Acerca de un largo comentario a mi último artículo en este blog sobre la presunta incompatibilidad de la meditación cristiana con la de otras tradiciones religiosas
| Victorino Pérez Prieto
Me ha llegado hace unos días un larguísimo comentario en mi página de facebook a mi último post (Incompatibilidad de la meditación cristiana con la de otras tradiciones religiosas? Acerca de la nota de la CEE “Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo”. Orientaciones doctrinales sobre la oración cristiana) por parte de un seguidor colombiano. Era tan largo y crítico con mi artículo, que dudé si contestarle –lo que suelo hacer habitualmente- o no. Finalmente lo he hecho; aunque mi respuesta solo sirvió para acentuar el ataque. Como, a pesar de todo, esta respuesta quizás pueda ser útil para algún otro lector de los que leen este blog, la cuelgo aquí con parte del debate posterior, bastante estéril y con ataques personales. Los comentarios a ese artículo en este blog, en mi facebook y en otros en los que se ha compartido, han sido mayormente positivos (“Excelente artículo”, “Una respuesta excelente a los obispos españoles, empeñados en ser más papistas que el papa”, etc. ) y alguno muy mordaz (“Quien sabe. Lo mismo son de esos obispos que no han meditado en su vida”).
Estimado amigo, agradezco el esfuerzo y el tiempo dedicado a escribir un comentario tan largo a mi humilde artículo. Estuve pensando si debería contestar o no; la duda era por dos razones: La primera porque era taaaan largo y prolijo, con tantas cuestiones tratadas, que me daba pereza responder a cada una… La segunda era porque ante tanta descalificación de mis palabras y una ignorancia tan grande de lo que pienso y he escrito tantas veces, dudaba que mereciera la pena una respuesta, que debería ser un verdadero libro, más que un humilde post y mucho menos una respuesta que se ajustara al tamaño de este medio de comunicación, aunque no sea un twitter.
Dicho esto, contesto a algunas las cosas apuntadas, citando tus palabras entre comillas. En primer lugar, criticas “una actitud rígida y nada dialogante” por mi parte, con una “mala recepción de las críticas de los obispos” a lo que pienso y pensamos muchos. Incluso hablas de “afirmaciones exageradas y anticristianas” por mi parte, y llegas a hablar en el debate de una “actitud rabiosa de algunos, que terminan como Victorino Perez Prieto atacando todo intento de resaltar la tradición cristiana”. Pero –y disculpa la franqueza- el documento de los obispos me parece tan tópico y tan malo, que no merecía la pena perder el tiempo haciéndoles una crítica; si no fuera porque sus afirmaciones contra ciertas prácticas de meditación eran graves, injustas y nacidas de una ignorancia de lo que critican, porque ni yo ni otros compañeros que reflexionamos, escribimos e intentamos practicar honestamente la meditación nos vemos reflejados en lo que dice, a todo más caricaturizados.
Dices también que yo defiendo un “aislamiento del mundo” para caer en un “gnosticismo”, o que defiendo “una contemplación desarticulada de la lucha… vivir estrictamente en la interioridad, aislándose del mundo”, que busco solamente “encontrar la salvación después de la muerte, pero no luchar por ella aquí y ahora”; en fin, que termino en “una aceptación tácita de las injusticias porque, de acuerdo con dicha espiritualidad, esta solo tiene que ver con lo sobrenatural y no con las necesidades materiales o las injusticias sociales”. Lo que dices me resulta desconcertante y significa también desconocer totalmente lo que pienso y he escrito muchas veces, así como mis compromisos durante la mayor parte de mi vida. Siempre me he tenido por un teólogo en la perspectiva de la teología de la liberación, he escrito bastantes páginas al respecto y he dado cursos de un semestre entero sobre ella; esto significa para mí el compromiso activo con los más pobres en la búsqueda de una liberación aquí y ahora, no una evasión de la realidad; un compromiso personal, social y político contra la injusticia y la opresión, tan presente en este mundo como en el de hace 50 años, cuando nació la T de la L.
