pueden aprender más que un poco latín, y esto por ser obra de la memoria. De la cual rudeza no tienen ellas la culpa; sino que la frialdad y humidad que las hizo hembras, esas mesmas calidades hemos probado atrás que contradicen al ingenio y habilidad.», HdeSJ, p. 627-628.
|•| ¿Era don Quijote filógino o misógino? Ciertamente no era misógino, pero parece que era un filógino pesimista, puesto que pensaba que la mujer buena era muy difícil de encontrar. Esta es al menos la impresión que tenemos, cuando intentando reconfortar a Basilio, con ocasión de su problemática boda con Quiteria, tras las suspendidas bodas de Camacho, le recuerda que un sabio opinaba que «no había en todo el mundo sino una sola mujer buena, y daba por consejo que cada uno pensase y creyese que aquella sola buena era la suya, y así viviría contento.», II.22.4.
La relativa filoginia quijotesca contrasta vivamente con la absoluta misoginia ambiente, muy bien representada por diferentes personajes de su historia (tema de la misoginia ambiente). Así, por ejemplo, Sancho Panza quiere a las mujeres ® obedientes a sus maridos; don Fernando las hace objeto de fuerza y falsas promesas; el curioso impertinente las somete a pruebas, porque duda de su virtud; el pastor Eugenio las considera a todas de condición desasosegada como las cabras, simplemente por ser hembras; el Duque, hablando con Sancho Panza, pone en relación la cortesía debida a una mujer con el talle que tiene (presupuesto: ser corteses con las hermosas y descorteses con las feas): «veremos el talle de la Condesa y por él tantearemos la cortesía que se le debe», II.37.15; etc.
• Traicionado en su amor por ® Leandra, el Cabrero Eugenio no sólo desbarra a propósito de las mujeres, sino de todas las hembras, cuya condición estima desasosegada:
«Mas ¿qué puede ser sino que sois hembra, y no podéis estar sosegada; que mal haya vuestra condición y la de todas aquellas a quien imitáis?… », I.50.11.
Este punto de vista coincide con el de la opinión pública:
«los que conocían su discreción y mucho entendimiento (de Leandra) no atribuyeron a ignorancia su pecado, sino a su desenvoltura y a la natural inclinación de las mujeres, que por la mayor parte suele ser desatinada y mal compuesta.», I.51.3.
El punto de vista de Eugenio resume la misoginia ambiente: «Yo sigo otro camino más fácil y, a mi parecer, el más acertado, que es decir mal de la ligereza de las mujeres, de su inconstancia, de su doble trato, de sus promesas muertas, de su fe rompida, y finalmente, del poco discurso que tienen en saber colocar sus pensamientos e intenciones, y esta fue la ocasión, señores, de las palabras y razones que dije a esta cabra cuando aquí llegué, que por ser hembra la tengo en poco, aunque es la mejor de todo mi apero.», I.51.3
• En la ® Novela del curioso impertinente asistimos a una acumulación de pruebas impertinentes de la mujer por el hombre:
«Porque yo tengo para mí, ¡oh amigo!, que no es una mujer más buena que cuanto es, o no es, solicitada, y que aquella sola es fuerte que no se dobla a las promesas, a las dádivas, a las lágrimas y a las continuas oportunidades de los solícitos amantes», I.33.9.
«Conténtate, Anselmo, y no quieras hacer más pruebas de las hechas, y pues a pie enjuto has pasado el mar de las dificultades y sospechas que de las mujeres suelen y pueden tenerse, no quieras entrar de nuevo en el profundo piélago de nuevos inconvenientes», I.34.7.
• Un poco antes encontramos el mismo tipo de actitud en la historia de Cardenio (tema de la misoginia ambiente):
«Conocióme Luscinda luego, y conocíla yo; mas no como debía ella conocerme y yo conocerla. Pero, ¿quién hay en el mundo que se pueda alabar que ha penetrado y sabido el confuso pensamiento y condición mudable de una mujer?», I.27.28.
• Uno de los testimonios más conmovedores de la parcialidad social frente a las mujeres es el que nos aporta Claudia Jerónima, acusando a su propia naturaleza de mujer del drama que vive. El testimonio es conmovedor porque por su boca habla una sociedad que le ha enseñado a menospreciarse en cuanto mujer (tema de la misoginia ambiente):
«Viome, requebróme, escuchéle, enamoréme, a hurto de mi padre; porque no hay mujer, por retirada que esté y recatada que sea, a quien no le sobre tiempo para poner en ejecución y efecto sus atropellados deseos.», II.60.24.
|| mujer de Barrabás: ® Barrabás
|| mujer hermosa: «La muxer, para ser hermosa, á de tener zinko vezes tres kosas: ser blanka en tres, kolorada en tres, negra en tres, ancha en tres, larga en tres. Blanka en kara, manos i garganta; kolorada en labios, mexillas i barva, negra en kabellos pestañas i zexas; ancha en kaderas onbros i muñekas; larga en talle, manos i garganta.», Corr. 207.a.
