“Sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, en que amamos a los hermanos. Quien no ama permanece en la muerte". Domingo 30º TO (25.10.2020): La Iglesia, a veces, antepone sus leyes al Amor
El Amor “nos introduce en el corazón del pueblo” (EG 269)
| Rufo González
Comentario: “dos mandamientos sostienen toda la Ley y los Profetas” (Mt 22,34-40)
Sacerdotes, fariseos y saduceos saben que las parábolas de los dos hijos, de los viñadores homicidas y los invitados a la boda, se refieren a ellos (Mt 21, 46). Han percibido la pretensión mesiánica de Jesús y el creciente reconocimiento de la gente. Ellos, guías espirituales del pueblo, se sienten desprestigiados. Por eso reaccionan buscando pretextos para acusarle y desautorizarle. El evangelio de Mateo destaca esta oposición orquestada contra Jesús (Mt 22,15.34-35). Le comprometen en el impuesto al César (22,15-22), la resurrección (22,23-33), el precepto más importante (22,34ss).
“Los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?»” (vv. 34-36). Era cuestión disputada entre “los escribas”. Con mandatos positivos (248) y prohibiciones (365) la ley tenía 613 preceptos. Escribas y fariseos vivían obsesionados por cumplir la ley. Algunos creían que también Dios dedicaba tiempo al estudio de la Ley. No distinguían entre la letra del espíritu, preceptos divinos y humanos, graves y leves. La ley es voluntad divina. El Mesías sería fiel a la ley y a sus preceptos más nimios. Ser fiel era cumplir la ley tal como está formulada e interpretada por sus maestros autorizados. Imposible recordar todos los preceptos y practicarlos. Creen que Jesús no sabe interpretar la Ley, pues carece de autoridad en esta materia. Haría el ridículo ante esta pregunta.
Jesús da las claves para interpretar la voluntad de Dios, y, por lo tanto, de toda la Ley: “`Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente´. Este mandamiento es el principal y primero.El segundo es semejante a él: `Amarás a tu prójimo como a ti mismo´. En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas” (vv. 37-40). Amar a Dios y al prójimo abarca toda la “ley y los profetas”. En el mismo plano, los dos mandamientos hacen uno solo. Los libros de la Ley y los Profetas son el total escrito de la Alianza. Lo nuevo de Jesús es asimilar el amor al prójimo con el amor de Dios: amor universal, gratuito, ilimitado (Mt 5,43-48; Lc 6, 27-38; 10,30-37; Sant 2,1-9). Los tres sinópticos narran este episodio. Cada uno lo matizan a su modo. Para Mateo los dos mandamientos contienen y resumen Ley y Profetas (Mt 22, 40). EnMarcos, los dos amores valen más que todos los holocaustos y sacrificios (Mc 12,33). Para Lucas, “haz eso y vivirás” se concreta en amar al desvalido tirado en el camino (Lc 10,25ss).
Oración: “dos mandamientos sostienen toda la Ley y los Profetas” (Mt 22, 34-40)
Jesús “en-amorado”,“en-amor” divino:
los expertos de la ley judía te ponen a prueba;
para ellos toda su ley es divina, santa:
preceptos, grandes y pequeños, son voluntad de Dios.
Tú les acusas de “descuidar lo más grave de la ley”:
“la justicia, la misericordia, la fidelidad...;
filtráis el mosquito y os tragáis el camello” (Mt 23,23-24).
También la Iglesia, a veces, antepone sus leyes al amor de Dios:
no respeta la libertad de conciencia ante sus normas;
prefiere que no haya Eucaristía, antes que la presida un sacerdote casado;
niega la Comunión a un divorciado vuelto a casar;
celebra bautizos, comuniones, bodas... sin fe;
permite el hambre a enajenar sus múltiples tesoros...
Tu respuesta, Jesús de todos, es clara y positiva:
“`Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,
con toda tu alma, con toda tu mente´.
Este mandamiento es el principal y primero.
El segundo es semejante a él: `Amarás a tu prójimo como a ti mismo´.
En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas” (vv. 37-40).
