El Espíritu nos habita, nos “consagra” e insta a amar como Dios Dios vive en quien ama (Domingo 6º de Pascua 22.05.2022)
La fe es personal, no institucional, nacional...
Comentario: “me voy y vuelvo a vuestro lado” (Jn 14,23-29)
Un poco antes, Jesús les había asegurado: “No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo... El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él” (Jn 14,18-19.21). Ante estas palabras de Jesús, pregunta Judas, no el Iscariote: «Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?»” (Jn 14,22). En el fondo está la idea del Mesías tradicional judío (regio, de poder y gloria terrenos), y la expectativa escatológica de “ver venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria” (Mc 13,26). Tema problemático de los primeros cristianos, ya que “todo sigue igual...” (2Pe 3,4-10).
El texto leído es la respuesta a Judas: no se revela al “mundo” como conjunto, a países, a instituciones..., sino a personas, a conciencias: “el que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él”(v. 23). Quien acepta la fe de Jesús, se siente amado del Padre, se reconoce “morada” de Dios. En consonancia con lo dicho de que “en la casa de mi Padre hay muchas moradas” (14,2).
En el creyente habita “la vida eterna”, el Misterio divino: “el que cree en el Hijo posee la vida eterna” (Jn 3,36). “Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día” (Jn 6,40). Vida “eterna” ya presente. Pablo insistirá: por la fe “hemos obtenido el acceso a esta gracia en la que nos encontramos... porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu que se nos ha dado” (Rm 5, 2.5). Jesús, por tanto, se revela al que cree en él, no “al mundo”, como le sugiere Judas. La fe es personal, no institucional, nacional... Así lo recuerda Tertuliano (c. 160-c. 220): “Los cristianos no nacen, se hacen” (Apologeticus pro Christianis, XVIII). El “nuevo nacimiento” es creer “en Hijo del hombre... para que todo el que cree en él tenga vida eterna” (Jn 3,15ss). Este nacimiento no crea “naciones”.
“El Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho” (v. 26). “El paráclito”: mismo apelativo que al Resucitado ante el Padre (1Jn 2,1). Enviado por el Padre para suplantar a Jesús ante sus discípulos. Paráclito significa “llamado junto a”. “Abogado”: “advocatus” (traducción del griego “paracletos”). Expresa las tareas varias: asistir, confortar, proteger, defender, animar, iluminar, suplicar, insistir, consolar, liberar, reunir...
El texto destaca dos funciones: “enseñar y recordar lo que yo os he dicho”. Sugerir a la conciencia la verdad de Jesús. El Espíritu nos habita, nos “consagra” e insta a amar como Dios, buscando su misma perfección (Mt 5,48). Somos “consagrado” por el Espíritu para que Dios viva en nosotros y nos enseñe a ser y vivir como Dios: a darnos en amor libre y gratuito. Dios no es rival de ningún amor humano ni nos absorbe. Nos potencia y afirma como personas auténticas, animadas con el Espíritu creador.
“La paz os dejo, mi paz os doy”. No impone como el poder mundano: violento, privando del sustento... Su paz nace de su Espíritu: perdón gratuito, diálogo, respeto a los derechos humanos... Por eso les recalca: “No se turbe vuestro corazón ni se acobarde... Me voy y vuelvo a vuestro lado... Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis”. Ya ha sucedido. Jesús vive en nosotros, es paz, fuente de reconciliación y de vida.
Oración: “me voy y vuelvo a vuestro lado” (Jn 14,23-29)
Tú, Cristo vivo, “has vuelto a nuestro lado”:
al creerte, sentimos el amor del Padre;
nos reconocemos hijos a tu imagen y hermanos de todos;
sentimos que nos habita tu mismo Espíritu:
Amor desinteresado, incondicional;
reflejo del amor del Padre que ama a todos;
fuente de bien y creatividad inaudita.
Es el Espíritu que “envía el Padre en tu nombre”:
nos vincula en unidad de vida y libertad amorosa;
nos abre al futuro, quita el miedo y apasiona por el bien;
se realiza la experiencia profética:
“los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas,
echanalas como águilas, corren y no se fatigan” (Is 40,31).
