Subir tu montaña de transfiguración supone mucho amor gratuito Domingo 2º Cuaresma (28.02.2021): invitación a contemplar a Jesús

Comentario: “Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo” (Mc 9, 2-10)

El texto litúrgico omite estas tres palabras del versículo dos: “Seis días después” (Mc 9, 2a; Mt 17,1a; Lc 9,28a: “ocho días después”).Precisión inusual en los sinópticos, a no ser en la cronología de la pasión. Quieren conectar causalmente el diálogo en Cesarea de Filipo (8,31-38) con la transfiguración. Tras la confesión de Pedro, Jesús les anuncia la pasión y muerte que le espera. Pedro increpa a Jesús, que le reprende duramente. Con la transfiguración se pretende convencer a la cúpula apostólica de que Jesús tiene razón, y de que deben escuchar sus presagios sobre la pasión y muerte.

Toma consigo a Pedro, a Santiago y a Juan”. Serán testigos de su agonía en Getsemaní (Mc 14,33). “El fin principal de la transfiguración era desterrar del alma de los discípulos el escándalo de la cruz” (San León: Serm. 51, 3: ML 54,310). Quiere convencerles de que es humanamente necesario, “padecer antes de entrar en su gloria” (Lc 24, 26). Sufrir las limitaciones naturales y las propias de la convivencia libre tiene sentido en el Reino.

Sube aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos de volvieron de un blanco deslumbrador... Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús... Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube...”. Monte alto, vestidos blancos, nube, voz celestial... recuerdan la estructura literaria de la epifanía de Dios en el Sinaí. Jesús aparece como “el hijo de hombre” del libro de Daniel: “vi venir un especie de hijo de hombre entre las nubes del cielo... A él se le dio poder, honor y reino...” (Dan 7, 13-14). Jesús les provoca una experiencia profunda: sienten su persona llena de vigor, de belleza fascinante, de amor y de vida. Dios se manifiesta en él: “hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y verdad” (Jn18,14). Ante el misterio se asustan, se quedan sin palabras, impresionados y atraídos dichosamente.

De la nube, símbolo de Dios, surge una voz confirmando:Este es mi hijo, el amado; escuchadlo”. Termina la experiencia de fe, encontrándose con la realidad, mirando “a Jesús solo con ellos”. Bajando, les manda que guarden en secreto la experiencia. Es el secreto mesiánico para que no le confundan con un mesías triunfante y nacionalista. El evangelista dice que se les quedó grabado el mandato, pero discutenqué querría decir aquello de resucitar de entre los muertos”. Siguen sin entender la realidad cruda de la pasión y muerte, y, por tanto, la resurrección. El Espíritu les acompañará: “con el don del Espíritu divino, el ser humano llega por la fe a contemplar y saborear el misterio de Dios” (GS 15). Este texto conciliar avala esta iluminación con una cita sapiencial del Antiguo Testamento: “los llenó de cienciayentendimiento, y les enseñó el bien y el mal. Puso su mirada en sus corazones” (Ecclo 17,7-8). Jesús lo dejará claro antes de padecer: “cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena” (Jn 16,13). 

Oración: “Este es mi Hijo, el amado. Escuchadlo” (Mc 9, 2-10)

Hoy, Jesús hermano, contemplamos una experiencia de fe:

provocada por Ti para convencer a los tuyos de la verdad de tu vida;

camino a las aldeas de Cesarea de Filipo, les habías preguntado:

 “¿quién dice la gente que soy yo?...

Y vosotros, ¿quién decís que soy?” (Mc 8,27.29).

Pedro había reconocido que “Tú eras el Mesías”, Cristo, Ungido de Dios.

Pero, al explicarles tu modo de vida y lo que te esperaba,

Pedro te lleva aparte y se pone a increparte” (Mc 8,32).

Por su portavoz, los discípulos no aceptan tu camino de la cruz:

su mentalidad sagrada sólo acepta el triunfo del poder divino.

Tu reacción enojada no se hizo esperar:

te volviste y, mirando a los discípulos, increpaste a Pedro:

`¡ponte detrás de mí, Satanás!

¡Tú piensas como los humanos, no como Dios!” (Mc 8,33).

Seis días más tarde tomas contigo a Pedro, a Santiago y a Juan”:

van a ser los más cercanos de tu agonía en Getsemaní (Mc 14,33); 

quieres prepararlos para seguir tu camino tras tu muerte:

“desterrar de sus almas el escándalo de la cruz” (San León Magno);

convencerles de que es humanamente necesario, 

padecer mucho, ser reprobado por los ancianos,

sumos sacerdotes y escribas,

ser ejecutado y resucitar a los tres días” (Mc 8,31).

