“Sí, existe la resurrección de la carne. Existe una justicia. Existe la `revocación´ del sufrimiento pasado, la reparación que restablece el derecho” “Vuestra recompensa será grande en el cielo” (Domingo 6º C TO 2ª Lect. 16.02.2025)

Nuestra fe tiene sentido, valor, razón, contenido, eficacia, utilidad, humildad, piedad

Comentario:Cristo ha sido resucitado... y es primicia de los que han muerto” (1Cor 15,12.16-20)

El domingo pasado leíamos la primera parte del capítulo 15 (vv. 1-11): Jesús ha sido resucitado. Hoy, algunos fragmentos de la segunda parte (vv. 12-34): todos resucitaremos (1Cor 15,12.16-20). En próximos domingos (7º y 8º), la tercera parte: modo de la vida resucitada (vv. 45-49 y 54-58). Pablo no concibe el ser humano sin el cuerpo. La persona no se compone de cuerpo y alma; es cuerpo y alma, en unidad personal. A los corintios, como griegos, les cuesta creer la resurrección corporal. Creen que el alma es inmortal, y eso les basta para creer que Jesús vive. La resurrección corporal les resulta difícil. Por eso, Pablo les explica después lo del “cuerpo espiritual” (vv. 35ss).

La lectura se inicia con una argumentación por reducción al absurdo:Si se anuncia que Cristo ha resucitado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos de entre vosotros que no hay resurrección de muertos?” (v. 12). Si Jesús no ha sido resucitado, “nuestro mensaje (κήρυγμα: kerigma) es vacío, “vuestra fe, vacía. Somos hallados pseudotestigos (ψευδομάρτυρες: pseudomártires) de Dios, pueshemos testificado contra Dios de que resucitó a Cristo, al cual no resucitó …” (vv. 13-15).

Leemos (vv. 16-19) la misma argumentación profundizando en las mismas ideas:Pues si los muertos no son resucitados (οὐκ ἐγείρονται: ouk egueírontai, pasiva), tampoco Cristo ha sido resucitado (ἐγήγερται)” (v. 16). “Y si Cristo no ha resucitado”, estas son las tres consecuencias:

          A) “vuestra fe no tiene sentido” (v. 17a) (mataía he pístis himôn). “Mataía” significa: “sin valor, sin razón, vano, ineficaz o inútil, orgullosa, impía, insolente”. De esta etimología procede “Mateología”: “el estudio de asuntos o temas fuera de experimentación o entendimiento de la conciencia en el nivel humano, siendo por tanto un estudio inútil para la evolución conciencial”. Si Jesús no vive, nuestra fe estaría en el campo de la mateología, de la sin razón. Pero si vive, nuestra fe tiene sentido, valor, razón, contenido, eficacia, utilidad, humildad, piedad.

          B)Seguís estando (ἔτι ἐστὲ: éti esté: aún estáis)en vuestros pecados” (v. 17b). Para Pablo, muerte y resurrección forman una unidad, conjunto indivisible, único, donde se realiza el proyecto de Dios respecto del ser humano. En ellas Jesús revela el misterio humano, la verdad de nuestros deseos y esperanzas. No basta la muerte, por muy santa que sea. Si no hay resurrección, no existe la palabra definitiva, la “justicia” de Dios, su amor gratuito, su perdón, su salvación, su alegría, su paz eterna.La “muerte eterna” sería el signo de seguir en pecado, el mal definitivo.

          C) “Los que murieron (κοιμηθέντες: koimezentes: los dormidos) en Cristo,han perecido” (v. 18). No existen ya. Por eso añade: “Si hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solo en esta vida, somos los más desgraciados (ἐλεεινότεροι: eleeinóteroi: los más dignos de lástima) de toda la humanidad” (v. 19). Afirmación incomprensible. Mucha gente admira a Jesús como persona humana, pero no creen su resurrección. “Todas las cosas están dotadas de consistencia, verdad y bondad, y de leyes propias y orden, que el ser humano debe respetar” (GS 36). Muchos creen que el cielo está aquí, y se realiza en la bondad de cada día. ¿Son “los más desgraciados”?

