“Como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: `¡Abba, Padre!´” “¡Sois hijos!” (Octava Natividad. María, Madre de Dios. Jornada paz 01.01.2023)

El propósito mejor para el año nuevo: “dejarnos llevar del Espíritu de Jesús”

Comentario: “Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo” (Gál 4, 4-7)

La carta a los Gálatas refleja las tensiones que vivieron las primeras comunidades, y que aún viven las iglesias cristianas. Tensiones entre la libertad del Espíritu y las leyes que las comunidades elaboran. La tensión era en torno a la ley judía. Jesús libera de ella a todos, dirá Pablo. Su tesis fundamental: “Antes de que llegara la fe, éramos prisioneros y estábamos custodiados bajo la ley hasta que se revelase la fe. La ley fue así nuestro ayo, hasta que llegara Cristo, a fin de ser justificados por fe; pero una vez llegada la fe, ya no estamos sometidos al ayo. Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo. Cuantos habéis sido bautizados, os habéis revestido de Cristo. No hay judío y griego, esclavo y libre, hombre y mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gál 3,23-28).

Leemos hoy el fruto básico del bautismo: “cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción filial. Como somos hijos, envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Abba, Padre!». Ya no eres esclavo, sino hijo...” (Gál 4,4ss). Ser hijos iguala en dignidad y hermana en el Padre común. Más adelante: “para la libertad nos ha liberado Cristo. Manteneos firmes y no dejéis que vuelvan a someteros a yugos de esclavitud... Habéis sido llamados a la libertad... No utilicéis la libertad como estímulo para la carne; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor. Porque toda la ley se cumple en `Amarás a tu prójimo como a ti mismo´... Si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley.... El fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, lealtad, modestia, dominio de sí...” (Gál 5,1.13-14.18.22-24).

Si “nos dejamos llevar del Espíritu de Dios”, nos realizamos como hijos y hermanos. En este Espíritu discernimos toda ley humana. Si malogra la persona y la fraternidad, no hay que obedecerla. Eso hacía Jesús. Toda ley debe “permitir hacer el bien, no el mal, salvar una vida, no destruirla” (Lc 6,9; Mc 2,27). Ha habido leyes eclesiales, algunas vigentes, que “no han salvado, sino destruido vidas”. Normas no evangélicas, agentes de mucho sufrimiento: celibato obligatorio, libros prohibidos, Inquisición, maldad del sexo (aún sigue condenada esta conducta: “El acto del matrimonio, practicado por el solo placer, carece absolutamente de toda culpa y de defecto venial”. DS 2109), siglos aceptando la esclavitud (Jesús “libra de la esclavitud del pecado”), supresión de los curas obreros...

El papa Francisco, en el mensaje para la Jornada Mundial de la Paz (01.01.2023), invita a seguir pautas liberadoras con base evangélica:

- “dejarnos cambiar el corazón por la emergencia que hemos vivido, permitir que Dios transforme nuestros criterios...”. Esto es “dejarse llevar del Espíritu de Dios” (Rm 8,14). 

- “concebirnos a la luz del bien común, con un sentido comunitario, es decir, como un “nosotros” abierto a la fraternidad universal”. Sólo así podemos orar el Padrenuestro.

- “garantizar la sanidad pública para todos”. Prioridad de Jesús: curar enfermos.

- “promover acciones de paz, poner fin a conflictos y guerras”. Paz a vosotros (Lc 24,36).

- “cuidar de forma conjunta nuestra casa común...”. “La creación, expectante, aguarda la manifestación de los hijos de Dios” (Rm 8,19).

- “luchar contra el virus de la desigualdad”. “Todos sois hermanos” (Mt 23,8).

- “garantizar alimentación y trabajo digno...”. “Dadles vosotros de comer” (Mc 6,37).

- “acogida e integración, especialmente de los migrantes y de los que viven como descartados en nuestras sociedades”. “Tuve hambre, sed, desnudez, cárcel...” (Mt 25,35).

Oración:Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo... (Gál 4, 4-7)

Jesús, lleno del Espíritu Santo” (Lc 4,1):

Hoy, primer día del año, el texto de Pablo nos invita:

a oír la voz de nuestra conciencia:

“núcleo secretísimo y sagrario del ser humano,

en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo íntimo” (GS 16);

ahí  “el Espíritu de su Hijo clama: «¡Abba, Padre!»” (Gál 4, 6);

ese mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu

de que somos hijos de Dios” (Rm 8,16).

El Espíritu de Jesús nos igualaa todos:

en la misma dignidad de hijos y hermanos;

todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.

