Sigue sin cumplirse lo que tres obispos argentinos pidieron en 1966 a la Conferencia Episcopal Argentina: “El celibato es un asunto que debemos mirar de frente” “Tiempo de Hablar. Tiempo de Actuar” sobre el celibato opcional

La Iglesia “oficial” sigue mirando para otro lado

La Revista “Tiempo de Hablar. Tiempo de Actuar sigue “hablando y actuando desde 1977”. Es la fecha del Número 0. El Número 1 aparece en 1978. Viene siendo el medio para informar, reflexionar e intercambiar ideas y prácticas de sacerdotes casados y de quienes comparten la opcionalidad del celibato. Empezó llamándose “Tiempo de Hablar. Moceop”. Así se llamó hasta el 1989: el N° 39-40, extraordinario de verano-otoño, se llama “Tiempo de Hablar. Reflexión y Practica Ministerial”. El nombre actual aparece en el Nº 56-57, 1993, con los documentos del III Congreso internacional de sacerdotes casados, celebrado en el Convento de los PP. dominicos de Alcobendas. Está a punto de salir el Nº 178, relativo al trimestre 3º de este año.

Surge con el Movimiento pro Celibato Opcional (MOCEOP). Se asocia, en el otoño de 1977, a un hecho repetido en todo el mundo en la década de los setenta del siglo XX: un cura del barrio madrileño de Moratalaz dice a los fieles de la parroquia que quiere casarse. Nace entre los fieles la discusión si debe o no seguir al frente de la parroquia. Discusión que hacen suya los sacerdotes del entorno. El vínculo forzoso entre celibato y sacerdocio no era exigencia de fe, sino ley eclesial modificable. Lo dice el Vaticano II: “la perfecta y perpetua continencia por el reino de los cielos no es exigida ciertamente por la naturaleza misma del sacerdocio, como aparece por la práctica de la Iglesia primitiva (1Tim 3,2-5; Tit 1,6) y por la tradición de las Iglesias orientales, en donde, además de aquellos que con todos los obispos eligen el celibato como un don de la gracia, hay también presbíteros casados beneméritos” (PO 16).

Muchos sacerdotes esperaban que los dirigentes eclesiales secundaran la libertad del Concilio. Pablo VI tenía fama de aperturista. Sus conflictos con el régimen franquista y otras dictaduras de la época dieron esperanza. Pondría a la Iglesia en consonancia con el evangelio y la cultura actual. Pero su cobardía se hizo evidente ante el celibato opcional, la admisión ministerial de la mujer y el uso de anticonceptivos artificiales. La encíclica “Sacerdotalis caelibatus” (1967), dejó el asunto como estaba con los argumentos de los partidarios de la ley. La “Humanae Vitae” dejó todo igual contra el parecer mayoritario de sus consejeros. En la fiesta de Santa Teresa de Jesús (15.10.1975), firmó una carta de Doctrina de la Fe contra la “ordenación ministerial de las mujeres”. Hasta la Santa, creo, no estaría hoy de acuerdo con la solución: “no es razón desechar ánimos virtuosos y fuertes, aunque sean de mujeres” (Camino de Perfección 3,7).

Celso Alcaina, Oficial de la Curia vaticana, dice que “`Sacerdotalis Caelibatus´ nace de la debilidad de Montini y de la presión de la curia, así como de viejos e influyentes cardenales. Yo lo viví en la curia romana. El papa luchó por la opcionalidad del celibato. Era sensible y sufría ante las deserciones generalizadas y ante la falta de clero en regiones de misión, particularmente en el lejano Oriente. No se atrevió a dar el paso, a pesar de su convicción y de haberse reservado el tema en el Concilio. Al final se doblegó. Pablo VI nada tenía de dictador. Era hamlético, tímido y cobarde. Es curioso y triste constatar que algo tan importante como la opcionalidad del celibato dependa de una frase o documento de un jefe” (RD, jueves 23 julio 2015).