• Comentarios de don Quijote a propósito del matrimonio de Basilio el pobre con Quiteria, que puso fin a las bodas de Camacho:
«—El pobre honrado, si es que puede ser honrado el pobre, tiene prenda en tener mujer hermosa, que cuando se la quitan, le quitan la honra y se la matan. La mujer hermosa y honrada cuyo marido es pobre merece ser coronada con laureles y palmas de vencimiento y triunfo.», II.22.4.
|| mujer retirada: 'mujer pudorosa' ® retirar
||…mujer…
|| el consejo de la mujer es poco: el refrán completo admite tres sentidos, que tanto su empleo por Sancho como la reacción de don Quijote parecen subrayar: ‘la mujer aconseja: 1. 'pocas veces' 2. 'en pocos asuntos' 3. 'sin que se le haga caso'’:
«yo digo que el consejo de la mujer es poco, y el que no le toma es loco. —Y yo lo digo también —respondió don Quijote—. Decid, Sancho amigo; pasa adelante, que habláis hoy de perlas.», II.7.25-26.
|| el marido es participante de la deshonra de la mujer: ® marido
|| entre marido y mujer, algo tiene del imposible: ® marido
|| la buena mujer: disemia: 'mujer buena' y también, en ciertos contextos, por antífrasis y eufemismo: 'prostituta' • Apoyándose en el doble sentido de buena mujer, la ironía tiñe el párrafo entero que el narrador consagra a las reflexiones de Camila, después de su caída: «la buena mujer estaba obligada a no dar ocasión a su marido a que riñese», I.34.71. • Por contraste con la falsa apariencia de Camila, don Quijote defiende la verdadera durante la boda de Basilio el pobre: «la buena mujer no alcanza la buena fama solamente con ser buena, sino con parecerlo», II.22.4.
|| La de la propia mujer no es mercaduría que una vez comprada se vuelve, ® mercaduría.
|| la mujer hermosa y honrada: Bodas de Basilio, II.22.4. ® corona de su marido
|| la mujer casta y honrada: Refranes: No sólo a de ser kasta la muxer, mas dévelo parezer.» Ésto rrepetía muchas vezes la mui virtuosa Infanta de Portugal, Prinzesa de Parma.», Corr. 253.b. «No basta ser una onrrada, sino parezello en trato i kara.», Corr. 256.a.
• Lotario intenta refrenar la curiosidad impertinente de su amigo Anselmo: «Mira que no hay joya en el mundo que tanto valga como la mujer casta y honrada, y que todo el honor de las mujeres consiste en la opinión buena que dellas se tiene y pues la de tu esposa es tal que llega al extremo de bondad que sabes, ¿para qué quieres poner esta verdad en duda?», I.33.16.
|| la mujer es animal imperfecto: Esta frase, que aparece en la novela del curioso impertinente en boca de Lotario, I.33.16, está tomada del Corbaccio de Boccaccio, (tema de la misoginia ambiente).
Desde Aristóteles (De generatione animalium, 775.a.15) existía esta convicción de que toda mujer, incluso la buena, es mala bestia, así como la convicción contraria de que el hombre es el animal perfecto, por lo cual se evita llamarlo bestia como se hace en el Quijote: «Una buena kabra, i una buena mula, i una buena muxer, son mui malas bestias todas tres.», Corr. 179.a. También existía la convicción de que la mujer echa a perder al hombre: «Al onbre de más saber, una muxer sola le echará a perder.», Corr; 38.b. «Al más diskreto varón, sola una muxer le echará a perder.», Corr. 46.b. ® hembra ® bestia
|| la mujer buena: Lotario emplea la clásica alegoría del hortus conclusus, referido a la mujer, como en el Cantar de los Cantares, intentando disuadir a Anselmo de su curiosidad impertinente:
«Hase de guardar y estimar la mujer buena como se guarda y estima un hermoso jardín», I.33.
|| la mujer honrada: alternaba con: la doncella honrada: refranes del encerramiento (tema de la misoginia ambiente): En la vida, la muxer tres salidas á de hazer: al bautismo, al kasamiento, a la sepultura o monumento. Corr. 127.a. «La muxer kasada i onrrada, la pierna kebrada i en kasa; i la donzella, pierna i media.», Corr. 206.b. ««La pierna kebrada, i en kasa.» Rriñe a las muxeres amigas de andar, ke están mexor en kasa, aunke sea kon la pierna kebrada.», Corr. 195.b.