Tu Espíritu es “paráclito”, “llamado junto a” nosotros:
“enseña y recuerda lo que tú nos has dicho”;
“potencia interior que armoniza nuestro corazón con tu corazón;
mueve a amar a los hermanos como Tú los has amado,
cuando te has puesto a lavar los pies de tus discípulos
y, sobre todo, cuando has entregado tu vida por todos”
(Benedicto XVI, “Deus caritas est”, 19).
Tu resurrección nos ha llevado al Corazón divino:
al amor del Padre “que hace salir el sol sobre malos y buenos,
y manda la lluvia a justos e injustos”;
al amor fraternal tuyo que “da la vida por los amigos” (Jn 15,13);
Pablo dirá más: “Cristo murió por los impíos;
ciertamente, apenas habrá quien muera por un justo;
por una persona buena tal vez se atrevería alguien a morir;
pues bien: Dios nos demostró su amor en que,
siendo nosotros todavía pecadores,
Cristo murió por nosotros” (Rm 5,6-8).
a la comunión del Espíritu Santo, “que se nos ha dado” (Rm 8,5),
“puesto como prenda en nuestros corazones
y garantía de nuestra herencia” (2Cor 1,22; 5,5; Ef 1,13-14).
Percibimos, por la fe, que el Padre “se manifiesta”:
cuando, pase lo que pase, nos sentimos amados;
cuando somos capaces de empezar una tarea buena...
Tú, Jesús, Hijo del Padre, “te manifiestas”:
cuando te sentimos amigo, hermano, compañero;
cuando te vemos en toda persona, sobre todo en las más débiles...
Nos lleva el Espíritu del Padre y del Hijo:
cuando vislumbramos alternativas humanizadoras;
cuando no tenemos miedo a denunciar el mal...
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, que nos habitan.
Preces de los Fieles (D. 6º PASCUA 22.05.2022): Dios reside en quien ama
La Iglesia quiere renovarse. Es el Espíritu Bueno que sigue “enseñando y recordando la vida de Jesús”. Es la conciencia creyente sincera que se renueva y vuelve al Amor original, primero... Estructuras, leyes, costumbres... ocultan el Amor de Jesús. Pidamos volver al Evangelio diciendo: “Haznos dóciles a la inspiración de tu Espíritu”.
Por la Iglesia:
- que el Espíritu nos “enseñe y recuerde lo que Jesús ha dicho y hecho”;
- que seamos capaces de eliminar normas y actitudes indignas de Jesús.
Roguemos al Señor: “Haznos dóciles a la inspiración de tu Espíritu”.
Por las intenciones del Papa (mayo 2022)
- que “los jóvenes se sientan llamados a una vida plena”;
- que “descubran en María el estilo de la escucha,
la profundidad del discernimiento,
la valentía de la fe y la dedicación al servicio”.
Roguemos al Señor: “Haznos dóciles a la inspiración de tu Espíritu”.
Por los dirigentes de la Iglesia:
- que llamen a toda la Iglesia a dialogar y decidir en el Espíritu divino;
- que “no impongan más cargas que las indispensables” evangélicamente (He 15, 22ss).
Roguemos al Señor: “Haznos dóciles a la inspiración de tu Espíritu”.
Por nuestros pueblos y ciudades:
- que surjan “cuidadores del bien común” (políticos) creativos y honrados;
- que haya trabajo para todos, concordia y alegría social.
Roguemos al Señor: “Haznos dóciles a la inspiración de tu Espíritu”.
Por las víctimas de la violencia, enfermedad, paro, ...:
- que las consolemos y fortalezcamos con nuestra presencia activa;
- que nuestra comunidad sea un ámbito de escucha y atención.
Roguemos al Señor: “Haznos dóciles a la inspiración de tu Espíritu”.
Por esta celebración:
- que nos sintamos todos “concelebrantes”, sacerdotes de la nueva alianza;
- que nos dé fuerza para compartir el Amor aquí recibido.
Roguemos al Señor: “Haznos dóciles a la inspiración de tu Espíritu”.
Bendícenos, Señor, a nosotros, “piedras vivas...,que entramos en la construcción de una casa espiritual para un sacerdocio santo, a fin de ofrecer sacrificios espirituales agradablesa Dios por medio de ti, Jesucristo” (1Pe 2,5-9). Queremos seguir tu camino, ofrecernos al Padre, renovarnos según tu palabra y trabajar por tu Reino. Por los siglos de los siglos.
Amén.