Ahora asistimos a situación parecida con el Papa Francisco. De hecho, ha recordado alguna frase similar a la de Pablo VI: “no quisiera pasar a la historia como el Papa que eliminó la ley del celibato”. Guarda silencio cuando debiera decir algo sobre el asunto.Pablo VI prohibió tratarlo en el Vaticano II. Francisco ahora no ha elegido (en el fondo es lo mismo: si no se elige, se rechaza) el celibato como tema del próximo Sínodo. Ya apuntó su cobardíael 12 noviembre de 2018, en la homilía en Santa Marta, al comentar la lectura primera (Tito 1,1-9). Su comentario se centró en los versículos 5-9 (Ver en “Vatican News 12/11/2018), en las cualidades del ministro eclesial, menos en una: la no respetada por la ley eclesial. Y encima, para más contradicción, remarca que “esta es la Palabra de Dios”. Silenciando que “Palabra de Dios” es también: “Que el presbítero sea alguien sin tacha, marido de una sola mujer, que tenga hijos creyentes, a los que no quepa acusar de vida desenfrenada ni de ser unos insubordinados” (Tit 1,6).

Algo similar hizo en el Sínodo sobre la Amazonía. La voluntad mayoritaria votó: “proponemos establecer criterios y disposiciones de parte de la autoridad competente, en el marco de la Lumen Gentium 26, de ordenar sacerdotes a hombres idóneos y reconocidos de la comunidad, que tengan un diaconado permanente fecundo y reciban una formación adecuada para el presbiterado, pudiendo tener familia legítimamente constituida y estable…” (Documento final, 111. 26 octubre 2019). Francisco silenció la “propuesta” en su Exhortación postsinodal y respondió con la pobre originalidad de sus antecesores: “Esta acuciante necesidad me lleva a exhortar a todos los Obispos, en especial a los de América Latina, no sólo a promover la oración por las vocaciones sacerdotales, sino también a ser más generosos, orientando a los que muestran vocación misionera para que opten por la Amazonia…” (“Querida Amazonia”, 90).

Ante estas actitudes evasivas y contrarias a la libertad evangélica, surgieron en todo el mundo movimientos de curas casados. En España, ASCE (Asociación de Sacerdotes Casados de España) fue la primera: “agrupar a los sacerdotes secularizados de nuestra nación para vivir mejor nuestro sacerdocio, ya que el sacramento del Orden imprime carácter”. MOCEOP lo justifica así: “Alguien tenía que parar esa sangría de pastores solícitos, con pasión por Jesús de Nazaret y con ganas de seguir al servicio de la comunidad eclesial como bautizados y como presbíteros” (“Memoria agradecida. 40 años de MOCEOP”. Tiempo de Hablar. Tiempo de Actuar n.152-153, p. 26-27).

La Iglesia “oficial” sigue mirando para otro lado. Continúan, en el fondo, siglos de maltrato a estos sacerdotes, considerados como desertores, rebeldes, resentidos, incluso traidores para el sector más fanático. No se han acercado a su vida con respeto, desde el Evangelio, con el Espíritu de Jesús. Siguen sin cumplir lo que tres obispos argentinos (Jorge Mayer, de Santa Rosa, Jerónimo Podestá, de Avellaneda y Enrique A. Angelelli, auxiliar de Córdoba, ahora en proceso de canonización martirial) pidieron en 1966 a la Conferencia Episcopal Argentina: “El celibato es un asunto que debemos mirar de frente” (Primera Plana 17-05-1966, p. 40).

La próxima semana comentaré el EDITORIAL del Nº 1, de 1978, titulado “Sin techos ni barreras”. Veremos que siguen vigentes argumentos y esperanzas de estos hombres. Por ello, hay que seguir hablando de “esperanza”. Este es precisamente el tema y título del último “Tiempo de Hablar. Tiempo de Actuar”: ESPERANZA. Así lo justifica el editorial:

          “Hablar de esperanza es necesario siempre y en todo lugar. La esperanza, la terca esperanza, está siempre presente en nuestras vidas. ¿No es acaso el motor de este Moceop nuestro donde, a pesar de los años que pasan y de los pocos brotes verdes que vemos en nuestra querida Iglesia, mantenemos la esperanza y seguimos presentes y activos en tantos ámbitos?...

          Hablar de esperanza es seguir compartiendo la vida, la fe, las vivencias, las denuncias, las reivindicaciones, los encuentros… porque creemos firmemente que siempre es tiempo de hablar, tiempo de actuar y, sobre todo, tiempo de mantener la esperanza” (Nº 177 Trimestre 2º de 2024).

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