Centrar el amor en Dios, no es en realidad en Dios, sino en nuestra idea o imagen de Dios “Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros” (D. 23.TO.A.2ª 10.09.2023)

Amar es querer bien, valorar a las personas, procurar su realización

Comentario: “El amor no hace mal a su prójimo” (Rm 13,8-10)

La exhortación de hoy continúa la iniciada en el capítulo anterior. Insistía sobre la vida en amor, como los miembros del cuerpo. El amor no puede ser “fingido”; deben “amarse cordialmente unos a otros”; “a nadie devolváis mal por mal. Procurad lo bueno ante toda la gente”; “si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber... No te dejes vencer por el mal..., vence al mal con el bien” (Rm 12,9a.10.17.20-21).

Hoy, Pablo, siguiendo la tradición liberal de los rabinos, propone como resumen de la Ley el “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lev 19,18b). En el judaísmo se cuenta la historia de un no judío que propuso al Rabí Shammay, conservador: “Hazme prosélito, a condición de que me enseñes toda la Torá mientras estoy parado en un pie”. Shammay rechazó la propuesta. Después se la hace al Rabí Hillel, liberal, que contesta: “¿Qué es odioso para ti? No lo hagas a tu vecino; es toda la Torá; el resto es comentario de eso; vete y apréndelo” (Talmud de Babilonia: Shabat. Folio 31 bis).

Jesús también reduce la Ley al amor a Dios y al prójimo: en estos dos mandatos se sostienen toda la Ley y los Profetas” (Mt 22,40); “no hay mandamiento mayor que estos” (Mc 12,31b); “haz esto y tendrás la vida” (Lc 10,28b). A la pregunta “¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?”, Jesús contesta: “Mira, si quieres entrar en la vida...” (Mt 19,16-17), y señala sólo mandamientos sobre el prójimo: “No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo”  (Mt 19,18-19; Mc 10, 17-19; Lc 18,18-20).

El Amor incluye a Dios y a todas las personas. Centrar el amor en Dios, no es en realidad en Dios, sino en nuestra idea o imagen de Dios. Por algo la carta de Juan dice: “amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados... Si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud” (1Jn 4,7-12). Es la parábola del final: “cada vez que lo hicisteis con uno de estos..., conmigo lo hicisteis” (Mt 25,40).

Esto mismo hace Pablo en el texto de hoy (Rm 13, 8-10): A nadie le debáis nada, más que el amor mutuo; porque el que ama ha cumplido el resto de la ley”. La deuda de amor no se acaba de pagar nunca. No se agota, mientras nuestra conciencia sea humanamente sana. En ella actúa el Espíritu de Jesús y convierte el deber en regalo, en don, en “camino más excelente” (1Cor 12,31b). También la carta a los Gálatas: “llevad los unos las cargas de los otros y así cumpliréis la ley de Cristo”; “toda la ley se cumple en una sola frase: amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Gál 6,2; 5,14). 

Cita los mandamientos en modo negativo:el no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no codiciarás, y cualquiera de los otros mandamientos, se resume en esto: amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal a su prójimo; por eso la plenitud de la ley es el amor” (vv. 9-10). No hacer daño es la mínima exigencia del amor. El Amor es más. Amar es querer bien, valorar a las personas como sujetos de derechos y deberes, procurar su realización en toda su personalidad y relaciones... Como Jesús, que, “ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (He 10,38).                                                                     

Oración: El amor no hace mal a su prójimo” (Rm 13,8-10)

Jesús, pan vivo que ha bajado del cielo...,

carne por la vida del mundo” (Jn 6,51):

aceptarte a ti es aceptar el amor del Padre;

aceptar que somos don del mismo Padre;

aceptar tu oración al Padre: “como tú me enviaste al mundo,

así yo los envío también al mundo” (Jn 17,18).

