“Vivir y morir” contigo, Jesús, es compartir tu fe, tu esperanza, tu amor “Vivir para el Señor” es dar vida como él (Domingo 24º TO A 2ª Lect.17.09.2023)

Que cada cual siga sus propias convicciones” (Rm 14,5b), en la libertad del Amor

Comentario: “ninguno de nosotros vive para sí mismo” (Rm 14,7-9)

Al final del capítulo anterior, Pablo invita a la comunidad de Roma: “Andemos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas y borracheras, nada de lujuria y desenfreno, nada de riñas y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo, y no deis pábulo a la carne siguiendo sus deseos” (Rm 13,13-14). Frente al egoísmo vigente, el cristiano se percibe habitado e iluminado por el Espíritu de Jesús. De ahí los consejos, que preceden a la segunda lectura de hoy: “Acoged al débil en la fe, sin discutir sus razonamientos. Hay quienes creen poder comer de todo; otros flaquean y comen verduras. El que come, no desprecie al que no come; y el que no come, no juzgue al que come, pues Dios lo ha acogido... Hay quien distingue unos días de otros y hay quien considera que todos son iguales; que cada cual siga sus propias convicciones. El que se preocupa de observar un día, se preocupa por causa del Señor; el que come, come por el Señor, pues da gracias a Dios; y el que no come, no come por el Señor y da gracias a Dios” (Rm 14,1-6).

Esta exhortación demuestran cierto enfrentamiento comunitario. El “débil en la fe” observa normas sobre alimentos y días del calendario judío. Representa al creyente que no puede con su libertad cristiana, se ampara en la tradición y en los dirigentes. Se siente obligado a normas, ritos, fórmulas, etc., impuestas por la institución, aunque no entienda ni comparta. El “fuerte en la fe” conduce su vida desde el Espíritu y la libertad de hijos de Dios. Unos y otros puede actuar al margen del amor. El “fuerte” puede ser orgulloso, despreciar al “débil” por esclavo, fundamentalista, fanático, atrasado...  El “débil” puede acusar al “fuerte” de laxo, heterodoxo, desafecto a la institución... Este problema sigue en la Iglesia. Muchos no encuentran el equilibrio de libertad en el amor, que propone Pablo.

Pablo les recuerda el hecho comunitario común: “dar gracias al Señor”. Como les ha dicho anteriormente: “habiendo sido justificados en virtud de la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, por el cual hemos obtenido... el acceso a esta gracia, en la cual nos encontramos; y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios” (Rm 5,2). Todos nos sentimos agraciados por el Espíritu de Jesús, “gracia en la cual nos encontramos”. Esta “gracia” conduce a todos a “dar gracias” por ser hechos hijos de Dios, hermanos de Jesús y de toda la humanidad.

Por encima de ritos, cánones y dogmas, el Espíritu nos hace amar como Dios nos ama (Mt 5, 45). Desde aquí se entiende el texto de hoy: “Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; así que, ya vivamos ya muramos, somos del Señor. Pues para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de muertos y vivos” (Rm 14, 7-9). “Vivir y morir” es existencia entera y de todos. Adherirse a Cristo resucitado afecta a todos y a toda la existencia. Le hacemos “Señor” de nuestra vida, amando y compartiendo su amor con todos. Más allá del culto, de cánones y dogmas, de pensamiento único y pluralismo..., está el “vivir para el Señor”, dando vida como él: salud, alimento, compañía, cultura, sentido vital, libertad... Así, viviendo en amor, podemos encontrar sentido pleno a nuestra existencia en el Padre de Jesús, en el Padre nuestro y de todos, “porque de él, por él y para él existe todo. A él la gloria por los siglos. Amén” (Rm 11,36).

Oración: “ninguno de nosotros vive para sí mismo” (Rm 14,7-9)

Jesús, de quien nos hemos “revestido” al bautizarnos:

justificados en virtud de la fe, estamos en paz con Dios,

por medio de ti, Señor nuestro;

por ti hemos obtenido... el acceso a esta gracia,

en la cual nos encontramos;

y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios” (Rm 5,2).

Tu Espíritu da testimonio a nuestro espíritu

de que somos hijos de Dios;

y, si hijos, también herederos;

herederos de Dios y coherederos contigo;

de modo que, si sufrimos contigo,

seremos también glorificados contigo” (Rm 8,16-17).

