El Misterio de Dios nos está diciendo siempre: “Mira a mi Hijo, sujeto a mí y sujetado por mi amor” Llega lo inaudito: “la Palabra de Dios se hace carne” (Domingo 4º Adviento 2ª lect.  24.12.2023)

Tu Dios, Jesús de Nazaret, es una fuerza nueva

Comentario: Al que puede consolidaros,,, la gloria por los siglos de los siglos” (Rm 16, 25-27)

Leemos la doxología (“alabanza a la gloria de Dios”) final de la Carta a los Romanos. No pertenece a la carta original: no aparece en algunos códices, o está en otro lugar de la carta (hay manuscritos que la ponen en 14,23, o al final del c. 15). Muchos creen que era el colofón del conjunto de cartas paulinas, cuyo final antiguamente era esta carta. Un escriba de finales del s. I o inicios del s. II debió elaborar en forma de doxología esta magnífica síntesis doctrinal de estilo paulino.  

Al Dios, manifestado en Jesús, se le reconoce como el “que puede consolidaros(sterixzênai) según mi Evangelio y el mensaje de Jesucristo que proclamo”. El mismo verbo utiliza para para expresar su misión: “tengo ganas de veros, para comunicaros algún don espiritual que os fortalezca(steríxai)” (Rm 1,11). La fuerza (dínamis) de Dios es su Espíritu, que nos “consolida-fortalece” en la fe, en el amor y en la esperanza. Así lo expresa la Iglesia: “El Espíritu vive en la Iglesia y en corazón de los fieles, ora, testifica su adopción de hijos, guía hacia la verdad, unifica, provee y gobierna, embellece, rejuvenece, renueva y conduce hacia la unión con su Esposo” (LG 4). Es la “fuerza” prometida por Jesús: “recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta el confín de la tierra” (He 1,8).

Mi Evangelio y el mensaje de Jesucristo que proclamo”. Los hechos de los Apóstoles cuentan la evangelización de Pablo en Roma: “permaneció allí un bienio completo en una casa alquilada, recibiendo a todos los que acudían a verlo, predicándoles el reino de Dios y enseñando lo que se refiere al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbos” (He 28,30-31).

Su evangelio, pues, es Jesucristo: Dios “nos salvó y nos llamó con una vocación santa, no por nuestras obras, sino según su designio y según la gracia que nos dio en Cristo Jesús desde antes de los siglos, la cual se ha manifestado ahora por la aparición de nuestro Salvador, Cristo Jesús, que destruyó la muerte e hizo brillar la vida y la inmortalidad por medio del Evangelio” (2Tim 1,9-10).

Pablo se siente “siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, para suscitar la fe de los elegidos de Dios y el conocimiento de la verdad, que, de acuerdo con la piedad, lleva a la esperanza de la vida eterna; esta fue prometida antes de los siglos por Dios, que nunca miente; al llegar el tiempo apropiado, él manifestó su palabra por la predicación que me fue confiada según el mandato de Dios nuestro Salvador” (Tit 1,1-3);

Al Dios “único sabio” nadie le ha visto. Sólo podemos creer que la realidad es fruto de su acción creadora y transformadora. Es el misterio, “dado a conocer por el Dios unigénito, que está en el seno del Padre” ( Jn 1,8). Es el Misterio de Amor, manifestado en Jesús: “Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo” (Ef 1,4a). Por Cristo sabemos que “ninguna criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Rm 8,39).

La finalidad de la vida de Jesús es hacernos llegar a todos a la “obediencia de la fe”: “Conforme a la revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora mediante las Escrituras proféticas, dado a conocer según disposición del Dios eterno para que todas las gentes llegaran a la obediencia de la fe” (Rm 16,25s).

“Misterio” apunta a la realidad llena de vida, inabarcable, silenciado durante tiempos eternos, manifestado ahora en la vida de Jesús y dado a conocer, por ordenación del Dios eterno, a través de escritos proféticos (cristianos), a todos los pueblos (universalidad del evangelio) para obediencia de la fe. En Jesús creemos muchos que se da la mejor manifestación del Misterio. Los que le trataron tuvieron conciencia de contactar con el Misterio de Dios, con el Abismo de bondad y amor. Le interpretaron: como Rabino, Profeta del Reino de Dios, como Mesías, como Hijo de Dios (elegido y amado, en sentido hebreo), como Logos de Dios (en sentido griego). Su misión y filiación divinas se inician públicamente en el bautismo del Jordán; brillan en la muerte-resurrección.

A Dios, único Sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén”. Es el remate de la doxología. Toda la vida de Jesús y el evangelio de Pablo proclaman la gloria, el amor, del Padre.

Oración: ““Al que puede consolidaros,,, la gloria por los siglos de los siglos” (Rm 16, 25-27)

Jesús, Hijo de Dios, Hermano nuestro:

la lectura de Pablo nos abre la puerta de la Navidad:

Dios, único Sabio puede consolidarnos

según el Evangelio y el mensaje de Jesucristo”.