• La mujer de Sancho usa este refrán, referido a la mujer honrada: «la mujer honrada, la pierna quebrada, y en casa», II.5.20. ® doncella
|| la mujer mala: refrán alegórico (tema de la misoginia ambiente): ««La muxer i la kandela, tuérzela el kuello si la kieres buena.» Tema es de rrefranes lastimar a las pobres muxeres, i áse de entender ke hablan de las menos buenas. La vela á de tener los dos pavilos xuntos en uno, i ardiendo se la á de trastornar el pavilo a rratos para ke no estorve a la llama.», Corr. 205.a. «digo con San Máximo que la [mujer] mala es tormento de la casa, naufragio del hombre, embarazo del sosiego, cautiverio de la vida, daño continuo, guera voluntaria, fiera doméstica, disfrazado veneno y mal necesario», Cov. 818.b.6.
• Lotario, víctima de la curiosidad impertinente de su amigo Anselmo «creyó que Camila, de la misma manera que había sido fácil y ligera con él, lo era para otro; que estas añadiduras trae consigo la maldad de la mujer mala: que pierde el crédito de su honra con el mesmo a quien se entregó rogada y persuadida», I.34.37.
|| la mujer y la gallina…: (tema de la misoginia ambiente):
«la mujer y la gallina, por andar se pierden aína», II.49.73, esto es: 'pronto'.
Es la única ocasión en que Sancho cita este refrán. Lo encontramos tal cual en Corr., 205.a, que tiene también: «La muxer i la gallina, por andar anda perdida; o es perdida.», Corr. 205.a. Covarrubias se extiende más comparándolo con otro proverbio: «De la gallina escribe Plinio, lib. 10, cap. 50: "La mujer y la gallina, hasta casa la vecina"; dicen que si se aleja de su propia casa la gallina, que no sabe volver a ella. Este proverbio da a entender cuánto importa que las mujeres no sean andariegas, por lo que les puede suceder fuera de sus casas. Otro proverbio hay, que es casi el mismo: "La mujer y la gallina, por andar se pierden aína".», Cov. 622.a.31.
|| la mujer fuerte: «el Espíritu Santo nos pedía, Proverbiorum, capite 31: "Mulierem fortem quis inveniet?" Y en aquel lugar parece llamar mujer fuerte la que tiene seso y valor para gobernar su casa y familia, guardando lealtad a Dios y a su consorte.», Cov. 614.a.22.
• Especulaciones insensatas del curioso impertinente: «diré que me cupo en suerte la mujer fuerte, de quien el Sabio dice que ¿quién la hallará? », I.33.9.
|| «Es de vidrio la mujer»: «La onrra i la muxer es komo el vidrio, ke al primer golpe se kiebra.», Corr. 183.a.
• El curioso Anselmo es impertinente porque no aplica el consejo que le da la sabiduría popular: «Es de vidrio la mujer; pero no se ha de probar si se puede o no quebrar, porque todo podría ser.», I.33.17.
|| mujeres: El Cabrero Eugenio no atribuye la culpa de Leandra ni a la poca edad, ni a la ignorancia, «sino a su desenvoltura y a la natural inclinación de las mujeres, que por la mayor parte suele ser desatinada y mal compuesta.», I.51.3, (tema de la misoginia ambiente).
La mayor parte de los numerosos pretendientes de Leandra se han convertido en pastores, que pasan el tiempo en expresar su locura por ella; mientras que Eugenio, como remedio personal para sus cuitas, se ha afianzado en su desprecio por las mujeres (tema de la misoginia ambiente):
«Yo sigo otro camino más fácil y, a mi parecer, el más acertado, que es decir mal de la ligereza de las mujeres, de su inconstancia, de su doble trato, de sus promesas muertas, de su fe rompida, y finalmente, del poco discurso que tienen en saber colocar sus pensamientos e intenciones; y ésta fue la ocasión, señores, de las palabras y razones que dije a este cabra cuando aquí llegué; que por ser hembra la tengo en poco, aunque es la mejor de todo mi apero. Esta es la historia que prometí contaros.», I.51.3.
|| mujeres… del no quiero de tu capilla: Alusión al «Proverbio: 'no quiero, no quiero, mas echádmelo en la capilla'; de los que tienen empacho de recebir alguna cosa, aunque la deseen»; Cov. 296.b.24; «Echárselo en la kapilla», Corr. 156.a.
• Don Quijote aconseja a Sancho que, si acaso enviudare siendo gobernador, evite el matrimonio con cierto tipo de mujeres: «no la tomes… del no quiero de tu capilla», II.42.16.
|| mujeres… del partido: 'rameras públicas': «Mujer del partido, la ramera pública.», Cov. 854.b.59.