El último versículo contiene la afirmación central, núcleo de nuestra fe. Literalmente: “Ahora (Νυνὶ: nunì) Cristo ha sido resucitado de entre los muertos, primicia (ἀπαρχὴ: aparjè) de los dormidos”. “Primicia” es el fruto primero de la cosecha. Colosenses expresa lo mismo con otras palabras: “Él (Cristo) es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo” (Col 1,18). Se entiende en sentido constitutivo y revelador del plan de Dios. Jesús muriendo y resucitando revela el destino de todos. La misma palabra se aplica al Espíritu Santo en Romanos: “poseemos las primicias (τὴν ἀπαρχὴν: ten aparjèn) del Espíritu” (Rm 8,23). El Espíritu resucitó a Jesús; nos resucitará a nosotros (Rm 8,11). Es común con Cristo: “uno mismo en la Cabeza y en los miembros” (LG 7). “Primicia” equivale a otra palabra usado por Pablo “arras”, “prenda”. Dios “nos selló y ha puesto su Espíritu como prenda (ἀῤῥαβῶνα τοῦ πνεύματος: arrabôna toû pneúmatos: las arras del Espíritu) en nuestros corazones” (2Cor 1,22). La carta a los Efesios insiste en lo mismo: creyendo en él habéis sido marcados con el sello del Espíritu Santo prometido, que es la prenda de nuestra herencia (ὅς ἐστιν ἀρραβὼν τῆς κληρονομίας ἡμῶν: hos estin arrabòn tês kleronomías hemôn: el que es arras de nuestro clero -los dirigentes eclesiales se apropiaron del vocablo que designaba a toda la Iglesia-)”(Ef 1,13-14).

Oración: Cristo ha resucitado... y es primicia de los que han muerto” (1Cor 15,12.16-20)

Jesús resucitado:

cada domingo celebramos tu Pascua;

las velas de la mesa-altar significan tu vida actual;

la lectura de Pablo nos trae hoy el mensaje pascual:

Cristo ha sido resucitado de entre los muertos

y es primicia de los que han muerto” (1Cor 15, 20).

“Ahora Dios revela su rostro

precisamente en la figura del que sufre,

y comparte la condición del hombre abandonado por Dios,

tomándola consigo.  

Este inocente que sufre se ha convertido en esperanza-certeza:

Dios existe, y Dios sabe crear la justicia de un modo

que nosotros no somos capaces de concebir

y que, sin embargo, podemos intuir en la fe.

Sí, existe la resurrección de la carne.

Existe una justicia.

Existe la `revocación´ del sufrimiento pasado,

la reparación que restablece el derecho”

(Benedicto XVI: Encícl. Spe salvi, nº 43).

Tu vida, Jesús de todos, desemboca en la plenitud:

Dios “te ha exaltado sobre todo” (Flp 2,9);

te ha resucitado en un “cuerpo espiritual” (1Cor 15,44);

sigues siendo el de siempre, Jesús de Nazaret;

lleno de ternura y humanidad;

espiritualizado”, has roto el límite de la materia;

has transformado tu cuerpo humilde,

según el modelo de tu cuerpo glorioso” (Flp 3,21);

eres transparencia, libertad, presencia ilimitada.

Eres, Cristo resucitado, “Espíritu vivificante (l Cor 15,45):

es decir, comunión plena, sin límite ni dificultad,

“carne olvidada de sí misma” (San Ireneo: Adversus Haereses V, 9,2);

amor universal, gratuito, siempre activo:

venciendo nuestra inercia y egoísmo,

enderezando este “palo torcido” de nuestra libertad,

haciéndonos “hombres nuevos”,

convertidos en solidarios, en servidores.

Eres, Cristo resucitado, “utopía realizada”:

“momento pleno de satisfacción, en el cual la totalidad nos abraza

y nosotros abrazamos la totalidad;

momento del sumergirse en el océano del amor infinito,

en el cual el tiempo – el antes y el después– ya no existe;

eres la vida en sentido pleno...

`volveré a veros y se alegrará vuestro corazón

y nadie os quitará vuestra alegría´” (Spe salvi, nº 12).

Cristo resucitado, que vives en nuestros corazones:

ilumina nuestra vida con tu amor sin límites;

aviva tu Espíritu para podamos seguir tu camino;

realizando tus bienaventuranzas:

      “Bienaventurados a los pobres,

porque vuestro es el reino de Dios.

Bienaventurados los que ahora tenéis hambre,

porque quedaréis saciados.

Bienaventurados los que ahora lloráis,

porque reiréis.

Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres,

y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre

como infame, por causa del Hijo del hombre.

Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa

será grande en el cielo” (Lc 6,20-23).

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