Al Dios único sabio” nadie le ha visto:

le imaginamos conforme a nuestros deseos y miedos;

le llamamos “Dios mío”, fabricado por cada uno;

le invocamos como protector de nuestros intereses;

le hacemos amigo de nuestros amigos y enemigo de nuestros enemigos;

en su nombre hasta hemos cogido “espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones,

sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles” (Salmo 149,6ss).

Tu Dios, Jesús de Nazaret, es una fuerza nueva:

no es nuestra imagen de Dios, hecha a nuestra medida;

tu Dios nos capacita para ser hijos del Amor;

tu Dios nos regala su mismo Espíritu:

el que alentaba y movía tu vida:

el que nos hace sentirnos amados incondicionalmente;

el que nos iguala a todos en la fraternidad;

el quiere que todos tengan vida en plenitud.

Tu vida, Jesús de Nazaret, manifestó al Dios misterioso:

En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene:

en que Dios envió al mundo a su Unigénito,

para que vivamos por medio de él.

En esto consiste el amor:

no en que nosotros hayamos amado a Dios,

sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo

como víctima de propiciación por nuestros pecados” (1Jn 4, 9-10).

Tu vida, movida por el Espíritu, responde al Amor del Padre:

- eliminando pacíficamente todo lo que perjudica:

hambre, enfermedad, odio, acopio egoísta, desigualdad...;

- compartiendo amorosa y libremente lo que aporta vida:

alimento, salud, derechos y deberes humanos...;

- consolidando la fragilidad humana en el amor del Padre,

que “hace salir el sol y bajar la lluvia” para todos.

Esta es la Buena Noticia de tu Navidad:

que será de gran alegría para todo el pueblo:

hoy, en la ciudad de David,

os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor” (Lc 2,10s).

Esta es tu propuesta de vida:

Queridos hermanos, amémonos unos a otros,

ya que el amor es de Dios,

y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.

Quien no ama no ha conocido a Dios,

porque Dios es amor” (1Jn 4,7-8).

Queremos, Jesús del Amor, ser cauces del Amor:

queremos “poner los ojos sólo en ti,

porque en ti, el Padre nos tiene dicho todo y revelado,

y hallaremos en ti aún más de lo que pedimos y deseamos”

(Juan de la Cruz, “Subida del Monte Carmelo”, II, 22).

Preces Fieles (D. 4º Adv. 24.12.2023)

El Misterio de Dios nos está diciendo siempre: “Mira a mi Hijo, sujeto a mí y sujetado por mi amor” (Juan de la Cruz, “Subida del Monte Carmelo”, II, 22, 6). Pidamos que nuestra Navidad sea mirar mucho a Jesús, diciendo: Enciende en nosotros el fuego de tu amor”.

Por la Iglesia:

- que brille en ella tu libertad, tu sencillez, tu humanidad...;

- que acoja a todos, especialmente a los más débiles y necesitados.

Roguemos al Señor: Enciende en nosotros el fuego de tu amor”.

Por las intenciones del Papa (diciembre 2023):

- que “las personas con discapacidad sean el centro de atención social”;

- que “las instituciones promuevan programas de inclusión y participación activa”.

Roguemos al Señor: Enciende en nosotros el fuego de tu amor”.

Por la paz en todos los pueblos:

- que se busque la vida, la salud, el conocimiento, la libertad...;  

- que desechemos la violencia como solución de conflictos.

Roguemos al Señor: Enciende en nosotros el fuego de tu amor”.

Por los niños y jóvenes:

- que sean educados en la verdad, en la ayuda mutua...;

- que sean respetados y promovidos sus valores.

Roguemos al Señor: Enciende en nosotros el fuego de tu amor”.

Por todas las familias:

- que vivan en amor verdadero, en respeto y ayuda;

- que sean abiertas a la sociedad y al bien común.

Roguemos al Señor: Enciende en nosotros el fuego de tu amor”.

Por el mundo del trabajo:

- que esté al servicio de las personas, no del dinero;

- que sea digno y desarrolle las capacidades personales.

Roguemos al Señor: Enciende en nosotros el fuego de tu amor”.

Por esta celebración:

- que nos acerque a la vida real de Jesús, el Hijo de Dios;

- que nos llene de su humanidad, de su honradez, de su amor.

Roguemos al Señor: Enciende en nosotros el fuego de tu amor”.

Queremos, Señor Jesús, “poner los ojos sólo en ti, porque en ti Dios nos dicho y revelado todo, y en ti hallaremos aún más de lo que pedimos y deseamos...”. Queremos “mirarte a ti, Hijo de Dios, sujeto a Él y sujetado por su amor” (Subida del monte Carmelo II, 22, 5-6). “Enciende en nosotros el fuego de tu amor”, tú, que vives por los siglos de los siglos.

Amén.

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