Como Pablo, cada uno de nosotros puede decir:

Estoy convencido de que ni muerte, ni vida,

ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro,

ni potencias, ni altura, ni profundidad,

ni ninguna otra criatura podrá

separarnos del amor de Dios

manifestado en ti, Cristo Jesús, Señornuestro” (Rm 8,38s).

Sintiendo este Amor, escuchamos hoy a Pablo:

Ninguno de nosotros vive para sí mismo y

ninguno muere para sí mismo.

Si vivimos, vivimos para el Señor;

si morimos, morimos para el Señor;

así que, ya vivamos ya muramos, somos del Señor.

Pues para esto murió y resucitó Cristo:

para ser Señor de muertos y vivos” (Rm 14, 7-9).

Vivir y morir, Jesús, es toda nuestravida:

“vivir y morir” contigo es compartir tu fe, tu esperanza, tu amor;

compartir tu fe en el Padre que ama a todos,

malos y buenos, justos e injustos” (Mt 5,45);

compartir tu esperanza en que:

“no estoy solo, porque está conmigo el Padre.

Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí.

En el mundo tendréis luchas;

pero tened valor: yo he vencido al mundo” (Jn 16,32s).

compartir tu amor, por encima de ritos, cánones y dogmas:

dando vida, cuidando, compartiendo, acompañando,

abriendo ojos a la cultura, a la libertad, al sentido vital...

Sólo el amor nos guía al encuentro contigo y con el Padre:

el Padre nuestro y de todos, 

Porque de él, por él y para él existe todo.

A él la gloria por los siglos. Amén” (Rm 11,36).

En este amor, Jesús libre, buscamos la comunión:

¿reprimirías a quienes exigen cambios legales evangélicos?;

¿marginarías a las comunidades populares y a teólogos críticos?;

¿silenciarías a los profetas libres, guiados por tu amor?;

¿te agradan las elecciones libres y comunitarias de servidores?;

¿exigirías el celibato para presidir tus comunidades?;

¿no toleras que las mujeres te representen en la comunidad?

Jesús: “que cada cual siga sus propias convicciones” (Rm 14,5b):

viviendo la libertad de tu amor;

viviendo y muriendo para ti, Señor de nuestras vidas.

Preces de Fieles (D. 24º TO A 2ª Lect. 17.09.2023)

En cada eucaristía, renovamos el bautismo. Aceptamos la mente y el corazón de Jesús, le damos gracias por creer, esperar y amar como él. Pidamos, una vez más, “vivir y morir para el Señor”, diciendo: enciende en nosotros el fuego de tu Amor”.

Por la Iglesia:

- que acoja, escuche, convoque, dialogue, acuerde comunitariamente;

- que cuide y dé la cara, especialmente a los más desvalidos.

Roguemos al Señor: enciende en nosotros el fuego de tu Amor”.

Por las intenciones del Papa (septiembre 2023):

- que “no existan personas marginadas, en condiciones de vida infrahumanas”;

- que “no sean olvidadas por las instituciones y nunca sean descartadas”.

Roguemos al Señor: enciende en nosotros el fuego de tu Amor”.

Por el Sínodo que lleva a cabo la Iglesia:

- que sea capaz de discernir lo que el Espíritu dice a la Iglesia;

- que haya transparencia, libertad, determinación evangélica.

Roguemos al Señor: enciende en nosotros el fuego de tu Amor”.

Por el curso parroquial:

- que pongamos a disposición de los hermanos nuestras personas;

- que cuidemos la fraternidad, la aceptación de todos...;

Roguemos al Señor: enciende en nosotros el fuego de tu Amor”.

Por la paz en el mundo:

- que cese toda violencia, descarte, hambre, paro, enfermedad...;

- que crezca el diálogo, la preocupación por la vida de todos...

Roguemos al Señor: enciende en nosotros el fuego de tu Amor”.

Por esta celebración:

- que reavive el Espíritu de Jesús en todos nosotros;

- que nos sintamos consolados, animosos, dispuestos a amar como Jesús.

Roguemos al Señor: enciende en nosotros el fuego de tu Amor”.

Sí, Jesús de todos. “Si vivimos, vivimos para ti; si morimos, morimos para ti”.Queremos ser hermanos tuyos, manos tuyas, pies tuyos, palabra tuya. Que tu Espíritu llene nuestro espíritu y nos ayude a vivir como tú, que vives por los siglos de los siglos.

Amén.

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