Hoy celebramos el nacimiento del que “inició y completa nuestra fe” (Hebr 12,2), de Cristo que “está al frente de nuestra familia” (Hebr 3,6) PREGÓN DE NAVIDAD (25.12.2022): hoy “se ha manifestado la gracia de Dios"

¡Feliz Navidad!

PREGÓN DE NAVIDAD (25.12.2022)

Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea,

comenzando por Galilea,

después del bautismo que predicó Juan.

Me refiero a Jesús de Nazaret,

ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo,

que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo,

porque Dios estaba con él.

Nosotros somos testigos de todo lo que hizo

en la tierra de los judíos y en Jerusalén” (He 10,37-39).

Lo que sucedió en toda Judea” empezó hoy:

“Después que Dios habló... por los Profetas,

`últimamente..., nos habló por su Hijo´ (Hebr 1,1-2).

Envió a su Hijo, es decir, al Verbo eterno, que ilumina a todos los hombres,

para que viviera entre ellos y les manifestara secretos de Dios.

Jesucristo, el Verbo hecho carne,

`hombre enviado a los hombres´ (Ep. A Diogneto 7,4),

`habla palabras de Dios´ (Jn 3,34) y

realiza la obra salvadora que el Padre le confió (Jn 17,4).

Jesucristo -ver al cual es ver al Padre (Jn 14,9-,

con su total presencia y manifestación,

con palabras y obras, señales y milagros, y,

sobre todo, con su muerte y resurrección gloriosa...;

finalmente, con el envío del Espíritu de verdad,

completa la revelación y confirma con el testimonio divino

que Dios está con nosotros para librarnos

de las tinieblas del pecado y de la muerte,

y para resucitarnos a la vida eterna.” (Vat II, DV 4).

Reconocemos que hoy “se ha manifestado la gracia de Dios,

que trae la salvación para todos los humanos,

y nos ha enseñado a rechazar la impiedad y los impulsos mundanos,

demodo que vivamos justa y piadosamente en este mundo,

aguardando la dicha que esperamos y la manifestación de la gloria

del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo” (Tit 2,11-14).

También nosotros fuimos un tiempo insensatos, rebeldes, descarriados,

esclavos de impulsos y placeres de toda suerte,

dados a la maldad y a la envidia y odiándonos los unos a los otros.

Pero cuando se manifestó la bondad y el amor por la humanidad

de Dios nuestro Salvador...,

por su misericordia nos salvó por medio del baño regenerador

y renovador del Espíritu Santo,

derramándolo copiosamente sobre nosotros

por medio de Jesús, el Mesías nuestro Salvador” (Tit 3, 3-7).

Este mismo Espíritu nos ha traído hoy aquí:

Él es “la gracia en la que nos encontramos” (Rm 5,2);

Él “da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios” (Rm 8,16);

Él “ayuda a nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos orar como conviene;

el Espíritu intercede por nosotros con gemidos inenarrables” (Rm 8,26).

Hoy celebramos el nacimiento del que

inició y completa nuestra fe” (Hebr 12,2),

de Cristo que “está al frente de nuestra familia” (Hebr 3,6).

“Como si presentes nos hallásemos”,

“vemos a nuestra Señora y a José y al niño recién nacido”;

son una familia humilde, en una aldea insignificante;

el apóstol Natanael, cuando le hablaron de Jesús, dijo:

- “¿de Nazaret puede salir algo bueno?

- Felipe le contestó: `ven y lo verás´” (Jn 1,46).

Como este apóstol, hemos ido a su vida y hemos visto:

el Amor sin límites del Padre que él transmite;

Jesús, naciendo pobre, viviendo pobre, abraza a todos;

cura y alivia dolores;

comparte la mesa e invita a la fraternidad;

perdona siempre, confía en la bondad...;

invita a todos a seguir sus huellas.

Su amor es lo fundamental de la Navidad:

En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios,

sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo

como víctima de propiciación por nuestros pecados.

Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera,

también nosotros debemos amarnos unos a otros.

A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros,

Dios permanece en nosotros

y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.

En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros:

en que nos ha dado de su Espíritu” (1Jn 4,10-14).

Con el Espíritu que nos habita, digamos ante el portal:

Dios nuestro, creemos, con todo mi corazón, que nos amas.

¡Feliz Navidad!

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