Desde el principiolos cristianos tuvieron clarasu identidad:
“tuve hambre y sed, fui forastero, desnudo, enfermo, encarcelado...
venid benditos de mi Padre...” (Mt 25,12-34);
“toda la ley se cumple en una sola frase, que es:
amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Gál 5,14);
“ama y haz lo que quieras”, lo que te dicte el amor (san Agustín);
“a la tarde te examinarán en el amor” (Juan de la Cruz: “Avisos y sentencias”, 57);
Esta, Jesús de Nazaret, es tu propuesta de vida:
“amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios,
y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene:
en que Dios envió al mundo a su Unigénito,
para que vivamos por medio de él.
En esto consiste el amor:
no en que nosotros hayamos amado a Dios,
sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo
como víctima de propiciación por nuestros pecados.
Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera,
también nosotros debemos amarnos unos a otros.
A Dios nadie lo ha visto nunca.
Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros...” (1Jn 4,7-12).
Creer en el Padre de Jesús es vivir el Amor:
en el amor de Dios que nos sostiene y envuelve;
en el amor que nace en lo más profundo de nuestro ser;
en el amor que nos aporta la seguridad básica para vivir;
en el amor que nos ayuda a comprender, a perdonar, a esperar...
“En-amorado” es“bienaventurado”:
“sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida
porque amamos a los hermanos.
El que no ama permanece en la muerte.
El que odia a su hermano es un homicida.
Sabéis que ningún homicida lleva en sí vida eterna” (1Jn 3,14-15).
“Los limpios de corazón son llamados por nuestro Salvador bienaventurados;
lo cual es tanto como decir, enamorados,
pues que bienaventuranza no se da por menos que amor”
(San Juan de la Cruz: “Noche oscura”, libro II, cap. XII, 1).
Preces de los Fieles (D. 30º TO 25.10.2020)
A veces anteponemosnuestras leyes al amor de Dios: no respetamos la libertad de conciencia; preferimos que no haya Eucaristía, antes que la presida un sacerdote casado; negamos la Comunión a un divorciado vuelto a casar; celebramos bautizos, comuniones, bodas... sin fe; permitimos el hambre a enajenar lo superfluo... Pidamos preferir el amor diciendo: queremos amar “con obras y de verdad” (1Jn 3,18).
Por la Iglesia:
- que se convierta de sus defectos mirando al Jesús del evangelio;
- que sea capaz de brindar el Amor gratuito y universal.
Roguemos al Señor: queremos amar “con obras y de verdad” (1Jn 3,18).
Por la salud del mundo:
- que trabajemos por superar la pandemia con responsabilidad;
- que las religiones sea factores de diálogo y fraternidad.
Roguemos al Señor: queremos amar “con obras y de verdad” (1Jn 3,18).
Por las intenciones del Papa (octubre 2020):
- que “la misión de los laicos en la Iglesia” sea real, respetada, fraterna;
- que “las mujeres, participen más en las instancias de responsabilidad de la Iglesia”.
Roguemos al Señor: queremos amar “con obras y de verdad” (1Jn 3,18).
Por nuestras parroquias:
- que no sean “un grupo de selectos que se miran a sí mismos”;
- que sean “comunidad de comunidades” en el Amor de Jesús (Ev. G. 28).
Roguemos al Señor: queremos amar “con obras y de verdad” (1Jn 3,18).
Por los más débiles: enfermos, parados, fracasados...:
- que les obsequiemos pues “no tienen con qué recompensarnos” (Lc 14,14).
- que tengan a la Iglesia como su casa (Ev. G. 48).
Roguemos al Señor: queremos amar “con obras y de verdad” (1Jn 3,18).
Por esta celebración:
- que nos ayude a escuchar, a aprender, a comprender;
- que el Espíritu avive “la fe que se hace activa por la caridad” (Gál5,6).
Roguemos al Señor: queremos amar “con obras y de verdad” (1Jn 3,18).
Bendice, Señor, nuestra vida, la vida de nuestra parroquia, la vida de la Iglesia, la vida de nuestro mundo. Queremos ser testigos tuyos, fermento de tu paz, mesa compartida, donde podamos vivir como hermanos. Por los siglos de los siglos.
Amén.
Jaén, 25 de octubre de 2020