Cuantos habéis sido bautizados en Cristo,

os habéis revestido de Cristo.

No hay judío y griego, esclavo y libre, hombre y mujer,

porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gál 3,26-28).

Siguiendo la exhortación de Pablo:

nos reafirmamos en lo esencial cristiano: “la adopción filial”;

al creer en ti, Jesús, nos sentimos “hijos de Dios” (Gál 3,26);

al amar como tú, sabemos que “hemos nacido de Dios” (1Jn 4,7);

A Dios nadie lo ha visto nunca.

Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros

y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.

En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros:

en que nos ha dado de su Espíritu.

Si alguno dice: `Amo a Dios´, y aborrece a su hermano, es un mentiroso;

pues quien no ama a su hermano, a quien ve,

no puede amar a Dios, a quien no ve” (1Jn 4,12-13.20).

Hoy, año nuevo, reafirmamos la dignidad de todo ser humano:

al reconocerte a Ti, Jesús de Nazaret, como Hijo de Dios,

reconocemos tu unión con toda persona humana;

“trabajaste con manos de hombre, pensaste con inteligencia de hombre,

obraste con voluntad de hombre, amaste con corazón de hombre.

Nacido de María, te hiciste verdaderamente uno de los nuestros,

semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado” (GS 22).

En Ti, Cristo, hermano, abrazamos a toda persona:

sin discriminación de sexo, raza, color, condición social, lengua, religión...;

queremos respetarla y promover su desarrollo;

a todos les damos nuestro espíritu de entendimiento y paz;

con todos trabajaremos para suprimir cualquier miseria;

especialmente nos sentimos cercanos a los más débiles y marginados;

en ellos ponemos nuestra confianza, esperando su comprensión.

Miramosa tu madre, María de Nazaret;

como ella queremos “meditar en el corazón” la realidad;

hacer humildes a “los soberbios de corazón”;

cambiar a “los poderosos” en humildes servidores fraternales;

colmar de bienes a los hambrientos”;

vaciar a los ricos” de su afán de acumular.

Este es hoy, Cristo Jesús, nuestro ruego y propósito:

dejarnos llevar de tu Espíritu”.

Preces de los Fieles (Octava Natividad. María, Madre de Dios. Jornada paz 01.01.2023)

Hoy, fiesta de María, Madre de Dios, tomamos conciencia de que somos hijos de Dios, hermanos de Jesús, hijos de María. A todos nos habita el mismo Espíritu. Con este Espíritu decimos: “queremos, Señor,`dejarnos llevar de tu Espíritu´”.

Por la Iglesia:

- que no imponga, sino proponga el proyecto de vida de Jesús;

- que sea ejemplar respetando los derechos humanos.

Roguemos al Señor: “queremos, Señor,`dejarnos llevar de tu Espíritu´”.

Por las intenciones del Papa (enero 2023):

- que “los educadores sean testigos creíbles, enseñando la fraternidad, en lugar de la confrontación y ayudando especialmente a los jóvenes más vulnerables”.

Roguemos al Señor: “queremos, Señor,`dejarnos llevar de tu Espíritu´”.

Por la paz en nuestro mundo:

- que cese la violencia, la guerra, en todos los países;

- que seamos solidarios en restaurar los daños de la violencia.

Roguemos al Señor: “queremos, Señor,`dejarnos llevar de tu Espíritu´”.

Por las familias:

- que se fomente el respeto, la aceptación y la ayuda desinteresada;

- que los hijos sean educados en la libertad y el amor de hijos de Dios.

Roguemos al Señor: “queremos, Señor,`dejarnos llevar de tu Espíritu´”.

Por los políticos:

- que deseen de verdad servir a la sociedad, cuidando el bien común;

- que cuiden especialmente a los más débiles, respetando su dignidad.

Roguemos al Señor: “queremos, Señor,`dejarnos llevar de tu Espíritu´”.

Por esta celebración:

- que reanime nuestro ser hijos de Dios, hermanos de Jesús, hijos de María;

- que sintamos el Espíritu que nos habita: su consuelo y fortaleza.

Roguemos al Señor: “queremos, Señor,`dejarnos llevar de tu Espíritu´”.

Queremos, Cristo Jesús, `dejarnos llevar de tu Espíritu´. Y actuar como tú y como María, madre tuya y nuestra: “meditar en el corazón” la realidad, hacer humildes a “los soberbios de corazón”, cambiar a “los poderosos” en humildes servidores fraternales, “colmar de bienes a los hambrientos”, “vaciar a los ricos” de su afán de acumular. Bendice nuestros deseos tú, que vive por los siglos de los siglos.

Amén.

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