El slogan de Taizé “lucha y contemplación” siempre ha sido una de mis máximas más queridas. En tu debate posterior añades que no vinculo mis compromisos con las luchas de liberación “a una espiritualidad cristiana, sino que esta se queda en un mero activismo, en exterioridad, desligado de la espiritualidad… un ejercicio de concentración, no de oración”. ¿De donde sacas tú esas afirmaciones gratuitas?
Acerca de lo que digo del “no dualismo” como algo primordial dentro de la experiencia mística cristiana, cosa que tu criticas, antes de criticarlo deberías conocerlo primero. Ciertamente, el cristianismo ha bebido, ¡desgraciadamente!, en una tradición profundamente dualista helénica; pero ni Jesús ni los cristianos más conscientes de todos los tiempos (los místicos) han sido dualistas; aunque digas en el debate que “es una desfachatez flagrante señalar que Jesús no fue dualista, cuando su espiritualidad descansa en la recepción de la dualidad mazdeísta”... Uno de mis libros pendientes es sobre los Evangelios desde la perspectiva de la no-dualidad; una no-dualidad que está totalmente presente en ellos, sobre todo en el evangelio de Juan. En este sentido, la afirmación “Dios y yo somos uno” del Maestro Eckhart, es de las afirmaciones más geniales y menos entendidas de la historia de la espiritualidad cristiana; nuestros místicos del Siglo de oro son deudores de ella, aunque no citen al gran maestro renano seguramente por miedo a la Inquisición. Luego dices en el debate que hablar del no-dualismo de nuestro místicos es decir que “aceptan el monismo vulgarizado” que mis “publicaciones preconizan”. No tienes ni idea entre la distincio entre dualismo, monismo uy no-dualidad. Te invito a leer la entrada correspondiente en mi Diccionario panikkariano, en el que ha colaborado un teólogo de la Universidad Javeriana de tu ciudad (Bogotá), mi colega y amigo José Luis Meza.
Sobre mi conocimiento de las religiosidades asiáticas, me dices que tengo una “visión eurocéntrica” nacida de una “una aproximación prejuiciada” a ellas (¡!), una visión encuadrada unos estereotipos creados por mi mentalidad occidental... Te invito a leer mi última publicación, el capítulo sobre espiritualidades no cristianas, orientales, en el libro Hacia una teología de la interioridad (PPC 2019, en el que he colaborado con Pablo D’Ors y otros autores/as, y que en parte he recogido en posts anteriores de mi blog.
Lo mismo te digo respecto a lo que supones que es mi compresión del diálogo interreligioso desde el Concilio Vaticano II, como un “falso diálogo” que sería “renunciar a la propia, o entrar en el vendiéndose”… Lee mi libro al respecto, por favor, y luego juzga. Nada más lejos lo que tú dices que digo de lo que yo pienso y he intentado decir. Frente al sincretismo religioso y la falta de identidad, siempre he defendido el valor de cada religión en el diálogo interreligioso y la necesidad de hacer este diálogo desde las creencias y valores de la religión que uno confiesa honestamente, vive y practica como puede.
Quedan muchas más cosas por comentar de tu larga argumentación, como tu crítica del “silencio silencioso” del que he hablado en la contemplación, pero esto es suficiente por ahora. Es posible que no me explicara suficientemente bien, por eso te invito sobre todo a leer mi libro citado más arriba; creo que te puede aclarar muchas cosas que dices sobre mí que no son exactas. Respecto a este libro, me ha dicho una persona cercana al papa que lo había leído y el mismo Francisco también… No lo digo por vanidad –como luego me acusas también-, y no sé si es cierto no, pero lo que sí es cierto es que hasta ahora no me ha caído ninguna censura oficial sobre lo que digo en él.