De Francisco “hemos visto sus buenas obras y damos gloria al Padre” (Mt 5,15-16) El Papa Francisco celebra la Pascua en el cielo (Domingo 2º de Pascua 27.04.2025)
Ha sido “hermano y compañero en la tribulación…”
| Rufo González
Comentario: “hermano y compañero en la tribulación…” (Ap 1,9-11a.12-13.17-19)
Los domingos de Pascua, ciclo C, la segunda lectura es del “Apocalipsis (revelación) de Jesucristo, que Dios le encargó mostrar a sus siervos acerca de lo que tiene que suceder pronto. La dio a conocer enviando su ángel a su siervo Juan, el cual fue testigo de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo de todo cuanto vio” (Ap 1,1-2).
Leemos unos versículos del prólogo. Primero se presenta el autor: “Yo, Juan, vuestro hermano y compañero”(συνκοινωνὸς: syn: con, y koinonòs: partícipe; copartícipe, cooperador). Títulos propios de dirigentes cristianos. Los del clero no son evangélicos. Cooperan “en la tribulación, en el reino y en la perseverancia en Jesús”. Siglos en penumbra esta conciencia. Hoy “saben los Pastores que no han sido instituidos por Cristo para asumir por sí solos toda la misión salvífica de la Iglesia en el mundo” (LG 30). “Desterrado en la isla llamada Patmos a causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús” (1,9). Isla de las Espóradas, destierro de no condenados a muerte.
En segundo lugar, narra una vivencia singular: “el día del Señor fui arrebatado en espíritu”. Lit.: “llegué a estar en espíritu en el día dominical (eguenómen en pneúmati en tê kyriakê heméra)”. Es lógico, en el “día del Señor”, “estar en espíritu”: sintonizar interiormente (entender, sentir, querer) con el espíritu de Cristo. Es lo que desea Pablo a todos los cristianos: “Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús” (Flp 2,5). Lit.: Toûto froneîte en hymîn ho kaì en Xristô Iesoû: esto sentid en vosotros lo que (hubo) también en Cristo Jesús”. “Froneo”: pensar, sentir y querer. Del sustantivo “frén, frenós”: inteligencia, pensamiento, corazón y voluntad. De hecho, su “estar en espíritu” de Jesús le intima: “escuché detrás de mí una voz potente como de trompeta que decía: «Lo que estás viendo, escríbelo en un libro y envíalo a las siete iglesias” (1,10-11a). En las “Cartas a las siete iglesias”, supone que todos tienen esta capacidad: “El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Ap 2, 17). El cristiano, especialmente los dirigentes, debe discernir lo que el Espíritu de Jesús nos dice aquí y ahora. Es la re-visión de nuestra vida desde Jesús: ¿qué haría Jesús en mi situación?
“Me volví para ver la voz que hablaba conmigo, y, vuelto, vi siete candelabros de oro, y en medio de los candelabros como un Hijo de hombre, vestido de una túnica talar, y ceñido el pecho con un cinturón de oro” (vv. 12-13). Con estas imágenes, nos dice que está viendo a las siete iglesias. Lo explica en 1,20: “los siete candelabros que has visto son las siete iglesias”. En medio de las iglesias hay “como un Hijo de hombre”. Es, sin duda, siguiendo a Daniel (7,13) y a los evangelios, Jesús resucitado. Su atuendo más que sacerdotal, es de grandes mandatarios orientales. Es un modo de exaltación.
Cada domingo “caemos a sus pies como muertos... “Él pone su mano sobre nosotros, diciéndonos: «No temas; yo soy el Primero y el Último, el Viviente; estuve muerto, pero ya ves: vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo. Escribe, pues, lo que estás viendo: lo que es y lo que ha de suceder después de esto”.
Esta ha sido la gran pretensión del Papa Francisco, que acaba de morir: Humanizar la vida, siguiendo a Jesús en la igualdad y fraternidad humanas. Jesús, activo por su Espíritu, anima a sus comunidades, “lámparas” en medio del mundo. Esto se vive cada domingo. Recibimos mociones de su Espíritu y nos comprometemos a realizarlas.
ORACION: “hermano y compañero en la tribulación…” (Ap 1,9-11a.12-13.17-19)
Hoy quiero, Señor Jesús, agradecerte el domingo:
día especial de sintonía con tu Espíritu;
revivimos: “hemos recibido un Espíritu de hijos de adopción,
en el que clamamos: «¡Abba, Padre!».
Ese mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu
de que somos hijos de Dios” (Rm 8,15-16).
Hoy te imaginamos “en medio de los candelabros
como un Hijo de hombre”:
“los candelabros son las iglesias” (Ap 1,20);
nuestras comunidades de hermanos;
“candelabros” donde ponemos nuestras lámparas
para que“alumbren a todos los de la casa común;
vean nuestras buenas obras y
den gloria al Padre que está en los cielos” (Mt 5,15-16).
Recordamos tu empeño contra la enfermedad y la miseria;
nos sitúas en la realidad de nuestros días:
ante la situación angustiosa de tantos...,
ante las familias en paro todos sus miembros,
ante los desahucios que la situación acarrea,
ante el egoísmo de quienes acumulan bienes,
ante el rearme para romper vidas…
Miramos tus manos solidarias clavadas a la cruz:
tus pies, cercanos a los más débiles, sin poder caminar;
tu costado abierto por la crueldad sin sentido:
“saliendo sangre y agua” (Jn 19,34),
signos de la eucaristía y del bautismo.
Escuchamos tus palabras definitivas:
“Padre, perdónalos, porque no saben lo hacen”;
“Hoy estarás conmigo en el paraíso”;
“Mujer, ahí tienes a tu hijo”;
“Ahí tienes a tu madre”
“Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”
“Padre, a tus manos confío mi espíritu”.
Escuchamos tus palabras de consuelo y fortaleza:
“«No temas; yo soy el Primero y el Último, el Viviente;
estuve muerto, pero ya ves:
vivo por los siglos de los siglos,
y tengo las llaves de la muerte y del abismo”.
Es verdad que a veces no nos enteramos:
venimos obsesionados con nuestros egoísmos;
las llamadas de los hermanos nos resbalan;
vivimos casi en la inconsciencia.
Muchas veces te sentimos, Señor
“escuchamos detrás una voz potente
como de trompeta que dice:
«Lo que estás viendo,
escríbelo en un libro
y envíalo a las siete iglesias”;
eres el Resucitado, lleno del Espíritu divino,
que “escribes nuestra vida enviada a la iglesia”.
Gracias, Señor y Dios mío, por el domingo:
la eucaristía dominical es una necesidad sentida y querida;
“no podemos vivir sin el domingo”,
gritaban los cristianos del siglo segundo.
Hoy sigue siendo verdad para nosotros:
“no podemos vivir” sin tu presencia viva y joven
que da sentido a nuestras vidas.
Hoy te agradecemos el regalo del Papa Francisco:
ha sido “hermano y compañero en la tribulación…”;
nos ha recordado tu evangelio, tu vida;
ha querido conducirnos a la fraternidad auténtica;
“hemos visto sus buenas obras y
damos gloria al Padre que está en los cielos” (Mt 5,15-16).
rufo.go@hotmail.com