Así nos sentimos involucrados en tu amor creativo:

mi Padre sigue actuando, y yo también actúo” (Jn 5,17);

nos duele el hambre, la injusticia, el odio, la indiferencia...;

nos vemos incitados a dar vida, libertad, igualdad, fraternidad...;

nos capacitas para superar:: 

la ambición de acaparar,

el miedo al riesgo y la inseguridad, 

el querer vivir sólo de pan,

el entregar la libertad a quien nos proteja,

la insolidaridad ante el peligro...

Tu vida, Jesús de todos, anuncia y realizael Amor:

sin violencia, sin fanatismo, sin imposición alguna (Lc 9,54-55);

haciendo las obras del que te ha enviado” (Jn 9,4):

los ciegos ven, los cojos andan,

los leprosos quedan limpios y los sordos oyen,

los muertos resucitan, los pobres son evangelizados” (Lc 7,22).

Somos conscientes de las resistencias al Amor:

somos tentados, como tú, a desviarnos del camino;

nos seducen las riquezas y el poder;

nos persigue el mundo sin entrañas fraternales;

nos entretienen las teorías y la piedad rutinaria;

nos cuesta escuchar, curar, respetar, compartir...

Hoy escuchamos a Pablo:

a nadie debáis nada, más que amor,

porque el que ama ha cumplido el resto de la ley”.

Amar a todo ser humano es tu propuesta de vida:

a vosotros los que me escucháis os digo:

amad a vuestros enemigos,

haced el bien a los que os odian,

bendecid a los que os maldicen,

orad por los que os calumnian...

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten.

Pues, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis?...

Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien,

¿qué mérito tenéis?...;

haced el bien y prestad sin esperar nada;

será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo,

porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6,27-36).

Este Amor es la presencia de Dios en la comunidad:

“donde dos o tres están reunidos en mi nombre,

allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,20);

nos hace “luz del mundo” y “roca que no se hunde” (Mt 5,14; 7,24);

quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza” (1Jn 2, 10).

Preces de los Fieles (D. 23º TO A 2ª Lect. 10.09.2023)

Jesús nos recuerda hoy: “donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18, 20). Unirse “en su nombre” es unirse en el amor. Pidamos vivir en su amor, diciendo: “queremos amar `de verdad y con obras´ (1Jn 3, 18).

Por la Iglesia:

- que promueva comunidades adultas en  fe y en amor;

- que escuche al Pueblo de Dios en decisiones comunitarias.

Roguemos al Señor: “queremos amar `de verdad y con obras´” (1Jn 3, 18).

Por las intenciones del Papa (septiembre 2023):

- que “no existan personas marginadas, en condiciones de vida infrahumanas”;

- que “no sean olvidadas por las instituciones y nunca sean descartadas”.

Roguemos al Señor: “queremos amar `de verdad y con obras´(1Jn 3, 18).

Por la reconciliación eclesial:

- que se respete el pluralismo evangélico;

- que todos puedan opinar, hablar, explicarse, pedir perdón...

Roguemos al Señor: “queremos amar `de verdad y con obras´ (1Jn 3, 18).

Por los estudiantes que empiezan el curso:

- que sientan la alegría del encuentro y del esfuerzo común;

- que quieran saber y prepararse mejor.

Roguemos al Señor: “queremos amar `de verdad y con obras´ (1Jn 3, 18).

Por la paz en nuestro mundo:

- que la vuelva la sensatez y el entendimiento entre las naciones;

- que cesen las agresiones de todo modo.

Roguemos al Señor: “queremos amar `de verdad y con obras´ (1Jn 3, 18).

Por esta celebración:

- que nos centren en el amor a los hermanos;

- que sintamos la presencia del Señor que nos anima.

Roguemos al Señor: “queremos amar `de verdad y con obras´ (1Jn 3, 18).

Moldéanos, Jesús, con tus mismas actitudes: sencillos, limpios y humildes de corazón; desprendidos y dispuestos a servir; respetando y queriendo a todos, como Tú, que vives por los siglos de los siglos.

Amén.

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