Tu experiencia del amor del Padre va por estos caminos:

respeto al ser humano: inteligente, libre, evolutivo, tentado...;

fortalecer el rostro” (Lc 9,51) ante las complicaciones del amor;

esfuerzo y humildad para cuidar a los más débiles;

valor para desenmascarar a los dirigentes opresores, ávidos de gloria...;

constancia para liberar del hambre y la injusticia...;

desatar el vínculo entre religión y dinero...;

incitar al desarrollo de los “talentos” compartidos...;

cultivar la viña del Señor, “entre fieras y ángeles”...;

reconocerte a Ti, Jesús, en el desnudo, en el preso, en el enfermo...

Subir tu montaña de transfiguración exige mucho amor gratuito:

mucha contemplación de tu rostro, Cristo de la transfiguración;

mucha fe en que en el Amor “ vivimos, nos movemosy existimos” (He 17,28);

mucha esperanza segura de que:

“los bienes de la dignidad humana, la unión fraterna y la libertad,

es decir: todos estos frutos buenos de la naturaleza y del esfuerzo nuestro,

tras haberlos propagado por la tierra en el Espíritu del Señor y según su mandato,

de nuevo los encontraremos limpios de toda inmundicia,

iluminados y transformados,

cuando Cristo devuelva al Padre el reino eterno y universal...;

reino presente misteriosamente que, cuando el Señor venga, se consumará” (GS 39).

Cristo de la transfiguración:

nos has “conformados con tu imagen de Hijo, Primogénito de hermanos;

recibimos las primicias del Espíritu (Rm 8,23),

primicias que nos capacitan para cumplir la ley nueva del amor.

Tu Espíritu... nos restaura internamente como personas

hasta que llegue la redención del cuerpo (Rm 8,23)... 

Es necesario,es deber nuestro, luchar, con muchas tribulaciones,

contra el demonio (el mal), e incluso de padecer la muerte.

Asociados a tu misterio pascual, configurados con tu muerte, Cristo,

llegaremos, corroborados por la esperanza, a la resurrección.

Y no sólo los cristianos, sino todas las personas...,

en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible.

Tú, Cristo, has muerto por todosy la vocación suprema humana es divina:

en consecuencia, debemos creer que el Espíritu ofrece a todos la posibilidad

de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual...

Por Ti y en Ti, Cristo, se ilumina el enigma del dolor y de la muerte,

que fuera del Evangelio nos envuelve en absoluta oscuridad.

Tú resucitaste; con tu muerte destruiste la muerte y nos diste la vida,

para que, hijos en el Hijo, clamemos en el Espíritu: ¡Abba, Padre!” (GS 22).

Preces de los Fieles (D. 2º Cuaresma B 28.02.2021)

Este domingo segundo de cuaresma somos invitados a contemplar al Jesús de nuestro corazón y a reconocerlo en la vida: en los hermanos, sobre todo en los más débiles. Pidamos alcanzar este objetivo diciendo: Jesús, tú eres el Hijo, el amado.

Por la Iglesia:

- que anuncie el Amor en el que “vivimos, nos movemos y existimos” (He 17,28);

- que siga el camino de Jesús en humildad y amor a los más marginados.

Roguemos al Señor: Jesús, tú eres el Hijo, el amado.

Por las intenciones del Papa (febrero 2021):

- que “las mujeres víctimas de la violencia sean protegidas por la sociedad”;

- que “su sufrimiento sea considerado y escuchado” por todos.

Roguemos al Señor: Jesús, tú eres el Hijo, el amado.

Por los derechos humanos:

- que los veamos como gloria de Dios en todos sus hijos;

- que los respetemos y promocionemos como hacía Jesús.

Roguemos al Señor: Jesús, tú eres el Hijo, el amado.

Por este tiempo de cuaresma:

- que nos centre en lo esencial de nuestra fe cristiana;

- que nos desprendamos de lo que sobra en favor de los necesitados.

Roguemos al Señor: Jesús, tú eres el Hijo, el amado.

Por nuestra parroquia:

- que seamos capaces de revisarnos a la luz del evangelio;

- que dialoguemos y hagamos realidad las vocaciones de todos.

Roguemos al Señor: Jesús, tú eres el Hijo, el amado.

Por esta celebración:

- que descubramos en Jesús el Amor primero;

- que la comunión en este amor nos anime a ser mejores.

Roguemos al Señor: Jesús, tú eres el Hijo, el amado.

Somos el grupo que contempla y escucha al Hijo amado. Nos sentimos hermanos suyos. Queremos vivir en su mismo amor. Esperamos tu ayuda, Padre-Madre Dios, que vives por los siglos de los siglos.

Amén.

Leganés, 28 de febrero de 2021

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