• «Estaban acaso a la puerta dos mujeres mozas, destas que llaman del partido, », I.2.10. ® mozas
|| mujeres… encantadores y hechiceras: Tema paródico de la falsa erudición:
«si de encantadores y hechiceras, Homero tiene a Calipso, y Virgilio a Circe», I.Pr.14.
|| mujeres que se les antoja comer tierra: ® tierra
||…mujeres…
|| es natural condición de mujeres: Así introduce don Quijote un tópico sobre la condición femenina repetido desde la Antigüedad:
«Ésa es natural condición de mujeres—dijo don Quijote—: desdeñar a quien las quiere y amar a quien las aborrece. Pasa adelante, Sancho.», I.20. 27.
|| «las mujeres, … de su naturaleza son tiernas y compasivas.», I.37.42. «Cervs fue, con Lope de Vega, quien mejor habló de la mujer, en una época en que abundaban sus denostadores, y en que era frecuente tenerla por un ser inferior. Aquí las califica genéricamente de tiernas y compasivas para hacer ver el caso excepcional de una—Zoraida—que no lo es.», Gaos 1987, I, p. 748.
|| mujeriego (doc. 1490, de mujer) adj. y s.m. 'el hombre que anda siempre entre mujeres', Cov. 818.a.47. ^ 'relativo a las mujeres' m. «Vocablo bárbaro, significa la calidad de las mujeres de algún lugar, verbi gratia, diciendo: El mujeriego de tal lugar tiene mucho de Corte.», Cov. 818.b.42.
Una de la recomendaciones socio-políticas de la CARTA DE DON QUIJOTE DE LA MANCHA A SANCHO PANZA, GOBERNADOR DE LA ÍNSULA BARATARIA, se refiere a tres inclinaciones viciosas que debe reprimir o por lo menos no mostrar: la del codicioso, la del mujeriego y la de glotón:
"No te muestres, aunque por ventura lo seas—lo cual yo no creo—, codicioso, mujeriego ni glotón; porque en sabiendo el pueblo y los que te tratan tu inclinación determinada, por aquí te darán batería, hasta derribarte en el profundo de la perdición." El Q.II.51.22.
|| ponerse a mujeriegas [en una caballería] / subirse a mujeriegas / sentarse a la mujeriega: 'sentarse [en una caballería] a la manera de las mujeres, es decir, con las dos piernas hacia el mismo lado'
• Así lo hace Sancho sobre Clavileño: «lo que podía hacer era ponerse a mujeriegas, y que así no sentiría tanto la dureza.», II.41.31.
• «Ni Sancho llevaba otro cuidado—después que le pareció que caminaba por parte segura —sino de satisfacer su estómago con los relieves que del despojo clerical habían quedado; y así, iba tras su amo sentado a la mujeriega sobre su jumento, sacando de un costal y embaulando en su panza», I.23.7b.
• Notemos con Clemencín que «Cervantes había olvidado que acababa de contar el hurto del rucio, hecho la noche anterior por Ginés de Pasamonte. El mismo error se repite en otros pasajes, donde se supone presente el jumento que había desaparecido. Cervantes lo advirtió y quiso corregirlo en la tercera edición hecha a su vista el año 1608, pero sólo lo verificó en dos pasajes de los siete en que se había errado. A vista de tal negligencia en un punto tan material y tan obvio, no deben parecer temerarias las sospechas que suelen mostrarse frecuentemente en estas notas acerca de las incorrecciones del texto en las ediciones primitivas. Los pasajes errados en la primera edicion de 1605, están en los folios 109 (allí dos veces), 111, 112, 120, 121 y 122. Los corregidos en la edición de 1608 fueron, uno del folio 109 y otro del 112.», Clem. 1228.a.
Fuente de las imágenes:
1) El Quijote de G.Doré: La historia de Dorotea:
Prosopografía de la hermosa Dorotea
"detrás de un peñasco vieron sentado al pie de un fresno a un mozo vestido como labrador... el que parecía labrador era mujer, y delicada, y aun la más hermosa que hasta entonces los ojos de los dos habían visto"
El Q. I.28.3.
2) Salvador García Bardón, El Quijote de G.Doré íntegro - a set on Flickr
3) Salvador García Bardón, El Quijote de G.Doré íntegro-Slideshow
Fuente de los textos:: Salvador García Bardón, Taller cervantino del 'Quijote', Textos originales de 1605 y 1615 con Diccionario enciclopédico, Academia de lexicología española, Trabajos de ingeniería lingüística, Bruselas, Lovaina la Nueva y Madrid, 2005.
Edición crítica digital: Salvador García Bardón, El Quijote para citarlo, Skynet, Bruselas, 2005.
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